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Si cada uno de nosotros le pusiera la firma a las cosas que creamos en la cocina, estoy segura de que no serían unos cuantos los que impulsarían nuestra historia gastronómica, seríamos un ejército de embajadores de la cultura colombiana. El bicho me picó, obviamente, después de visitar #Agroexpo y conocer unos 30 proyectos productivos de comida, cultivos de frutas exóticas, tecnificación de verduras y carnes de exportación.
Me sorprendió que en medio de la crisis ganadera desde los más curtidos ganaderos hasta las más jóvenes generaciones apostarán por la ganadería local. Eso sí, vacas, marranos, cabras y hasta pollos desfilaban con sus más elegantes galas.
Descubrí la creatividad a flor de piel. De la forma más rudimentaria, básica, pero eso sí, muy trabajada, cada una de las propuestas que conocí desarrollaba el campo colombiano a su máxima expresión. Me saboreé al máximo aquello de #MiCampoSabeMejor, pasé por amasijos, panadería, encurtidos, frutas secas, dulces, postres, en fin; el paraíso terrenal en un solo pabellón. Sentí en el paladar el corazón del campo.
Construir estas redes de pequeños productores no puede ser el evento social del año patrocinado en una feria. Debemos lograr acceder a esas delicias. Encontré arepas de quinua para los exquisitos deportistas. Miel de dátiles de un grupo de mujeres boyacenses que descubrieron que sus parcelas podían dar perfectos dátiles y de ahí producir dulces, mieles, hacer frutos secos y sacar adelante a su comunidad. Pero lo que más me impactó fue un par de jóvenes santandereanos (@nativosdelcampo) que han decidido hacer industria con base en el nopal. Hogo, dulces, mermeladas logrados gracias a mezclas de nopal y frutas. En esta planta al parecer está el elixir de la eterna juventud, pues según la ciencia tiene todo tipo de excelentes beneficios medicinales.
El nopal lo asociamos a los mexicanos, a una historia de charros, tequila y mariachi; pero en realidad es una base saludable para algunas recetas de la cocina colombiana.
Agroexpo logra con gusto traer a Bogotá ese capítulo desconocido de nuestro campo. Les pone cara y manos a procesos de ciencia y tecnología como en el caso de la papa y de otras tantas producciones locales. ¡Es una vitrina que no debería ser el único espacio de reconocimiento de nuestros campesinos! Anímense, les quedan unos días (termina el 23 de julio), para saborearse a Colombia en un solo lugar.
Hoy voy a recomendar un solo lugar que, por su capacidad de adaptación y de servir una muy buena comida mexicana con base en productores locales, logró en un par de mordiscos devolverme a México, a sus calles y a sus sabores.
La Güera Urbana (@lagueraurbana): Apuestan por una barra que es el corazón del restaurante, y donde la magia de la mixología se convierte en el gancho para quedarse de largo a probar muchos platos de la carta. Sabe a México, no a tex-mex, que es lo fundamental. Detalles en cada uno de los rincones hacen que uno de verdad quiera quedarse, enfiestarse y comerse todo lo que le sirvan. Una apuesta muy particular llena de color, sabor y compras locales hacen de esta carta un buen referente para Bogotá. Comí muchas cosas pero me enganché con las quesadillas, tacos al pastor, el guacamole que es una propuesta terminada con maíz asado delicioso, el molcajete de carnes, el rib eye y la cochinita pibil. Como verán no me cabía un arroz parado pero, eso sí, los churros con helado, el broche de la noche. Buenos tragos, excelente comida y un nuevo lugar en Bogotá para las noches de fiesta.