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La lucha contra las drogas debe empezar por la legalización de los cientos de pequeños predios en manos de cultivadores de ilícitos, que son simples tenedores desde hace varias décadas, pero que desafortunadamente por el abandono del Estado no han tenido la oportunidad de legalizarlos para ser sujetos de crédito y demás prebendas que otorga el Estado para quienes voluntariamente lo hagan.
Uno de los principales obstáculos para la erradicación de cultivos ilícitos es que quienes los vienen manejando no han tenido la visión para que los pequeños predios en manos de pequeños sembradores y cultivadores se legalicen, y de conformidad con su historial productivo se proceda a programar proyectos productivos agroindustrializados con mercado asegurado.
Siempre hemos sostenido a través de nuestras columnas que quienes vienen manejando la erradicación de cultivos ilícitos han sido víctimas de su propia inexperiencia; les ha faltado visión y misión para actuar y proceder de conformidad con los mercados, que regulan la oferta y la demanda, de los productos de proyectos productivos.
En varios foros desarrollados en diferentes regiones y ciudades del país, hemos escuchado de viva voz a diferentes campesinos –pequeños y medianos productores y cultivadores de ilícitos–, se lamentan porque se encuentran en difíciles situaciones, puesto que están con sus familias en medio de dos fuegos: de las autoridades que los acosan para que se reintegren a la legalidad y de las mafias que les ofrecen buenos dividendos por su trabajo muchas veces amenazándolos de muerte si no lo hacen.
El modus operandi para reclutar pequeños y medianos productores de ilícitos a la legalidad es el siguiente:
1. Les siembran el temor de ir a parar a una cárcel o la posibilidad de ser extraditados, es decir, les rezan el Código Penal.
2. Formación de grupos para proyectos productivos: no se tiene en cuenta el recurso humano frente a los diferentes factores de desarrollo, desde luego se parte de la improvisación, generando caos y poca credibilidad en el proyecto, que no les ofrece las más mínimas garantías de supervivencia.
3. Proyecto productivos y subsidios: se diseña un proyecto productivo a la topa tolondra, sin haber hecho estudio de mercado y mucho menos el ejercicio de las cadenas productivas y las alianzas estratégicas.
4. Etapa productiva: como los subsidios no llegaron o si mucho les cumplieron con una o dos cuotas, los pequeños y medianos productores de ilícitos regresan a sus pequeñas parcelas, las cuales son acogidos por los narcotraficantes que los subsidian por adelantado y les garantizan la compra de la hoja de coca, marihuana u otros ilícitos.
5. El regreso con buenas bonificaciones: por lo regular cuando un pequeño o mediano productor ha desertado, a su regreso es recibido, pero con vigilancia, amenaza y retaliaciones, con un capataz al lado que lo está vigilando y ordenando todo lo que debe hacer, caso contrario pueden ser víctimas de atentados contra él y su familia.
En conclusión: la mejor manera de erradicar los cultivos ilícitos es legalizando los predios de pequeños cultivadores, esto con el fin de que al sentirse propietarios le ponen mejor sentido de vida con el proyecto productivo diseñado, como ser sujetos de crédito en bancos y cooperativas agroindustriales.
Valdría la pena que la Superintendencia de Notariado y Registro tomara cartas en el asunto, levantando el inventario de predios en manos de pequeños cultivadores de ilícitos, con el fin de concientizarlos para que se legalicen e inicien un plan de desarrollo integrado con vivienda dotada de todos los servicios básicos, que les permita una vida tranquila y digna junto con sus familias.