Reaganomics a la colombiana

Marc Hofstetter
05 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.

¿Qué exige la responsabilidad fiscal ante estos déficits asombrosos? La pregunta la hizo Milton Friedman, uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX, defensor a ultranza de la economía de mercado, la desregulación y la reducción del peso del Estado, políticas que implementarían bajo su influencia gobiernos como el de Reagan en Estados Unidos, Thatcher en el Reino Unido y Pinochet en Chile, a través de los famosos Chicago Boys.

La pregunta de marras la planteó en un artículo publicado en la revista Newsweek en 1967, cuando tomaba fuerza la idea de que había que subir impuestos en Estados Unidos para cubrir el creciente déficit fiscal. Argumentaba Friedman que subir impuestos no solucionaría el problema porque el Congreso se gastaría todo lo que se recaudara y un poco más. Hablaba del “derroche” en diferentes programas públicos que, según su parecer, terminaban siempre en más costos y problemas. Proponía oponerse a incrementos en impuestos, presionar por recortes presupuestales y aceptar los mayores déficits que resultarían de esa estrategia.

Años después, en 1981, Ronald Reagan abogaría por reducir el tamaño del Gobierno, reduciendo primero los impuestos. Su analogía también usó la palabra derroche: “Podemos dar cátedra a nuestros hijos sobre el derroche hasta quedarnos sin voz ni aliento. O podemos curar su derroche simplemente reduciendo su mesada”. Reagan creía que la reducción tributaria forzaría menores gastos posteriores.

Sin que nadie parezca darse cuenta, esa parece ser la receta económica que el Gobierno actual está empujando en Colombia. Primero vinieron los discursos altisonantes, repetidos una y otra vez, asegurando que el Gobierno anterior era derrochón. Luego una Ley de Financiamiento que le permitía un mayor recaudo en 2019, pero que echó a andar reducciones tributarias y exenciones que disminuirán el recaudo a partir de 2020. El tercer acto de la obra fue pedirle al comité consultivo de la regla fiscal permiso para tener un mayor déficit en 2019, lo cual deja para 2020 la puerta cerrada para acudir a más relajamientos de ese comité: la credibilidad de la regla fiscal aguanta un relajamiento, pero no dos seguidos. En los próximos meses vendrá el cuarto acto de la obra: hay que reducir el tamaño del Gobierno en al menos un punto del PIB, porque no hay suficientes ingresos y no nos podemos endeudar más. ¡Fin de la obra, Reagan y Friedman viven!

Me temo, sin embargo, que la obra no tendrá el final que el Gobierno tiene en mente. Por un lado, investigaciones que han estudiado los efectos de recortes tributarios han concluido que terminaron en aumentos posteriores de los mismos, no en reducciones del gasto. Y en Colombia, el crecimiento de la clase media y la polarización del país que los miembros de la bancada de gobierno con tanto éxito promovieron, harán aún más difícil la ejecución del acto final: la reducción de gastos públicos. Habremos de ver, preveo, otra reforma tributaria y/o un intento por vender una parte de Ecopetrol para financiar gastos corrientes. Esto último sí que deberíamos llamarlo derroche.

Twitter: @mahofste

 

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