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Al momento de escribir esta columna aún no se conoce en qué terminará el movimiento de varios congresistas liderados por Roy Barreras, que se alzaron contra la arrogancia del partido de gobierno, que cree que el país les pertenece y que tiene que ser uribista. Cualquiera sea el resultado de esa voz de protesta en medio del aplastante unanimismo, hay que celebrarla y rogar porque esos parlamentarios no cesen en su empeño de no dejarse arrinconar.
Duque se comporta como si en las pasadas elecciones los 19 millones de colombianos que sufragaron hubieran votado todos en su favor. Para él y su séquito de furiosos halcones no existen los 8 millones de personas que votaron por Petro, ni los que lo hicieron en blanco.
Así lo confirma el gabinete hostil que ha sido designado. Y no es solamente por el deslenguado ministro de Defensa, Guillermo Botero, quien como vocero de los comerciantes y cumpliéndole a su visceral odio por Santos salió con la propuesta de controlar la protesta social. Parecía imposible nombrar a alguien en el Ministerio de Defensa más torpe con sus declaraciones que Luis Carlos Villegas, pero lo lograron.
Nancy Patricia Gutiérrez en el pasado evidenció su talante perseguidor, y ahora le entregan todo el pastel de la protección para que haga y deshaga. La ministra de Justicia, Gloría María Borrero, desde su nuevo cargo concretará la odiosa injerencia en la Rama Judicial, como lo hizo recientemente con la JEP mediante un insólita carta concebida para proteger intereses de terceros empresarios (https://bit.ly/2uM0Upg), seguramente inspirada en Harold Eder, el momio caleño directivo de la Corporación Excelencia para la Justicia, de quien se conoce su odio por la JEP. Néstor Humberto Martínez debe de estar frotándose las manos, pues con el nombramiento de la Borrero le han entregado al fiscal el Ministerio de Justicia, pero claro que ahí no hay problema porque esa mermelada no es “tóxica” sino “perfumada”. La ministra de Educación, María Victoria Angulo, se deja presentar como la más cercana semejanza a Cecilia María Vélez, quien tiene el dudoso honor de haber restablecido desde el mismo cargo, durante los tenebrosos gobiernos de Uribe, la educación religiosa obligatoria en colegios públicos. Más persecución. En fin, esto apenas empieza.
Y para afianzar su mensaje de que gobernará para todos los colombianos sin perseguir a nadie, Duque se deja retratar en un ágape realizado en Miami con varios de sus iracundos y altaneros partidarios y el nuevo canciller, con lo cual, mandatario y ministro han dado muestras de que con ellos tampoco será posible la despolarización ni menos la reconciliación. Eso quedó claro en el programa radial de Vicky Dávila donde a gritos, insultos y amenazas se reiteró que lo del uribismo no será la discusión civilizada, sino el ataque aleve y descalificador del contradictor.
El exministro Jaime Castro, uribista converso, opinó que aquí deberíamos esperar a los primeros 100 días de gobierno para criticar a los funcionarios en vez de hacerlo antes de que asuman. Él y otros más que lo acompañan en ese lisonjero propósito, sin embargo tampoco han esperado a que el nuevo gobierno se posesione para empezarlo a aplaudir. Se necesita estar aspirando a embajador o alguna canonjía para guardar silencio cómplice. Si en Londres nombraran ministros a hombres de negocios que anuncien restricciones a las libertades públicas, la prensa no esperaría nunca 100 días para prender las alarmas.
Si esta vez Roy Barreras y los demás parlamentarios son derrotados, que no desfallezcan. Lo de ahora fue un patriótico esfuerzo por el bien de la dignidad. Lástima que el liberalismo, conducido equivocadamente por César Gaviria, tampoco entendió ahora el rumbo de la historia.
Adenda. ¿Qué le irán a dar al camaleón y diletante de Angelino Garzón, que anda como un gran lagarto con las fauces abiertas esperando que se las llenen?
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