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Más preocupante que las cartas que les encontraron en sus celdas a los detenidos como supuestos autores del atentado al Centro Andino, es la marcada tendencia derechista que viene mostrando la revista Semana. La salida del columnista León Valencia parece responder a ese viraje ideológico, pues fue sacado para dar cabida cada domingo a un columnista afín a las tesis del uribismo.
En su última edición Semana le dio carátula a un artículo titulado "Cartas explosivas", el cual arranca diciendo que “los capturados del Mrp (…) siguen urdiendo sus siniestros planes”, como si hubiera sido redactado por un funcionario de la Fiscalía o por Claudia Gurisatti para el teleprónter de RCN (ver artículo). Ahora bien, lee uno con ojo de buen cubero y en esas cartas no aparece nada que comprometa a sus autores –ni a sus destinatarios– con el atentado de marras. Se corrobora eso sí que utilizan un lenguaje propio de ‘revolucionarios’, pero por ningún lado se aprecia algo que permita concluir que estén planeando nuevos atentados, como lo sugiere la revista.
El artículo se ensaña sobre todo en Mateo Gutiérrez León, estudiante de Sociología de la Nacional allí identificado como alias ‘Mateo’, preso desde febrero de este año (o sea que no pudo participar en lo del Centro Andino, ocurrido en junio), quien comparte su celda con un guerrillero de la Farc. A este muchacho lo muestran como el autor de “una gran cantidad de cartas que el joven tenía escondidas, una de ellas dirigida al líder indígena”, cuyo nombre no precisan.
Donde más pretenden mostrarlo como culpable es en una carta dirigida “a alguien llamado Tony”, señalado de ser “un antiguo e importante exfuncionario del gobierno de Cuba” a quien “las agencias de inteligencia nacionales y extranjeras lo estuvieron vigilando porque aseguraban que pertenecía al G2, la inteligencia cubana”. Una de las reglas básicas del periodismo habla de contrastar la fuente (labor que sí hizo el excolumnista de Semana.com Luis Eduardo Celis), y es esa la principal falencia del artículo, pues les habría bastado comunicarse con la embajada de Cuba para que esta les hubiera informado que se trata de José Antonio López, quien sostuvo reconocidos contactos con las Farc como parte del equipo de enviados del gobierno cubano que seguía las negociaciones de Andrés Pastrana con esa guerrilla en San Vicente del Caguán, “todo a la luz del día y con pleno conocimiento del gobierno colombiano, según contó el mismo Fidel Castro en su libro La paz en Colombia”. (Ver artículo de Lucho Celis).
La saña contra ese muchacho continúa cuando dicen que “las autoridades se preguntan cómo un estudiante de quinto semestre de Sociología de 21 años de edad termina por entablar una amistad con un personaje del perfil político de Tony”, y agregan que según la Fiscalía “en uno de esos viajes (a Cuba) pudo recibir instrucción en uso de explosivos”. Es aquí cuando el lector perspicaz se pregunta por qué no muestran prueba alguna de esa acusación, o si es que las suposiciones valen como certezas. Pero es el propio Celis quien se encarga de desvirtuar tal falacia, cuando cuenta que “sobre la estadía de Mateo Gutiérrez con su madre a inicios de este año en La Habana y su conocimiento con Tony López, yo soy el responsable, yo los presenté: él y su esposa tienen un servicio de Hospedaje para turistas, se conocieron y entablaron amistad”.
Podría extenderme en mostrar otras muchas inconsistencias, pero la principal recae en que a Mateo y los demás jóvenes presos aún no los ha condenado la justicia... y ya los condenó Semana.
Por cierto, es la segunda vez que lo hace. La primera fue cuando recién capturados publicó un artículo titulado "Las comprometedoras pruebas del atentado al Centro Andino", donde cayó en el mismo yerro de aceptar la información suministrada por la Fiscalía como verdad revelada, sin tomarse la molestia de mostrar la versión de la contraparte, o sea de la defensa. Por el contrario, allí los señala como culpables desde la primera frase: “Semana revela en exclusiva los detalles y las evidencias que incriminan a los nueve detenidos del Mrp”. Juez y prensa, ¡vaya objetividad periodística! (Ver artículo).
En respuesta a esa publicación escribí una columna titulada "Centro Andino: crónica de otro montaje anunciado", donde planteé algo que sigo sosteniendo: “Más dudas que certezas rodean la captura de los nueve presuntos miembros del Mrp”. (Ver columna). No es posible saber si todos los capturados pertenecen a ese movimiento de “insurgencia armada y desarmada” (así lo define uno de sus cándidos integrantes en esta entrevista con la periodista Andrea Aldana), y ellos mismos reconocen haber puesto petardos panfletarios en baños de la Dian y Cafesalud de Bogotá, pero el acervo probatorio que hasta ahora la Fiscalía ha mostrado –y filtrado selectivamente a medios– no permite comprobar que hayan sido ellos los autores del atentado al Centro Andino.
A esos jóvenes los venían siguiendo desde meses atrás (sin que pese al seguimiento hubieran evitado el atentado, ojo), y es aquí donde se aprecia un inquietante parangón con el montaje que le hicieron a otro grupo de similar naturaleza insurgente por los años 80, el Orp, cuando lo culparon del asesinato de Gloria Lara. (Ver artículo de Las2Orillas).
No es posible señalar a algún organismo de seguridad en concreto, pero el recuento de ese y otros falsos positivos judiciales –que conforman un modus operandi– permite formular la hipótesis según la cual los integrantes del Mrp dieron ‘papaya’ para ser utilizados como idiotas útiles y culpados por algo que habría realizado una ‘mano negra’ con un propósito claro: desviar la atención sobre la dejación definitiva de las armas por parte de las Farc que habría de producirse unos días después, y afectar las negociaciones de paz con el Eln que acababan de comenzar.
Como dije en la columna citada, se trató de un atentado en apariencia organizado y ejecutado por gente de extrema izquierda, pero que benefició los intereses políticos de la extrema derecha.
Es la justicia la que debe resolver las dudas que aún persisten, pero, volviendo a la revista Semana, conviene hacerle la recomendación que todo profesor de periodismo les hace a sus alumnos para cuando estén frente a sus fuentes: no tragar entero.
DE REMATE: Hablando de cartas explosivas, aquí va la que le escribió la lora del ‘tenebroso’ cubano Tony López a Enrique Santos Calderón, hermano del presidente de Colombia: ver carta.
En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.blogspot.com.co/