Notas de buhardilla

Se emborrachó la Policía

Ramiro Bejarano Guzmán
29 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.
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Cuando apenas estábamos empezando a digerir los anuncios de Duque sobre su plan de seguridad ciudadana, a partir de incrementar el número de policías en 34.000 uniformados y fortalecer el temido Esmad, estalla un escándalo en la cúpula de la Policía que no deja duda de que la corrupción deambula a sus anchas por esa institución.

Lo que se ha revelado permite colegir que el director de la Policía, general Óscar Atehortúa, es un personaje marrullero que en menos de una semana quedó al descubierto: primero cuando asistió con arrogancia a un debate en el Congreso y luego al conocerse las graves acusaciones del inspector general de la Policía, el general William Salamanca. Lo que hizo el general Atehortúa para torpedear las averiguaciones en su contra debió haber suscitado su baja inmediata, en vez de las reuniones extraordinarias con el generalato policial para decidir que todo siguiera como estaba, las cuales realizó en Navidad el mindefensa, Carlos Holmes Trujillo, a quien también le quedó grande la cartera de la fuerza pública. Mientras fue canciller, obraba regido por la arbitrariedad y con brusquedad, pero ahora como titular del ministerio de los militares le dio por comportarse diplomáticamente, y por cuenta de esa vacilante postura le reventó un problema sin precedentes que ha resuelto con pañitos de agua tibia. Carlos Holmes está en el lugar equivocado y por eso atiende con fastidiosas carcajadas estridentes las entrevistas radiales, como cuando le hablaron del “sacrificio” de estar trabajando en las fiestas navideñas en vez de estar gozando de la Feria de Cali. Así no va a satisfacer su desmedida ambición de suceder a Duque.

Solamente pasa en Colombia que el director de la Policía, que está siendo investigado, abuse de su poder y mande a vacaciones por más de un año a quien lo investiga. ¿Estaban enterados el subpresidente Duque y los ministros del Interior y de Defensa de las pesquisas que se venían adelantando en las altas instancias de la Policía? Si lo sabían o no, en sus narices se produjo la decisión de mandar a descansar al general Salamanca y por ello son cómplices de esa maniobra impresentable. Eso explica la decisión babosa que ejecutó Carlos Holmes, por orden de Duque, de hacer regresar a Salamanca y no tocar a Atehortúa. Como quien dice, aquí no ha pasado nada.

La justificación que ofreció el general Atehortúa del traslado del general Salamanca sería risible si no se tratara de un asunto de grandes quilates. Sostuvo el director de la Policía que decidió enviar al general Salamanca a vacaciones prolongadas porque no le informaba del curso de sus averiguaciones y, además, porque creó una central de inteligencia, lo que en palabras del aturdido oficial convertía a su investigador en “juez y parte”. Olvidó el general Atehortúa que quien estaba siendo investigado era él y no Salamanca, por lo cual es un disparate sindicarlo de ser parte de un asunto donde simplemente oficiaba como inspector o juez. Quien a sabiendas de que era parte obró como juez contra su investigador fue el mismísimo director de la Policía, y por esa sola razón hoy debería estar vestido de civil enfrentando tan delicadas investigaciones, por supuesto, si otros fuesen el mandatario y el ministro de Defensa.

El general Salamanca tendrá que explicar si creó o no una agencia de inteligencia y para qué, pues en una democracia estas oficinas no pueden multiplicarse desordenadamente. No obstante, puestas en la balanza las cosas, obviamente es mucho más grave que el general Óscar Atehortúa haya usado sus omnímodas facultades como director de la Policía para intentar echarles tierra a varias investigaciones que dejan un manto de duda, por decir lo menos, en su contra.

Duque, además de mal gobernante, es de malas. Si con esta Policía es con la que aspira a ejecutar su peligroso plan de seguridad ciudadana, preparémonos para lo peor.

Adenda No. 1. Mientras los generales de la Policía están agarrados, en Palomino asesinan a una pareja de ambientalistas en una vigilada zona turística.

Adenda No. 2. El año se cierra con más asesinatos de líderes sociales, en el Huila (Reynaldo Carrillo) y en Tumaco (Lucy Villarreal). En esta última ciudad habían rogado al Ministerio de Defensa mejorar la seguridad.

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

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