¿Una sola corte?

Rodrigo Uprimny
08 de abril de 2018 - 03:00 a. m.
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La propuesta de Iván Duque de reemplazar todas nuestras altas cortes por una sola supercorte es una idea que puede en teoría suscitar cierto interés, pero que en la práctica, en la coyuntura colombiana, es inconveniente.

A nivel académico es posible discutir las bondades o los defectos de tener una sola y poderosa supercorte, o por el contrario varias altas cortes especializadas con competencias definidas.

A favor de la supercorte suele aducirse que asegura mayor coherencia jurisprudencial, pues no habría los llamados “choques de trenes” entre altas cortes; que sería menos costosa, pues habría menos magistrados con altos sueldos. Y que los integrantes de esa supercorte tendrían gran visibilidad, por lo que su nombramiento y comportamiento estarían sometidos a mayor escrutinio público.

A favor de varias altas cortes suele aducirse la eficiencia y la calidad, pues múltiples tribunales pueden resolver no sólo más casos, sino fijar en mejor forma la jurisprudencia, pues se especializan en determinados asuntos, mientras que una sola supercorte tendría mayor riesgo de congestionarse y de cometer grandes equivocaciones al saltar de una especialidad a la otra. Además, añaden los defensores de esta opción, la existencia de varias cortes no tiene por qué traducirse en choques de trenes si sus competencias y sus relaciones son adecuadamente definidas; y de esa manera se evita concentrar tanto poder y responsabilidad en un solo supertribunal.

Los argumentos de lado y lado son interesantes. Además, existen países que han funcionado bien con una sola supercorte, como Estados Unidos, pero también hay otros que tienen muy buenos sistemas judiciales con múltiples altas cortes, como Alemania, que tiene seis altas cortes federales.

No existe pues un modelo único de organización judicial, por lo que un país puede funcionar bien con uno u otro esquema judicial. Y podríamos debatir el tema durante años. Pero el problema de la propuesta del uribismo es que en la situación concreta de Colombia aporta muy poco a la solución de los problemas de nuestra justicia y en cambio presenta muchos riesgos.

¿Qué solucionaría en realidad una corte única? No es claro. ¿El choque de trenes? Existe una solución mucho más sencilla, que es clarificar los casos en que la Corte Constitucional, por tutela, puede revisar las sentencias de otras altas cortes, como se hace en Alemania, en donde ese tema está prácticamente resuelto.

Por el contrario, los riesgos de esa propuesta son enormes, pues implicaría casi inevitablemente la revocatoria de las actuales altas cortes. ¿O cómo podría transitarse a una supercorte, en un plazo corto, sin dicha revocatoria?

Algunos dirán que esa revocatoria no es grave, debido a los escándalos que han comprometido a algunos magistrados de las cortes. Y es un sentimiento comprensible, pero poner en interinidad a las cortes es muy riesgoso, pues erosiona la independencia judicial, que exige la estabilidad de los jueces en sus cargos, mientras tengan buen comportamiento. Por ejemplo, en Venezuela, el chavismo puso en interinidad a las cortes y a los jueces, lo cual le permitió la cooptación del poder judicial y la destrucción de la democracia en ese país. No digo que la pretensión de Duque sea destruir la independencia judicial, pero es indudablemente el riesgo de su propuesta. Ahora bien, a pesar de todos los problemas de su justicia, Colombia ha tenido una independencia judicial significativa, que ha sido una importante garantía democrática. ¿Por qué entonces aventurarnos en una propuesta riesgosa, que no soluciona los problemas de la justicia colombiana, en vez de hacer propuestas más realistas y específicas?

*Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.

 

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