Velitas

José Fernando Isaza
12 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.

En general, la deidad más importante de las religiones es una diosa. En el antiguo Japón la diosa del sol es Amaterasu; en la religión incaica la supremacía corresponde a la madre tierra, la Pachamama; en la Antigüedad en Arabia y en Petra la trinidad la conformaban tres diosas: Al-Uzzá, Al-Lat y Manat.

En Grecia y Roma el dios principal es masculino, pero las diosas como Atenea y Afrodita desempeñan trabajos importantes y gratificantes: amor y sabiduría. En Oriente Medio la deidad más venerada era la diosa Gaia (la Tierra). La más antigua figura religiosa que se ha encontrado es la Venus de Willendorf, data de 25.000 años y representa a la diosa de la fertilidad.

La religión cristiana determinó que sus tres dioses son masculinos, no elevó a la categoría de diosa a la madre de uno de ellos. El cristianismo primitivo trató de crear una jerarquía superior a la de los santos, pero inferior a la de los dioses, como lugar de la madre de Cristo. Dos dones podrían elevar su posición, la Inmaculada Concepción (IC) y la subida a los cielos en cuerpo y alma. La resurrección no era suficiente porque Lázaro había resucitado.

El 8 de diciembre se celebra la IC en Colombia, y con la tradición de las velas y los faroles se conmemora la víspera. Es común la confusión de creer que la IC se refiere a la concepción sin pecado original de Cristo en María; Jesús, por no ser humano, no heredaba el pecado original. La IC es la concepción sin pecado original de María. En el año 1140, Bernardo de Claraval, a pesar de ser un devoto mariano, se opuso a la veneración de la IC de María, pues significaría que María no habría nacido de una unión sexual normal, sino que había que admitirle una concepción virginal (Uta Ranke, eunucos por el reino de los cielos).

San Agustín afirma que el placer sexual transmite el pecado original, pero de allí no puede deducirse que los hijos de los frígidos nacieran libres de este estigma. Santo Tomás lo precisa: “Si por la virtud de Dios se considera a alguien la gracia de no sentir placer desordenado en el acto de la procreación, incluso en este caso ese tal transmitiría el pecado original al hijo”. No era suficiente declarar que santa Ana era anorgásmica para que María fuera concebida sin pecado original, se requería una acción anticipada del Redentor.

El dogma de la IC es relativamente reciente. En 1854 el papa Pío IX proclamó que María fue concebida sin pecado. En esta forma le otorga una categoría mayor que la de los otros santos. La segunda característica diferenciadora, la ascensión en cuerpo y alma al cielo, es mucho más reciente, ya que solo fue proclamada en 1950 por el papa Pío XII. Este dogma implica que el alma se une al cuerpo en el momento de la concepción y no a las seis semanas como era la doctrina de santo Tomás. Igualmente, san Agustín sostiene que el alma no puede vivir en un cuerpo que aún no se ha formado; por lo tanto, si bien censuraba el aborto, no lo calificaba como asesinato, modificándose así la posición de la Iglesia con respecto al aborto.

A pesar de los tenues avances para moderar el antifeminismo en la Iglesia católica, es claro que el aceptar tres dioses masculinos y ninguna diosa puede explicar la discriminación contra las mujeres a las cuales, entre otras restricciones, les está vedado acceder a las jerarquías eclesiásticas.

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