José María Acevedo: ingeniero a los 99 años

Sin haber terminado la escuela consiguió levantar una de las primeras empresas colombianas dedicadas a la fabricación de electrodomésticos: Industrias Haceb. El pasado octubre recibió el título “honoris causa” en ingeniería por toda una vida dedicada a la invención.

Valeria Cortés Bernal
02 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.
José María Acevedo, fundador de Industrias Haceb.  / Archivo particular.
José María Acevedo, fundador de Industrias Haceb. / Archivo particular.
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A José María Acevedo no le gusta ser el centro de atención. Le huye a los micrófonos, a las cámaras y, especialmente, a los reconocimientos. Seguramente por eso su nombre resuena poco entre los colombianos de a pie y, sin embargo, la mayoría de hogares del país (si no todos) han tenido en sus casas algún producto que lleva su firma.

Acevedo es el empresario detrás de Industrias Haceb, compañía pionera en la fabricación de electrodomésticos en Colombia. Aunque solo cursó hasta quinto de primaria, “don Josema”, como lo conocen en Antioquia, recibió a sus 99 años el título honoris causa en ingeniería de productividad y calidad del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid el pasado octubre.

Vestido con toga y birrete de color verde, el empresario obtuvo su primer diploma en medio de vítores de sus empleados y miembros de la institución. “Es una de las sorpresas más grandes que he tenido en mi vida”, aseguró conmovido. “Soy una persona que no merece tanta cosa”.

Acevedo nació en Medellín en 1919. Solía dormir en la misma habitación que sus padres y tres hermanos en una casita de 48 metros cuadrados ubicada en El Salvador, uno de los barrios que hoy conforman la Comuna 9 de la capital antioqueña.

Pastor Acevedo, padre de José María, era carpintero y le decía a su hijo que sería el único profesional de la familia. Sin embargo, la crisis económica que imperó luego de la Gran Depresión sumado a una enfermedad que aquejaba a don Pastor impidieron que José María y sus hermanos pudieran terminar sus estudios.

Cuando tenía 15 años, el joven Josema empezó a trabajar como mensajero en un almacén eléctrico. En sus ratos libres aprendía de reparaciones viendo a uno de los ingenieros que trabajaba en el taller y que siempre quería ocultarle los detalles de su trabajo. Acevedo resultó ser tan buen observador, que cuando el técnico enfermó, consiguió reemplazarlo y demostrar que se le daba bien la ingeniería eléctrica.

José María continuó trabajando como ayudante hasta 1940, cuando a los 21 años decidió abrir su propio negocio de reparaciones en un modesto garaje del centro de la ciudad: el Taller Eléctrico Medellín. Un asistente de 12 años, un alicate y dos destornilladores fueron suficientes para poner a andar la pequeña fábrica. Tiempo después la práctica lo conduciría a desarrollar sus propios electrodomésticos.

“En la década de los cuarenta no se podía importar nada por la guerra que se vivía en Europa y acá muchos seguíamos cocinando con leña, por eso decidí fabricar una parrilla eléctrica sencilla, que solucionara el problema en la cocina”, dijo Acevedo a la revista Cromos en 2012.

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El fogón eléctrico, que en ese tiempo se vendía en $3,50, tuvo gran acogida entre las familias paisas y su creador decidió llamarlo Jacev, por las iniciales de su nombre. Tiempo después un vendedor le sugirió reemplazar la J por una H para darle un “toque internacional” y cambiar la V del final por una B. El resultado fue la icónica marca en forma de rombo con la palabra Haceb, nombre que adoptó la empresa hasta el día de hoy.

Luego de su éxito con las parrillas, José María se dedicó a aprender de manera autodidacta el funcionamiento de otros aparatos y consiguió producir sus propias lámparas fluorescentes, calentadores de agua (tinas), resistencias y demás artículos relacionados con electricidad y metales.

“Para poder enseñarles a los trabajadores tenía que saber del oficio. Por eso nunca quise fabricar nada que no supiera hacer”, afirmó tiempo después en el libro conmemorativo de la compañía.

Hacia los años sesenta, vinculó a sus hermanos en cargos administrativos y para ese entonces se solía creer que quienes dirigían la empresa eran industriales extranjeros, pues la calidad de sus productos era comparada con la estadounidense. Industrias Haceb S.A. creó su primera nevera en 1966, la misma que luego se convirtió en uno de sus productos insignia.

Con este tipo de desarrollos, Acevedo demostró que los aparatos eléctricos que normalmente se importaban a Colombia podían ser fabricados aquí. Y con esa certeza estuvo al frente de su compañía durante más de 70 años.

Lo que comenzó siendo un pequeño taller en el centro de Medellín es ahora una multinacional que diseña, fabrica y exporta electrodomésticos a 15 países. Haceb reportó el año pasado ingresos por $657.140 millones y actualmente es responsable del 50 % de la línea blanca que se produce en el país.

La solidez de esta empresa es tal, que este año su exgerente Cipriano López fue uno de los ganadores del Premio Empresario del Año, de la Universidad del Rosario. Dos meses después, el celebrado sería José María Acevedo.

El honoris causa que recibió de la institución de Rionegro, el pasado 23 octubre, fue precisamente un reconocimiento a sus años de labor y a la formación empírica con que levantó su empresa. Ese día, cuando le preguntaron sobre su retiro, respondió con una sonrisa: “¿Que si quisiera seguir trabajando? Tal vez con otro lote y otros cien años”.

Hoy Acevedo lleva una vida tranquila. No toma alcohol ni fuma, come saludable y detesta quedarse quieto o sentirse inútil. Es amante de la ópera y un aficionado al ajedrez, juego que, según él, le enseñó a pensar y a resolver problemas durante sus días más difíciles. Esos son sus secretos para estar tan cerca de los 100 años y seguir tan lúcido como en 1940.

“Ser útil da más placer que estar quieto y sin hacer nada”, sentenció el día de su conmemoración. “Si no trabajara, ya estaría muerto”.

Por Valeria Cortés Bernal

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