“Ahora viene la paraeconomía”
Entrevista con León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris. Acaba de escribir un libro contando su pasado en el Eln. Le pide a Uribe que también “se anime a decir su verdad”. Asegura que al país le llegó la hora de conocer las relaciones de los empresarios con los paramilitares.
Laura Ardila Arrieta
El director de la Corporación Nuevo Arco Iris, y autor de varias investigaciones sobre parapolítica, León Valencia, no titubea al afirmar que el libro ‘Mis años de guerra’, en el que cuenta su vida como guerrillero, —será lanzado el próximo miércoles— lo escribió en respuesta a las peticiones públicas del presidente Uribe, que varias veces le ha exigido que “diga la verdad” sobre su pasado. En diálogo con El Espectador, Valencia le pide al Primer Mandatario que ahora sea él quien “cuente sus historias íntimas”. También, asegura que al país le llegó la hora de conocer las relaciones entre los empresarios y los paramilitares.
¿Es cierto que su libro es una respuesta al presidente Uribe?
Tiene esa motivación. El Presidente, para restar legitimidad a mis investigaciones, me pidió que dijera la verdad, así que escribí este libro para contar que estuve en la guerrilla porque creía en sus ideas, y que luego me salí porque me di cuenta de que la vía de las armas no es la solución a los problemas sociales. Ojalá un día el Primer Mandatario también se anime a contar su verdad.
¿Cuánto tiempo estuvo en la guerrilla y cuál era su labor ahí?
Me incorporé a grupos de izquierda siendo adolescente, a los 17, gracias a un grupo de sacerdotes que llegó a la región de Antioquia donde yo vivía. Al principio hacíamos trabajo social. Después, empezó una guerra sucia y hubo muchos asesinatos y amenazas. Yo era muy amigo de Héctor Abad Gómez y estaba, como él, amenazado de muerte. Ahí decidí irme a la clandestinidad. En 1987 fui escogido para ser parte del comando central del Eln, la guerrilla que por la época tenía más hombres y más recursos económicos.
Pero, ¿cuál era su función? Esa guerrilla tan fuerte a la que usted llegó asesinaba, secuestraba, volaba oleoductos…
Así es. Yo era el responsable de las labores política y financiera. No eludo la responsabilidad que tenía en la conducción de un grupo armado ilegal como aquel. Asumo la responsabilidad política ante el país, pues yo fui uno de los cinco comandantes del Eln de 1987 a 1989.
¿Por qué se retiró?
Varias cosas influyeron, la más importante fue la masacre de Segovia, el 11 de noviembre de 1988. Yo le preguntaba al cura Pérez si ése era el rumbo que íbamos a tomar, el de la barbarie. Sabía que todo iba por un despeñadero. En aquel entonces, el M19, entre otros grupos, estaba negociando la paz. La disyuntiva era o hacemos paz con ellos, o la guerra con las Farc.
¿Le pide perdón al país, a las víctimas del Eln?
Claro que sí. El perdón lo estamos promoviendo desde la Corporación Nuevo Arco Iris, y no de manera retórica. Tenemos programas con víctimas en 12 departamentos. Estamos haciendo memoria desde una perspectiva de reconciliación. Eso hace falta en el país. Fíjese que Manuel Marulanda invocaba todos los ataques de los que fue víctima para hacer la guerra. Los Castaño hablaban de la muerte de su padre para hablar de venganzas. El mismo presidente Uribe también menciona el asesinato de su progenitor como una motivación de su seguridad democrática. Este libro es la negación de esas memorias vengativas.
¿Qué futuro le augura al Eln?
Lo único que le queda al Eln es hacer la paz, pero tanto ese grupo como el propio Gobierno no supieron hacer que el tema se concretara.
Cambiando de tema, ¿cómo va la parapolítica, es cierto que se acabó?
Ese es un temor bien infundado. La justicia está mostrando limitaciones y algunos implicados están saliendo libres. Nosotros vamos a hacer un balance. Concluimos que la Corte ha cumplido, la Fiscalía está en el reto de demostrar que también va a cumplir, pero el Ejecutivo no está asumiendo lo que le toca, que son las responsabilidades políticas.
Tal parece que los paramilitares infiltraron la sociedad entera, sin embargo, nada concreto se sabe de empresarios y gente de otros sectores relacionados con ellos, ¿por qué?
Eso está por inventariarse. La paraeconomía está por venir, alguien tiene que medírsele a esa investigación. Yo quisiera que lo hicieran los grandes centros académicos.
¿Y la farcpolítica qué?
La farcpolítica y la elenopolítica tuvieron su gran momento en los 80. Se unieron ambas fuerzas y el costo fue muy alto. Mire la UP, por sólo poner un ejemplo. De 14 parlamentarios mataron a 8. Asesinaron dos candidatos presidenciales, 11 de 23 alcaldes, 13 diputados, 60 concejales… fueron más de cinco mil los muertos. Claro, no hay que negar que algo queda.
¿Cuál es la verdad que, según usted, debe contar el presidente Uribe?
No quiero entrar a hacer juicios. Sólo digo que todos tenemos historias íntimas que contar y me gustaría que él contara las suyas, por el bien del país.
El director de la Corporación Nuevo Arco Iris, y autor de varias investigaciones sobre parapolítica, León Valencia, no titubea al afirmar que el libro ‘Mis años de guerra’, en el que cuenta su vida como guerrillero, —será lanzado el próximo miércoles— lo escribió en respuesta a las peticiones públicas del presidente Uribe, que varias veces le ha exigido que “diga la verdad” sobre su pasado. En diálogo con El Espectador, Valencia le pide al Primer Mandatario que ahora sea él quien “cuente sus historias íntimas”. También, asegura que al país le llegó la hora de conocer las relaciones entre los empresarios y los paramilitares.
¿Es cierto que su libro es una respuesta al presidente Uribe?
Tiene esa motivación. El Presidente, para restar legitimidad a mis investigaciones, me pidió que dijera la verdad, así que escribí este libro para contar que estuve en la guerrilla porque creía en sus ideas, y que luego me salí porque me di cuenta de que la vía de las armas no es la solución a los problemas sociales. Ojalá un día el Primer Mandatario también se anime a contar su verdad.
¿Cuánto tiempo estuvo en la guerrilla y cuál era su labor ahí?
Me incorporé a grupos de izquierda siendo adolescente, a los 17, gracias a un grupo de sacerdotes que llegó a la región de Antioquia donde yo vivía. Al principio hacíamos trabajo social. Después, empezó una guerra sucia y hubo muchos asesinatos y amenazas. Yo era muy amigo de Héctor Abad Gómez y estaba, como él, amenazado de muerte. Ahí decidí irme a la clandestinidad. En 1987 fui escogido para ser parte del comando central del Eln, la guerrilla que por la época tenía más hombres y más recursos económicos.
Pero, ¿cuál era su función? Esa guerrilla tan fuerte a la que usted llegó asesinaba, secuestraba, volaba oleoductos…
Así es. Yo era el responsable de las labores política y financiera. No eludo la responsabilidad que tenía en la conducción de un grupo armado ilegal como aquel. Asumo la responsabilidad política ante el país, pues yo fui uno de los cinco comandantes del Eln de 1987 a 1989.
¿Por qué se retiró?
Varias cosas influyeron, la más importante fue la masacre de Segovia, el 11 de noviembre de 1988. Yo le preguntaba al cura Pérez si ése era el rumbo que íbamos a tomar, el de la barbarie. Sabía que todo iba por un despeñadero. En aquel entonces, el M19, entre otros grupos, estaba negociando la paz. La disyuntiva era o hacemos paz con ellos, o la guerra con las Farc.
¿Le pide perdón al país, a las víctimas del Eln?
Claro que sí. El perdón lo estamos promoviendo desde la Corporación Nuevo Arco Iris, y no de manera retórica. Tenemos programas con víctimas en 12 departamentos. Estamos haciendo memoria desde una perspectiva de reconciliación. Eso hace falta en el país. Fíjese que Manuel Marulanda invocaba todos los ataques de los que fue víctima para hacer la guerra. Los Castaño hablaban de la muerte de su padre para hablar de venganzas. El mismo presidente Uribe también menciona el asesinato de su progenitor como una motivación de su seguridad democrática. Este libro es la negación de esas memorias vengativas.
¿Qué futuro le augura al Eln?
Lo único que le queda al Eln es hacer la paz, pero tanto ese grupo como el propio Gobierno no supieron hacer que el tema se concretara.
Cambiando de tema, ¿cómo va la parapolítica, es cierto que se acabó?
Ese es un temor bien infundado. La justicia está mostrando limitaciones y algunos implicados están saliendo libres. Nosotros vamos a hacer un balance. Concluimos que la Corte ha cumplido, la Fiscalía está en el reto de demostrar que también va a cumplir, pero el Ejecutivo no está asumiendo lo que le toca, que son las responsabilidades políticas.
Tal parece que los paramilitares infiltraron la sociedad entera, sin embargo, nada concreto se sabe de empresarios y gente de otros sectores relacionados con ellos, ¿por qué?
Eso está por inventariarse. La paraeconomía está por venir, alguien tiene que medírsele a esa investigación. Yo quisiera que lo hicieran los grandes centros académicos.
¿Y la farcpolítica qué?
La farcpolítica y la elenopolítica tuvieron su gran momento en los 80. Se unieron ambas fuerzas y el costo fue muy alto. Mire la UP, por sólo poner un ejemplo. De 14 parlamentarios mataron a 8. Asesinaron dos candidatos presidenciales, 11 de 23 alcaldes, 13 diputados, 60 concejales… fueron más de cinco mil los muertos. Claro, no hay que negar que algo queda.
¿Cuál es la verdad que, según usted, debe contar el presidente Uribe?
No quiero entrar a hacer juicios. Sólo digo que todos tenemos historias íntimas que contar y me gustaría que él contara las suyas, por el bien del país.