“Al actuar contra mí, le mandan una advertencia al Senado”: John Jairo Cárdenas
El representante de la U se reafirma en que EE. UU. le revocó la visa por revelar los detalles del desayuno con el embajador Kevin Whitaker. La decisión, de paso, frustró una reunión entre Cárdenas y otros legisladores con políticos estadounidenses coordinada para los primeros días de mayo.
-Lorena Arboleda Zárate / @LorenaArboleda8
Los efectos políticos derivados de la reunión que sostuvo el embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, con senadores y representantes del Congreso colombiano para hablar sobre el futuro de las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) han desatado una alarmante situación que pone sobre la mesa el futuro de las relaciones bilaterales entre nuestro país y el gobierno de Estados Unidos. El representante del Partido de la U John Jairo Cárdenas, en calidad de integrante de la comisión encargada de estudiar dichos reparos en la Cámara, fue el primero en advertir de la supuesta actitud intervencionista de Whitaker a favor de los “peros” de Iván Duque a la JEP que derivó, como se sabe, en un desayuno ofrecido en la residencia del embajador, en Bogotá. Una postura que, según Cárdenas, le dejó como consecuencia que la embajada norteamericana decidiera revocarle la visa.
Según el legislador, lo que viene ocurriendo no es otra cosa distinta a la muestra fehaciente de que las relaciones Colombia-Estados Unidos se están volviendo a “narcotizar” y que, bajo esa perspectiva, el presidente Donald Trump está pidiendo resultados prontos, concretos y efectivos en la denominada lucha global contra las drogas a un gobierno sin estrategias claras para actuar. Por eso, explicaron otros congresistas a este diario, el gobierno de Iván Duque ha querido mostrarse como “víctima de un mal Acuerdo de Paz”. Dicen que el presidente ha venido afirmando que la JEP es la culpable del retroceso en las relaciones con Estados Unidos porque, supuestamente, afecta la cooperación en asuntos de extradición y que ha argumentado que la agenda antidrogas debe pasar, necesariamente, por una revisión de los textos de La Habana.
Con estas ideas en el aire, el mismo equipo que se encargó de hundir las objeciones en la Cámara de Representantes había coordinado una especie de movida diplomática en favor del Acuerdo y, por ello, tenía listas varias reuniones los días 3 y 4 de mayo, en Washington, con varios legisladores y personajes del Congreso de Estados Unidos, como Tim Rieser, asesor de política exterior del senador demócrata Patrick Leahy y uno de los funcionarios más reconocidos en la materia en esa corporación, pero también con Bernard Aronson, el delegado especial que envió el expresidente Barack Obama para acompañar los diálogos con la exguerrilla de las Farc. “Todo se frustró, porque la embajada decidió quitarle la visa al representante Cárdenas. Estamos definiendo si hacemos el viaje sin él”, contó un representante a El Espectador. De hecho, iban a viajar esta misma Semana Santa, pero la visita fue postergada para esa fecha, dado que Aronson les confirmó que los podía recibir en esos días.
¿Cómo se enteró de que el gobierno de Estados Unidos le revocó la visa para entrar a ese país?
El lunes de esta semana estaba en mi computador estudiando el Plan Nacional de Desarrollo y advertí que me había entrado un correo electrónico. Era una comunicación escueta de la Embajada de Estados Unidos, en la que me decían que la sección consular me había retirado la visa, que ya no estaba vigente y me dijeron, de manera anticipada, que no daban explicaciones respecto de las razones por las cuales habían tomado tal determinación. Me aclararon que si quería solicitar una cita para escuchar los argumentos de la decisión, podía hacerlo, pero que era, en todo caso, irrevocable, no susceptible de modificaciones.
¿Intentó comunicarse tan pronto recibió este correo?
No. Solo les respondí diciéndoles que entendía que se trataba de una retaliación de parte del embajador Kevin Whitaker por las posiciones que asumí en el trámite de la ley estatutaria de la JEP y por el hecho de haber contado en los medios de comunicación la manera como él había intervenido en el proceso.
Pero ¿usted no tiene ningún tipo de investigación o proceso judicial abierto que, de repente, le impida viajar a Estados Unidos?
Tengo visa estadounidense hace más de 30 años y nunca he tenido ningún problema. No tengo bienes, no tengo negocios, nada en Estados Unidos. Y no tengo ninguna investigación ni en la Fiscalía, ni en la Procuraduría, ni en ningún ente de control, excepto que ahora les dé por montarme un indictment (proceso o acusación criminal). Es que no hay ninguna causal para esta actitud de parte del embajador.
¿Por qué cree que se convirtió en una persona incómoda para el embajador Whitaker?
El malestar tiene que ver con el hecho de que nosotros, según sus palabras, violamos el protocolo de confidencialidad que en ese tipo de reuniones se acostumbra. Cuando lo escuché hablar de eso, les pregunté a mis compañeros de la comisión de objeciones si era verdad que el embajador nos había pedido no hablar de esa reunión y que si había un compromiso de confidencialidad. Ellos me confirmaron que al comienzo de la reunión había solicitado eso. No lo recuerdo, pero seguro lo irritó el hecho de haber quedado muy mal parado ante la opinión pública cuando se conoció todo lo que nos dijo.
¿Cuál cree que es el mensaje de fondo detrás de la decisión de revocarle la visa?
No me cabe ninguna duda de que han querido enviarle alguna información al Senado de la República, que aún no vota las objeciones.
¿Una advertencia de que puede pasarles lo mismo a los senadores?
Sí. Hay una advertencia y me han cogido a mí como chivo expiatorio para hacerlo. Esto le ha salido muy mal al embajador y pone de manifiesto el escaso tacto de su parte en el manejo de las relaciones con un país soberano como Colombia.
¿El Senado debe estar preocupado por esta advertencia que, para usted, está lanzando el gobierno de EE. UU.?
Al actuar contra mí, le están mandando una advertencia al Senado. Pero no percibo ninguna manifestación en los senadores con los que he hablado en el sentido de dejarse intimidar. Se están equivocando y van a lograr que ocurra todo lo contrario: que el Senado vote con más decisión contra las objeciones. Además, como parte de esta estrategia de ablandamiento, me imagino que están llamando a congresistas a ver cómo ganan tiempo, cómo modifican la correlación de fuerzas y logran espantar el fantasma de una derrota contundente como la que tuvieron en Cámara.
¿Por qué el embajador no tomó las mismas retaliaciones con sus compañeros? Porque es que todos hicieron lo mismo que usted. Es decir, salir a contar todo lo que pasó en esos dos desayunos...
De manera oficial, la primera persona que salió a dar todos los detalles fui yo. Es evidente que fui yo quien abrió esa caja de pandora. De pronto, tiene la idea equívoca de que yo, dada mi antigüedad en el Congreso de la República, he tenido una incidencia especial en todo lo que fue el proceso de hundimiento de las objeciones a la JEP en la Cámara. Así que, en el gobierno norteamericano coligieron que tenían que golpear por algún lado y me golpearon a mí.
¿Va a tratar de hablar con el embajador para que él mismo le explique qué pasó?
Yo estoy tranquilo. A Estados Unidos lo considero un gran país y siempre uno está atento a lo que pase allí, pero por ahora, no tengo ánimo de ir a solicitar visas o a pedir que rectifiquen la decisión. Lo que sí creo es que, en el ámbito político, necesitamos mandar un mensaje al gobierno norteamericano: no vamos a tolerar que el embajador de Estados Unidos llame a los congresistas de Colombia a decirnos cómo tenemos que votar las leyes de nuestro país.
Los efectos políticos derivados de la reunión que sostuvo el embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, con senadores y representantes del Congreso colombiano para hablar sobre el futuro de las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) han desatado una alarmante situación que pone sobre la mesa el futuro de las relaciones bilaterales entre nuestro país y el gobierno de Estados Unidos. El representante del Partido de la U John Jairo Cárdenas, en calidad de integrante de la comisión encargada de estudiar dichos reparos en la Cámara, fue el primero en advertir de la supuesta actitud intervencionista de Whitaker a favor de los “peros” de Iván Duque a la JEP que derivó, como se sabe, en un desayuno ofrecido en la residencia del embajador, en Bogotá. Una postura que, según Cárdenas, le dejó como consecuencia que la embajada norteamericana decidiera revocarle la visa.
Según el legislador, lo que viene ocurriendo no es otra cosa distinta a la muestra fehaciente de que las relaciones Colombia-Estados Unidos se están volviendo a “narcotizar” y que, bajo esa perspectiva, el presidente Donald Trump está pidiendo resultados prontos, concretos y efectivos en la denominada lucha global contra las drogas a un gobierno sin estrategias claras para actuar. Por eso, explicaron otros congresistas a este diario, el gobierno de Iván Duque ha querido mostrarse como “víctima de un mal Acuerdo de Paz”. Dicen que el presidente ha venido afirmando que la JEP es la culpable del retroceso en las relaciones con Estados Unidos porque, supuestamente, afecta la cooperación en asuntos de extradición y que ha argumentado que la agenda antidrogas debe pasar, necesariamente, por una revisión de los textos de La Habana.
Con estas ideas en el aire, el mismo equipo que se encargó de hundir las objeciones en la Cámara de Representantes había coordinado una especie de movida diplomática en favor del Acuerdo y, por ello, tenía listas varias reuniones los días 3 y 4 de mayo, en Washington, con varios legisladores y personajes del Congreso de Estados Unidos, como Tim Rieser, asesor de política exterior del senador demócrata Patrick Leahy y uno de los funcionarios más reconocidos en la materia en esa corporación, pero también con Bernard Aronson, el delegado especial que envió el expresidente Barack Obama para acompañar los diálogos con la exguerrilla de las Farc. “Todo se frustró, porque la embajada decidió quitarle la visa al representante Cárdenas. Estamos definiendo si hacemos el viaje sin él”, contó un representante a El Espectador. De hecho, iban a viajar esta misma Semana Santa, pero la visita fue postergada para esa fecha, dado que Aronson les confirmó que los podía recibir en esos días.
¿Cómo se enteró de que el gobierno de Estados Unidos le revocó la visa para entrar a ese país?
El lunes de esta semana estaba en mi computador estudiando el Plan Nacional de Desarrollo y advertí que me había entrado un correo electrónico. Era una comunicación escueta de la Embajada de Estados Unidos, en la que me decían que la sección consular me había retirado la visa, que ya no estaba vigente y me dijeron, de manera anticipada, que no daban explicaciones respecto de las razones por las cuales habían tomado tal determinación. Me aclararon que si quería solicitar una cita para escuchar los argumentos de la decisión, podía hacerlo, pero que era, en todo caso, irrevocable, no susceptible de modificaciones.
¿Intentó comunicarse tan pronto recibió este correo?
No. Solo les respondí diciéndoles que entendía que se trataba de una retaliación de parte del embajador Kevin Whitaker por las posiciones que asumí en el trámite de la ley estatutaria de la JEP y por el hecho de haber contado en los medios de comunicación la manera como él había intervenido en el proceso.
Pero ¿usted no tiene ningún tipo de investigación o proceso judicial abierto que, de repente, le impida viajar a Estados Unidos?
Tengo visa estadounidense hace más de 30 años y nunca he tenido ningún problema. No tengo bienes, no tengo negocios, nada en Estados Unidos. Y no tengo ninguna investigación ni en la Fiscalía, ni en la Procuraduría, ni en ningún ente de control, excepto que ahora les dé por montarme un indictment (proceso o acusación criminal). Es que no hay ninguna causal para esta actitud de parte del embajador.
¿Por qué cree que se convirtió en una persona incómoda para el embajador Whitaker?
El malestar tiene que ver con el hecho de que nosotros, según sus palabras, violamos el protocolo de confidencialidad que en ese tipo de reuniones se acostumbra. Cuando lo escuché hablar de eso, les pregunté a mis compañeros de la comisión de objeciones si era verdad que el embajador nos había pedido no hablar de esa reunión y que si había un compromiso de confidencialidad. Ellos me confirmaron que al comienzo de la reunión había solicitado eso. No lo recuerdo, pero seguro lo irritó el hecho de haber quedado muy mal parado ante la opinión pública cuando se conoció todo lo que nos dijo.
¿Cuál cree que es el mensaje de fondo detrás de la decisión de revocarle la visa?
No me cabe ninguna duda de que han querido enviarle alguna información al Senado de la República, que aún no vota las objeciones.
¿Una advertencia de que puede pasarles lo mismo a los senadores?
Sí. Hay una advertencia y me han cogido a mí como chivo expiatorio para hacerlo. Esto le ha salido muy mal al embajador y pone de manifiesto el escaso tacto de su parte en el manejo de las relaciones con un país soberano como Colombia.
¿El Senado debe estar preocupado por esta advertencia que, para usted, está lanzando el gobierno de EE. UU.?
Al actuar contra mí, le están mandando una advertencia al Senado. Pero no percibo ninguna manifestación en los senadores con los que he hablado en el sentido de dejarse intimidar. Se están equivocando y van a lograr que ocurra todo lo contrario: que el Senado vote con más decisión contra las objeciones. Además, como parte de esta estrategia de ablandamiento, me imagino que están llamando a congresistas a ver cómo ganan tiempo, cómo modifican la correlación de fuerzas y logran espantar el fantasma de una derrota contundente como la que tuvieron en Cámara.
¿Por qué el embajador no tomó las mismas retaliaciones con sus compañeros? Porque es que todos hicieron lo mismo que usted. Es decir, salir a contar todo lo que pasó en esos dos desayunos...
De manera oficial, la primera persona que salió a dar todos los detalles fui yo. Es evidente que fui yo quien abrió esa caja de pandora. De pronto, tiene la idea equívoca de que yo, dada mi antigüedad en el Congreso de la República, he tenido una incidencia especial en todo lo que fue el proceso de hundimiento de las objeciones a la JEP en la Cámara. Así que, en el gobierno norteamericano coligieron que tenían que golpear por algún lado y me golpearon a mí.
¿Va a tratar de hablar con el embajador para que él mismo le explique qué pasó?
Yo estoy tranquilo. A Estados Unidos lo considero un gran país y siempre uno está atento a lo que pase allí, pero por ahora, no tengo ánimo de ir a solicitar visas o a pedir que rectifiquen la decisión. Lo que sí creo es que, en el ámbito político, necesitamos mandar un mensaje al gobierno norteamericano: no vamos a tolerar que el embajador de Estados Unidos llame a los congresistas de Colombia a decirnos cómo tenemos que votar las leyes de nuestro país.