“Ojalá este gobierno no dé pie a un proyecto de ultraderecha”: Gómez Méndez
El exministro y exprocurador presenta este 12 de noviembre su libro “Democracia bloqueada” en el Gimnasio Moderno. En diálogo con El Espectador, habló sobre el futuro de la paz total y la tesis del “golpe blando” del presidente Petro. También mencionó por qué incluir a Betty la fea en sus columnas.
Daniela Cristancho
¿Cómo nació la idea del libro?
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
¿Cómo nació la idea del libro?
Hace tiempo algunas editoriales me venían planteando la posibilidad de que escribiera mis memorias. Yo me negué porque primero todavía me faltan cosas por hacer y segundo porque muchas de las personas a las que me referiría, no propiamente en los mejores términos, todavía están vivas. Entonces, llegamos con Intermedio al acuerdo de hacer un libro de mis columnas. Yo no quería en un principio, porque aparecen como desactualizados. Yo comencé a escribir mis primeras columnas en El Espectador en 1979. Decidimos entonces no ordenarlas por fecha, sino por temas del acontecer político en los últimos años: extradición, paz y conflicto, partidos políticos y estructura del Estado. La otra parte del libro son algunas entrevistas que he dado y los perfiles que he escrito de algunos personajes que me han impactado por una u otra razón. Entre ellos, dos de los que fueron mis maestros: Alfonso Reyes Echandía, que fue mi maestro en temas jurídicos, y Alfonso López Michelsen, que fue mi maestro en temas políticos.
En esa sección de perfiles incluyó uno que se llama “Betty la fea y el Código Penal”, ¿por qué escogió analizar ese personaje?
Esa la escribí siendo fiscal general en el año 2001. Estaba en furor Betty la fea y, como todo colombiano, yo la veía todas las noches, incluso la ponía a grabar, y viéndola descubrí todos los delitos que se cometían en la novela. Eso llamó mucho la atención. De hecho, recuerdo que hay una frase que le impactó mucho al presidente Andrés Pastrana. La columna termina diciendo que la única que se salva es la peliteñida, Patricia Fernández, porque es auténticamente falsa. Esa noche hubo un acto en el Colón y Pastrana me dice: “Alfonso, se ve que te gusta la peliteñida”.
Más información: Caída de software de DIAN prendió alerta por uso de millonario crédito para su actualización
Uno de los capítulos del libro es “Paz y conflicto”. ¿Cuál ha sido su relación y postura personal con la guerra?
Yo vengo de una región particularmente conflictiva, el sur del Tolima, donde prácticamente surgieron las FARC. Mis primeros recuerdos de infancia en Chaparral son violentos por la confrontación entre liberales y conservadores. Hubo un momento en el que uno veía los cadáveres en las cunetas. Incluso tengo grabada la imagen de un guerrillero que se llamaba Marcos Guaracas, todo destrozado. Y yo comencé muy joven con actividad política. A los 16 le hice manifestación pública a Cabello Torres y comencé en la juventud del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal), que tenía como uno de los postulados la solución política al conflicto armado. Es decir, desde siempre yo he sido partidario de que, sin que el Estado tenga que renunciar a su soberanía, es mejor buscar la solución pacífica. Yo repito mucho una frase que dijo el maestro Echandía: que él trabajaba para que los campesinos pudieran volver a pescar de noche.
¿Cómo ve hoy el panorama de la “paz total”?
Las FARC, el ELN, y mucho más adelante el M-19, tenían como objetivo tomarse el poder por la vía de las armas, para cambiar lo que consideraban estructuras injustas. Frente a ese tipo de guerrillas, el Estado podía negociar. Pero ahora, tenemos una desnaturalización del conflicto. Porque no hay, con la parcial excepción del ELN, un conflicto armado, organizaciones con objetivos políticos, sino que quieren que el Estado les deje hacer su actividad criminal, como el narcotráfico y la minería ilegal. Por eso es que yo veo muy difícil que se pueda concretar lo que el presidente Petro ha llamado la “paz total”. Podría darse un sometimiento que en todas las épocas hemos tenido, con la posibilidad de rebaja de penas o tratamientos penitenciarios suaves, con tal de que se sometan al Estado. Yo creo que eso es más o menos el camino que quedaría.
Consulte aquí: Petro sacudió el servicio exterior con nombramientos donde persisten perfiles políticos
Su obra también aborda asuntos constitucionales, ¿usted vería viable una constituyente hoy, a pesar de que desde la Presidencia se le ha bajado el volumen a ese tema?
Una tesis que está a lo largo del libro es que nosotros los colombianos nos hemos concentrado demasiado en cambiar constituciones y atribuirle a las constituciones efectos que no tienen. Es lo que yo llamo el fetichismo normativo y el fetichismo constitucional. Y siempre hago la comparación. Mientras las antiguas colonias inglesas se dedicaron a construir nación, nosotros nos dedicamos a hacer constituciones que aparecen y desaparecen. La Carta de 1991 es un buen ejemplo. La Constitución tiene cosas buenas, regulares y otras muy malas, pero el problema no es la Constitución, es cumplirla.
¿Cuál es la vía para salirse del fetichismo normativo?
Yo creo que lo primero es “enseriar” la política, porque otro de los males de nuestro Estado es que se piensa que gobernar es legislar. Los presidentes creen que tienen que hacer reformas constitucionales y legales, y resulta que el país se podría gobernar con la legislación vigente, con decretos reglamentarios. Los medios incluso a veces tienen su participación cuando, no su participación, perdón, cuando, por ejemplo, miden a un parlamentario por el número de proyectos de leyes que presenta. Hoy, en los congresos del mundo, lo más importante es el control político, que aquí está muy disminuido.
¿Cómo ve hoy en día al Partido Liberal?
Yo me marginé el año pasado, no del liberalismo, sino con las directivas del partido. Me parece que no se ha conducido bien, lo de Cartagena es un resultado de todo esto. El partido se ha ido reduciendo. Tiene todavía representación parlamentaria importante, pero ya hace varios años que no tiene candidato propio y las últimas veces que lo estuvo quedó en los últimos lugares y casi se pierde la personería jurídica. Igual pasa con otros partidos, están en crisis, como el Partido Conservador. Ojalá en algún momento el país vuelva a tener partidos de verdad que no dependan de los avales, con programas e ideología, y que el “vueltiarepismo” no sea el tema del día.
Y precisamente están discutiendo el tema del transfuguismo en el Congreso…
Los futbolistas cambian de camiseta al final del partido como un gesto de gallardía, pero en la política aquí cambian de camiseta en la mitad del partido. Por eso insisto en que una de las tareas que tiene Colombia es la de enseriar la política. No sé si tome mucho tiempo, pero probablemente sí.
Otras noticias: Petro quiere decretar situación de desastre en Bogotá pese a resistencia de Galán
Usted ocupó cargos en todas las ramas de poder de este país. ¿Cree que hoy hay un choque de poderes?
Per se, no es malo que haya diferencias entre los poderes. Lo que puede ser malo es la interferencia. Por ejemplo, cuando el presidente desconoce decisiones del Consejo de Estado o de las cortes y les atribuye objetivos políticos. Ojalá hubiera separación clara entre el Ejecutivo y el Legislativo, pero hasta ahora al presidente prácticamente el Congreso le ha apoyado la mayoría de las iniciativas que ha planteado, ojalá no sea con esos métodos que salieron a flor con el tema de la Unidad de Gestión de Riesgo.
¿Qué legado cree que dejará el actual gobierno en el campo político?
Ojalá mi premoción no se dé, la cual es: todos estos errores que ha cometido un gobierno que se presentó de izquierda (sin serlo necesariamente, porque no llegó de aliado solamente de gente de la izquierda, sino de la mano de mucha gente del establecimiento) por falta de resultados, no dé pie a un proyecto de ultraderecha, que tampoco le conviene a este país. Desde mi perspectiva, se necesitaría un gobierno de izquierda democrática que, en verdad, no con palabras, se empeñe en disminuir las desigualdades sociales y que haga efectiva la autoridad. El principio de autoridad no es de la derecha, los regímenes de centro y de izquierda también lo necesitan. Dentro de la libertad, también necesitan tener un control del territorio, que en buena parte se ha perdido.
Le puede interesar: Así se moverán Petro y Murillo para afrontar la transición entre Biden y Trump
¿Ve a Petro terminando su mandato?
Yo no creo que haya nadie hoy en día, sinceramente, empeñado en que el presidente Petro no termine su periodo. Yo creo que tiene un poquito de paranoia cuando habla del tal golpe blando, que solamente está en su pensamiento. Yo no puedo decir que una decisión del Consejo de Estado, de la Corte Suprema o de la Corte Constitucional es un golpe blando. Los únicos que pueden dar golpes en general son los militares y el presidente es el comandante supremo de las fuerzas militares y eso realmente no está en la cabeza de nadie.
¿Por qué decidió titular su libro “Democracia bloqueada”?
Precisamente por todo esto que hemos hablado. Tenemos una democracia formal, más que una democracia real. Por ejemplo, tenemos factores que afectan la independencia judicial desde fuera y desde dentro. No tenemos responsabilidad política. A los presidentes, a los magistrados, al fiscal prácticamente no los juzga nadie. Ninguno responde realmente. El caso de Odebrecht es muy significativo. En todos los países de América Latina hubo funcionarios de alto rango involucrados, menos en Colombia. Por eso hablo de una democracia bloqueada.
👁🗨 Conozca cómo votan los senadores y representantes a la Cámara en ‘Congreso a la mano’.
👉 Lea más sobre el Congreso, el gobierno Petro y otras noticias del mundo político.
✉️ Si tiene interés en los temas políticos o información que considere oportuno compartirnos, por favor, escríbanos a cualquiera de estos correos: hvalero@elespectador.com; aosorio@elespectador.com; dortega@elespectador.com; dcristancho@elespectador.com; mbarrios@elespectador.com ; lbotero@elespectador.com o lperalta@elespectador.com.