(Análisis) Algunos impactos económicos y políticos de la guerra en Ucrania
La relación o no relación entre los EE.UU. y China sigue siendo la variable fundamental. Rusia no creyó que la guerra iba a ser tan larga, eso implica un desgaste no sólo político, sino económico. Esta es la segunda entrega del análisis del escritor y periodista Carlos Decker-Molina sobre la guerra en Ucrania.
Carlos Decker-Molina
📍 Estocolmo, Suecia
La guerra ha tenido un impacto significativo en la economía mundial, con el aumento de los precios de la energía, la interrupción de las cadenas de suministro y la inflación. Se debe agregar el alto costo que importa, sobre todo a Europa, la crisis humanitaria, millones de personas desplazadas de sus hogares, sobre todo mujeres, niños y viejos. EE.UU. el otro actor, ha recibido cerca de 80.000 de los aproximadamente 8 millones de ucranianos que están refugiados en Europa. Incluidos países como Polonia y Hungría que cerraron sus puertas en la crisis de 2015 con la avalancha humana de refugiados de Siria, esta vez las abrieron porque “son como nosotros”. Esos países son más cercanos a los EE. UU.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La guerra ha tenido un impacto significativo en la economía mundial, con el aumento de los precios de la energía, la interrupción de las cadenas de suministro y la inflación. Se debe agregar el alto costo que importa, sobre todo a Europa, la crisis humanitaria, millones de personas desplazadas de sus hogares, sobre todo mujeres, niños y viejos. EE.UU. el otro actor, ha recibido cerca de 80.000 de los aproximadamente 8 millones de ucranianos que están refugiados en Europa. Incluidos países como Polonia y Hungría que cerraron sus puertas en la crisis de 2015 con la avalancha humana de refugiados de Siria, esta vez las abrieron porque “son como nosotros”. Esos países son más cercanos a los EE. UU.
¿La alianza de la UE con EE. UU. es política?
Estados Unidos ha tenido tradicionalmente vínculos estrechos con los países de Europa del Este, que antes formaban parte de la Unión Soviética. Estos países son los que generalmente más apoyan la política exterior de EE.UU. Los otros países europeos tienen una historia más larga de independencia y cuidan más sus propios intereses.
Los más incondicionales socios de los EE.UU. en Europa son Letonia, Lituania y Estonia, le siguen Polonia y la república Checa. Los suspicaces son Hungría, Bulgaria, Eslovaquia y Rumania, además Hungría es el socio díscolo de la UE que está más cerca a Rusia, aunque pertenece a la alianza defensiva atlántica.
No hay que olvidar que la UE es una entidad compleja, no llega a ser una federación, por eso no tiene una política exterior común. En la UE conviven países con una amplia gama de puntos de vista, que a veces, coinciden y otras no.
(Lea: “La paz no se canjea por territorios: Ucrania a China”)
¿Qué los une?
Lo que une a EE.UU. y Europa es la “condición democrática”, por eso se explica la alianza que ayuda a Ucrania contra la invasión rusa. La ecuación es simple: Ucrania quiere ser una democracia y pertenecer al sistema llamado “occidental”, ese hecho une a Washington con Bruselas en defensa de Ucrania. Y separa a Rusia por su carácter autoritario (cuasi dictatorial – todavía se celebran elecciones cada vez menos democráticas) e imperialista.
La alianza occidente-ucrania puede debilitarse en el transcurso del tiempo. Si la guerra continua hasta las elecciones presidenciales de EE. UU. (2024), puede producir el voto a favor del “nacionalismo trumpista” con Trump o sin él. Lo mismo puede ocurrir en Europa donde se celebrarán elecciones en Polonia, España, Turquía y Grecia. Finlandia dio una señal negativa, el último resultado electoral arrojó la victoria de las dos derechas (la vieja conservadora y la nueva identitaria) que decidieron formar gobierno rompiendo una vieja tradición de gobiernos de gran coalición.
Francia puede dar un giro a la derecha (Le Pen) o a la izquierda (Mélenchon) ambos extremos son menos amigos de Ucrania. Mélenchon decididamente anti OTAN y anti EU igual que Le Pen, aunque esta última tiene el ejemplo de su colega Giorgia Meloni de la derecha italiana, que se ha recogido y ha cambiado el tono anti UE. Alemania igualmente puede cambiar de opinión, hay un porcentaje muy alto de alemanes que no está de acuerdo con el rearme y tampoco con la ayuda militar a Ucrania.
La unión occidental en contra de Rusia tiene, como se escribe líneas arriba, la “condición democrática”, como elemento unitario. Los lazos militares con la OTAN, podrían modificarse porque ya se advierte, no un choque, sino más bien diferentes traspiés (UE-China) que deben producir el esbozo de un plan B que aparentemente la UE todavía no tiene porque no es una Federación. sino una Unión de países soberanos. La alianza de los EE. UU. y la UE es una calle de doble sentido. Washington se beneficia de la cooperación europea en temas como el comercio, la seguridad y el cambio climático, pero se advierten los desacuerdos.
¿Dónde están las rupturas del occidente?
La guerra en Ucrania, al margen de sus raíces de seguridad y la indivisibilidad de ésta, es la prueba fehaciente de que la interdependencia económica inhibe y retrasa el conflicto hegemónico, pero, no lo anula. El interés mayor de los EE.UU. es perjudicar a China, que no es lo mismo que competir. Sin embargo, Washington y Beiging son socios comerciales y mantienen una red compleja de vínculos económicos. Hay quienes sostienen que los EE.UU. no pueden darse el lujo de romper completamente sus lazos con China. Esa “amistad” es de doble vía permitirá cooperar en algunos rubros y enfrentarse en otros. En este tira y afloja, las potencialidades políticas ya no son las mismas que antes de la guerra.
EE.UU ya no es lo que era en la década del 60, pero aún sigue siendo la primera potencia militar.Europa ya habló por boca de dos pesos pesados: Macron, presidente de Francia y Carl Bildt, exprimer ministro y exministro de relaciones exteriores de Suecia. Ambos plantean la exclusión europea del pleito chino-estadounidense, en esa misma tesitura están las visitas de dignatarios de estado de países europeos y la alta comisionada de la UE a Beiging. Si la nueva geopolítica de Washington apunta al Asia, Europa puede quedar sola, con el peso de ser la muralla de contención de las ambiciones rusas, aunque más disminuidas que antes del 24 de febrero del 2022
La variable fundamental
Uso el término variable en su acepción matemática. La relación o no relación entre los EE.UU. y China sigue siendo la variable fundamental a pesar de Putin y su interés expansionista. Rusia no creyó que la guerra iba a ser tan larga, ese hecho no calculado implica un desgaste no sólo político, sino económico (las sanciones y el gasto público) y también un debilitamiento de su condición de “potencia” , lo único que le queda es el arma nuclear.
Con guerra o sin ella, Rusia se ha debilitado y ya no es el socio hegemónico en su relación con China. Ese roll lo tiene Beiging. La economía china además es mucho más grande que la rusa. La guerra de Ucrania ha empequeñecido a Rusia y su alianza con China es la confirmación de su debilidad. El país asiático entendió el fenómeno, por eso propone un plan para negociar la paz, son doce puntos, aunque escorados hacia Moscú. No deja de ser un plan discutible, por lo menos así lo han dicho dos presidentes europeos (Sánchez de España y Macron de Francia), además el presidente francés y Ursula von der Leyen (UE) han estado en Beiging. Según expertos el plan chino tiene puntos interesantes que pueden servir de una base de discusión futura entre China y la UE primero y después con EE.UU.
(Le recomendamos: “Argentina: ciudadanos protestan por la crisis de inflación y bajos salarios”)
¿Es importante la actitud china?
Henry Kissinger advirtió alguna vez: “Humillar a Rusia es arrojarla a los brazos de China, enemigo geopolítico central de los EE.UU.” Me atrevo a disentir con Kissinger, pues, “arrojar a Rusia a los brazos de China” es una redundancia, China y Rusia son amigos desde la desaparición de la URSS, cuando la relación era inversa, es decir el coloso era la URSS y China era un amigo débil. El “triángulo de Kissinger” estaba bien en la guerra fría, que tenía a la ideología como el condimento principal. Hoy no hay ideología, el enfrentamiento es entre democracia (libre comercio) y dictadura que pretende también un libre comercio pero controlado por el estado. Es, de alguna manera, la economía y el comercio los que dictan las nuevas reglas.
Hoy, el socio fuerte radica en Beiging y el socio que necesita ayuda por su debilidad habita en Moscú. Para evitar el mayor fortalecimiento de China de cara a occidente este es el momento para sentarse a la mesa de negociaciones y no seguir soportando el peso (para todos los actores) de una guerra prolongada. De esa manera se puede esbozar un plan de coexistencia pacífica entre los nuevos bloques, sabiendo que existe la tendencia declarada de cambiar el eje del poder mundial y trasladarlo del Mediterraneo al Pacífico.
Más desacuerdos entre la UE y los EE. UU.
Una muestra de los desacuerdos tiene su origen en la economía. Los entuertos comerciales entre la UE y los EE.UU. de estos últimos tiempos, son el rompimiento de un multimillonario contrato entre Australia y Francia para la compra de submarinos. Australia decidió optar por navíos estadounidenses de propulsión nuclear, luego de la creación de una alianza militar con EE. UU. y el Reino Unido. La pérdida para la industria francesa fue multimillonaria.
Algo parecido podría ocurrir con los vehículos de la nueva generación. Ursula von der Leyen (UE) y otros líderes europeos han expresado su oposición a los incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación que Biden promulgó en agosto de 2022 y que favorecen a los vehículos eléctricos de fabricación estadounidense. La ley estipula que, para que los consumidores estadounidenses puedan optar por una deducción fiscal de hasta 7.500 dólares por la compra de un vehículo eléctrico, la batería de éste debe contener en su mayor parte minerales procedentes de Estados Unidos o de un país con el que Estados Unidos tenga un acuerdo de libre comercio. Además, el 50% de los componentes de las baterías deberán haber sido fabricados o ensamblados en Norteamérica antes de 2024, porcentaje que aumentará gradualmente hasta alcanzar el 100% en 2028.
(Lea: “La ONU calcula que se necesitan US$3.000 millones para asistir a Sudán”)
¿Qué gana Europa?
La UE, según Trump, no puede ser aliada. porque es una enemiga comercial y económica. Para Trump, Europa es mejor país por país, es decir, debilitada y mejor aún sin Unión. Trump fue uno de los impulsores de la salida del Reino Unido de la UE. ¿La tesitura de Trump, es la de EE.UU.? Probablemente, Trump tiene una lengua suelta, los otros como Biden no lo dicen, pero, en su afán de mantener el liderazgo mundial, prefieren una Europa aliada, pero no demasiado fuerte, además cuando menos compacta, mejor. Los ejemplos de los submarinos franceses y los vehículos de la generación eléctrica, son pruebas del choque de intereses.
Oficialmente se sigue reconociendo la “hermandad atlántica” y no falta razón desde el punto de vista económico. Biden, que no es eterno en la Casa Blanca, reconoce que entre EE. UU. y la UE hay intereses económicos y estratégicos en común. Ha señalado áreas como el terrorismo, el cambio climático y la proliferación nuclear, pero, admite que también surgirán momentos en que los intereses sean diferentes o encontrados, “en ese caso defenderé los intereses de mi país (EE. UU.)”.
Las cifras confirman la alianza atlántica como estable, pero, con grietas. El Real Instituto Elcano de España sostenía el 2007: “La producción combinada (EE.UU. – UE) ascendió a más de 23 billones de euros, en esa ocasión la UE superó en 2 billones de euros a EE. UU.” Estas cifras se han modificado por la pandemia y aún no hay evaluaciones después del inicio de la guerra en Ucrania. Si tomamos en cuenta la misma cifra de 2007, resulta ser el 60% del PIB mundial. Además, ambas regiones son responsables de aproximadamente el 60% del comercio global. En ellas se generan más del 75% de las inversiones directas extranjeras mundiales. El peso de estos dos factores de poder mundial tanto en el G8 como en la Organización Mundial de Comercio (OMC) es muy significativo.
👉 Lea más sobre el Congreso, el gobierno Petro y otras noticias del mundo político.
Otra vez la variable fundamental
Todo dependerá de la relación que tengan o no Washington y Beiging. En un texto escrito por Josep Borell, el alto representante de la UE para la política exterior dice: “Debe quedar claro que Europa sigue teniendo un interés duradero para colaborar con China – aun cuando resulte difícil – en una serie de cuestiones mundiales en que esta última desempeña un papel fundamental. China tiene que formar parte necesariamente de soluciones mundiales a problemas de escala planetaria, como la lucha contra COVID- 19 o la mitigación del cambio climático”
El texto de Borell se publicó antes de la guerra en Ucrania, por eso me atrevo a agregar que el plan chino de cara a la guerra debe convertirse por lo menos en una hoja de ruta a discutir. Todo dependerá de la solución de la variable fundamental que, sin querer queriendo, remplazaría a la geoestrategia bélica de Putin.
La ventaja de la UE
La gran ventaja de Europa es su proyecto de sociedad, cada vez menos socialdemócrata o socialista o demócrata cristiana, pero, a pesar de los quiebres autoritarios (Polonia, Hungría, Italia) sigue siendo un continente que goza de libertades que son resultado de su sistema. Si la ventaja de Europa es su sistema político, su economía está sujeta a normas a pesar del neoliberalismo, todavía imperante, digo todavía, porque quedó muy afectado por la inestabilidad bancaria y la pandemia, que hizo recordar que es fundamental un estado fuerte antes que un mercado avasallador y para nada solidario.
Después de este primer año con guerra, los polos que parece que quedarían en pie, si la guerra continua, son el occidental formado por EE. UU – UE y el liderado por China acompañado de una Rusia debilitada. Los países de la periferia podrían desarrollar sus propios proyectos en base a la “diversificación de la dependencia” o sumarse a los polos existentes, lo que implicaría seguir siendo dependientes.
Todos estos análisis pueden ser errados, pero, la única certeza es que el mundo no volverá a ser lo que fue hasta el 24 de febrero de 2022. La OTAN en el patio trasero de Rusia, fue la preocupación principal y el motivo de su invasión a Ucrania; hoy en plena guerra, la OTAN ya está en la puerta de calle del Kremlin en Moscú. Los tres países del Báltico, Finlandia y Suecia son socios de la OTAN.
La opaca nube de mi ignorancia y los resultados aún inciertos no evitan que sostenga que las fuerzas históricas que han configurado este principio de siglo siguen actuando. Como escribía Eric Hobsbawm “Nuestro mundo corre riesgo a la vez de explosión y de implosión, por eso debe cambiar”.