Análisis de Rodrigo Pardo: ¿elecciones locales y un nuevo sistema partidista?
¿Qué papel cumplirán los cerca de 35 partidos que participarán en la próxima elección? ¿Qué significa el retorno de antiguos movimientos?
Rodrigo Pardo * @RPardoGP / Especial para El Espectador
Si algo llama la atención con la inminente llegada de las elecciones locales es que, más que los nombres de los candidatos que competirán —que no son algo menor—, está en juego qué pasará en general con el sistema político. ¿Para dónde va el país? Las encuestas, en general, muestran un ambiente pesimista, una visión negativa del momento por el que atraviesa la nación. Han puesto el tema en la mirada pública, y los analistas y comentaristas tienden a coincidir en calificar el momento con pesimismo. Es un hecho. (Lea más columnas de Rodrigo Pardo).
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Si algo llama la atención con la inminente llegada de las elecciones locales es que, más que los nombres de los candidatos que competirán —que no son algo menor—, está en juego qué pasará en general con el sistema político. ¿Para dónde va el país? Las encuestas, en general, muestran un ambiente pesimista, una visión negativa del momento por el que atraviesa la nación. Han puesto el tema en la mirada pública, y los analistas y comentaristas tienden a coincidir en calificar el momento con pesimismo. Es un hecho. (Lea más columnas de Rodrigo Pardo).
La gran pregunta es si ese difícil momento de opinión llega y se refleja en las urnas. Las elecciones que vienen son las mayores del país, en términos del número de elegidos, y tienen la importancia adicional de que las autoridades locales tratan asuntos de gobierno que importan a los electores porque forman parte de su vida personal, cercana. Los alcaldes y gobernadores toman decisiones que afectan la vida de los ciudadanos.
Por eso no es exagerado decir que la fecha electoral que se avecina despierta más entusiasmo que otras: porque eligen a autoridades que se hacen cargo de asuntos que afectan la vida de los votantes. Los alcaldes, sobre todo, son mandatarios cercanos que hacen propuestas y toman decisiones sobre aspectos que cambian costumbres, posibilidades y esperanzas de los votantes. La elección que se llevará a cabo el domingo 29 de octubre interesa a los votantes porque se percibe que podría afectar sus días.
De hecho, se ha venido conociendo que hay tendencias en el país hacia una reconstrucción del sistema de partidos, que no es necesariamente el mismo del bipartidismo. En la actualidad hay cerca de 35 colectivos políticos con personería jurídica y los más tradicionales han perdido espacio. Incluso en el actual Congreso hay un crecimiento de fuerzas diferentes a las de siempre.
Los múltiples orígenes de este mar de partidos —marcados por la violencia y los procesos de paz, pero también por la religión o la cultura— demuestran la complejidad de la actividad política y electoral en el país.
También se ha producido un retorno de fuerzas que se habían marginado: el Nuevo Liberalismo, liderado por los hermanos Galán; la Nueva Fuerza Democrática, de Andrés Pastrana; la Alianza Democrática Amplia, de la vieja izquierda; la Fuerza de la Paz, liderada por Roy Barreras, y En Marcha, de Juan Fernando Cristo.
Para no mencionar a colectividades que llevan años (Cambio Radical, Partido Verde, MIRA, la U, el Polo) y dan la batalla para mantener su vigencia o, al menos, su existencia. Obviamente, no todos tienen una estabilidad ni una presencia constante ni garantizada, pero es un hecho que hay una recomposición de fuerzas partidistas en el país sin claridad de sus destinos ni de sus proyectos políticos. ¿Es viable (o conveniente) el cambio que está produciendo? ¿Será duradero o flor de un día? De alguna manera, ha variado el criterio de la Constitución del 91, que más bien se inclinaba por un esquema de menos y más fuertes partidos. Ahora regresamos a la proliferación.
Lo curioso es que el país se ha acostumbrado a debatir este asunto —el del régimen partidista— cada cierto tiempo. El péndulo oscila entre los intentos por reducir el número y exigir más claridad sobre su significado, organización y disciplina. Al final jugará un papel definitivo cuáles son las opciones que resultaron más votadas. Lo cierto es que en las elecciones que pronto se llevarán a cabo se volverá a hablar sobre la necesaria “reforma” del régimen de partidos que, curiosamente, ¡es lo de siempre! ¿O acaso en esta ocasión hay un interés mayor en reformar a los partidos?
La cantidad de fuerzas políticas que participan hoy en la política no solo es amplia y diversa en número, sino también en los fenómenos que representan. Hay varios que representan el dolor de las luchas que se han librado en la política del país. Candidatos que están ahora en la batalla política porque en el pasado sufrieron la violencia. Y, también, legados de los procesos de paz intentados hasta ahora y, por supuesto, los resultados que deje el primer gobierno liderado por un presidente de izquierda en la historia de Colombia. Todo esto conforma un nuevo cuadro para la política en el país.
Las elecciones que vienen, en fin, son locales y tienen en juego lo que vendrá en los próximos años en materia de alcaldes, gobernadores y autoridades. Y tendrán un impacto serio en la calidad de la lucha política. Resulta difícil no considerar —o al menos preguntar— si las elecciones del 29 de octubre mantendrán las costumbres electorales de siempre o introducirán cambios que fortalezcan la credibilidad de los votantes. Vale decir: si el país está en lo mismo de siempre, no hay iniciativas creíbles para cambiar.
* Exministro y periodista.