Análisis de Rodrigo Pardo: gobierno-oposición estilo Petro
El gobierno logró componer una coalición amplia en el Congreso. ¿Funcionará? ¿Cuánto durará?
Rodrigo Pardo * / @RPardoGP / Especial para El Espectador
La mayoría de los partidos, finalmente, ingresaron a la coalición que encabeza el presidente Gustavo Petro. La composición de quiénes se alinearán con el Gobierno y quiénes se quedarán en la oposición es ampliamente favorable para el Ejecutivo. Solo el uribismo del Centro Democrático, Verde Oxígeno -de Ingrid Betancourt- y la Liga de Gobernantes Anticorrupción de Rodolfo Hernández se quedaron por fuera. Un balance, pues, que favorece la estabilidad del nuevo gobierno y le facilita la ejecución de sus iniciativas y la aprobación de sus proyectos en el Congreso. En su campo quedaron los partidos Conservador, Liberal, la U, Cambio y Dignidad. Balance ampliamente favorable para el Ejecutivo. (Recomendamos leer más columnas de Rodrigo Pardo).
No deja de ser toda una sorpresa. Petro es todo, menos una figura cercana a los partidos tradicionales. Sus discursos y propuestas de campaña se diferenciaron de las de sus competidores de esas colectividades. Pero, al final, formó una coalición amplia que facilitará la gobernabilidad (es decir, la capacidad de poner en marcha sus propuestas programáticas). Al menos en su primera etapa, la nueva administración tendrá capacidad para poner en marcha sus planes y programas en lo que se refiere a las decisiones del Congreso. Contará con 79 de 108 senadores y 140 de 187 representantes. Mayorías claras.
Parecería un regreso al pasado. Antes se decía que el primer año de un cuatrienio era del presidente y el cuarto del Congreso. ¿Regresa esa política? En realidad las costumbres y reglas del ejercicio del Gobierno se habían modificado en los períodos de Uribe y de Santos, porque con la reelección inmediata se modificaron algunas costumbres. Y en ambos gobiernos de ocho años se fortaleció la posibilidad de llevar a la práctica los propósitos planteados. Uribe, con la seguridad democrática, y Santos, con la firma de la paz con las Farc. ¿Mejoraba la reelección la capacidad de ejecución de planes y programas? ¿Fortalecía la gobernabilidad?
Lo que ahora el presidente Petro tendrá que demostrar es que la amplia coalición parlamentaria que acaba de formar irá más allá de la primera legislatura y no será flor de un día. El ministro de la política, Alfonso Prada, deberá dirigir esa orquesta diversa y de posiciones muchas veces contrarias (por ejemplo, entre petristas cercanos a Palacio y miembros de los partidos tradicionales). Una actividad necesaria, pero compleja, sobre todo con la formación del Congreso, cuya composición y equilibrio de fuerzas se aparta de las tradiciones y se caracteriza por la fragmentación. ¿Cómo poner orden con un esquema partidista muy diverso y dividido? Para no hablar de los procesos que tendrán que ponerse en marcha para acordar posiciones entre fuerzas con ideas y propuestas tan distintas.
El mayor desafío del ministro de la política será encontrar interlocutores con capacidad de ejercer un liderazgo efectivo. Porque si algo quedó claro en la reciente campaña electoral, es que los partidos se han debilitado. En el Congreso ya no congregan las mayorías del pasado. ¿Cómo ordenar la política en medio de una dispersión tan grande? Y la gran pregunta: ¿Durará esta coalición o, a la usanza de las épocas anteriores a Uribe y Santos, será solo flor de un día? Es decir, ¿una etapa corta seguida de otra con el “sol a la espalda”?
El diablo, suele decirse, está en los detalles. Más allá de las declaraciones que hicieron los partidos la semana pasada -como ordena la ley- sobre si son gobierno u oposición, habrá que ver si el gobierno Petro logra construir un liderazgo efectivo para alinear fuerzas en apoyo de sus iniciativas en el Congreso. Y hacer buen uso de los primeros meses porque, según la tradición, la capacidad de un gobierno para ejecutar sus programas se reduce con el paso del tiempo. ¿O logrará el presidente Petro modificar esa tradición?
El otro gran interrogante es cómo se comportará la oposición. La amplia coalición construida por el Gobierno ha sido bien recibida, porque hay cansancio con la pugnacidad que caracteriza a la actividad pública y preocupación por la falta de gobernabilidad. ¿Qué tipo de trabajo político hará la minoría de partidos que se quedaron por fuera del Gobierno: el uribismo, Verde Oxígeno y la Liga de Gobernantes Anticorrupción? ¿Oposición constructiva? ¿Obstrucción a toda costa? ¿Cuánto durará, en fin, la luna de miel de Gustavo Petro?
Entre otras, hay que tener en cuenta la complejidad que hoy caracteriza a la política en la vecindad. El atentado a Cristina Kirchner en Argentina, la derrota del referendo en Chile, la falta de consenso en defensa de la democracia y el debilitamiento de mecanismos de cooperación. Son tiempos tormentosos.
* Periodista.
La mayoría de los partidos, finalmente, ingresaron a la coalición que encabeza el presidente Gustavo Petro. La composición de quiénes se alinearán con el Gobierno y quiénes se quedarán en la oposición es ampliamente favorable para el Ejecutivo. Solo el uribismo del Centro Democrático, Verde Oxígeno -de Ingrid Betancourt- y la Liga de Gobernantes Anticorrupción de Rodolfo Hernández se quedaron por fuera. Un balance, pues, que favorece la estabilidad del nuevo gobierno y le facilita la ejecución de sus iniciativas y la aprobación de sus proyectos en el Congreso. En su campo quedaron los partidos Conservador, Liberal, la U, Cambio y Dignidad. Balance ampliamente favorable para el Ejecutivo. (Recomendamos leer más columnas de Rodrigo Pardo).
No deja de ser toda una sorpresa. Petro es todo, menos una figura cercana a los partidos tradicionales. Sus discursos y propuestas de campaña se diferenciaron de las de sus competidores de esas colectividades. Pero, al final, formó una coalición amplia que facilitará la gobernabilidad (es decir, la capacidad de poner en marcha sus propuestas programáticas). Al menos en su primera etapa, la nueva administración tendrá capacidad para poner en marcha sus planes y programas en lo que se refiere a las decisiones del Congreso. Contará con 79 de 108 senadores y 140 de 187 representantes. Mayorías claras.
Parecería un regreso al pasado. Antes se decía que el primer año de un cuatrienio era del presidente y el cuarto del Congreso. ¿Regresa esa política? En realidad las costumbres y reglas del ejercicio del Gobierno se habían modificado en los períodos de Uribe y de Santos, porque con la reelección inmediata se modificaron algunas costumbres. Y en ambos gobiernos de ocho años se fortaleció la posibilidad de llevar a la práctica los propósitos planteados. Uribe, con la seguridad democrática, y Santos, con la firma de la paz con las Farc. ¿Mejoraba la reelección la capacidad de ejecución de planes y programas? ¿Fortalecía la gobernabilidad?
Lo que ahora el presidente Petro tendrá que demostrar es que la amplia coalición parlamentaria que acaba de formar irá más allá de la primera legislatura y no será flor de un día. El ministro de la política, Alfonso Prada, deberá dirigir esa orquesta diversa y de posiciones muchas veces contrarias (por ejemplo, entre petristas cercanos a Palacio y miembros de los partidos tradicionales). Una actividad necesaria, pero compleja, sobre todo con la formación del Congreso, cuya composición y equilibrio de fuerzas se aparta de las tradiciones y se caracteriza por la fragmentación. ¿Cómo poner orden con un esquema partidista muy diverso y dividido? Para no hablar de los procesos que tendrán que ponerse en marcha para acordar posiciones entre fuerzas con ideas y propuestas tan distintas.
El mayor desafío del ministro de la política será encontrar interlocutores con capacidad de ejercer un liderazgo efectivo. Porque si algo quedó claro en la reciente campaña electoral, es que los partidos se han debilitado. En el Congreso ya no congregan las mayorías del pasado. ¿Cómo ordenar la política en medio de una dispersión tan grande? Y la gran pregunta: ¿Durará esta coalición o, a la usanza de las épocas anteriores a Uribe y Santos, será solo flor de un día? Es decir, ¿una etapa corta seguida de otra con el “sol a la espalda”?
El diablo, suele decirse, está en los detalles. Más allá de las declaraciones que hicieron los partidos la semana pasada -como ordena la ley- sobre si son gobierno u oposición, habrá que ver si el gobierno Petro logra construir un liderazgo efectivo para alinear fuerzas en apoyo de sus iniciativas en el Congreso. Y hacer buen uso de los primeros meses porque, según la tradición, la capacidad de un gobierno para ejecutar sus programas se reduce con el paso del tiempo. ¿O logrará el presidente Petro modificar esa tradición?
El otro gran interrogante es cómo se comportará la oposición. La amplia coalición construida por el Gobierno ha sido bien recibida, porque hay cansancio con la pugnacidad que caracteriza a la actividad pública y preocupación por la falta de gobernabilidad. ¿Qué tipo de trabajo político hará la minoría de partidos que se quedaron por fuera del Gobierno: el uribismo, Verde Oxígeno y la Liga de Gobernantes Anticorrupción? ¿Oposición constructiva? ¿Obstrucción a toda costa? ¿Cuánto durará, en fin, la luna de miel de Gustavo Petro?
Entre otras, hay que tener en cuenta la complejidad que hoy caracteriza a la política en la vecindad. El atentado a Cristina Kirchner en Argentina, la derrota del referendo en Chile, la falta de consenso en defensa de la democracia y el debilitamiento de mecanismos de cooperación. Son tiempos tormentosos.
* Periodista.