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(Recomendamos: Más análisis de Rodrigo Pardo, este sobre los discursos de balcón de Petro).
Los dos países tienen muchos puntos que definir, por ejemplo, sobre el alcance de su relación bilateral. Vale decir, sobre los cambios que se pueden hacer o no a la agenda consolidada que está en marcha. Hasta el momento ambas partes han sido claras en la importancia que les conceden a los vínculos bilaterales, pero el encuentro en la capital estadounidense será definitivo para saber dónde se pondrá el énfasis, cuál será la nueva agenda —¿habrá una?— y cuál será el fondo de los vínculos en dos países cercanos y amigos que sin embargo hoy enfrentan realidades inestables. Petro aún está en etapa de establecer su agenda definitiva y en cambio Biden comienza la segunda mitad de su mandato.
Una mirada a la realidad de los dos presidentes en el contexto político de ambos interlocutores (¿habrá un encuentro? Todavía no se conoce la agenda) demuestra que el encuentro en la capital estadounidense será definitivo no solo para la definición de los difíciles temas de la relación entre los dos, sino para marcar el camino que seguirá la agenda entre dos países a los que les ha ido bien trabajando juntos. ¿Se incluirán temas nuevos? ¿Se hablará sobre “terceros” de interés común, como Venezuela, a pesar de las miradas tan distintas de los dos gobiernos hacia ese país?
El gobierno del presidente Biden envió mensajes claros de un cierto beneplácito con la llegada al poder de un mandatario como Petro, lejano a las opciones tradicionales internas como los partidos Liberal y Conservador, que llevaban implícito un mensaje sobre la importancia para Washington de una buena relación con la Colombia petrista.
Un mensaje que se pudo interpretar como su beneplácito con el cambio de Duque, considerado un interlocutor cercano de Trump (pero que no lo fue tanto), y de una salvación del esquema de cooperación bilateral entre Bogotá y Washington a pesar de los múltiples cambios en las realidades políticas —y sobre todo electorales— aquí y allá, se han mantenido. Y falta ver los motivos: ¿preferible tener a Petro cerca y no lejos? ¿Convergencia entre Colombia y Venezuela hoy, frente a los Bolsonaros de antes?
En realidad, el mandatario estadounidense ha enviado múltiples mensajes de apoyo, o de que mantiene interés en conservar una relación bilateral amistosa y constructiva. ¿Pesa la coyuntura preelectoral en Estados Unidos en la que en lugares como Florida y otros los votantes colombianos juegan un papel importante en las elecciones? Porque lo cierto es que en la búsqueda de explicaciones sobre la actitud positiva de Biden en la Colombia de la era Petro se barajan varias hipótesis: la convergencia contra el “verdadero contrincante” (Trump) o la claridad sobre la necesidad de conservar la cercanía entre Bogotá y Washington en tiempos cada vez más complejos y turbulentos en el escenario hemisférico.
El hecho es que el viaje del presidente Petro a Washington, más allá de la dimensión de las reuniones y los eventos que mantendrá y de la profundidad, o no, de los diálogos con el gobierno, genera expectativas y tiene importancia para ambos. Petro necesita afianzar su credibilidad en la escena internacional y consolidar una comunicación constructiva en los temas que prioriza. Biden no quiere perder un aliado que ha sido de valor para su país en muchos campos.
Y no se puede perder de vista que la Colombia de Petro y los Estados Unidos de Biden tienen diferencias de fondo —la lucha contra las drogas, por ejemplo— y posiciones convergentes —mantener vínculos binacionales constructivos—. La pregunta es si el complejo momento político y la difícil agenda bilateral frenarán las posibilidades de entendimiento.
Y está, por supuesto, el tema de Venezuela. El gobierno Petro reabrió canales diplomáticos con su vecino y ha viajado tres veces al otro lado de la frontera, mientras que Washington ha sido ambivalente ante Maduro: mantiene la presión pero, de alguna manera, mejora el diálogo desde su compleja coyuntura de la política interna.
El escenario al que llegará el presidente Petro, en fin, es difícil por las coyunturas difíciles que atraviesan los dos países. Estados Unidos empieza a poner la mira en la próxima campaña —ya el presidente Biden tendrá el sol a la espalda— con un mandatario que aún no ha anunciado si buscará la reelección, a pesar de sus 76 años (ya es el de mayor edad en la historia).
Petro ha caído en algunas encuestas y, sobre todo, se mantiene a la espera de conocer el desenlace del episodio en el que su hermano Juan Fernando se ha visto enredado. Momentos complejos para ambos, en el momento de su encuentro.
* Excanciller de Colombia y periodista.