Análisis de Rodrigo Pardo: ¿Recesión a la vista?
El propio presidente Petro ha advertido sobre la posibilidad de una desaceleración de la economía el próximo año.
Rodrigo Pardo @RPardoGP / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
La economía tiende a convertirse en la prioridad del gobierno de Gustavo Petro. Ya el propio mandatario habló de que una recesión en el año que viene es posible. La inflación -11.44 por ciento en lo que lleva el año hasta el mes de septiembre- es la más alta en 20 años. Se trata de un mal que golpea a todos los países. El propio Petro señaló esta semana, en el congreso de Acopi, que una recesión el año que viene es posible, por el alto nivel de las tasas de interés. “Tenemos una recesión a la vista”, también ha afirmado el mandatario. El aumento en las tasas de interés “trasladará la recesión mundial a la economía colombiana”. (Recomendamos leer más columnas de Rodrigo Pardo).
Una crítica dura al banco central que no encuentra mucho eco: controlar el aumento de precios es una prioridad de la comunidad de expertos y economistas y es la misión constitucional del Banco de la República. Petro ha criticado abiertamente a la junta del Banco Central por su política de tasas de interés y lo más probable es que este último no cambie su política y se concentre más bien en controlar el brote inflacionario más agresivo en mucho tiempo.
Las amenazas de un bajonazo no son exclusivamente colombianas. En todo el mundo, los gobiernos están sufriendo el desprestigio que genera el bajonazo. Pero que se trata de un fenómeno internacional no alivia las consecuencias ni los impactos de la situación crítica sobre un país. En Colombia, la eventualidad de la posible recesión a la que se refirió el presidente Petro puede llegar al primer lugar de las preocupaciones de la gente. Y seguramente se oirá, muchas veces repetida, la famosa frase del presidente Clinton: “es la economía, estúpido”, dijo en su primera campaña electoral para insistir en su agenda de cambio en las condiciones de vida de la gente y no en la guerra. Es decir que la situación de la economía en receso se puede convertir en el peor enemigo de la ambiciosa agenda de la administración Petro.
Y el presidente parece ser consciente. Por algo hizo su primer nombramiento -José Antonio Ocampo- el lunes después de su victoria sobre Rodolfo Hernández, apenas unas horas después de cerradas las urnas. Una señal positiva e inmediata para contrarrestar la imagen de Petro como un eventual gastador. Y un economista con una hoja de vida rica en experiencias en la academia, tanto en Colombia como en la esfera internacional. El de Ocampo fue un nombramiento estratégico del nuevo presidente, con el que mandó un mensaje claro de estabilidad económica y manejo serio de la política económica. Un discurso importante en tiempos de la crisis.
Lo cierto es que el panorama no es claro. Los efectos de la pandemia han sido tan duros en casi todo el mundo, que ha trastocado la agenda de los gobiernos y las preocupaciones de la gente. La agenda política está afectada por los sentimientos que genera la pandemia en favor de quienes prometen rectificaciones de rumbo. Son momentos difíciles en todos lados y son muy escasos los mandatarios que, bajo las condiciones actuales, gozan de aprobación pública.
Falta ver cómo responderá el nuevo gobierno de Gustavo Petro. Crecen las voces que demandan una mayor concentración y una fijación más clara sobre cuáles son las prioridades. En especial cuando ha regresado algo que se consideraba más propio del pasado -la inflación que supera el 10 por ciento- que a la vez es uno de los flagelos más peligrosos para el bienestar de la gente.
La economía, en fin, le ha salido al camino al joven gobierno de Petro. La amenaza del rebrote inflacionario resulta una amenaza peligrosa, aún si se controla, por sus efectos sobre el ánimo colectivo y porque golpea a todo el mundo y le hace más daño a quienes tienen menos.
Y los efectos de la pandemia y de algunas de las políticas con que se enfrentan, golpean por todos lados. Hace mucho no se consideraba la posibilidad de una recesión, palabra que está en boca del propio presidente de la República. Y si algún efecto evoca esa palabra, es la parálisis en varias actividades. Con todo y la reforma tributaria -que parece tener asegurada su aprobación- la nueva administración se puede ver abocada al desafío de seguir adelante con una agenda ambiciosa e importante en medio de tiempos borrascosos. ¿Cosas de los tiempos que corren?
La economía tiende a convertirse en la prioridad del gobierno de Gustavo Petro. Ya el propio mandatario habló de que una recesión en el año que viene es posible. La inflación -11.44 por ciento en lo que lleva el año hasta el mes de septiembre- es la más alta en 20 años. Se trata de un mal que golpea a todos los países. El propio Petro señaló esta semana, en el congreso de Acopi, que una recesión el año que viene es posible, por el alto nivel de las tasas de interés. “Tenemos una recesión a la vista”, también ha afirmado el mandatario. El aumento en las tasas de interés “trasladará la recesión mundial a la economía colombiana”. (Recomendamos leer más columnas de Rodrigo Pardo).
Una crítica dura al banco central que no encuentra mucho eco: controlar el aumento de precios es una prioridad de la comunidad de expertos y economistas y es la misión constitucional del Banco de la República. Petro ha criticado abiertamente a la junta del Banco Central por su política de tasas de interés y lo más probable es que este último no cambie su política y se concentre más bien en controlar el brote inflacionario más agresivo en mucho tiempo.
Las amenazas de un bajonazo no son exclusivamente colombianas. En todo el mundo, los gobiernos están sufriendo el desprestigio que genera el bajonazo. Pero que se trata de un fenómeno internacional no alivia las consecuencias ni los impactos de la situación crítica sobre un país. En Colombia, la eventualidad de la posible recesión a la que se refirió el presidente Petro puede llegar al primer lugar de las preocupaciones de la gente. Y seguramente se oirá, muchas veces repetida, la famosa frase del presidente Clinton: “es la economía, estúpido”, dijo en su primera campaña electoral para insistir en su agenda de cambio en las condiciones de vida de la gente y no en la guerra. Es decir que la situación de la economía en receso se puede convertir en el peor enemigo de la ambiciosa agenda de la administración Petro.
Y el presidente parece ser consciente. Por algo hizo su primer nombramiento -José Antonio Ocampo- el lunes después de su victoria sobre Rodolfo Hernández, apenas unas horas después de cerradas las urnas. Una señal positiva e inmediata para contrarrestar la imagen de Petro como un eventual gastador. Y un economista con una hoja de vida rica en experiencias en la academia, tanto en Colombia como en la esfera internacional. El de Ocampo fue un nombramiento estratégico del nuevo presidente, con el que mandó un mensaje claro de estabilidad económica y manejo serio de la política económica. Un discurso importante en tiempos de la crisis.
Lo cierto es que el panorama no es claro. Los efectos de la pandemia han sido tan duros en casi todo el mundo, que ha trastocado la agenda de los gobiernos y las preocupaciones de la gente. La agenda política está afectada por los sentimientos que genera la pandemia en favor de quienes prometen rectificaciones de rumbo. Son momentos difíciles en todos lados y son muy escasos los mandatarios que, bajo las condiciones actuales, gozan de aprobación pública.
Falta ver cómo responderá el nuevo gobierno de Gustavo Petro. Crecen las voces que demandan una mayor concentración y una fijación más clara sobre cuáles son las prioridades. En especial cuando ha regresado algo que se consideraba más propio del pasado -la inflación que supera el 10 por ciento- que a la vez es uno de los flagelos más peligrosos para el bienestar de la gente.
La economía, en fin, le ha salido al camino al joven gobierno de Petro. La amenaza del rebrote inflacionario resulta una amenaza peligrosa, aún si se controla, por sus efectos sobre el ánimo colectivo y porque golpea a todo el mundo y le hace más daño a quienes tienen menos.
Y los efectos de la pandemia y de algunas de las políticas con que se enfrentan, golpean por todos lados. Hace mucho no se consideraba la posibilidad de una recesión, palabra que está en boca del propio presidente de la República. Y si algún efecto evoca esa palabra, es la parálisis en varias actividades. Con todo y la reforma tributaria -que parece tener asegurada su aprobación- la nueva administración se puede ver abocada al desafío de seguir adelante con una agenda ambiciosa e importante en medio de tiempos borrascosos. ¿Cosas de los tiempos que corren?