Análisis: El presidente Petro va a liderar la paz con el Eln
El pasado del nuevo mandatario parece ser ingrediente que le faltaba a un gobierno para concretar un acuerdo de paz con esta guerrilla. La participación social y ciudadana serán vitales en los diálogos.
Luis Eduardo Celis*
El presidente Gustavo Petro va a ser exitoso en la construcción de un acuerdo de paz con el Eln. Lo será porque cree en la participación social y ciudadana, y tiene pasión y compromiso por las transformaciones pendientes para avanzar en una sociedad con equidad y una democracia de calidad. Por estas razones, su gobierno va a liderar el postergado acuerdo de paz, con la última de las guerrillas que persiste en la acción armada.
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Se han creado unos mitos en relación con el Eln que no corresponden con la realidad: que no tiene unidad de mando, que están fraccionados y son incapaces de ir unificados a un propósito común, que no tienen decisión de ir a un acuerdo de paz, que les gusta hablar mucho y negociar poco, todos esos mitos no tienen asidero si se examinan con calma y se ve la evidencia histórica.
Desde el lejano 1991, cuando el Eln se sentó por primera vez a una mesa de diálogo en el marco de la coordinadora guerrillera Simón Bolívar, junto a las FARC -por única y última vez- hasta el 2018, cuando se cerró la mesa con el gobierno del Presidente Santos, pasando por los gobiernos Samper, Pastrana y Uribe, en estos cinco procesos de diálogo, no ha sido posible construir un acuerdo de paz con el Eln, por responsabilidad primerísima de los gobiernos que no han contado ni con una política adecuada ni con estrategia para llevar adelante un proceso exitoso.
En la opinión pública hay la creencia, más o menos generalizada, que la responsabilidad de los fracasos de esos cinco procesos está en un Eln indeciso y falto de voluntad de paz. Yo tengo la convicción contraria, la mayor responsabilidad recae en los gobiernos que, siendo el actor con mayores capacidades y legitimidad en la sociedad, han sido incapaces de llevar adelante un proceso de calidad, que redunde en un acuerdo de paz.
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El Eln es duro para negociar y tremendamente desconfiado de las perspectivas de avanzar con quienes asume como sus enemigos acérrimos. Siempre se ha sentado con gobiernos de derecha, más o menos ubicados en la tradición política signada por la defensa de un orden de autoritarismos y negación de derechos para importantes sectores de la sociedad, pero no es la condición de derechas la que explica los fracasos, sino la ausencia de una política de paz que haga viable la construcción de un acuerdo de paz. Todos los gobiernos se han centrado en exigirle al Eln que deje de hacer su acción rebelde y su actuar violatorio de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, y siendo esto importante y sensato es tremendamente insuficiente como lo muestra la dura realidad: ninguno de esos cinco presidentes, logró construir con el Eln un acuerdo de paz.
Un acuerdo de paz con el Eln, para que tenga viabilidad, se debe mover en cuatro coordenadas establecidas por esa guerrilla, como inamovibles en su pretensión de avanzar en la construcción de un acuerdo de paz: bilateralidad como principio rector de la negociación, la más amplia participación social y ciudadana, para construir las transformaciones que sean la sustancia del acuerdo y una certeza de que lo firmado será realidad. Sin estos cuatro principios rectores no es posible avanzar y ninguno de los anteriores cinco procesos de diálogos y negociaciones han logrado encausarse por estas coordenadas de las cuales el Eln no está dispuesto a alejarse.
Tenemos la buena noticia de que en la primera semana del gobierno del presidente Gustavo Petro, ya hay un primer intercambio con la delegación de diálogos del Eln, que ha permanecido en La Habana (Cuba), y que ambas partes han anunciado que están dispuestas a retomar el proceso de paz que el presidente Iván Duque metió al congelador.
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Un proceso de diálogo y negociaciones ya arrancó y veremos en las próximas semanas cómo va a ganar cuerpo y dinámica para regocijo de quienes hoy sufren los estragos de estas violencias a superar, en por lo menos ciento noventa municipios de nuestra geografía.
Bien han hecho el Señor Canciller, Álvaro Leyva, el Alto Comisionado de paz, Danilo Rueda y el Senador Iván Cepeda, acompañados por la Iglesia Católica, la ONU y el Reino de Noruega, en pedir excusas a Cuba, por todo el maltrato sufrido en el anterior gobierno. Y bien haremos desde Colombia en seguir trabajando porque Cuba sea excluido de esa lista de “países patrocinadores del terrorismo”, donde nunca debió ser incluida.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro, tiene la convicción de paz y la adecuada política y estrategia para, junto al Eln y con la más amplia y diversa participación social y ciudadana, construir un acuerdo de paz, para cerrar de manera definitiva y total, nuestro viejo alzamiento armado y será un presidente proveniente del primer acuerdo contemporáneo de paz el que firme con la última de las guerrillas colombianas.
Luis Eduardo Celis, asesor de la Fundación Paz y Reconciliación.*
>Lea más sobre el Congreso, el Gobierno Petro y otras noticias del mundo político
El presidente Gustavo Petro va a ser exitoso en la construcción de un acuerdo de paz con el Eln. Lo será porque cree en la participación social y ciudadana, y tiene pasión y compromiso por las transformaciones pendientes para avanzar en una sociedad con equidad y una democracia de calidad. Por estas razones, su gobierno va a liderar el postergado acuerdo de paz, con la última de las guerrillas que persiste en la acción armada.
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Desde el lejano 1991, cuando el Eln se sentó por primera vez a una mesa de diálogo en el marco de la coordinadora guerrillera Simón Bolívar, junto a las FARC -por única y última vez- hasta el 2018, cuando se cerró la mesa con el gobierno del Presidente Santos, pasando por los gobiernos Samper, Pastrana y Uribe, en estos cinco procesos de diálogo, no ha sido posible construir un acuerdo de paz con el Eln, por responsabilidad primerísima de los gobiernos que no han contado ni con una política adecuada ni con estrategia para llevar adelante un proceso exitoso.
En la opinión pública hay la creencia, más o menos generalizada, que la responsabilidad de los fracasos de esos cinco procesos está en un Eln indeciso y falto de voluntad de paz. Yo tengo la convicción contraria, la mayor responsabilidad recae en los gobiernos que, siendo el actor con mayores capacidades y legitimidad en la sociedad, han sido incapaces de llevar adelante un proceso de calidad, que redunde en un acuerdo de paz.
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Un acuerdo de paz con el Eln, para que tenga viabilidad, se debe mover en cuatro coordenadas establecidas por esa guerrilla, como inamovibles en su pretensión de avanzar en la construcción de un acuerdo de paz: bilateralidad como principio rector de la negociación, la más amplia participación social y ciudadana, para construir las transformaciones que sean la sustancia del acuerdo y una certeza de que lo firmado será realidad. Sin estos cuatro principios rectores no es posible avanzar y ninguno de los anteriores cinco procesos de diálogos y negociaciones han logrado encausarse por estas coordenadas de las cuales el Eln no está dispuesto a alejarse.
Tenemos la buena noticia de que en la primera semana del gobierno del presidente Gustavo Petro, ya hay un primer intercambio con la delegación de diálogos del Eln, que ha permanecido en La Habana (Cuba), y que ambas partes han anunciado que están dispuestas a retomar el proceso de paz que el presidente Iván Duque metió al congelador.
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Un proceso de diálogo y negociaciones ya arrancó y veremos en las próximas semanas cómo va a ganar cuerpo y dinámica para regocijo de quienes hoy sufren los estragos de estas violencias a superar, en por lo menos ciento noventa municipios de nuestra geografía.
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El Gobierno del presidente Gustavo Petro, tiene la convicción de paz y la adecuada política y estrategia para, junto al Eln y con la más amplia y diversa participación social y ciudadana, construir un acuerdo de paz, para cerrar de manera definitiva y total, nuestro viejo alzamiento armado y será un presidente proveniente del primer acuerdo contemporáneo de paz el que firme con la última de las guerrillas colombianas.
Luis Eduardo Celis, asesor de la Fundación Paz y Reconciliación.*
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