Análisis político de Rodrigo Pardo: la pelea por la calle
¿Qué significan las manifestaciones ciudadanas de esta semana? ¿Flor de un día o el inicio del cambio verdadero?
Rodrigo Pardo @RPardoGP / Especial para El Espectador
La semana que termina será recordada por las marchas masivas que se llevaron a cabo el martes y el miércoles. La primera fue liderada por el presidente Gustavo Petro desde una ventana del palacio de Nariño y la segunda, en las calles, con mensajes y discursos críticos de su administración. Un pulso, en fin, entre el Gobierno y la oposición, como probablemente nunca se había visto en Colombia. Lo mínimo que se puede decir es que las manifestaciones de los últimos días se identifican con una larga lista de “primeras veces”. (Recomendamos: Lea un análisis de Rodrigo Pardo sobre los diálogos con el Eln).
Que un presidente, por ejemplo, saliera a los balcones de palacio a hacer una defensa improvisada y firme de su todavía incipiente gobierno. Fue la primera vez, también, que un día después, frente al palacio presidencial otra gran manifestación se llevó a cabo en contra de las políticas de la administración. Cabe preguntar si se ha producido un cambio profundo en la política, en el que la función de los partidos ha sido reemplazada por la calle. Vale decir, por participación directa de la gente en la expresión de sus opiniones, en vez de los debates y discursos tradicionales de los partidos. ¿Un cambio a largo plazo o flor de un día?
No menos importante es repreguntar cuál es el significado de la demostración de poder que dieron las fuerzas de oposición. Las cuales, según la mayoría de los medios, salieron a la calle en mayor cuantía que las partidarias del Gobierno. Sobra decir, sin embargo, que ambas partes se sienten triunfantes. Y más allá de unos números improbables sobre cuántos seguidores salieron a marchar en cada evento, la gran pregunta es si lo que se vio en las calles es la expresión de una “nueva política”, más directa, con menos relevancia de los liderazgos partidistas tradicionales, con métodos de debate y comunicación innovadores y distintos, y con novedades que ilusionan a los ciudadanos. A los de la oposición y a los petristas, porque ambos salieron.
¿Cuáles son, en fin, los mensajes claves? Más allá de la alineación entre petrismo y oposición y del pulso entre esas dos fuerzas que se disputan el poder, ¿qué es lo que está en juego? ¿Cuáles son, en fin, los mensajes que encabezaron cada una de las marchas? Porque movilizaciones del tamaño que se vieron obligan a preguntar si se está llevando a cabo una realineación política. Y más que eso, una renovación de los métodos de comunicación sobre los asuntos que interesan a los ciudadanos. ¿La política y el debate se trasladaron a la calle? La pregunta es relevante, pero se necesita más tiempo y acciones para conocer sus alcances. Y, otra vez, si su presencia tiene, o no, vocación duradera o son flor de un día.
Porque hay muchas preguntas sin solución hasta el momento. ¿Cómo reaccionarán las fuerzas tradicionales? ¿Los partidos Liberal y Conservador, tan ausentes de los eventos de la última semana o las opciones que se han proclamado “de centro”, como los que siguieron a Sergio Fajardo en las presidenciales del año pasado, e incluso en las de cuatro años antes? No menos relevante es abrir la pregunta sobre si la fotografía de la política de hoy —dos grandes bloques agrupados en la derecha y la izquierda— es duradera. Es decir, si se perfila una nueva forma de agrupación de los ciudadanos. ¿O es simplemente un ensayo pasajero vinculado a la presencia de Gustavo Petro en la presidencia? Y más aún: ¿a su luna de miel que nadie sabe si será duradera?
Porque, desde luego, no es la primera vez que hay manifestaciones y que el Gobierno y la oposición tienen pulsos para reclamar su vigencia y mayoría. Solo que, en esta oportunidad, es válido el interrogante sobre si los fenómenos que sí aparecieron por primera vez serán duraderos y cambiarán el mapa y la realidad de la política. Tras apenas seis meses de la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, hay más preguntas que conclusiones definitivas. Sobre todo, por la posibilidad de una modificación de tradiciones que, a la vez, son vistas con cansancio por amplios sectores y con simpatía por otros que lo que expresan es una preocupación por la eventual caída de “prácticas claves para la democracia”.
Habrá que esperar también la capacidad de reacción de las fuerzas tradicionales. El curtido dirigente conservador Efraín Cepeda fue nombrado esta semana nuevo director. ¿Significa esto que los conservadores responden a los escenarios cambiantes con las mismas propuestas que les funcionaron antes? ¿Y los liberales acudirán a esa misma estrategia? Y las otras fuerzas que han sido protagonistas en los últimos años, como los verdes, ¿podrán mantener su protagonismo o están superados por una política nueva, caracterizada por una creciente polarización?
Y en un eventual escenario así, ¿se seguirá repitiendo la impactante foto del expresidente Uribe visitando a Gustavo Petro en el palacio de Nariño? Otro interrogante relevante es si el centro, que ha sido protagonista esencial de la lucha política, será capaz de reinventarse y recuperar su vigencia. Esa parece ser la visión de Sergio Fajardo. ¿Tendrá futuro el centro en el nuevo panorama?
Son muchos, en fin, los caminos que se abrieron y los interrogantes que suscitan las marchas de esta semana, que obligan a preguntar si fueron flor de un día o si la política está cambiando en serio. Solo con el paso del tiempo se sabrá.
La semana que termina será recordada por las marchas masivas que se llevaron a cabo el martes y el miércoles. La primera fue liderada por el presidente Gustavo Petro desde una ventana del palacio de Nariño y la segunda, en las calles, con mensajes y discursos críticos de su administración. Un pulso, en fin, entre el Gobierno y la oposición, como probablemente nunca se había visto en Colombia. Lo mínimo que se puede decir es que las manifestaciones de los últimos días se identifican con una larga lista de “primeras veces”. (Recomendamos: Lea un análisis de Rodrigo Pardo sobre los diálogos con el Eln).
Que un presidente, por ejemplo, saliera a los balcones de palacio a hacer una defensa improvisada y firme de su todavía incipiente gobierno. Fue la primera vez, también, que un día después, frente al palacio presidencial otra gran manifestación se llevó a cabo en contra de las políticas de la administración. Cabe preguntar si se ha producido un cambio profundo en la política, en el que la función de los partidos ha sido reemplazada por la calle. Vale decir, por participación directa de la gente en la expresión de sus opiniones, en vez de los debates y discursos tradicionales de los partidos. ¿Un cambio a largo plazo o flor de un día?
No menos importante es repreguntar cuál es el significado de la demostración de poder que dieron las fuerzas de oposición. Las cuales, según la mayoría de los medios, salieron a la calle en mayor cuantía que las partidarias del Gobierno. Sobra decir, sin embargo, que ambas partes se sienten triunfantes. Y más allá de unos números improbables sobre cuántos seguidores salieron a marchar en cada evento, la gran pregunta es si lo que se vio en las calles es la expresión de una “nueva política”, más directa, con menos relevancia de los liderazgos partidistas tradicionales, con métodos de debate y comunicación innovadores y distintos, y con novedades que ilusionan a los ciudadanos. A los de la oposición y a los petristas, porque ambos salieron.
¿Cuáles son, en fin, los mensajes claves? Más allá de la alineación entre petrismo y oposición y del pulso entre esas dos fuerzas que se disputan el poder, ¿qué es lo que está en juego? ¿Cuáles son, en fin, los mensajes que encabezaron cada una de las marchas? Porque movilizaciones del tamaño que se vieron obligan a preguntar si se está llevando a cabo una realineación política. Y más que eso, una renovación de los métodos de comunicación sobre los asuntos que interesan a los ciudadanos. ¿La política y el debate se trasladaron a la calle? La pregunta es relevante, pero se necesita más tiempo y acciones para conocer sus alcances. Y, otra vez, si su presencia tiene, o no, vocación duradera o son flor de un día.
Porque hay muchas preguntas sin solución hasta el momento. ¿Cómo reaccionarán las fuerzas tradicionales? ¿Los partidos Liberal y Conservador, tan ausentes de los eventos de la última semana o las opciones que se han proclamado “de centro”, como los que siguieron a Sergio Fajardo en las presidenciales del año pasado, e incluso en las de cuatro años antes? No menos relevante es abrir la pregunta sobre si la fotografía de la política de hoy —dos grandes bloques agrupados en la derecha y la izquierda— es duradera. Es decir, si se perfila una nueva forma de agrupación de los ciudadanos. ¿O es simplemente un ensayo pasajero vinculado a la presencia de Gustavo Petro en la presidencia? Y más aún: ¿a su luna de miel que nadie sabe si será duradera?
Porque, desde luego, no es la primera vez que hay manifestaciones y que el Gobierno y la oposición tienen pulsos para reclamar su vigencia y mayoría. Solo que, en esta oportunidad, es válido el interrogante sobre si los fenómenos que sí aparecieron por primera vez serán duraderos y cambiarán el mapa y la realidad de la política. Tras apenas seis meses de la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, hay más preguntas que conclusiones definitivas. Sobre todo, por la posibilidad de una modificación de tradiciones que, a la vez, son vistas con cansancio por amplios sectores y con simpatía por otros que lo que expresan es una preocupación por la eventual caída de “prácticas claves para la democracia”.
Habrá que esperar también la capacidad de reacción de las fuerzas tradicionales. El curtido dirigente conservador Efraín Cepeda fue nombrado esta semana nuevo director. ¿Significa esto que los conservadores responden a los escenarios cambiantes con las mismas propuestas que les funcionaron antes? ¿Y los liberales acudirán a esa misma estrategia? Y las otras fuerzas que han sido protagonistas en los últimos años, como los verdes, ¿podrán mantener su protagonismo o están superados por una política nueva, caracterizada por una creciente polarización?
Y en un eventual escenario así, ¿se seguirá repitiendo la impactante foto del expresidente Uribe visitando a Gustavo Petro en el palacio de Nariño? Otro interrogante relevante es si el centro, que ha sido protagonista esencial de la lucha política, será capaz de reinventarse y recuperar su vigencia. Esa parece ser la visión de Sergio Fajardo. ¿Tendrá futuro el centro en el nuevo panorama?
Son muchos, en fin, los caminos que se abrieron y los interrogantes que suscitan las marchas de esta semana, que obligan a preguntar si fueron flor de un día o si la política está cambiando en serio. Solo con el paso del tiempo se sabrá.