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Así fue el cubrimiento del arranque de la “paz total”

Insuficiente. Así puede clasificarse el cubrimiento periodístico de la Paz Total, durante octubre, por catorce medios nacionales de prensa, tv y digitales, según un estudio realizado por el Observatorio de Medios de la Universidad Javeriana.

Mario Morales y Especial para El Espectador
21 de febrero de 2023 - 01:53 a. m.
Reunión entre el Comisionado de Paz, Danilo Rueda, y los presos del patio 6 de la cárcel la Tramacua de Valledupar en la que se hablo de la propuesta de Paz Total con distintos actores armados.
Reunión entre el Comisionado de Paz, Danilo Rueda, y los presos del patio 6 de la cárcel la Tramacua de Valledupar en la que se hablo de la propuesta de Paz Total con distintos actores armados.
Foto: Jose Vargas Esguerra

No obstante que es uno de los ejes bandera del actual gobierno y uno de los asuntos de mayor interés en la opinión pública, a juzgar por las estadísticas en buscadores como Google, la información presentada durante tres semanas no cumplió a satisfacción con los estándares de calidad periodística que dieron pie al estudio.

Enfoque en la polémica, relato dicotómico entre gobierno y oposición, centralización de la información en Bogotá, ausencia de voces de la sociedad civil, especialmente de las víctimas, pobreza en la estética y formatos, privilegio de voces oficiales y masculinas, abuso de adjetivación, lugares comunes y generalizaciones son algunas de las características que describen el trabajo periodístico recibido por las audiencias nacionales.

El monitoreo responde al proyecto de investigación de observar permanente los medios, hacer análisis coyunturales y entregar insumos lo más cercanamente posibles en el tiempo con la idea de coadyuvar a la construcción de un periodismo de calidad.

El proyecto

Con base en la experiencia acumulada de 17 años, el Observatorio Permanente de medios javeriano se lanzó a la tarea de analizar de manera censal, esto es, todos los días, entre el 2 y el 23 de octubre de 2022 la información y la opinión emitida o publicada, en la red, de medios como El Tiempo, El Espectador y El Colombiano; en las emisiones centrales de Noticias RCN, Caracol Noticias, Noticentro CM& y Teleantioquia, en Semana y Cambio, y en plataformas con asiento en redes sociales como @Ultimahoracol @Pilas @Keepup y @Notifresh.

En total fueron analizadas 249 piezas periodísticas, de las cuales 169 correspondieron a prensa, en versión digital, 67 a televisión y 12 a medios en redes sociales.

Con ese fin se desarrolló una matriz de análisis dinámica y flexible con base en los instrumentos validados a lo largo de 15 proyectos de investigación.

El tema

La decisión sobre el análisis del cubrimiento de la Paz Total tuvo que ver con razones investigativas y de corrientes de opinión. En el primer caso, el Observatorio ya ha acumulado varias investigaciones sobre violencias, conflictos y hechos de paz, la última de las cuales fue el Proceso de Paz con las Farc, por lo que era pertinente establecer referencias para poder hacer comparaciones.

En el segundo caso, la Paz Total se convirtió al cierre del tercer trimestre en corriente de opinión. El término ya se había popularizado a raíz de la campaña presidencial en el primer semestre de 2022, pero a partir del 21 de agosto se convirtió en concepto de referencia dentro y fuera del país, y a partir del 16 de octubre y hasta el 22 alcanza uno de los picos más altos en interés general si nos atenemos a las estadísticas de Google Trends, solo comparable con la coyuntura de la aprobación de la ley de Orden Público unas semanas después.

Hasta el 3 de septiembre las interacciones en relación con el Proceso de paz con las Farc, ocupaban los principales rankings de búsquedas, pero a partir de allí la denominada Paz Total cobró vida propia y se puso lejos de las comparaciones. En ese itinerario de búsquedas predominaron aquellas que tenían que ver con la comprensión de los alcances del proyecto, antes que el debate o la polémica, lo cual se puede interpretar como una necesidad de la opinión pública de información certera, lo más exacta posible y previa a la opinión contaminada, sumado a la ausencia de comunicación política adecuada para conocer en profundidad este eje vertebral en la política del actual gobierno.

En ese primer rastreo se pudo evidenciar que mientras que en la mayoría de los medios colombianos, como ya había sucedido un lustro atrás, predominó el carácter reactivo, confrontacional y con perspectiva de adversario para acercarse al tema, los medios internacionales, al tiempo que informaban sobre los avances, intentaron contextualizar para hacer entender a sus audiencias las implicaciones del proyecto, lejos del debate y las declaraciones contrapuestas.

Resultados

El común denominador, con notables excepciones, en el cubrimiento a lo largo de las tres semanas descritas, marcadas por el debate sobre generalidades entre contrarios y por la discusión del proyecto de ley 418 o ley de orden público, tuvo las siguientes características:

- La rigidez en el relato. No solo porque la noticia fuese el género predilecto, y el análisis y el contexto poco recurrentes, sino porque estuvo centralizado en Bogotá, es decir, el epicentro de las fuentes o la sede de los medios analizados. En parte se explica por la carencia de hechos o coyunturas factuales y en parte por la proclividad a la mecánica de declaración/reacción que deriva el contenido hacia lo emocional, los sesgos conscientes o inconscientes, los partidarios y sectas.

-Agenda oficial por encima de la mediática. A juzgar por el origen de la información, la agenda la sigue guiando el gobierno y son pocas las iniciativas de enfoque por parte de los medios, o de eco de aquellas que tuviesen iniciativa ciudadana. Por eso resulta tan alto el porcentaje de piezas, cuya base de construcción narrativa descansó en las declaraciones oficiales, los pronunciamientos gubernamentales, las ruedas de prensa, los comunicados, las reacciones y las publicaciones de las fuentes en redes sociales.

-Lo político y lo jurídico, por encima. En lo atinente a la tematización, los asuntos políticos, los plazos y los temas de agenda estuvieron a la orden del día y, en menor medida, los diálogos regionales vinculantes. Aparecieron esencialmente voces del gobierno en sus diferentes instancias, y luego los representantes de los poderes judicial, legislativo o partidos de oposición. La sociedad civil no fue tenida en cuenta y debió ser porque la presencia del reportero in situ no fue evidente

-Polarización y sectarización. La estrategia narrativa, como en otros frentes informativos sigue signada por la perspectiva de parte y contraparte, y no como la consulta de la mayor cantidad de voces posibles. Esa dicotomía, que está en el origen del periodismo colombiano, politizado o sectario, entiende la realidad como una contienda, como un punto de encuentro de voces contradictorias desde la perspectiva de adversarios o enemigos irreconciliables bien para buscar audiencias que buscan lo que quieren leer o escuchar, o bien porque seguimos enclavados en la idea de que todo suceso debe tener una parte y una contraparte y que esa confrontación es parte del trabajo de búsqueda del reportero.

-Pobreza estética. A la ausencia de nuevos formatos, tan en boga en las declaraciones de nuevos principios, se añadió la pobreza en el trabajo audiovisual o en las imágenes fijas que acompañaron las notas, fundamentadas en el archivo, que no solo estaban fuera de contexto, sino que además vinculaban imágenes, en algunos casos, de acciones violentas que contradijeron el propósito informativo inicial.

-Exceso de adjetivación y de generalidades. En lo referente al lenguaje, hubo abuso de frases de cajón, generalidades y adjetivación, a veces mimetizando el encuadre de las fuentes. La información sin sustento, la sola descripción o la suma de percepciones derivaron en eso que se denomina en comunicación política weasel words, o palabras o frases comadreja, oraciones cascarón o expresiones sin sustancia ni futuro.

-La voz de autor invisibilizada. Entre los estándares de calidad periodística se suele citar la firma de artículos o productos periodísticos como legitimación del trabajo realizado, presencialidad o rostro del medio ante la información o prueba del esfuerzo empresarial o editorial. No obstante, en muy pocas piezas se trató de reivindicar la voz autorial. Denota un cubrimiento a distancia fundamentado en decires y versiones estatales.

- Despliegue, sí, pero repetición innecesaria, no. Con excepción de los medios afincados en redes sociales, se notó la intención de producir contenidos con despliegue entre medio y alto, pero fue opacado por el llamado lead diluido que consiste en aquellos párrafos donde prima la visión del reportero, la pintura de ambiente o las generalizaciones, aplazando la información dura. También se incurrió hasta el exceso en la repetición de lo dicho en el titular, sumario o IN de presentación en el desarrollo de las notas y las declaraciones de los entrevistados, lo cual, en vez de abundar en información necesaria, frenó la narración y le impidió entrar en profundidad y contexto.

-El desinterés de los medios en redes. Analizados los cuatro medios que utilizan como soporte las redes sociales, quedó claro que no fue un tema de agenda en sus casos teniendo en cuenta que no fueron tendencia, que se limitaron a mimetizar o citar textos de medios tradicionales, que no hicieron trabajo de reportería presencial, aunque sí reprodujeron las carencias de los medios que utilizaron como “fuente” para construir sus informaciones. Quedó en claro el uso de lenguaje con perspectiva juvenil, aunque se extrañaron nuevos formatos propios de las nuevas narrativas digitales.

-¿Y los medios regionales? Salvo la tematización atinente a sus lugares de origen, así como lagunas de las fuentes consultadas, los medios regionales incurrieron en los mismos errores y dejaron ver las mismas carencias que los medios nacionales y tradicionales.

- Avances. Es menester reconocer que los medios han mejorado en aspectos tales como la coherencia entre las partes de las notas (titulares, Ines, fotografías, etc) así como en la inclusión de contextos y antecedentes para la comprensión de sus audiencias. Así mismo se hace evidente el esfuerzo por tomar distancia y buscar terrenos de equilibrio a la hora de informar.

- Actualización y formación urgentes. Si la tematización de la Paz Total, el proceso de diálogo y los acuerdos van a estar presentes, como se vislumbra, durante los próximos dos o tres años, es menester que los medios tengan periodistas especializados y que unos y otros entren en la tónica de actualización o formación ad hoc con el fin de brindar información que cumpla los mínimos estándares de calidad periodística que un proceso de esa naturaleza y sus audiencias demandan.

Resultados

- En prensa. Si bien la información de la Paz Total estuvo jerarquizada en las publicaciones, no tuvo prioridad en la ubicación ni en el despliegue, que estuvo entre medio, en 76 ocasiones, y alto, en 50. Solo 25 redactores firmaron sus notas y en 92 aparece la firma de la sección, unidad o medio, que se puede traducir como trabajo colaborativo. Aparte de las columnas de opinión, 24 en total, la noticia fue el género preferido con 71 piezas, de las cuales 19 tuvieron dos o más partes. Se realizaron 11 entrevistas.

Bogotá fue el epicentro de la información con 35 piezas, mientras que el país lo fue en 24. Con respecto al origen de la información, los foros, eventos y reuniones de funcionarios tuvieron cada uno 35 marcaciones, seguidos por las entrevistas con 27, los documentos con 24, los boletines con 18 y las ruedas de prensa con 17. La consecuencia directa está relacionada con el énfasis de la cobertura evidenciado, toda vez que se dirigió a pronunciamientos y declaraciones en 45 casos, al análisis en 26, a las reacciones y opiniones en 26, a la discusión de debates en 23 y 18 a la descripción de acontecimientos.

En 36 apartes de las notas se puede hablar de uso de recursos sensacionalistas con el fin de llamar la atención. En relación con la calidad del leguaje, se abusó de lugares comunes en 25 casos, de la alta adjetivación con 24 y de las repeticiones innecesarias, así como de las generalizaciones en 19 piezas.

En 27 de las piezas se puede apreciar un encuadre parcializado.

En cuanto a la iniciativa en la modalidad que propició la información la tuvo el gobierno en 62 notas, los medios en 46 y solo 5 por parte de los ciudadanos.

Los temas principales ventilados fueron en su orden: 24 piezas sobre el acuerdo en general, 21 sobre la paz como política, 21 sobre la aprobación de la ley 418 y 19 sobre los diálogos de paz en sentido amplio.

En los asuntos relacionados aparece el conflicto armado en 38 ocasiones, en 26 lo que tiene que ver con la jurisprudencia, 31 con el perdón y reconciliación y 18 con la política pública.

En 6 casos las fuentes no fueron identificadas y 27 aparecieron parcialmente identificadas.

Las fuentes fueron esencialmente masculinas y tenían que ver con representantes del gobierno en 43 casos, con el legislativo en 41, con los ministerios en 31 y con la oficina del Alto Comisionado con 26. Las ONG aparecieron apenas en 13 piezas.

Por esa misma razón, los sujetos de las imágenes fueron funcionarios del Estado o gobierno en 74 casos, grupos armados ilegales en 20 y los paisajes y objetos en 10.

En cuanto a El Colombiano, con 20 piezas, la Paz Total no fue tema vertebral. Sus publicaciones fueron cortas y aludieron a generalizaciones sin énfasis en el análisis o el seguimiento En esta parte es necesario mencionar que se contabilizaron y analizaron 24 columnas de opinión, sin incluir los estándares periodísticos específicos de información y que tienen que ver con el manejo de fuentes, la neutralidad o equilibrio o el énfasis propuesto.

- En Televisión. Los noticieros de televisión analizados tampoco se caracterizaron por un cubrimiento preponderante o autónomo, más bien, estuvo guiado por la coyuntura diaria y la información no ocupó los lugares destacados de los primeros bloques.

Todavía no es evidente la legitimación o respaldo del medio hacia el trabajo realizado mediante la identificación de los autores en la construcción informativa. Por eso parece alto el número de piezas sin firma de autor. La tercera parte de las notas no lo incluyen. En ese sentido, en 32 casos firmaron redactores, en 10 casos fue un corresponsal y en 6 a la sección o medio.

El género privilegiado fue la noticia en 43 casos, es decir dos de cada tres, y solo nueve con análisis, que equivalen al 12 % de las notas, hacen o intentan realizar análisis o informe especial.

La base narrativa sigue siendo la versión, opinión o posición, sin una previa exposición imparcial de la información, lo que somete al televidente a la guía o dependencia de los entrevistados a la hora de relatar los sucesos. Las dos terceras partes de las informaciones aluden a posiciones u opiniones, lo cual tiene que ver con que el origen de la información estuvo en reuniones en 27 piezas, 14 en entrevistas, 13 en documentos, 12 en foros o eventos y 5 en comunicados.

Entre los recursos narrativos utilizados aparte de las imágenes de archivo, en 55 de los casos, no siempre pertinentes y no siempre identificadas como tales, aparecen las cronologías en 25 y en 11 animaciones.

En cuanto al uso del lenguaje, se encontró que había repetición innecesaria en 9 piezas, uso de tecnicismos en 6 y lugares comunes y generalizaciones.

No aparece la participación de la ciudadanía ni con sus propuestas, ni como fuentes, ni como sujetos de la información, pero sí en las imágenes cuando se incluyen fragmentos aleatorios, generales.

Es evidente la escasez en la intencionalidad de darle participación a la ciudadanía. Interesante ver que hay un esfuerzo, aunque no en todos los casos, por incluir voces femeninas, en su mayoría de congresistas, pero es predominante la visión patriarcal, masculina, cuando no machista.

Los temas principales cubiertos fueron los diálogos en 13 casos, la aprobación de la ley 418 y el preacuerdo en 8. El asunto que más se relacionó con los anteriores fue el conflicto armado en 28 notas, políticas públicas en 16.

Hubo 14 fuentes parcialmente identificadas y cuatro sin identificar.

Entre las voces más recurrentes están las de los poderes ejecutivo y del gobierno en 40 notas, y las del legislativo y judicial, en 25 piezas, que también aparecen como protagonistas o sujetos de la información en 82 piezas y en 16, respectivamente.

- En redes sociales. El cubrimiento fue más que escaso y no denota interés en los cuatro medios que tienen como plataforma las redes sociales, especialmente Instagram.

El género preferido fue la noticia y el formato, el texto, salvo 3 publicaciones en Tik Tok.

Con siete párrafos, en promedio, el despliegue estuvo entre medio y bajo. El epicentro de los acontecimientos fue Colombia y el origen de la información estuvo esencialmente en otros medios de comunicación, en 7 de 12 notas. En consecuencia, buena parte de las carencias en la calidad periodística de los medios citados se trasladaron a las publicaciones en redes sociales sin labor de curaduría o corrección.

El énfasis de la cobertura estuvo en los pronunciamientos y declaraciones, en 4 piezas, seguidas por la discusión de acontecimientos, en 2 casos. El más frecuente de los temas fue la aprobación del proyecto de ley de Orden Público, y en los asuntos relacionados se puso especialmente acento en los actos violatorios de la ley, en el narcotráfico o crímenes conexos. Se privilegiaron las fuentes oficiales que, a su vez, fueron los sujetos más mencionados o que aparecieron tanto en la información como en las imágenes utilizadas sin conexión directa o especificidad.

* Investigador principal del Observatorio permanente de medios de la Universidad Javeriana

** El observatorio Permanente de medios es un proyecto de investigación de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana del cual forman parte los investigadores Andrés Medina, Oscar Moreno y Jm Pereira apoyados por los estudiantes Laura Zipa, Juan Camilo Gómez y Daniela Saganome.

Por Especial para El Espectador

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