Así impacta la guerra en Ecuador sobre la política exterior y otros propósitos de Petro
El reconocimiento del conflicto en ese país refuerza el debate sobre la seguridad en la región y la efectividad de la actual política antidrogas. Colombia envió a la frontera unos 200 uniformados.
La declaratoria de conflicto armado interno en Ecuador altera la lógica regional sobre la política de drogas y la seguridad. El país vecino cerró 2023 como uno de los períodos más violentos de su historia, con más de 7.000 asesinatos. Aunque Colombia sigue enfrentando altos índices, con 12.682 muertes violentas en el mismo año, el nuevo contexto cambia la mirada, en tanto la violencia y guerra colombiana ya no contrasta con el resto de América del Sur.
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La declaratoria de conflicto armado interno en Ecuador altera la lógica regional sobre la política de drogas y la seguridad. El país vecino cerró 2023 como uno de los períodos más violentos de su historia, con más de 7.000 asesinatos. Aunque Colombia sigue enfrentando altos índices, con 12.682 muertes violentas en el mismo año, el nuevo contexto cambia la mirada, en tanto la violencia y guerra colombiana ya no contrasta con el resto de América del Sur.
Así, el reconocimiento de la guerra ecuatoriana implica nuevos retos en materia de estabilidad, seguridad, cooperación y defensa de la frontera binacional, en donde ya han advertido la presencia de rutas de narcotráfico y alianzas entre actores como las disidencias de Iván Márquez o la Segunda Marquetalia y grupos ecuatorianos como los Choneros y el Movimiento Guevarista Tierra y Libertad (MGTL).
Es más, el presidente Gustavo Petro aseguró en agosto pasado que “la nueva zona de mayor producción de cocaína del mundo se ubica en una franja de 10 kilómetros, a lo largo de la frontera colombo-ecuatoriana, del lado colombiano”. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en esa región de Putumayo se pasó de 28.205 hectáreas de cultivos de hoja de coca, en 2021, a 48.034 en 2022.
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El pasado 23 de noviembre, día de la posesión de Daniel Noboa, Petro manifestó su intención de trabajar sobre asuntos fronterizos, migratorios, de seguridad y defensa. Al tiempo, insistió nuevamente en uno de sus principales objetivos de política exterior: la integración latinoamericana.
Sobre eso último, la estabilidad en Ecuador es clave. Para Juan Federico Pino, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) -con sede en Ecuador,, “a ningún país en la región le sirve que el Estado ecuatoriano se desestabilice, mucho menos a Colombia”.
Para otros analistas, como el profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario Mauricio Jaramillo Jassir, la declaratoria del conflicto armado es, por el contrario, una oportunidad para la integración regional, especialmente sobre el tema de las fronteras: “Un estímulo para que la región plantee circuitos y espacios multilaterales regionales para discutir problemas transnacionales como el narcotráfico, las migraciones, el comercio, entre otros”.
Es más, este miércoles, a través del El Consenso de Brasilia -uno de los mecanismos de integración suramericana- Colombia, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Perú, entre otras naciones, manifestaron su “rechazo a la violencia cometida por grupos relacionados con el crimen organizado” y enviaron su “respaldo y solidaridad al pueblo y a las autoridades de Ecuador”, comunicó la Cancillería colombiana.
De otro lado, el conflicto que reconoció el presidente Noboa a través de decreto refuerza el debate sobre otras propuestas claves de Petro, como el cambio en el enfoque de la política de antidrogas y la paz total. La situación en Ecuador le deja abierto el camino para insistir en el fracaso de la llamada guerra contra las drogas.
Petro ya afirmó este 10 de enero que “la expansión de las bandas internacionales tiene que ver con una política antidrogas equivocada. Entre más prohibición, más rentabilidad de lo ilícito y más poder mortífero de las bandas”.
Además, se fue en contra del enfoque del punitivismo y señaló que “los países latinoamericanos deben dotarse de poderosas políticas de empoderamiento juvenil y de educación superior”, contrariando el anunció reciente de Noboa sobre la construcción de cárceles de máxima seguridad, al estilo del mandatario salvadoreño, Nayib Bukele.
También hay que decir que el conflicto en Ecuador ha dado espacio a la oposición colombiana para potenciar “la mano dura y el garrote” como vía necesaria para garantiza la seguridad en Colombia, justo en medio la alta percepción de inseguridad y de las críticas sobre los diálogos con siete grupos ilegales: las disidencias de ‘Iván Mordisco’, la Segunda Marquetalia, el Clan del Golfo, las bandas criminales de Medellín, Los Shottas y Los Espartanos –de Buenaventura– y Los Pachenca, en la Costa Caribe, en el marco de la paz total. Algunos tienen nexos con bandas del narcotráfico internacional: un asunto que ahora cobra mayor importancia de cara a las negociaciones.
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Ahora, el reto casi que inmediato para el gobierno Petro será garantizar la vida y repatriación, si es el caso, de los presos colombianos que están en las cárceles ecuatorianas, que se han convertido en un centro de operaciones criminales y en las que tuvieron lugar múltiples motines. El mandatario de Ecuador ya señaló que alrededor de 1.500 presos colombianos podrían ser trasladados a su país, a lo que el gobierno Petro respondió que está “dispuesto a cooperar”, pero que la repatriación no podrá ser masiva pues hay que revisar cada una de las solicitudes.
Hay que anotar que, a inicios de octubre, seis ciudadanos colombianos, vinculados al asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, fueron asesinados en medio de un motín en la cárcel Guayas 1. Además, la violencia en las cárceles en Ecuador se disparó desde 2020, con el asesinato de quien fue el anterior líder de Los Choneros, alias Rasquiña. Para Jaramillo Jassir, desde ese operativo se ha presenciado “una de las peores masacres cancelarias en Ecuador. Esos hechos podrían reforzar en el presidente Petro la idea de que el enfoque de recluir a la gente masivamente en una cárcel fracasó”.
De todos modos, para el experto eso no puede pasar por descuidar el discurso contra el crimen y el narcotráfico: “Hay que garantizar la seguridad de la frontera y un país como Colombia no puede darse el lujo de no hacerlo”. De hecho, el Estado colombiano desplegó más de 200 militares y policías en la frontera con Ecuador tras el estallido de la guerra con la mafia en ese país para blindar la región.
La expectativa que queda es hasta qué punto Petro, quien busca presentarse como líder regional, querrá buscar protagonismo en la solución de un problema que puede tener impacto en todas las naciones que tienen frontera con Ecuador, país en el que el crimen colombiano también ha dejado huella.
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