Petro quiere decretar situación de desastre en Bogotá pese a resistencia de Galán
El presidente no quiere que su decisión se lea como una intromisión a la autonomía del Distrito, pero analiza rutas con sus ministros. La administración de la capital menciona que no hay desabastecimiento de agua y que hay cierta responsabilidad del Ejecutivo en las inundaciones de la Autopista Norte. Así se mueven ambos actores.
Laura C. Peralta Giraldo
El presidente Gustavo Petro quiere decretar situación de desastre en Bogotá pese a la negativa de la administración del alcalde Carlos Fernando Galán, quien califica la posibilidad como una intromisión del Gobierno Nacional en la autonomía del Distrito. Las inundaciones que se presentaron este miércoles, especialmente en la Autopista Norte, se convirtieron en un argumento más para que varios de los funcionarios de la Casa de Nariño estén analizando alternativas para implementar el propósito del jefe de Estado.
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El presidente Gustavo Petro quiere decretar situación de desastre en Bogotá pese a la negativa de la administración del alcalde Carlos Fernando Galán, quien califica la posibilidad como una intromisión del Gobierno Nacional en la autonomía del Distrito. Las inundaciones que se presentaron este miércoles, especialmente en la Autopista Norte, se convirtieron en un argumento más para que varios de los funcionarios de la Casa de Nariño estén analizando alternativas para implementar el propósito del jefe de Estado.
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De hecho, aunque hace quince días la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y otras 16 entidades del orden nacional y distrital descartaron declarar situación de desastre en la capital y acogerse a la declaratoria del fenómeno de El Niño de enero de este año, la 037-2024, no se cerró la puerta completamente. El propósito se reforzó ahora con las lluvias que prometen complejizar el panorama en la ciudad y con el nivel de los embalses que no ha subido al 70 %, como lo esperaba el Distrito para esta fecha.
La tesis del presidente es la del cambio climático y ha asegurado que Bogotá no está preparada para enfrentar las consecuencias, por lo que busca cómo intervenir para construir en tiempo récord una infraestructura para el aprovechamiento de aguas lluvias. De hecho, desde el ministerio de Ambiente se empezó a trabajar para definir mecanismos y frenar de manera definitiva la ampliación de la avenida Boyacá, que implica la extracción de 20 hectáreas de la reserva Thomas van der Hammen.
La Alcaldía Mayor ve esto como innecesario y viene reiterando que no hay desabastecimiento de agua, sino un racionamiento preventivo para enfrentar la llegada de la sequía en los primeros meses de 2025. El secretario General, Miguel Silva, añadió que de igual forma para llevar a cabo las ideas del jefe de Estado se necesita tiempo, al menos un mes, por lo que no sería tan “inmediato”, como lo plantean desde el Gobierno.
“Lo que hemos venido es aplicando el racionamiento como una medida preventiva para evitar que la situación del embalse de Chuza se agrave”, dijo Silva.
La molestia del presidente con el alcalde Galán se vio reflejada en los seis trinos sobre el tema que lanzó este jueves en su cuenta de X y en sus pronunciamientos públicos, en los que siempre resaltó la palabra Bogotá: “Sugerí un decreto de desastre. No interesó mucho”.
En efecto, a inicios de octubre tuvo lugar una reunión entre Gobierno y Distrito en la Casa de Nariño. Allí, Petro les dijo a Galán y a su equipo que se abrieran a la idea de un decreto de desastre con el que podrían hacer uso de más de $1 billón para obras en la capital. La resistencia del alcalde habría provocado la salida anticipada del presidente de la sala.
Igualmente, Petro se mostró en desacuerdo y disgustado cuando le informaron que el Comité de Conocimiento del Riesgo y Manejo de Desastres había considerado por mayoría absoluta que no era necesario decretar situación de desastre.
“Ante la posibilidad de declaratoria de desastre en Bogotá mi decisión fue convocar a los comités técnicos, compuestos por diversos sectores e institutos. Por unanimidad se sugirió no declarar aún el desastre por la situación en Bogotá, pero este concepto es técnico y no es vinculante. La potestad es del presidente”, le dijo a El Espectador el director de la UNGRD, Carlos Carrillo.
No obstante, el concepto del Ministerio de Ambiente es diferente, pues apoyan la propuesta del presidente y aseguran que la crisis con el agua fue advertida desde la entidad a Galán. Pero, la diferencia en los conceptos ha generado choques entre las dos carteras del Gobierno y de sus cabezas, Susana Muhamad y Carrillo.
Desde el Distrito reconocen que aunque el concepto del comité les da tranquilidad no descartan que el Gobierno busque incidir y tomar decisiones que “atenten contra la autonomía de Bogotá”. Fuentes cercanas aseguran que hay un temor en que las inundaciones sean usadas políticamente por el Ejecutivo para entorpecer varias obras, como creen que se hizo con la ampliación de la Boyacá, que está en pausa luego de la demanda que presentó Muhamad y que fue admitida por el Consejo de Estado.
Precisamente, la ministra le pidió también al mandatario local que “no busque culpables, sino que trabaje conjuntamente”.
Desde el Pacto Histórico, la concejal Heidy Sánchez señaló que es todo lo contrario: “Hubo 26 puntos críticos por temas de inundaciones, no solo fue la Autopista Norte. Sin embargo, la discusión que puso el alcalde fue la de plantear que era culpa del Gobierno por el licenciamiento de la autopista. El presidente no tiene nada que ver con la preparación que debía de tener la administración para atender la situación. Esto es más de roces políticos que otra cosa”.
Aunque el Gobierno, a través del Consejo Nacional para la Gestión del Riesgo, es en últimas el facultado para decretar desastre, el presidente no quiere que su decisión sea leída como una intromisión a la gestión de Galán. Fuentes del Distrito dicen igualmente que el alcalde tampoco quiere darle la bandera de la situación a Petro por temor a que obtenga réditos políticos que beneficien a su proyecto progresista.
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La intención del presidente es clara, dicen sus mismos funcionarios. Pero, tal parece que el decreto no llegará hasta que el mismo Galán pida ayuda a la Casa de Nariño o se recrudezca la crisis del agua o de las lluvias al punto de que sustenten el decreto.
De ser así, el jefe de Estado iniciaría obras contratando directamente a juntas de acción comunal, un camino que vetó el Consejo de Estado a mediados de este año bajo circunstancias normales.
Bogotá no solo ha sido protagonista de las inundaciones o la interrupción en el suministro del líquido vital, también es terreno que se pelean Gobierno y administración local para potenciar su proyecto de cara a los comicios del futuro. La administración Galán sabe que le ganó al petrismo en las elecciones regionales con una amplia diferencia, y que por ende debe cultivar su apuesta. Mientras tanto, el Gobierno ya hace sus movidas para recuperar la ciudad que permitió en gran parte la llegada de Petro a la Presidencia.
La discusión y las peleas entre Petro y Galán seguirán, sea por las lluvias, por las obras de infraestructura, por el nivel de los embalases o por el debate de control político en el Congreso al que el petrismo citó al alcalde.
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