“Boom” de referendos: lo que hay detrás
El auge de este tipo de mecanismo de participación ciudadana en tiempos de pandemia bien puede interpretarse como una patente de corso para hacer campaña anticipada y obtener réditos políticos. ¿Por qué?
En 2019, al fervor de las elecciones regionales, se intensificó un fenómeno que ya se venía manifestando con fuerza en comicios pasados. Previo a los tiempos establecidos, centenares de candidatos comenzaron a sumar apoyos, recogieron plata y lograron hacerse visibles. ¿La fórmula? Apostar por firmas y, por ahí derecho, hacer campaña anticipada. Ahora, con miras a las presidenciales de 2022, parece que el fenómeno se replica, pero con sus propias dinámicas: el auge de referendos.
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En 2019, al fervor de las elecciones regionales, se intensificó un fenómeno que ya se venía manifestando con fuerza en comicios pasados. Previo a los tiempos establecidos, centenares de candidatos comenzaron a sumar apoyos, recogieron plata y lograron hacerse visibles. ¿La fórmula? Apostar por firmas y, por ahí derecho, hacer campaña anticipada. Ahora, con miras a las presidenciales de 2022, parece que el fenómeno se replica, pero con sus propias dinámicas: el auge de referendos.
Si bien apenas son tres las propuestas de este calibre que comenzaron a hacer trámite, no deja de llamar la atención que detrás de ellas estén reconocidas figuras que suenan como precandidatos o que cuentan con caudal electoral para posicionar nombres. Se trata del expresidente Álvaro Uribe, de los senadores Roy Barreras y Gustavo Petro, y del también parlamentario Rodrigo Lara.
En contexto: Uribe presenta borrador de su referendo: insiste en derogar o “reformar” la JEP
La iniciativa del uribismo apuesta, entre otras, por reformar o “derogar” la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y excluir del Congreso a parlamentarios en ejercicio responsables de delitos de lesa humanidad. Un mensaje claro en contra del Acuerdo de Paz de La Habana (Cuba), firmado por la otrora guerrilla de las Farc. En respuesta, Barreras lanzó uno para revocar al presidente Iván Duque, sumado a medidas sociales para atender la pandemia. Finalmente, está el referendo de Lara, con un enfoque de reactivación y rescate de empleos (ver gráfico al final).
La trastienda de este tipo de mecanismos -que, dicho sea de paso, no han prosperado en tiempos recientes y que apenas el propio Uribe en 2003 logró llevar, sin éxito, hasta las urnas- es una ventaja notable. Para avalar un referendo se requiere la recolección de firmas, lo que en plata blanca implica salir a las calles a buscar apoyos, lograr reconocimiento y arropar sus causas bajo un paraguas de respaldo ciudadano.
“Es una vía que hace mucho ruido. Implica tramitar firmas, plantearlo en medios de comunicación, aprobar la iniciativa en el Congreso y someterse a revisión constitucional. Un ejemplo de ello es la consulta anticorrupción, que dejó bien claro que, aunque es una vía muy incierta desde la eficacia, da muchos réditos políticos a quienes la promueven. Basta ver a Claudia López, cuya candidatura estuvo ambientada y apalancada por ese liderazgo. Se trata de réditos políticos que seguramente van a capitalizar en las próximas elecciones”, explica el analista y docente de política pública en la Universidad Externado Jorge Iván Cuervo.
A su turno, Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad del Rosario, indica que el boom de referendos no es más que un inicio de un período de precampaña electoral para 2022. “Se ha vuelto moda usar estos mecanismos para recoger firmas y hacer campaña anticipada de los términos legales. Fácilmente lo que dice Uribe, con mayorías en el Congreso, se podría tramitar en el Parlamento, ¿por qué no lo hace desde allá?”.
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Pero los inconvenientes van más allá de una campaña ventajosamente precipitada. Según Mauricio Jaramillo, profesor del Rosario y analista político, los tres referendos que se proponen son inconvenientes, en tanto entrañan pasar de una democracia participativa a una democracia plebiscitaria, en la que todo se decide en alusión al pueblo, el constituyente primario, pasándose por la faja el escenario natural de esas discusiones: el Congreso.
“Son mecanismos muy costosos porque denigran al Congreso, porque parten de la presunción de que los debates y controles que deben acompañar esos temas son dispendiosos e innecesarios. Va en contra del carácter deliberativo de la democracia”, advierte Jaramillo.
De acuerdo con el analista, basta echar un vistazo a lo que se propone para evidenciar los riesgos: “El de Uribe es lesivo para la justicia transicional, pues pone en jaque el Acuerdo de La Habana y el carácter legal del Estado. El de Barreras es muy peligroso, porque sienta el precedente de que cada vez que la oposición no esté de acuerdo con el presidente pueda amenazar con destituirlo, restando estabilidad al país. Y el de Lara implica poner a legislar a la gente en temas que le corresponden al Congreso y que demandan debates especializados”.
Los referendos planteados apenas comienzan su trámite, sin embargo, bien podrán ser el trampolín de muchos para alcanzar escenarios de incidencia y visibilidad con miras a 2022. Lo que sucede, además de desgastante, es otra de las tantas evidencias de un prematuro pulso presidencial, aun cuando el actual lleva poco más de la mitad de su mandato. ¿Les bastarán estos referendos a sus promotores para ocupar la Casa de Nariño?
jgonzalez@elespectador.com