Candidatos en la recta final, un mes de correrías y discursos
Se cierra hoy la campaña presidencial en la plaza pública y la última semana será a puerta cerrada. Los últimos 30 días han sido de recorrer el país, afinar estrategias y posicionar sus mensajes.
-Redacción Política
En el marketing político hay quienes dicen que las campañas se ganan en la recta final. Por eso recomiendan reservar para el último mes las mejores ideas, los grandes discursos y las más creativas piezas de publicidad. Es el momento en el que la gente —léase potenciales votantes— está más sensibilizada con la política, y los medios de comunicación tienen sus reflectores encima de los aspirantes. Y bien podría decirse que eso es lo que han hecho desde el 20 de abril los cinco principales candidatos a la Presidencia de Colombia, que siguen en sus recorridos por el país haciendo énfasis en sus propuestas, con vallas, caravanas, fiestas y grandes concentraciones públicas, unos en aquellas regiones donde se consideran que son fuertes en apoyos ciudadanos y otros donde buscan romper el dominio de sus rivales. Un esfuerzo que llega este domingo a su clímax con los actos de cierre de campaña, que implican el fin del camino para la plaza pública y el inicio de una última semana de abstinencia proselitista, previa a la cita en las urnas, donde todo se debe hacer a puerta cerrada.
Para entender los escenarios en que los candidatos se pelearon voto a voto el apoyo del pueblo, reconstruimos sus agendas públicas entre el 20 de abril y el 20 de mayo, estableciendo hasta dónde fueron a buscar respaldos. De sus giras se desprende, en parte, su estrategia, los discursos que utilizaron para cautivar a la gente ofreciendo respuestas a sus necesidades y, por supuesto, en estas peripecias se trasluce su base electoral. En las regiones ya es un cliché la frase de que los políticos sólo llegan hasta barrios, pueblos o ciudades cada cuatro años para hacer promesas incumplibles o dar audaces soluciones a sus problemáticas, y la campaña de este año no fue la excepción.
Iván Duque estuvo en 23 departamentos y, en ellos, 20 municipios y 17 ciudades capitales. Su discurso se centró en Venezuela, el rechazo al Acuerdo de Paz con las Farc y la confianza inversionista. Gustavo Petro visitó 19 departamentos, 26 municipios y 13 ciudades capitales. En las plazas hizo énfasis en la necesidad de impulsar un proyecto de equidad social, de educación y de defensa del medio ambiente. Sergio Fajardo pasó por 17 departamentos, siete municipios y 15 capitales. Sus palabras giraron en torno a la educación y la lucha contra la corrupción, se dirigió a un electorado joven en universidades y centró gran parte de su esfuerzo en el volanteo en las calles. Germán Vargas Lleras, por su parte, recorrió 20 departamentos, visitando en ellos 32 municipios y 16 ciudades capitales. Su campaña buscó resaltar su experiencia como ejecutor, sus obras como ministro de Vivienda y vicepresidente de la República, y como un hombre lejos de los extremos de la izquierda y la derecha. Y finalmente, Humberto de la Calle visitó 13 departamentos, 12 ciudades capitales y siete municipios. En vez de llenar plazas y repetir discursos, optó por sentarse, cara a cara, a tomarse un café o una pola con sus seguidores, generar conversaciones, escuchar inquietudes e insistir en la importancia de la educación, el desarrollo rural y la paz.
Ser el candidato que puntea en las encuestas y al que todos dan por seguro en la segunda vuelta presidencial, le significó haberse convertido en objetivo de aquella famosa consigna del “todos contra”. Iván Duque, el aspirante del Centro Democrático, ha venido sorteando en el último mes de campaña todo tipo de ataques, desde defender el color natural de sus canas hasta prometer que será él y no su mentor, el senador y expresidente Álvaro Uribe, el que terminará gobernando en cuerpo ajeno.
Pero, afirma, no caerá en el discurso del ataque contra sus cuatro contendores en las urnas del próximo domingo. “Pensar en el futuro”, repite en los ya incontables debates presidenciales que hacen los medios de comunicación, mientras intenta cumplirles al mismo tiempo a sus seguidores. Estas últimas cuatro semanas, Iván Duque ha recorrido alrededor de 20 municipios y 17 ciudades capitales, repartidos en 23 departamentos: Atlántico, Bolívar, Quindío, Cundinamarca, Casanare, Meta, Cesar, Norte de Santander, Chocó, Valle del Cauca, Nariño, Magdalena, Antioquia, Córdoba, Sucre, Caquetá, Tolima, Huila, Valle del Cauca, Valledupar, Boyacá, Santander y Caldas.
Regiones en las que ha aprovechado para profundizar los principales puntos de su discurso: retomar las riendas del país de “mano dura”, el de la seguridad democrática y el de la confianza inversionista. El del rechazo a las ideologías de extrema izquierda bajo la amenaza de una Colombia convertida en otra Venezuela, el de la juventud representada en el 73 % de los colombianos menores de 45 años y el del conocimiento del Estado, a pesar de no haber ocupado nunca un cargo en el Ejecutivo. El que promete modificar un Acuerdo de Paz que acabó con más de 50 años de guerra pero que, al final, ha sido implementado con varios tropiezos predecibles.
Y, al mismo tiempo, un candidato uribista que ha tenido que pelear con la coherencia por cuenta de los apoyos que recibió en este último mes, como el de la excandidata y exfiscal Viviane Morales, acérrima opositora de Uribe y cuya adhesión fue cuestionada por uno de los más importantes funcionarios de su gobierno: Andrés Felipe Arias. Al final, la política terminó demostrando lo de siempre: que es dinámica y que se adapta al escenario que le toque. El cierre de su campaña lo hará a las 2:00 p.m. en el parque El Tunal de Bogotá.
El exalcalde de Bogotá Gustavo Petro concentró la energía de su último mes en una intensa campaña en regiones apartadas, muchas de ellas azotadas por el conflicto armado, pero en especial, en aquellas zonas donde la pobreza y el rebusque son el día a día de sus habitantes. En los últimos 30 días, entre el 20 de abril y el 20 de mayo, visitó 19 departamentos, en los cuales realizó importantes manifestaciones en las plazas públicas de 26 municipios y 13 ciudades capitales. Evidentemente, el candidato de la Colombia Humana priorizó las concentraciones —su fuerte es la oratoria— con un discurso para los confines de la llamada Colombia profunda. Al mismo tiempo, redobló sus esfuerzos en las capitales, donde ha conseguido una fuerte base electoral entre jóvenes y estudiantes de clases populares. En Bogotá, Soacha, Cali, Riohacha, Santa Marta y Barranquilla, Petro realizó manifestaciones multitudinarias.
Menos concurridos, pero buscando los votos de quienes por años estuvieron gobernados por las Farc, fueron los actos en Tumaco, Buenaventura, Puerto Asís, Florencia, Istmina o la región de los Montes de María. Y también se metió a plazas tradicionalmente uribistas, como Medellín —donde tuvo dificultades para que la Alcaldía le otorgara el permiso— o Pereira, Neiva y Valledupar. Y allí también llenó escenarios. No cabe duda que las regiones donde sacará su mayor votación serán la Costa Caribe y Bogotá, incluyendo a Soacha, Zipaquirá y Chía.
Su discurso se ha sintonizado con un electorado joven y popular, sensible a temas como el cambio climático, el ambientalismo, las energías limpias, la protección del agua, la educación gratuita, la equidad social, y el desarrollo rural desde lo agrario y no desde el extractivismo. En los recorridos del último mes hubo hitos memorables, como el respaldo de Tulia Mercedes Barreto, madre de la periodista Claudia Gurisatti; la invitación a Ardila Lulle a vender sus tierras de Incauca, o los discursos desafiantes contra Duque, Vargas Lleras y el expresidente Álvaro Uribe. Y para cerrar esta campaña popular, Petro convocó a la Plaza de Bolívar a más de 50.000 personas el jueves, luego siguió con sus multitudes para Cali y hoy terminará en Barranquilla.
Caminatas, volanteos y universidades. Así fue, básicamente, el trabajo político de Sergio Fajardo y la Coalición Colombia por las ciudades del país este último mes. Una agenda que supo poner a andar con ayuda de sus aliados: Claudia López, su fórmula vicepresidencial; Jorge Enrique Robledo y Antanas Mockus, sin contar con los miles de voluntarios que tiene la campaña en varios rincones de Colombia. Así, mientras uno estaba en un lugar, los demás hacían lo propio en otras ciudades o municipios.
Desde que comenzó en la política, Fajardo ha señalado que esta se hace cara a cara, y a eso se ha dedicado. En las carreteras del país se vio a Claudia López, con pendón a la espalda, dando la mano, subiéndose en los camiones, entregando un volante. Por su parte, él, como buen profesor, demostró que uno de los espacios en los que domina es la universidad: grandes concentraciones en la de Córdoba o la misma Nacional, en donde cientos se reunieron para escuchar sus propuestas. Fiel a lo que siempre ha defendido, el discurso del exgobernador de Antioquia se concentró en la lucha contra la corrupción y la educación como motor transformador de la sociedad. Siempre manteniendo la calma, midiendo sus palabras, intentando no entrar en choques con los demás candidatos, aunque a veces lanzaba una que otra pulla.
Desde sus correrías, sin embargo, habló de la necesidad del apoyo a la microempresa, de los diálogos con el Eln, del traslado de Jesús Santrich a un hogar del Episcopado y le tocó responder que su gobernación no tuvo nada que ver con la emergencia que hoy sucede en el proyecto energético Hidroituango, en Antioquia. A una semana de las elecciones, subiendo ligeramente en las encuestas, pero aún manteniéndose en el tercer lugar, con una diferencia notable respecto de Gustavo Petro, Fajardo sigue convencido de que se puede pasar a la segunda vuelta y disputar la Presidencia.
Muy a su estilo, dice que no cierra campaña, sino que, por el contrario, se abre la “puerta de las oportunidades”. Por eso, invita a las 10:00 a.m. de este domingo a una caminata desde el parque público Los Alcázares hasta Maloka, en Bogotá, junto a sus aliados políticos.
“Si las encuestas son la foto de un momento, la están tomando mal”, dice Germán Vargas Lleras, a quien le va mal en los sondeos de intención de voto. Para él, estos desconocen la conversación digital, los apoyos de los partidos y, lo más importante, el fervor que se ve en la plaza pública. Desde el 20 de abril ha hecho una maratónica correría por municipios de Huila, Tolima, La Guajira, Bolívar, Sucre, Córdoba, Cauca, Norte de Santander, Cundinamarca, Quindío, Risaralda, San Andrés, Antioquia, Santander, Valle del Cauca, Nariño, Chocó, Casanare, Meta y Magdalena, además de Bogotá, sede principal de su campaña. En este mes lanzó sus propuestas de “Mejor Jóvenes”, “Mejor Etnias”, “Mejor Mujeres” y “Mejor Defensa y Seguridad Nacional”.
A estas alturas, la estrategia de Vargas Lleras es reafirmar su experiencia y mostrarse como un candidato de centro, lejos de la polarización. Ese ha sido uno de los ejes de su discurso, bien sea en las manifestaciones públicas, en los debates o en las entrevistas a la prensa: “No creo en el populismo de izquierda que promete todo gratis y no dice cómo lo va a financiar, ni el que nos quiere llevar a una guerra con Venezuela”, afirmó en un foro realizado en el Jockey Club de Bogotá, en clara alusión a Gustavo Petro e Iván Duque. Y ha dicho que sería el mandatario con mayor gobernabilidad en el Congreso y el de mayor “experiencia, conocimiento y capacidad de trabajo”.
En este último tramo de campaña, los esfuerzos están concentrados en “clasificar” a segunda vuelta —donde cree que ganará— siendo el gran rival Petro, para quien ha ido una que otra pulla: “Nadie ha recorrido el Cauca como yo, quizá Petro cuando estuvo en el M-19”, manifestó en un recorrido por ese departamento. También ha recibido adhesiones como la del partido Unión con Fortaleza (de exmilitares), parte de Somos y fue proclamado el “presidente del Caribe” por dirigentes de esta región de Cambio Radical, la U y los conservadores. Las pullas para Duque no han faltado: “Nunca ha tenido ninguna responsabilidad” y ha denunciado juego sucio en su contra, pidiendo una campaña “libre de agravios”. Ayer, quemando los últimos cartuchos en la plaza pública, estuvo en Barranquilla; en la mañana de hoy estará en Medellín e Itagüí, y su cierre será a las 4:00 de la tarde en la Plaza de Bolívar en Bogotá.
Fueron aproximadamente 18.000 kilómetros los que recorrió Humberto de la Calle con la bandera de la paz a cuestas, un tanto desgastada y soportando, hasta este último día de campaña abierta, los fuertes trastazos de un acuerdo en crisis. “No nos podemos aburrir de la paz”, aseveró desde Neiva el 20 de abril, mientras la captura de Jesús Santrich, el escándalo de los recursos para el posconflicto y el secuestro y posterior asesinato de tres miembros del equipo periodístico del diario El Comercio de Ecuador a manos de una disidencia de las Farc, estallaban ante el país como una hilera de fichas de dominó contra un inminente ventarrón.
Quizá lo dijo sin saber que, nueve días después, tendría que advertirle a Colombia que su camino, como iban las cosas, sería de nuevo hacia la guerra “con los ojos cerrados”. Nombró sin titubeos a quienes, para él, “se estaban tirando la paz”, aunque dicha declaración arriesgara su popularidad electoral, la misma que nunca logró despegar en las encuestas. Al día siguiente, el 1° de mayo, salió a marchar en defensa del Acuerdo por las calles de Bogotá, de la mano de sus fieles aliados, los jóvenes universitarios, con quienes se sentó a discutir sus propuestas entre “polas” y cafés en cada una de las ciudades que visitó durante su gira por el territorio nacional.
Y así pasó De la Calle su último mes de campaña, recorriendo los principales municipios de las regiones Caribe, Pacífica y Andina, cumpliendo con los compromisos que implica ser parte del Partido Liberal —y maniobrando las fracturas dentro de él—, respondiendo con firmeza los cuestionamientos de sus detractores, y escuchando el inútil halago de “usted es el mejor de todos los candidatos, pero nunca va a ganar”.
Aun así, detrás suyo está un electorado que cree en sus ideas y que reconoce en él la experiencia de los cargos públicos que ha ocupado y, por supuesto, el haber liderado la salida negociada al conflicto con la guerrilla más antigua de Latinoamérica, tras una guerra de más de 50 años. Su espíritu conciliador, su mirada hacia la “Colombia profunda”, su respeto a las libertades y su trayectoria profesional continúan despertando admiración en diversos sectores del país, quienes se reúnen hoy en el Parque de los Periodistas de Bogotá, a las 10:30 a.m., para darle cierre a su campaña electoral.
En el marketing político hay quienes dicen que las campañas se ganan en la recta final. Por eso recomiendan reservar para el último mes las mejores ideas, los grandes discursos y las más creativas piezas de publicidad. Es el momento en el que la gente —léase potenciales votantes— está más sensibilizada con la política, y los medios de comunicación tienen sus reflectores encima de los aspirantes. Y bien podría decirse que eso es lo que han hecho desde el 20 de abril los cinco principales candidatos a la Presidencia de Colombia, que siguen en sus recorridos por el país haciendo énfasis en sus propuestas, con vallas, caravanas, fiestas y grandes concentraciones públicas, unos en aquellas regiones donde se consideran que son fuertes en apoyos ciudadanos y otros donde buscan romper el dominio de sus rivales. Un esfuerzo que llega este domingo a su clímax con los actos de cierre de campaña, que implican el fin del camino para la plaza pública y el inicio de una última semana de abstinencia proselitista, previa a la cita en las urnas, donde todo se debe hacer a puerta cerrada.
Para entender los escenarios en que los candidatos se pelearon voto a voto el apoyo del pueblo, reconstruimos sus agendas públicas entre el 20 de abril y el 20 de mayo, estableciendo hasta dónde fueron a buscar respaldos. De sus giras se desprende, en parte, su estrategia, los discursos que utilizaron para cautivar a la gente ofreciendo respuestas a sus necesidades y, por supuesto, en estas peripecias se trasluce su base electoral. En las regiones ya es un cliché la frase de que los políticos sólo llegan hasta barrios, pueblos o ciudades cada cuatro años para hacer promesas incumplibles o dar audaces soluciones a sus problemáticas, y la campaña de este año no fue la excepción.
Iván Duque estuvo en 23 departamentos y, en ellos, 20 municipios y 17 ciudades capitales. Su discurso se centró en Venezuela, el rechazo al Acuerdo de Paz con las Farc y la confianza inversionista. Gustavo Petro visitó 19 departamentos, 26 municipios y 13 ciudades capitales. En las plazas hizo énfasis en la necesidad de impulsar un proyecto de equidad social, de educación y de defensa del medio ambiente. Sergio Fajardo pasó por 17 departamentos, siete municipios y 15 capitales. Sus palabras giraron en torno a la educación y la lucha contra la corrupción, se dirigió a un electorado joven en universidades y centró gran parte de su esfuerzo en el volanteo en las calles. Germán Vargas Lleras, por su parte, recorrió 20 departamentos, visitando en ellos 32 municipios y 16 ciudades capitales. Su campaña buscó resaltar su experiencia como ejecutor, sus obras como ministro de Vivienda y vicepresidente de la República, y como un hombre lejos de los extremos de la izquierda y la derecha. Y finalmente, Humberto de la Calle visitó 13 departamentos, 12 ciudades capitales y siete municipios. En vez de llenar plazas y repetir discursos, optó por sentarse, cara a cara, a tomarse un café o una pola con sus seguidores, generar conversaciones, escuchar inquietudes e insistir en la importancia de la educación, el desarrollo rural y la paz.
Ser el candidato que puntea en las encuestas y al que todos dan por seguro en la segunda vuelta presidencial, le significó haberse convertido en objetivo de aquella famosa consigna del “todos contra”. Iván Duque, el aspirante del Centro Democrático, ha venido sorteando en el último mes de campaña todo tipo de ataques, desde defender el color natural de sus canas hasta prometer que será él y no su mentor, el senador y expresidente Álvaro Uribe, el que terminará gobernando en cuerpo ajeno.
Pero, afirma, no caerá en el discurso del ataque contra sus cuatro contendores en las urnas del próximo domingo. “Pensar en el futuro”, repite en los ya incontables debates presidenciales que hacen los medios de comunicación, mientras intenta cumplirles al mismo tiempo a sus seguidores. Estas últimas cuatro semanas, Iván Duque ha recorrido alrededor de 20 municipios y 17 ciudades capitales, repartidos en 23 departamentos: Atlántico, Bolívar, Quindío, Cundinamarca, Casanare, Meta, Cesar, Norte de Santander, Chocó, Valle del Cauca, Nariño, Magdalena, Antioquia, Córdoba, Sucre, Caquetá, Tolima, Huila, Valle del Cauca, Valledupar, Boyacá, Santander y Caldas.
Regiones en las que ha aprovechado para profundizar los principales puntos de su discurso: retomar las riendas del país de “mano dura”, el de la seguridad democrática y el de la confianza inversionista. El del rechazo a las ideologías de extrema izquierda bajo la amenaza de una Colombia convertida en otra Venezuela, el de la juventud representada en el 73 % de los colombianos menores de 45 años y el del conocimiento del Estado, a pesar de no haber ocupado nunca un cargo en el Ejecutivo. El que promete modificar un Acuerdo de Paz que acabó con más de 50 años de guerra pero que, al final, ha sido implementado con varios tropiezos predecibles.
Y, al mismo tiempo, un candidato uribista que ha tenido que pelear con la coherencia por cuenta de los apoyos que recibió en este último mes, como el de la excandidata y exfiscal Viviane Morales, acérrima opositora de Uribe y cuya adhesión fue cuestionada por uno de los más importantes funcionarios de su gobierno: Andrés Felipe Arias. Al final, la política terminó demostrando lo de siempre: que es dinámica y que se adapta al escenario que le toque. El cierre de su campaña lo hará a las 2:00 p.m. en el parque El Tunal de Bogotá.
El exalcalde de Bogotá Gustavo Petro concentró la energía de su último mes en una intensa campaña en regiones apartadas, muchas de ellas azotadas por el conflicto armado, pero en especial, en aquellas zonas donde la pobreza y el rebusque son el día a día de sus habitantes. En los últimos 30 días, entre el 20 de abril y el 20 de mayo, visitó 19 departamentos, en los cuales realizó importantes manifestaciones en las plazas públicas de 26 municipios y 13 ciudades capitales. Evidentemente, el candidato de la Colombia Humana priorizó las concentraciones —su fuerte es la oratoria— con un discurso para los confines de la llamada Colombia profunda. Al mismo tiempo, redobló sus esfuerzos en las capitales, donde ha conseguido una fuerte base electoral entre jóvenes y estudiantes de clases populares. En Bogotá, Soacha, Cali, Riohacha, Santa Marta y Barranquilla, Petro realizó manifestaciones multitudinarias.
Menos concurridos, pero buscando los votos de quienes por años estuvieron gobernados por las Farc, fueron los actos en Tumaco, Buenaventura, Puerto Asís, Florencia, Istmina o la región de los Montes de María. Y también se metió a plazas tradicionalmente uribistas, como Medellín —donde tuvo dificultades para que la Alcaldía le otorgara el permiso— o Pereira, Neiva y Valledupar. Y allí también llenó escenarios. No cabe duda que las regiones donde sacará su mayor votación serán la Costa Caribe y Bogotá, incluyendo a Soacha, Zipaquirá y Chía.
Su discurso se ha sintonizado con un electorado joven y popular, sensible a temas como el cambio climático, el ambientalismo, las energías limpias, la protección del agua, la educación gratuita, la equidad social, y el desarrollo rural desde lo agrario y no desde el extractivismo. En los recorridos del último mes hubo hitos memorables, como el respaldo de Tulia Mercedes Barreto, madre de la periodista Claudia Gurisatti; la invitación a Ardila Lulle a vender sus tierras de Incauca, o los discursos desafiantes contra Duque, Vargas Lleras y el expresidente Álvaro Uribe. Y para cerrar esta campaña popular, Petro convocó a la Plaza de Bolívar a más de 50.000 personas el jueves, luego siguió con sus multitudes para Cali y hoy terminará en Barranquilla.
Caminatas, volanteos y universidades. Así fue, básicamente, el trabajo político de Sergio Fajardo y la Coalición Colombia por las ciudades del país este último mes. Una agenda que supo poner a andar con ayuda de sus aliados: Claudia López, su fórmula vicepresidencial; Jorge Enrique Robledo y Antanas Mockus, sin contar con los miles de voluntarios que tiene la campaña en varios rincones de Colombia. Así, mientras uno estaba en un lugar, los demás hacían lo propio en otras ciudades o municipios.
Desde que comenzó en la política, Fajardo ha señalado que esta se hace cara a cara, y a eso se ha dedicado. En las carreteras del país se vio a Claudia López, con pendón a la espalda, dando la mano, subiéndose en los camiones, entregando un volante. Por su parte, él, como buen profesor, demostró que uno de los espacios en los que domina es la universidad: grandes concentraciones en la de Córdoba o la misma Nacional, en donde cientos se reunieron para escuchar sus propuestas. Fiel a lo que siempre ha defendido, el discurso del exgobernador de Antioquia se concentró en la lucha contra la corrupción y la educación como motor transformador de la sociedad. Siempre manteniendo la calma, midiendo sus palabras, intentando no entrar en choques con los demás candidatos, aunque a veces lanzaba una que otra pulla.
Desde sus correrías, sin embargo, habló de la necesidad del apoyo a la microempresa, de los diálogos con el Eln, del traslado de Jesús Santrich a un hogar del Episcopado y le tocó responder que su gobernación no tuvo nada que ver con la emergencia que hoy sucede en el proyecto energético Hidroituango, en Antioquia. A una semana de las elecciones, subiendo ligeramente en las encuestas, pero aún manteniéndose en el tercer lugar, con una diferencia notable respecto de Gustavo Petro, Fajardo sigue convencido de que se puede pasar a la segunda vuelta y disputar la Presidencia.
Muy a su estilo, dice que no cierra campaña, sino que, por el contrario, se abre la “puerta de las oportunidades”. Por eso, invita a las 10:00 a.m. de este domingo a una caminata desde el parque público Los Alcázares hasta Maloka, en Bogotá, junto a sus aliados políticos.
“Si las encuestas son la foto de un momento, la están tomando mal”, dice Germán Vargas Lleras, a quien le va mal en los sondeos de intención de voto. Para él, estos desconocen la conversación digital, los apoyos de los partidos y, lo más importante, el fervor que se ve en la plaza pública. Desde el 20 de abril ha hecho una maratónica correría por municipios de Huila, Tolima, La Guajira, Bolívar, Sucre, Córdoba, Cauca, Norte de Santander, Cundinamarca, Quindío, Risaralda, San Andrés, Antioquia, Santander, Valle del Cauca, Nariño, Chocó, Casanare, Meta y Magdalena, además de Bogotá, sede principal de su campaña. En este mes lanzó sus propuestas de “Mejor Jóvenes”, “Mejor Etnias”, “Mejor Mujeres” y “Mejor Defensa y Seguridad Nacional”.
A estas alturas, la estrategia de Vargas Lleras es reafirmar su experiencia y mostrarse como un candidato de centro, lejos de la polarización. Ese ha sido uno de los ejes de su discurso, bien sea en las manifestaciones públicas, en los debates o en las entrevistas a la prensa: “No creo en el populismo de izquierda que promete todo gratis y no dice cómo lo va a financiar, ni el que nos quiere llevar a una guerra con Venezuela”, afirmó en un foro realizado en el Jockey Club de Bogotá, en clara alusión a Gustavo Petro e Iván Duque. Y ha dicho que sería el mandatario con mayor gobernabilidad en el Congreso y el de mayor “experiencia, conocimiento y capacidad de trabajo”.
En este último tramo de campaña, los esfuerzos están concentrados en “clasificar” a segunda vuelta —donde cree que ganará— siendo el gran rival Petro, para quien ha ido una que otra pulla: “Nadie ha recorrido el Cauca como yo, quizá Petro cuando estuvo en el M-19”, manifestó en un recorrido por ese departamento. También ha recibido adhesiones como la del partido Unión con Fortaleza (de exmilitares), parte de Somos y fue proclamado el “presidente del Caribe” por dirigentes de esta región de Cambio Radical, la U y los conservadores. Las pullas para Duque no han faltado: “Nunca ha tenido ninguna responsabilidad” y ha denunciado juego sucio en su contra, pidiendo una campaña “libre de agravios”. Ayer, quemando los últimos cartuchos en la plaza pública, estuvo en Barranquilla; en la mañana de hoy estará en Medellín e Itagüí, y su cierre será a las 4:00 de la tarde en la Plaza de Bolívar en Bogotá.
Fueron aproximadamente 18.000 kilómetros los que recorrió Humberto de la Calle con la bandera de la paz a cuestas, un tanto desgastada y soportando, hasta este último día de campaña abierta, los fuertes trastazos de un acuerdo en crisis. “No nos podemos aburrir de la paz”, aseveró desde Neiva el 20 de abril, mientras la captura de Jesús Santrich, el escándalo de los recursos para el posconflicto y el secuestro y posterior asesinato de tres miembros del equipo periodístico del diario El Comercio de Ecuador a manos de una disidencia de las Farc, estallaban ante el país como una hilera de fichas de dominó contra un inminente ventarrón.
Quizá lo dijo sin saber que, nueve días después, tendría que advertirle a Colombia que su camino, como iban las cosas, sería de nuevo hacia la guerra “con los ojos cerrados”. Nombró sin titubeos a quienes, para él, “se estaban tirando la paz”, aunque dicha declaración arriesgara su popularidad electoral, la misma que nunca logró despegar en las encuestas. Al día siguiente, el 1° de mayo, salió a marchar en defensa del Acuerdo por las calles de Bogotá, de la mano de sus fieles aliados, los jóvenes universitarios, con quienes se sentó a discutir sus propuestas entre “polas” y cafés en cada una de las ciudades que visitó durante su gira por el territorio nacional.
Y así pasó De la Calle su último mes de campaña, recorriendo los principales municipios de las regiones Caribe, Pacífica y Andina, cumpliendo con los compromisos que implica ser parte del Partido Liberal —y maniobrando las fracturas dentro de él—, respondiendo con firmeza los cuestionamientos de sus detractores, y escuchando el inútil halago de “usted es el mejor de todos los candidatos, pero nunca va a ganar”.
Aun así, detrás suyo está un electorado que cree en sus ideas y que reconoce en él la experiencia de los cargos públicos que ha ocupado y, por supuesto, el haber liderado la salida negociada al conflicto con la guerrilla más antigua de Latinoamérica, tras una guerra de más de 50 años. Su espíritu conciliador, su mirada hacia la “Colombia profunda”, su respeto a las libertades y su trayectoria profesional continúan despertando admiración en diversos sectores del país, quienes se reúnen hoy en el Parque de los Periodistas de Bogotá, a las 10:30 a.m., para darle cierre a su campaña electoral.