Candidatura de Ingrid Betancourt: oxígeno para el centro
La aspiración, impulsada por sus compañeros de la Coalición Centro Esperanza, buscar darle aire a una alianza que no termina de despegar. Aunque a Betancourt se le considera una política tradicional, su discurso de campaña se basará en temas de género y lucha contra la corrupción.
Veinte años después de la campaña en medio de la que fue secuestrada por las Farc, Ingrid Betancourt lanzó una nueva aspiración presidencial. Lo hará en representación de su partido, Verde Oxígeno, que en diciembre del año pasado revivió el Consejo Nacional Electoral (CNE) al otorgarle de nuevo personería jurídica. De esta forma, se configura como la única candidatura femenina de la Coalición Centro Esperanza (CCE), que durante meses recibió una lluvia de críticas por agrupar únicamente precandidaturas masculinas y de políticos tradicionales, por lo que esta nueva candidatura se puede tomar como la búsqueda de un impulso a la alianza de centro que, según las encuestas, aún no les hace el contrapeso suficiente a los que puntean en intención de voto.
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La postulación de Betancourt venía cocinándose hace un tiempo en las toldas de centro. Si bien tienen figuras como Angélica Lozano, Sandra Ortiz o Berenice Bedoya, no había entre sus precandidaturas presidenciales una figura femenina, clave para un proyecto que le apuesta a una transformación, a superar la polarización y, como su nombre lo indica, a darle una esperanza al país. Fue esa la razón que llevó a los demás miembros de la coalición (Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Humberto de la Calle) a motivar a Betancourt para una nueva aspiración, que tendrá una vez más como bandera la lucha contra la corrupción y, como novedad, la necesidad de feminizar la política.
Ya lo había reconocido esta semana De la Calle, cabeza de lista de la CCE al Senado. Durante la presentación de los candidatos para las legislativas, el exjefe negociador de La Habana calificó de “inaceptable” la baja presencia de mujeres en la coalición. “Lo reconocemos, pero lo estamos corrigiendo y tendrán sorpresas”. La sorpresa la reveló ayer Betancourt mediante una rueda de prensa, en la que destacó que la coalición requería presencia femenina y “una persona que hablara de otra manera”.
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“Yo llevo en el corazón a Colombia de una manera diferente, porque mi vida ha sido diferente. Es una trayectoria de dolor, pero también de esperanza y fe, que también han vivido millones de colombianos que, como yo, no se han dado por vencidos”, expresó en un discurso corto, en el que rememoró en varias ocasiones su pasado como rehén de las Farc. Vale recordar que el 23 de febrero de 2002, durante la campaña presidencial en la que resultó electo por primera vez Álvaro Uribe, en un desplazamiento a San Vicente del Caguán (municipio en el que Verde Oxígeno había ganado su única alcaldía), Ingrid Betancourt fue secuestrada por las Farc. La excongresista duró seis años y medio en poder de la hoy desmovilizada guerrilla.
Además de recordar episodios del cautiverio, también fue reiterativa en una agenda anticorrupción y feminista. Sin embargo, advirtió que no será un “feminismo intelectual o trasnochado”, sino que pondrá su aspiración al servicio de un cambio conjunto entre hombres y mujeres, que ahora tendrán una opción de centro, pues hasta el momento las únicas candidatas presidenciales femeninas eran Francia Márquez y Arelis Uriana, ambas en el Pacto Histórico, la coalición de izquierda. Pero según Betancourt, “esta es la coalición donde las mujeres vamos a encontrar el espacio para poder desarrollar un liderazgo para transformar este país”.
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Sobre la agenda anticorrupción, que protagonizó su discurso hace 20 años, enfatizó que su ingreso al sonajero presidencial es para “terminar lo que empecé”. “Vengo a reclamar los derechos de los 51 millones de colombianos que no encuentran justicia, porque vivimos en un país que garantiza la impunidad. Este sistema quiere que aceptemos nuestro destino, que es imposible salirnos de la corrupción, que esa es nuestra cultura, que así somos, que todos nos beneficiamos de la trampa y soborno, y quiere que nos volvamos cínicos, aprovechados, torcidos. No lo vamos a ser”, añadió.
Naturalmente, su aspiración fue aplaudida por sus compañeros de alianza, pero cuestionada por una parte de la opinión pública. Tras el anuncio, por lo menos en redes sociales, se produjeron cientos de comentarios contra la candidatura, pues muchos consideran que estuvo ausente por muchos años de la política nacional, a pesar de que en 2018 reapareció para apoyar a Gustavo Petro. Más allá de eso, el eje del debate será lo que pueda ofrecer Ingrid Betancourt en temas de género, que es una de las razones por las que su coalición le insistió para lanzarse a la arena electoral. Al respecto, Angélica Bernal, docente de ciencias políticas de la Universidad Tadeo, señaló que puede ser una apuesta equivocada, dado que no es un tema que haya sido parte de su agenda y que la mayoría de personas la identifican más por la lucha contra la corrupción y los temas ambientales.
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“Los asuntos de género nunca han sido visibles en sus apariciones públicas, por lo que es extraño que quieran vincular su figura con una agenda de género. Pero para una coalición conformada por hombres, una mujer puede ayudar a mostrarlos menos acartonados, anacrónicos y más conectados con las prioridades de la agenda pública”, señaló.
Por su parte, Juliana Hernández de la Torre, directora de Artemisas, celebró la postulación y dijo que significa mucho en términos de reconocimiento, además de fortalecer el discurso feminista que ya existe en algunas candidaturas de la CCE, pero que no han tenido suficiente visibilidad, por lo que una voz con autoridad como la de Betancourt puede hacer más eco. “Que entre al ruedo político es muy importante en una coalición con candidaturas que tienen agendas feministas y que entienden la necesidad de diferenciar la política desde cero. Y cambia el panorama electoral, porque mujeres que se sentían huérfanas tendrán un referente”.
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La nueva aspiración presidencial de Betancourt lleva un aire a la coalición de centro, pero ahora empieza una nueva lucha, que es conquistar y movilizar la porción del electorado que quiere a una mujer en la Casa de Nariño, a la vez que debe buscar cómo superar la imagen que tienen muchos de que es una política tradicional.
Veinte años después de la campaña en medio de la que fue secuestrada por las Farc, Ingrid Betancourt lanzó una nueva aspiración presidencial. Lo hará en representación de su partido, Verde Oxígeno, que en diciembre del año pasado revivió el Consejo Nacional Electoral (CNE) al otorgarle de nuevo personería jurídica. De esta forma, se configura como la única candidatura femenina de la Coalición Centro Esperanza (CCE), que durante meses recibió una lluvia de críticas por agrupar únicamente precandidaturas masculinas y de políticos tradicionales, por lo que esta nueva candidatura se puede tomar como la búsqueda de un impulso a la alianza de centro que, según las encuestas, aún no les hace el contrapeso suficiente a los que puntean en intención de voto.
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La postulación de Betancourt venía cocinándose hace un tiempo en las toldas de centro. Si bien tienen figuras como Angélica Lozano, Sandra Ortiz o Berenice Bedoya, no había entre sus precandidaturas presidenciales una figura femenina, clave para un proyecto que le apuesta a una transformación, a superar la polarización y, como su nombre lo indica, a darle una esperanza al país. Fue esa la razón que llevó a los demás miembros de la coalición (Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Humberto de la Calle) a motivar a Betancourt para una nueva aspiración, que tendrá una vez más como bandera la lucha contra la corrupción y, como novedad, la necesidad de feminizar la política.
Ya lo había reconocido esta semana De la Calle, cabeza de lista de la CCE al Senado. Durante la presentación de los candidatos para las legislativas, el exjefe negociador de La Habana calificó de “inaceptable” la baja presencia de mujeres en la coalición. “Lo reconocemos, pero lo estamos corrigiendo y tendrán sorpresas”. La sorpresa la reveló ayer Betancourt mediante una rueda de prensa, en la que destacó que la coalición requería presencia femenina y “una persona que hablara de otra manera”.
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“Yo llevo en el corazón a Colombia de una manera diferente, porque mi vida ha sido diferente. Es una trayectoria de dolor, pero también de esperanza y fe, que también han vivido millones de colombianos que, como yo, no se han dado por vencidos”, expresó en un discurso corto, en el que rememoró en varias ocasiones su pasado como rehén de las Farc. Vale recordar que el 23 de febrero de 2002, durante la campaña presidencial en la que resultó electo por primera vez Álvaro Uribe, en un desplazamiento a San Vicente del Caguán (municipio en el que Verde Oxígeno había ganado su única alcaldía), Ingrid Betancourt fue secuestrada por las Farc. La excongresista duró seis años y medio en poder de la hoy desmovilizada guerrilla.
Además de recordar episodios del cautiverio, también fue reiterativa en una agenda anticorrupción y feminista. Sin embargo, advirtió que no será un “feminismo intelectual o trasnochado”, sino que pondrá su aspiración al servicio de un cambio conjunto entre hombres y mujeres, que ahora tendrán una opción de centro, pues hasta el momento las únicas candidatas presidenciales femeninas eran Francia Márquez y Arelis Uriana, ambas en el Pacto Histórico, la coalición de izquierda. Pero según Betancourt, “esta es la coalición donde las mujeres vamos a encontrar el espacio para poder desarrollar un liderazgo para transformar este país”.
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Sobre la agenda anticorrupción, que protagonizó su discurso hace 20 años, enfatizó que su ingreso al sonajero presidencial es para “terminar lo que empecé”. “Vengo a reclamar los derechos de los 51 millones de colombianos que no encuentran justicia, porque vivimos en un país que garantiza la impunidad. Este sistema quiere que aceptemos nuestro destino, que es imposible salirnos de la corrupción, que esa es nuestra cultura, que así somos, que todos nos beneficiamos de la trampa y soborno, y quiere que nos volvamos cínicos, aprovechados, torcidos. No lo vamos a ser”, añadió.
Naturalmente, su aspiración fue aplaudida por sus compañeros de alianza, pero cuestionada por una parte de la opinión pública. Tras el anuncio, por lo menos en redes sociales, se produjeron cientos de comentarios contra la candidatura, pues muchos consideran que estuvo ausente por muchos años de la política nacional, a pesar de que en 2018 reapareció para apoyar a Gustavo Petro. Más allá de eso, el eje del debate será lo que pueda ofrecer Ingrid Betancourt en temas de género, que es una de las razones por las que su coalición le insistió para lanzarse a la arena electoral. Al respecto, Angélica Bernal, docente de ciencias políticas de la Universidad Tadeo, señaló que puede ser una apuesta equivocada, dado que no es un tema que haya sido parte de su agenda y que la mayoría de personas la identifican más por la lucha contra la corrupción y los temas ambientales.
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Por su parte, Juliana Hernández de la Torre, directora de Artemisas, celebró la postulación y dijo que significa mucho en términos de reconocimiento, además de fortalecer el discurso feminista que ya existe en algunas candidaturas de la CCE, pero que no han tenido suficiente visibilidad, por lo que una voz con autoridad como la de Betancourt puede hacer más eco. “Que entre al ruedo político es muy importante en una coalición con candidaturas que tienen agendas feministas y que entienden la necesidad de diferenciar la política desde cero. Y cambia el panorama electoral, porque mujeres que se sentían huérfanas tendrán un referente”.
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La nueva aspiración presidencial de Betancourt lleva un aire a la coalición de centro, pero ahora empieza una nueva lucha, que es conquistar y movilizar la porción del electorado que quiere a una mujer en la Casa de Nariño, a la vez que debe buscar cómo superar la imagen que tienen muchos de que es una política tradicional.