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El aspirante a la Presidencia Gustavo Petro calificó el martes de “chavista de derecha” al también candidato Iván Duque durante un acto político en el municipio de Chinú, Córdoba. Este reciente intento de reorientar las comparaciones entre Colombia y Venezuela hacia el exsenador uribista no ha sido la primera ni la única frase polarizada que se ha multiplicado en las campañas electorales de diferentes candidatos.
La tendencia de hacer política basándose en ataques a los demás y no en propuestas propias ha empañado la dirección de las distintas candidaturas presidenciales de este año. Esto representa claramente un riesgo para los electores, quienes terminan decidiendo votar no por el que más se acerque a su ideología e intereses, sino por quien más aleje del panorama a quien no quieren en el poder.
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Según Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral, el panorama del momento está llevando a dos cosas: “primero, a la falta de información real, sólida y con argumentos, tanto cuantitativa como cualitativa, que hace que la ciudadanía se quede únicamente con titulares, frases y sentencias que pueden terminar disminuyendo considerablemente su capacidad de tomar una decisión consciente y responsable”.
“Segundo, a que la violencia y la polarización se haya trasladado de las redes sociales a la plaza pública, haciendo que el riesgo electoral de estas elecciones no recaiga en actores armados, sino en gestos de intolerancia basados en la negación del contrario, no solo simbólica sino también vital”, declara Barrios. Casos se han visto, como el ataque que recibió Petro en Cúcuta o los ataques con palos y restos de basura que obtuvo ‘Timochenko’ en Armenia.
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Pareciera que en Colombia es más fácil unir por miedo y odio que generar un encuentro por visiones comunes. Esto, entonces, no solo habla de las estrategias de los políticos, sino también de la misma ciudadanía. Para Barrios, no es más que un reflejo de la “baja calidad de la democracia y la poca comprensión de los procesos políticos”, además de la casi nula “capacidad de diálogo y debate”, tanto entre candidatos, como entre sus seguidores.
“¿Qué es ‘castrochavista? Uno le dice al otro ‘castrochavista’ de izquierda y el otro le responde diciéndole ‘castrochavista’ de derecha, pero nadie sabe eso qué es. ¿De qué política pública están hablando? Solo se están señalando con un adjetivo que suena a insulto pero que no tiene contenido”, declara la directora de la MOE.
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Por esta razón, cuenta Barrios, dicha entidad, junto con la Pastoral Social, avanzará próximamente en un acuerdo entre candidatos que los rete a exponer sus propuestas de reconciliación y tolerancia de cara al proceso electoral y a una posible elección. “El que quede elegido, en últimas, tendrá que gobernar para todo un país, no para la mitad que lo apoya. Esto significa que tiene una cantidad de heridas que hay que sanar”, asegura, pues, aunque parezca posible hacer campaña desde el odio y el miedo, gobernar desde allí no lo es.