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El senador Juan Diego Gómez se ha convertido en una de las fichas fuertes del Partido Conservador en Antioquia. Ha hecho toda la carrera desde el nivel regional para llegar al legislativo nacional. Entre 2004 y 2010 estuvo en la Asamblea de Antioquia. Luego, en 2010, pasó a la Cámara de Representantes por dicho departamento y desde el 2014 hasta hoy ha ocupado una curul en el Senado.
En todo este tiempo ha tomado cada vez más relevancia en su partido, llegando a ser una de sus fichas más relevantes. Esto se demuestra que apenas hace un año fue nombrado presidente de la Comisión Segunda y pasa de indmediato a ser el presidente de todo el Senado, siendo el primer presidente antioqueño de esta corporación en 20 años. Además, su nombre ya viene sonando para ser la ficha de los conservadores en su intento por ganar la gobernación de Antiquia, pues ya es seguro que no vuelve al Senado para el periodo 2022-2026.
Aunque es una ficha que ha tomado cada vez más reconocimiento y se viene posicionando en su departamento, el nuevo presidente no ha estado libre de controversia. En los últimos días se han conocido denuncias en contra suya y de su familia por supuestas irregularidades con algunos predios y también ha sido señalado de haber hecho uso de jugaditas para bloquear el acuerdo de Escazú.
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Tras su designación como presidente del Senado, Juan Diego Gómez tuvo su primera entrevista con El Espectado en esta dignidad. En este diálogo tuvo la oportunidad de hablar del panorama para este último año legislativo, las caracterísiticas que tendrá su presidencia, sus aspiraciones tras salir del Congreso y de los varios señalamientos que recaen en su contra.
¿Cuáles son los temas que debe centrarse la última legislatura del Senado?
El primero de ellos es que se trata del último año del gobierno del presidente Iván Duque, el presidente más joven de los últimos años, este debe ser el año de los jóvenes de la mano del Congreso. Necesitamos una legislación amigable. Necesitamos trabajar con ese programa de matrícula cero, que es un gran anuncio pero que no es suficiente con un solo semestre por lo que debe articular ese programa con temas de emprendimiento y autoempleo, acceso al crédito, capacitaciones, acompañamiento, certificaciones de plataformas e-commerce y un sistema tributario amigable para compañías formadas por jóvenes entre los 18 y 35 años. Muchos elementos que deben ser la legislatura de los colombianos.
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Otro elemento es que por el Congreso votaron más de 17 millones y eso nos da la legitimidad suficiente para que este Congreso sea el del diálogo social, la legitimidad y el respeto, a través de esto construir una agenda para retomar el camino de la reconciliación en Colombia. El tercer punto es la agenda ambiental. Ahí están temas como la protección de la gasolina, la adaptación al cambio climático y destrabar los recursos que se encuentra atrapados por procedimientos administrativos del impuesto al carbono para dirigir en dos estrategias: esquema de pago por servicios ambientales, un gran proyecto del gobierno, y un cumplimiento a la meta de las 180.000 hectáreas de reforestación que planteó el presidente.
Usted habla de los jóvenes y sus conquistas. Se supone que este 20 de julio se reanudan las actividades del paro, ¿cómo hará acercamientos con estos? ¿Cuáles son esos proyectos que deben ser abanderados por el Senado para responder al estallido social?
El paro como paro no es una realidad. Yo no siento que haya aquí una agenda del paro. Creo que hay una agenda de los jóvenes, de los indígenas, de los transportadores, de los comerciantes. Hay muchas agendas que se están juntando y que necesariamente tienen que articularse para encontrar ese camino de reconciliación. Entonces no hablaría de un proyecto. Hablaría más de abrir ese debate democrático y respetuoso para que desde el Congreso eliminemos las vías de hecho, la violencia, la anarquía, eso no es propio de una democracia. En cambio, invitaría a los jóvenes para que se lancen al Concejo de la Juventud en noviembre y que se preparen para que puedan venir al Congreso con su energía, con su entusiasmo y su creatividad. A hacer aportes, legislar y hacer el Congreso la tierra fértil que necesita Colombia.
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Actualmente está cursando en el Congreso una propuesta para bajar la edad para llegar al Congreso y se pueda desde los 18 años. ¿Cree que debe darse trámite a esta propuesta?
No, es que ya pueden porque los jóvenes están entre los 18 y 35 años. Lo que pasa es que uno no puede llegar a hacer una maestría sin terminar la primaria, o la carrera universitaria sin terminar el bachillerato. Todo en la vida tiene un procedimiento. Podríamos abrir unas curules obligadas para los jóvenes, pero eso no va a transformar al país. Al país lo transforma la conciencia, la formación, la democracia, la idea concreta y sensata, que se construya a través de las realidades de los jóvenes nativos digitales. Son jóvenes que han tenido grande conquistas que queremos que participen, pero con las reglas que ya hay. Buscar mover esa edad pude resultar atractivo por populismo pero no resuelve el problema.
Hablando de esa agenda del último año, ¿habló con el Ejecutivo sobre los proyectos que quieren llevar?
No, el presidente no se ha expresado pero por lo que se siente uno sabe que lo primero es la reforma tributaria para la inversión social, segundo la transformación y modernización de la Policía y el estatuto disciplinario de la misma. Tercero, buscar y revisar los mecanismos sobre los que se está trabajando con la mujer, con los jóvenes, también cómo trabajar la agenda ambiental. También hay que garantizarle a las víctimas que vamos a continuar con el derecho inalienable de verdad, justicia, reparación y no repetición. Más allá de agendas que se planteen al Congreso, lo que queremos es ver cómo las fusionamos y el Congreso se acerca a los ciudadanos y aporta al debate democrático. Porque aquí tenemos la representación de todas las regiones del país, la representación de más de 17 millones de colombianos, que nos legitiman porque son casi los mismos que votaron por Iván Duque y Gustavo Petro, que fue el segundo y que hoy hace parte del Congreso. Es un congreso del que queremos que se hable y genere noticia, pero por el compromiso y el trabajo con las comunidades.
Uno de los temas que debe debatirse es la reforma tributaria, ¿cree que el Congreso sí va a darse a ese trabajo en año electoral?
Creo que si no la saca adelante le va a costar más. Le va a costar más a los ciudadanos que se manifiestan en las calles. Es que esa reforma tributaria cuenta con elementos con tres puntos ideales para el momento histórico de nuestro país. El primero de ellos es que no toco a la clase media y a la clase trabajadora. Es decir que no se tocan a las personas naturales en la reforma tributaria. El segundo es que no se mueve la base del IVA. Es decir, quién está tributando hoy con el IVA lo va a seguir haciendo después de la reforma. El tercero es que se obtiene la financiación para los programas sociales. De manera que si lo enfocamos abiertamente, con una visión constructiva y esperanzadora, tenemos que decir que es una reforma tributaria que recaerá en los que tienen para pagarla. Es una iniciativa de la Andi la que se termina acogiendo por el gobierno y es una reforma tributaria para ampliar el PAEF, Matrícula cero e Ingreso Solidario. Es una reforma en la que pagan los que más tienen para acompañar a los que menos posibilidades tienen en el país. Es una forma de ir resolviendo problemas de de equidad.
Ya son dos legislaturas las que han tenido que enfrentar la pandemia, ¿el Congreso ha estado a la altura de este reto?
Claro que sí, siento que el Congreso aumentó la productividad, la virtualidad es producto de que el mundo cambió y tenemos que trabajar en ese sentido como lo hicieron Lidio García y Arturo Char, sino que adicionalmente tenemos que recibir esa experiencia y convertirlo en un potencial. Tenemos que reformar la ley quinta para crear una plataforma que permita que los ciudadanos participen de manera activa en la elaboración de los proyectos de ley y en los debates de control político. Y una plataforma digital que nos permita trabajar de una manera más productiva, a la altura de los Congresos más importantes del mundo.
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¿Presencialidad, virtualidad o sistema mixto?
Vamos por la presencialidad. Si hoy la gente está yendo a trabajar de manera presencial y también a los restaurantes, a los centros comerciales, a rumbear y el Ejecutivo ha dicho que se debe volver a la presencialidad, el Congreso no tiene ningún pretexto. Esto no merece mayor discusión, entendiendo que hay algunos que por razones médicas deben ser excusados. Pero la regla general es la presencialidad.
Una de las críticas es que durante la virtualidad se convirtieron en el notario del Gobierno, ¿ha sido así?
De ninguna manera. Lo que creo es que la pandemia ha cambiado las cosas. Lamentablemente hemos caído en unas dificultades que el tema del encierro de los confinamientos hizo que la gente se conectara más a las redes sociales y se utilizara más estos canales. Esto hizo que algunos sectores políticos aprovechen el inconformismo, la crisis económica, la pérdida de empleo y otras dificultades para enardecer los ánimos de la gente y eso si no se maneja bien puede terminar llegar a una forma no democrática de la tiranía del populismo, lo que llamamos un gobierno de la minorías. La democracia en Colombia no está en discusión. Tenemos una constitución y un ordenamiento jurídico definido y con un régimen democrático donde se toman las decisiones por mayorías y si no se tienen la mayorías, pues no se pueden imponer. Las vías de hecho, la anarquía y la violencia no son el camino en la democracia colombiana.
Las encuestas demuestran que la imagen del Congreso está por el piso, ¿cómo recuperar esa confianza?
Si tuviera esa respuesta, me dedicaría a asesorar congresos en el mundo. Esto le pasa a todos los congresos. Esto no es extraño, es común en el mundo. Lo que yo haré es una presidencia que se acerca a los ciudadanos, porque está comprometida con el diálogo social y hará un Congreso comprometido con la reconciliación de Colombia, para que nuevamente sea un congreso admirable. Tratar de rescatar al Congreso de su mala imagen sería una batalla perdida pero lo que podemos hacer es comunciar con intensidad lo que hace el Congreso en la regiones con los alcaldes, gobernadores y lo que hace para mantener los programas sociales. Adicionalmente ser un Congreso amigable con los ciudadanos en las calles.
Habla de hacer el Congreso más cercano, ¿cómo sacará al Congreso del capitolio y lo hará sentir de las regiones?
Les tengo la solución: vamos a iniciar 32 foros regionales con distintos actores, con una agenda de las personas que se manifiestan, una agenda de empresarios y comerciantes y una agenda de actores públicos para sentar las bases de la Colombia de los próximos 20 años. Que podamos desde ahí encontrar y entender los reclamos de la ciudadanía. Porque, como decía, unas se manifiestan en el Cauca, otras en la Guajira, unas en Medellín y otras en Bogotá y cuando uno revisa los reclamos se da cuenta que es una lista de 600 solicitudes y esto no es posible, no va a pasar. En cambio, si encontramos que hay temas en común por mejorar se pueden incluir en proyectos de ley que pueden ser parte de la agenda del gobierno y de la agenda legislativa y así lo intentaríamos mejorar. Más allá de eso hay que buscar ese diálogo y trabajar en la gobernanza de la escucha. Y permitir que a través de esto se haga un proceso de concertación para la construcción de los temas importantes de las regiones.
Desde el comité del paro se ha hablado de radicar proyectos para que su agenda llegue al legislativo, ¿apoyará estos esfuerzos?
Lo primero que hay que decir es que el Comité del Paro no tiene iniciativa legislativa, esa agenda que tienen que presentar deber ser acompañada por los congresistas. Aspiro a hacer una presidencia abierta al diálogo y a la comunicación con todos los sectores. Y, si sus propuestas se hacen a través de argumentos, en el marco del respeto y la desactivación del lenguaje de odios, estamos completamente abiertos a construir con la propuestas de esa agenda. Colombia, ante tanta desigualdad, necesita una mirada generosa desde el Congreso y los partidos políticos. Ese debe ser nuestro principal reto.
Se le ha señalado de bloquear el acuerdo de Escazú con una jugadita. ¿Es así? ¿Qué garantías tendría la oposición con usted con estos antecedentes?
Lo que tengo que decir es que en mi gestión pública nunca he tenido que recurrir a las jugaditas. Soy un hombre directo y de frente. Cuando tengo un tema pues argumento mis ideas y las defiendo con vehemencia. Sobre Escazú hay jóvenes, sobre todo dos representantes a la Cámara, muy inexpertos y sin ningún tipo de conocimiento del Congreso sobre tratados internacionales. No voy a entrar mencionarlos porque es una pelea que no es conmigo porque soy un hombre ambientalista, tengo un movimiento ciudadano, conservadores de vida, en el que trabajamos de la manos con el representante Nicolás Echeverry y el senador Juan Carlos García. Tenemos agenda ambiental y siempre está en nuestro trabajo. Por eso sabemos que Colombia necesita un mecanismo de protección de líderes ambientales. Los sectores económicos y políticos estaremos más conscientes de la necesidad de ratificar el tratado de Escazú y por eso vamos a insistir en su discusión. Es que algunos tienen que entender que las buenas maneras hacen parte del debate democrático. El debate debe hacerse con respeto y no con amenazas como ocurrió en redes sociales en contra mío.
¿Y sobre las garantías a la oposición?
Tengo la experiencia de que fui presidente de la Comisión Segunda y tengo una formación hacia la democracia que me lleva a respetar la diferencia y las ideas distintas, por la divergencia. Ahí se enriquece el debate político. Así uno defienda sus ideas con vehemencia, siento que cuando existe el respeto, la democracia construye y permite generar consensos.
¿Cuál será el estilo con el que recordarán su presidencia?
Yo aspiro que nos recuerden con dejar un Congreso moderno y digital. Que nos recuerden con un congreso en el que impere el respeto y la desactivación del lenguaje de odios y donde se vuelva a hacer gala de la diplomacia en la política. Creo que esos debates a grito herido, como si el Congreso fuera una plaza de mercado, no aportan nada a la democracia. Es un mal ejemplo para los ciudadanos y espero que retomemos el rumbo.
Una de las críticas es que se ha desatendido el control político, ¿lo hará uno de sus temas?
Claro. Una de las primeras cosas que haré es reunirme con las bancadas para definir dos elementos del debate político. Uno de ellos es la priorización de unos proyectos por cada partido, algunos de ellos que hagan parte de la agenda electoral de eso partidos, por ejemplo los partidos pequeños, los partidos provida, y los partidos cristianos. En segundo lugar, a través de las reuniones de voceros definiremos la agenda de debates de control político. Asignando las fechas, por lo menos las del primer semestre de la legislatura.
¿Cómo va a trabajar con las bancadas en este momento de alta polarización y que justo viene el proceso electoral que puede avivar aún más estos choques?
Nos toca hacer un gran esfuerzo, pero no solo en la presidencia sino en todas las bancadas, de los voceros y todos los partidos. La invitación es que hagamos un gran pacto por la transparencia, la modernización y el respeto. Dentro de ese gran pacto debemos tener tareas. Evitar la polarización, eliminar la violencia y el lenguaje de odio. Eliminar las vías de hecho y buscar que ese debate se pueda dar en los mejores términos. Aunque es cierto que esto aumenta cada día, en el año electoral esto tendería a crecer de una manera desmedida. Haríamos del congreso un campo de batalla y eso no es lo que queremos.
Sobre el año electoral se dice que no se legisla, que todos están dedicados a las campañas y que la inasistencia es lo que reina, ¿cómo hará para que esto no sea así y se trabaje?
Vuelvo a mi respuesta anterior. Tenemos un momento histórico excepcional. Nunca antes se había iniciado una legislatura en un momento político, social y económico tan tenso. Creo que la responsabilidad y el reto está con los congresistas. No le podemos fallar a Colombia. Tenemos que cerrar este año con broche de oro y construir las naves para lo que será los próximos años en el país. La pandemia nos hizo una gran afectación y la crisis económica nos tiene afectados y esto lo hemos visto en las calles en las últimas semanas. Si el camino que lleva el país no lo corregimos desde el Congreso, nuestros problemas van a aumentar.
¿Planteará un cronograma especial o hará algunas concesiones para conciliar las campañas y las sesiones?
Vamos a buscar todos los mecanismo necesarios para que el Congreso tenga la misma efectividad y productividad que en los demás años. Así haya que mover las sesiones de un día para otro o tengamos que hacer acuerdos con las bancadas para sesionar intensamente algunos días y liberar otros para que la gente pueda ir a las regiones y hacer sus campañas. Lo que no podemos rebajar son los temas y la agenda del Congreso. Tenemos que ser un Congreso respetable y comprometido con la agenda del país.
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¿Volverá al Congreso al próximo año o su intención será aspirar a la gobernación de Antioquia?
No tengo interés en volver al Congreso, creo que terminar el paso por el Congreso como presidente de este es un enorme honor y responsabilidad. Creo que por mis dolencias de salud, que tuve recientemente y por muchas otras razones de carácter personal no me gustaría volver al Congreso. Sobre una posible aspiración a la gobernación, siempre se ha especulado sobre ese asunto y es algo que hemos pensado pero todavía no hemos tomado una decisión.
No es normal que un congresista ocupe tan seguido dignidades tan importantes como la presidencia de la Comisión Segunda y ahora la presidencia del Senado. ¿Eso no demuestra que usted es una de las piezas más fuertes del partido?
No, yo creo que todo esto hace parte del ejercicio político y del día a día. Cada legislatura y periodo constitucional es diferente y el desarrollo de los senadores señalan algunas rutas y caminos. Esa es la gran coincidencia y una gran responsabilidad. La emoción que me produce tener esta oportunidad es porque claramente Dios y la vida nos ha puesto en este camino.
¿Cómo ve a su partido para 2022?
Tenemos dificultades como todos los partidos. Pero de todos estos, creería que los tradicionales (liberal y conservador) son los que menos problemas van a tener. Hay más posibilidad de encontrar un nicho en el que podamos trabajar. Todos los días le he insistido a mi partido que nuestra agenda deben ser los jóvenes, el medioambiente y lo digital. En eso como partido nos hemos quedado atrás.
Algunos medios han publicado procesos contra usted y miembros de su familia por predios y señalan que su respuesta fue el acoso judicial. ¿No eso siembra dudas en su presidencia?
De ninguna manera. En ese tema tengo que ser muy sincero. Hay un medio que habla de denuncias en mi contra. Pero a mí me da pena pero las denuncias deben tener una autoridad competente que conozca de ellas, un radicado, unas condiciones, pero no puede ser la denuncia de que un ciudadano se paró en la mitad de la nada con un periodista amigo y publicaron una historia. Una denuncia es una denuncia y más si se trata de un funcionario público. Hay que salir a dar la cara. Aunque tengo que decir que sí hay una denuncia en contra de mi padre que murió con una condena por fraude procesal de 8 años, con detención domiciliaria. Murió a partir de eso, porque cuando lo condenaron se enfermó de un cáncer y luego falleció. Fue el peor momento de mi vida. Pero es un caso de responsabilidad penal individual, en el que no tuve que ver. Lamentable, pero en mi contra o contra mi esposa no existe ningún tipo de denuncia. Y sobre el famoso acoso judicial es que se solicitó a través de mi apoderado que hicieran la rectificación o se entregaran las pruebas. Eso no es acoso, es un cruce de comunicaciones a una iniciativa que tuvieron ellos, además.