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Recientemente en Nueva York, durante la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una instancia que rara vez está de acuerdo unánimemente, se ratificó –como lo ha hecho cada tres meses durante todo este tiempo– el apoyo a la implementación del Acuerdo de Paz por parte del Gobierno de Colombia. En esta oportunidad, el delegado-embajador del Reino Unido, James Kariuki, recordó que, en contraste con el nuestro, 50 % de los procesos de paz en el mundo han fracasado durante los primeros cinco años, lo cual demuestra qué tan complejo resulta en esos primeros tiempos articular, planificar y ejecutar las acciones necesarias para que esa aspiración de paz, fundamental para toda sociedad, tenga éxito y erradique las violencias del pasado.
Para lo que viene, recordemos que aquí los períodos presidenciales son de cuatro años y, ciertamente, un país completo no se transforma en un cuatrienio. Pensemos que, al intentarlo así en el pasado, tantos ensayos han fracasado por falta de tiempo y continuidad. Ahora en Colombia, a través de la política de Paz con Legalidad del gobierno del presidente Iván Duque, hemos sentado los cimientos para construir sobre lo ya construido, con avance en todas las 516 obligaciones consignadas en el Acuerdo, que requerían compromiso político, planeación seria, financiación y ejecutorias, en un proceso que debe darse en aproximadamente 15 años.
Vea todo el especial de los cinco años de la firma del acuerdo de paz
Ciertamente, los progresos en el territorio, plasmados en testimonios de campesinos que soportaron por décadas frustraciones, la planeación seria que hemos asumido y las voces de la comunidad internacional que se han escuchado por estos días, nos señalan que vamos por el camino correcto en la consolidación de la paz. En Turbaco, Bolívar, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, se declaraba impresionado por la forma como se está conduciendo el proceso de paz con legalidad y señalaba que le habíamos regresado su fe en la condición humana: “Colombia está haciendo un gran esfuerzo por construir una paz sólida y duradera”, dijo a los periodistas.
Igualmente, en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores se protocolizó recientemente la extensión del mandato a la Mapp-OEA, que supervisa los procesos de paz. Y el jefe de la Misión, Roberto Menéndez, afirmó ante el auditorio que “es el momento de reconocer los logros alcanzados en este país para construir sobre lo construido y resolver las amenazas que aún subsisten, porque así la paz no es una opción sino un imperativo”. Por su parte, el embajador de los Países Bajos en nuestro país, Ernest Noorman, quien también ejerció funciones diplomáticas en Afganistán, concedió un reportaje en el que sostuvo sin ambages que “a nivel internacional, el Acuerdo en Colombia es un éxito porque, después de 50 años de guerra, un proceso es difícil, porque si fuera fácil, no habría habido una guerra de tantos años”.
Y para la saliente embajadora de la Unión Europea, Patricia Llombart, quien ha conocido casi todo lo que se necesita sobre guerra y reconstrucción, “el caso de la implementación en Colombia no sólo es un ejemplo, sino inspiración para el mundo”. Bien lo decía el presidente Duque en Bogotá durante una reunión de Prosur, organismo que integran varios países latinoamericanos para mejorar escenarios económicos y consolidar sus democracias: “En estos tres años de gobierno hemos podido hacer la transición hacia una consolidación, con políticas públicas de largo plazo”.
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Para que ahora sí lo logremos, como país es determinante que se trabaje a partir de los progresos que tenemos y que no se les desconozca. Si pretendiéramos empezar de cero otra vez, habríamos perdido esta oportunidad que es única. Se puede hablar hoy, por ejemplo, de la prórroga de la Ley de Víctimas, sus 16 curules y 31 reparaciones colectivas a comunidades golpeadas por la violencia, 28 de las cuales se consolidaron en estos tres años. Haber salvado que no se terminara el apoyo a los más de 13 mil excombatientes de la antigua guerrilla de las Farc, siendo que los beneficios terminaban en agosto de 2019, pasando ahora a tener una Hoja de Ruta de Reincorporación para todo el tiempo que sea preciso para asegurar su sostenibilidad económica, salud, pensión, educación, respaldo a sus proyectos productivos y emprendimientos, además de acceso a vivienda.
También existe el rescate de un programa de sustitución de cultivos gracias a que se han invertido más de $1,8 billones en tres años para que 100 mil familias, unos 400 mil colombianos, se mantengan alejados del cultivo de hoja de coca que determinó su tristeza durante décadas. Tenemos 14 Planes que hacían falta para completar los 16 Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y garantizamos la inversión de $9,5 billones en esos 170 municipios donde residen casi siete millones de colombianos, Esa cifra es más del 70 % del costo de la primera línea del metro de Bogotá, que debe pagarse en 40 años. Además, ahora sí contamos con los 16 Planes Nacionales Sectoriales que permiten proyectar y ejecutar el colosal trabajo de llevar a la ruralidad las vías, la salud, la educación, los sistemas de riego, la actualización catastral para facilitar el acceso a tierras y otras acciones que impulsan el Desarrollo Rural Integral.
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En todos los frentes hay espacio para mejorar. No hemos sido ni somos indiferentes respecto de las acciones criminales contra los excombatientes, que son atacados por los narcotraficantes, los disidentes y los promotores de economías ilegales. El objetivo es que haya cero agresiones, cero muertes de quienes dieron el paso a la legalidad. Con herramientas como el Plan Estratégico de Seguridad y Protección y otras más de 50 medidas, trabajamos con la Fuerza Pública y todas las entidades del Estado para frenar la acción criminal de esos enemigos de toda la sociedad mundial. Pero es clave aprovechar esta oportunidad y que el próximo gobierno, y uno más, construyan sobre lo ya construido. Que impulsen lo que haya que impulsar y, obvio, mejoren lo que sea susceptible de mejorar, pero en cualquier caso, trabajar a partir de todo lo logrado, debe ser una decisión de país.
Para lograr la verdadera trasformación, una vez firmado un acuerdo de paz, este se debe ejecutar en varios lustros. No es solo planear, financiar, invertir y ejecutar como lo hemos hecho ya. Debemos mantenernos en el camino. Hay que persistir en las rutas que estamos dejando, serias, detalladas y técnicamente escritas. Por ello, sin distingo de color político, opinión, credo o tendencia, todos debemos decir “no” a quienes, en el fervor de los albores de las campañas electorales, como herramienta para generar votos o desdibujar a posibles contrincantes, nieguen lo que se ha avanzado y pretendan, o no hacer nada más o no continuar a partir de lo logrado o, lo que es lo mismo, fingir que no hay nada y empezar de nuevo. Esas serían rutas equivocadas, frente a una responsabilidad histórica en un momento que no volverá a darse. La única opción es Construir sobre lo ya construido.
*Consejero presidencial para la Estabilización y la Consolidación.