“Queremos democracia para Venezuela”: vicecanciller Jorge Rojas
De acuerdo con el nuevo vicecanciller, Jorge Rojas –muy cercano al presidente Gustavo Petro–, Colombia propuso mecanismos de diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición para garantizar que se respeten los resultados de las elecciones del 28 de julio. También habló de la situación fronteriza con Panamá y del buen momento de la relación con Estados Unidos.
María José Barrios Figueroa
¿Qué está haciendo Colombia frente al cuestionado proceso electoral en Venezuela?
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¿Qué está haciendo Colombia frente al cuestionado proceso electoral en Venezuela?
Queremos tener buenas relaciones con todos los países vecinos, con fronteras terrestres y marítimas. Y dentro de los países vecinos, obviamente, hay una prioridad que se llama Venezuela. El presidente Petro le apostó a otro modelo, a reabrir las fronteras y restablecer las relaciones y volver a abrir los consulados. No ha sido un proceso fácil, pero vamos en el sentido positivo. Y también hay una apuesta política, porque romper relaciones con Venezuela fue un fracaso.
Pero, vicecanciller, ¿qué se está haciendo?
Queremos demostrar que restablecer las relaciones tiene que ser un éxito, y eso todavía lo tenemos que equilibrar. Queremos democracia para Venezuela, queremos derechos humanos en Venezuela, queremos a Venezuela en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, queremos respeto por el Gobierno y queremos que ese respeto también se transmita eliminando bloqueos y sanciones que no ayudan a construir democracia ni a estabilizar la economía del vecino país. Pero también queremos que haya respeto del Gobierno a la oposición y que sea la democracia la que resuelva la crisis, y no cualquier otro intento distinto y mucho menos la violencia. Queremos la paz en Venezuela.
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¿Ya hay diálogos para eso?
Por eso hemos ayudado a construir el diálogo en México, en Barbados, en los escenarios internacionales y por eso estamos trabajando para que haya un acuerdo de todos los sectores para que respeten los resultados electorales y, gane quien gane, haya garantías para quien ejerza el Gobierno y para quien pierda y ejerza la oposición. Es lo normal y básico de la democracia. Venezuela siempre está en el corazón de Colombia.
¿Cuáles son concretamente los compromisos que quieren desde Venezuela?
Tenemos una experiencia y paradójicamente a pesar de tener tanta experiencia tenemos muchos problemas que no hemos resuelto. Pero yo creo que los presidentes Petro y (Nicolás) Maduro, que conversan, han hecho un gran esfuerzo y esperamos que esto fluya, que salga bien para Venezuela, lo cual significaría un gran alivio para Colombia y una gran noticia para la región. Hablamos con Estados Unidos, con la Unión Europea, con el Gobierno, con la oposición, con la sociedad civil, con los organismos internacionales buscando acuerdos. Parece romántico, pero es un ejercicio de diplomacia en el cual vamos a persistir.
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La migración es otro asunto caliente. ¿Qué pasó con la decisión de Panamá de cerrar el Darién?
Tenemos un problema que no es sólo de Colombia, y no es sólo de Panamá. Es un problema regional. Aquí no se trata de decir que Colombia o Panamá tienen la culpa, porque lo que queremos es juntarnos con Panamá y con Estados Unidos, que tiene que ver con el asunto, en una comisión tripartita para buscar soluciones que sabemos son difíciles.
¿Y qué se está haciendo?
A mí me preocupa mucho ese flujo migratorio. Hemos identificado 25 nuevas nacionalidades de personas que están intentando pasar por el Darién. Es una prueba global que afecta a África, Asia, América Latina, que por supuesto genera fricciones de todo tipo, violaciones de derechos humanos, ilegalidad, tráfico, trata. Tenemos que hacer un esfuerzo global. Otra vez estamos en diálogo con la Cancillería de Panamá, y los presidentes hablaron del asunto, porque queremos dar un tratamiento humanitario, político, de derechos para la gente; pero, sobre todo, tenemos que pensar qué es lo que mueve a la gente.
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¿Qué posición tiene Colombia sobre la decisión de Panamá de buscar el cierre del Darién?
Es que el tapón del Darién no lo cierran con un decreto, no es posible. Hay unos cuatro puntos fronterizos que de manera irregular e ilegal permiten el paso. Y hasta donde podemos regular y ordenar, lo queremos hacer de manera concertada. Los migrantes son personas y tienen derechos, los países también tienen una visión de soberanía, la locomoción y la movilidad humana también son un derecho, por lo que tenemos que equilibrar todo esto. Pero los problemas no se resuelven echando de aquí a la gente para allá y lavándose las manos, o cerrando el paso para que no entren personas a Colombia, o poniendo un muro en la frontera con Estados Unidos. La realidad nos lleva a pensar soluciones más innovadoras, pero siempre basadas en el diálogo y la concertación.
¿Las relaciones con Perú siguen frías?
Queremos restablecer nuestro diálogo con Perú, y se han hecho esfuerzos aquí en la Cancillería. Los estamos retomando, pero tuvimos una dificultad recientemente en Leticia y ya estamos superándolo por la vía diplomática, dialogando con la Cancillería del Perú.
¿Cómo encontró la Cancillería?
Mi impresión es que se nos ha desdibujado mucho esta institucionalidad centenaria que es la Cancillería colombiana, que ha tenido unos niveles muy altos de respeto, de reconocimiento y de legitimidad. Tenemos que fortalecer la legitimidad de la Cancillería para que haya una voz dentro del Estado para la política exterior y que sea una voz potente de Colombia frente al mundo. Lo primero que hay que hacer es fortalecer por dentro la casa, que no debería llamarse más Palacio de San Carlos. Ya después adentramos en una segunda fase, que son las fronteras. Eso va desde el Plan Nacional de Desarrollo hasta las relaciones con países vecinos, pero también con el acuerdo de paz. Hay diálogos que se están haciendo con algunos grupos e incluyen el desarrollo fronterizo.
¿Por qué se ha perdido la legitimidad?
Yo no quisiera decir que se ha perdido. Pero tenemos que potenciar esa legitimidad, porque ahora las relaciones internacionales que están en cabeza de la Cancillería institucionalmente se pueden diluir un poco porque la realidad global obliga a que los ministerios tengan relaciones con todo el mundo, al igual que los alcaldes y los gobernadores. Y esto lo queremos fortalecer, articular, para que hacia afuera se sienta que hay una Cancillería que tiene una carrera diplomática que hay que valorarla en toda su dimensión.
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Los sindicatos de la Cancillería son muy críticos con varios nombramientos diplomáticos…
El Canciller ha sido muy prudente en este asunto, ha hecho un llamado para avanzar en una suerte de democratización de la carrera diplomática, pero estamos buscando el equilibrio.
Sebastián Guanumen (Chile) y Moisés Ninco (México) son algunos de esos nombres polémicos. ¿Qué pasará con estos nombramientos?
El presidente ha intentado tener una representación diplomática internacional que va desde la derecha hasta la izquierda, pasando por sectores que nunca habían tenido una posibilidad, como los pueblos indígenas, afrodescendientes. Eso también se soporta en la carrera diplomática. Ahora, los nombramientos los hace el presidente, quien tiene una visión con la que quiere ser disruptivo para poner un mensaje en torno a que los jóvenes pueden, las mujeres pueden, los afro pueden, los indígenas también. Obviamente, hay denuncias, pero los sindicatos nos ayudan a construir este modelo y tienen que ser críticos; no queremos sindicatos obsecuentes con el Gobierno.
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¿Cómo está el diálogo con Estados Unidos justo ahora que ese país está en elecciones?
El canciller también ha sido muy claro en que Colombia no tomará una posición con respecto a las elecciones. Y tenemos dificultades, sí, pero esa visión de política a partir del bipartidismo, reconociendo el diálogo con todos los congresistas de Estados Unidos y obviamente con el Gobierno, con esa nueva visión que se está construyendo sobre drogas, migración y crisis climática, nos tienen en un momento muy horizontal de las relaciones con Estados Unidos. No es una imposición, sino una acción horizontal que todavía tiene que fortalecerse más. Creo que la designación de Daniel García Peña nos va a ayudar mucho a fortalecer en estos próximos dos años esa relación.
Pero hay riesgo de que reduzcan los presupuestos de ayuda para Colombia…
Estados Unidos tiene una buena relación con Colombia y tenemos suficientes amigos como para garantizar que eso siga. Y no es solo la ayuda económica, esto va mucho más allá. Si lográramos cambio de deuda por acción climática, como se lo propuso el presidente Petro al presidente Biden, no necesitamos apoyo ni lo que llaman ayuda. Con eso podemos potenciar mucho a Colombia, evitar tantas migraciones y consolidar una relación desde una perspectiva distinta.
¿Cómo entra la Cancillería en el llamado plan de choque para la implementación del Acuerdo de Paz?
La implementación del acuerdo es una responsabilidad, es una obligación. Los acuerdos no se firman para ver si se cumplen o no. Se firman y se cumplen. Y para eso está la comunidad internacional. Queremos hacer un ejercicio de revitalizar el acuerdo. El presidente acaba de proponer un modelo de fast track en función de potenciar el acuerdo. Vamos por un buen camino en esta visión. Pero necesitamos ampliar el proceso de paz, porque no solo son las FARC, también está el ELN con el que avanzamos con el cese al fuego; hay dificultades, pero se mantiene. Y ahora con la Segunda Marquetalia y con el Estado Mayor Central, por lo que encontramos apoyo de todos los países. Colombia hace un gran esfuerzo y creo que la persistencia va a tener un buen resultado.
¿Cómo va la financiación para la implementación del Acuerdo de Paz desde lo internacional?
Lo más importante es el llamado que se ha hecho desde Ginebra, desde Naciones Unidas, para ampliar la financiación. Es importante la financiación, pero lo que tenemos que hacer es organizar desde adentro el presupuesto, aún con todas las limitaciones, para profundizar el Acuerdo de Paz. Nos interesa mucho el apoyo político internacional, apreciamos la cooperación financiera internacional, pero tenemos que hacer un esfuerzo como país para poder cumplir con el Acuerdo; ya es también responsabilidad nuestra. Si logramos avanzar con la economía como se ha propuesto, vamos a tener posibilidades de responder a las necesidades que plantea el Acuerdo.
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