Así fue la semana más convulsa de Murillo en 87 días que lleva oficialmente de canciller
El ministro de Relaciones Exteriores vio cómo el manejo diplomático con el régimen de Venezuela no da resultados. Sigue el lío de la licitación de los pasaportes y está pendiente por resolverse el expediente del embajador Armando Benedetti.
El canciller Luis Gilberto Murillo cumple este viernes 87 días desde que tomó posesión formal como cabeza del Ministerio de Relaciones Exteriores y tal vez hasta ahora, por lo agitado de su agenda, no había tenido una semana tan convulsa como la que cierra este 16 de agosto.
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El canciller Luis Gilberto Murillo cumple este viernes 87 días desde que tomó posesión formal como cabeza del Ministerio de Relaciones Exteriores y tal vez hasta ahora, por lo agitado de su agenda, no había tenido una semana tan convulsa como la que cierra este 16 de agosto.
Y no solo por el trajín diario de lo que implica ser el jefe de la cartera de Exteriores, sino porque tan solo en cinco días le estallaron tres de los asuntos más polémicos que ha tenido que enfrentar y que tienen repercusiones tanto en la agenda interna como internacional del país.
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Solo en las últimas 24 horas se confirmó que las gestiones de Colombia, Brasil y en cierto modo México por promover una transición democrática en Venezuela no tuvieron ningún efecto práctico, ya que la última propuesta que lanzaron los presidentes Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva para repetir las presidenciales fue rechazada por el régimen de Nicolás Maduro y la oposición de María Corina Machado y Edmundo González.
Murillo venía realizando desde hace semanas un trabajo sigiloso por hilvanar una propuesta que tuviera viabilidad y sirviera de punto de partida para intentar superar la crisis que ya deja más de 24 muertos y al menos 2.000 presos desde los polémicos comicios del pasado 28 de julio, que Maduro reclama como suyos y que la oposición denunció por múltiples fraudes.
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Colombia mantiene cautela en todo lo relacionado con Venezuela, pues las dos naciones comparten más de 2.200 kilómetros de una frontera con alta presencia de grupos criminales binacionales, como el ELN y las disidencias de las FARC, y cualquier decisión que se tome puede impactar sobre los cinco departamentos nacionales que tienen comunicación directa con el país vecino.
Pero –pese a los buenos oficios de Murillo y a los planteamientos de Petro que también incluyeron la propuesta de emular en Venezuela un “frente nacional”– ni en el Palacio de Miraflores ni en la resistencia política de ese país se aceptaron los caminos planteados, por lo que la disputa se mantiene y Colombia queda en alerta ante la posibilidad de que se desate una nueva ola de migración irregular que pondría a la Casa de Nariño a enfrentar una nueva crisis interna en un momento en que la economía no pasa por su mejor momento.
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“La crisis venezolana se está jugando en distintas bandas y niveles. En un nivel, es importante para quienes son más cercanos a Maduro (Lula y Petro) mostrar que están haciendo algo a nivel internacional. Pero como dice el dicho: perro que ladra no muerde. No creo que ni Petro ni Lula están por la labor de ponerse más fuertes con Maduro”, aseguró Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, en un reciente diálogo con este diario.
De hecho, dejó claro que con asuntos como la maltrecha paz total que no avanza con el ELN ni con las disidencias, ambas organizaciones criminales con estrechos lazos con Caracas, es más lo que Maduro tiene en sus manos para frenar cualquier endurecimiento de Petro que en sentido contrario.
“El resultado es poco influyente en la medida en que Venezuela tiene más margen de influencia sobre Petro, en lo que respecta a los diálogos de la paz total, que la influencia real que tiene Petro sobre Maduro. Eso hace que haya retórica, pero que no haya un cambio en la posición del oficialismo en Venezuela”, precisó Piñeros.
Y así, con el realismo que siempre imprime la política en los movimientos internos de cada país, Murillo vio cómo Caracas –tanto el régimen como la oposición– le cerró la puerta al trabajo diplomático que se venía realizando y dejó en vilo la viabilidad de una solución que evite que la crisis violenta del país vecino impacte en territorio nacional.
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Pero no fue lo único que Murillo tuvo que enfrentar en su semana más convulsa. En efecto, al tiempo que la principal apuesta diplomática de Petro en el exterior se comenzó a desmoronar, a nivel interno se desató otra polémica por la falta de claridad sobre qué pasará con la elaboración de pasaportes colombianos tras el fin del contrato que con ese fin tiene Thomas Greg & Sons hasta el próximo 2 de octubre.
Lo que quiere Petro es que esos documentos sean elaborados por el sector público colombiano, por lo que se tiene previsto que la Imprenta Nacional asuma ese proceso. No obstante, a partir de este viernes faltan 47 días para que se venza el lazo contractual con la firma privada y la entidad pública no está lista.
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“Después de meses de trabajo, encontramos que la Imprenta todavía necesita procesos adicionales de fortalecimiento. No está lista para asumir el 3 de octubre. La próxima semana se elegirá al socio estratégico extranjero”, tuvo que reconocer esta semana Murillo.
Eso sí, el ministro aseguró que “no está en riesgo la producción de los pasaportes” y que una vez finalice el contrato que tiene Thomas Greg se iniciará una “transición tranquila” con un gobierno extranjero.
Para esta transición, además del socio internacional, se decidirá qué firma o empresa será la aliada privada encargada de la impresión y entrega de los pasaportes: “El esquema, que es híbrido, nos llevará a la tercera fase, que la asume la Imprenta”. Según la información que entregó el funcionario, se tienen propuestas de los gobiernos de Canadá, Alemania y se recibirán en las siguientes semanas una propuesta de una alianza entre Portugal y Francia, y otra de Países Bajos.
La Imprenta, incluso, ya tiene acuerdos con la firma mexicana Accesos Holográficos, por lo que se ha hablado de posible tercerización. Uno fue para la elaboración de las cédulas de extranjería, que también Manejaba Thomas y pasó a la entidad pública con ayuda de esta privada.
Pero ya ha habido algunos reclamos de la calidad de estos documentos. Según información en poder de El Espectador, al menos 89 de los 8.000 expedidos han tenido fallas por errores en los datos del ciudadano, impresiones incompletas o mala calidad de la fotografía.
Y para cerrar esta dura semana para Murillo, también se dieron movimientos en la planta misma del Palacio de San Carlos que tienen impacto directo sobre la gestión del ministro y su círculo de confianza.
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Por un lado, hay expectativa por lo que va a pasar con el caso del embajador ante la FAO, Armando Benedetti, acusado de posible agresión a Angelina Guerrero, su pareja, mientras estaban de paso por Madrid (España). Incluso, eso le valió un expediente judicial en ese país.
Aunque se le notificó a Benedetti que tiene un proceso disciplinario interno en la Cancillería, y el propio Murillo notificó que se tomarían medidas pronto, no es claro si el embajador ya se presentó o no en Colombia como se le exigió. Eso, además, podría volverse un posible desacato, y en la Fiscalía también tiene un proceso abierto por esto.
Y mientras eso se define, ya se sabe que la vicecanciller Elizabeth Taylor saldrá del cargo y será reemplazada por Kandya Obezo, actual cónsul de Colombia en Washington. Este cambio lo coordinó el propio Murillo y tiene que ver con el ajuste interno que comenzó desde su llegada formal al cargo hace 87 días.
Además, entre otros movimientos, se confirmó la llegada de Solangel Ortiz Mejía a la embajada ante República Checa, y se dio la salida por orden judicial de Álvaro Moisés Ninco de la sede diplomática en México. También se dio en días recientes el renombramiento de la cónsul en Sevilla (España) Aixa Carolina Kronfl, a quien se le había anulado el nombramiento.
En todo caso, pese a este panorama, Murillo tiene muy buena relación con Estados Unidos, el principal socio en todo sentido de Colombia, y cuenta con la confianza absoluta del presidente Gustavo Petro y del grueso de su Gobierno, por lo que lo ocurrido en esta convulsa semana es una parte de la gestión agitada de su ministerio que, además, tiene otros retos andando como la COP-16 de Cali y el fortalecimiento multilateral del país.
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