¿Cómo se explican los vaivenes del Gobierno?
En los últimos días, el Gobierno afronta la caída en las encuestas, las divergencias del gabinete y el cambio de postura de una parte de la coalición de gobierno. ¿Primer campanazo sobre la solidez de la administración Petro?
Que al Gobierno se le acabó la luna de miel con la ciudadanía, que ya se habla de renuncias en el gabinete del presidente Gustavo Petro, que la bancada oficialista en el Congreso se está resquebrajando… De todo se dijo en los últimos días, que no fueron fáciles para el Pacto Histórico. La falta de coordinación del Gobierno en ciertos anuncios, la disminución de su aprobación en las más recientes encuestas y el desacuerdo de los partidos tradicionales con iniciativas claves que se discuten en el Capitolio, como la reforma tributaria y la “paz total”, fueron algunos tropiezos que tuvo el Gobierno y se configuran como un primer apuro que atraviesan, de forma simultánea, el Ejecutivo y el Legislativo. Pero ¿será esta la primera crisis, como se ha insinuado en múltiples escenarios? Congresistas y analistas consideran que es muy pronto para afirmarlo.
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Que al Gobierno se le acabó la luna de miel con la ciudadanía, que ya se habla de renuncias en el gabinete del presidente Gustavo Petro, que la bancada oficialista en el Congreso se está resquebrajando… De todo se dijo en los últimos días, que no fueron fáciles para el Pacto Histórico. La falta de coordinación del Gobierno en ciertos anuncios, la disminución de su aprobación en las más recientes encuestas y el desacuerdo de los partidos tradicionales con iniciativas claves que se discuten en el Capitolio, como la reforma tributaria y la “paz total”, fueron algunos tropiezos que tuvo el Gobierno y se configuran como un primer apuro que atraviesan, de forma simultánea, el Ejecutivo y el Legislativo. Pero ¿será esta la primera crisis, como se ha insinuado en múltiples escenarios? Congresistas y analistas consideran que es muy pronto para afirmarlo.
Esta mala hora radica en temas económicos: la subida vertiginosa del dólar y las dificultades con la reforma tributaria vienen fortaleciendo a una oposición que, si bien empezó muy endeble, poco a poco se robustece y encontró en las vulnerabilidades del Gobierno el espacio para lucirse ante la opinión pública. A la par, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, se está volviendo el “bombero” del gabinete, desmintiendo noticias falsas, enviando mensajes de calma, aclarando anuncios y reconociendo incluso que hay declaraciones de sus colegas que son contraproducentes para el Gobierno.
Es algo que también admiten algunos congresistas cercanos al Gobierno, quienes coinciden en que la ligereza de algunas figuras del gabinete pueden causarles preocupaciones al presidente Petro y a los ministros. De acuerdo con parlamentarios que tienen en sus manos el trámite de las reformas más importantes que se han venido empantanando, hay declaraciones desde los ministerios de Minas, Trabajo y Salud que le “están haciendo un daño enorme al Gobierno” y han puesto a Ocampo, quien debería estar centrado en la tributaria, a “apagar incendios”.
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El protagonismo excesivo de Ocampo es un fenómeno que se viene analizando desde hace algunos días. Se dice que el ministro aumentó sus apariciones públicas para corregir ciertos anuncios del resto del gabinete. Su figura en la práctica es la de un “adulto responsable”, según lo describe Daniela Garzón, politóloga e investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares). “Es un muro de contención que Petro puso para tratar de validar ideas controversiales desde su elección”, añade la analista, y señala que desde un principio se sabía que la elección de Petro, debido a sus orígenes rebeldes, podría generar temores en un país conservador, “pero tener a Ocampo genera confianza en inversionistas y gremios, y permite tender puentes”.
Quizás esa falta de alineación del gabinete está mutando en un nerviosismo que percibe el Congreso y de ahí las dudas sobre mantener su apoyo irrestricto a los proyectos del Gobierno. Al menos así lo plantea Yann Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario, quien destaca que las posturas diversas son habituales en una coalición oficialista tan diversa, pero no en el Gobierno. “Las declaraciones contradictorias sobre temas no concertados, como el control de precios y los contratos de exploración, evidentemente generan mucha incertidumbre y zozobra”.
Las divergencias se pueden entender en las discusiones internas de un Gobierno que aún no cumple sus primeros cien días, pero según Basset es necesario que exista un criterio más claro que no dé lugar a malinterpretaciones y, de paso, aumente la confianza del Congreso y los líderes económicos. “La falta de firmeza hace que los partidos tradicionales estén empujando hacia sus propios intereses. Igual el Gobierno ha mostrado una posición de diálogo, pero eso puede ser tomado como indecisión”, afirma y concluye que las reformas tributarias son tan impopulares que los partidos tradicionales están esquivando el lastre de aprobarlas.
¿Presión o limpieza de imagen?
Para nadie es un secreto que la imagen de los partidos tradicionales viene de capa caída, como se evidenció en las elecciones de este año. Y como a la vuelta de la esquina están los comicios regionales, dichas colectividades ya planean sus estrategias para quedarse con el mayor número de alcaldías y gobernaciones. Por eso en la coalición de gobierno se plantea el debate sobre las razones que motivaron a los congresistas liberales y de la U, que hacen parte del oficialismo, a ponerles tantos peros a las reformas prioritarias del Gobierno.
Desde el “primer anillo” del oficialismo (Pacto Histórico y Alianza Verde) no vacilan en afirmar que se trata de “una política de extorsión” para que el segundo anillo (liberales, conservadores y la U) tenga “más burocracia y contratación”. Los tradicionales “obedecen a temas meramente burocráticos, más no ideológicos”, resumen congresistas verdes, que se debaten entre impresión y decepción por “la capacidad de amoldarse” a las agendas de cada gobierno.
Entre tanto, en el Pacto Histórico señalan que las fisuras no son más que suposiciones de una oposición “que habla desde el deseo” y que, si hay distancias, es porque hay “unas bancadas más obedientes que otras”. También reconocen que, como “en todas las coaliciones”, siempre hay sectores que presionan al Gobierno para el cumplimiento de acuerdos y cuotas burocráticas. “Hace una semana hablaban de aplanadora, porque según algunos todo se está aprobando sin reparos. Hoy dicen que hay fisuras. Hay diferencias en temas puntuales, pero no fisuras”, sentencian.
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El oficialismo y algunos analistas convienen en calificar de normales esas dificultades, a pesar de que se suelen presentar después del primer año de labores legislativas. “No hablaría de crisis”, dice Andrés Dávila, director del Departamento de Ciencia Política de la U. Javeriana. “Que una coalición tan variopinta tenga un primer momento de tensiones es normal. Todavía tiene formato de aplanadora y seguro se volverá a amarrar con algunas concesiones”.
Entonces la movida de los tradicionales, al parecer, es “tratar de sacar más beneficios sobre la base de generar presión, sabiendo que el Gobierno los necesita para la aprobación de los proyectos”, concluye la investigadora Garzón, de Pares, quien concuerda con Yan Basset en que la otra apuesta es recuperar la imagen deteriorada. “La tributaria es una reforma antipopular y los partidos saben que no pueden enemistarse con los gremios y menos aún con la ciudadanía”. Las razones del cambio de parecer son motivo de debate, pero lo que se prevé inevitable es que el oficialismo dure hasta el fin del gobierno Petro. “Eso revienta el otro año. Las reformas pasarán y eso se supera, pero la coalición se revienta el otro año”, vaticinan en la propia alianza gobiernista.