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Se supone que la campaña electoral por la Alcaldía de Bogotá no ha comenzado, pero desde el año pasado se hacen foros, se plantean estrategias y se conocen encuestas. Y hasta ahora, en todas ellas puntea Clara López, la candidata —ella prefiere decir precandidata— del Polo Democrático, quien acaba de ser nombrada por el presidente Juan Manuel Santos en la Comisión Asesora del proceso de paz con las Farc en La Habana, que el lunes pasado tuvo su primer encuentro y comenzó a definir sus alcances y lineamientos.
Una designación que generó molestia entre sus contendores políticos, pero que ella defiende en esta entrevista con El Espectador, en la que además encara los cuestionamientos que le hacen por haber sido funcionaria de la administración de Samuel Moreno y las estrategias que se plantean de armar un bloque para que la izquierda no vuelva a ganar las elecciones en la ciudad. También habla de la situación interna en el Polo y sus diferencias con el senador Jorge Robledo, entre otros espinosos asuntos.
De comisiones de paz está llena la historia de Colombia, ¿será que la de ahora sí sirve para algo?
Tiene un enorme potencial para ser un espacio constructivo por su composición tan diversa y por lo que ha orientado el presidente en el acotamiento de sus funciones: a los dos puntos que quedan por negociar en La Habana, víctimas y justicia transicional y fin del conflicto. La idea es coadyuvar en la reflexión y en el planteamiento de fórmulas, en función de tener una caja de resonancia de amplio espectro en la toma de decisiones frente a la firma de los acuerdos.
Los críticos dicen que la comisión es el pago a quienes apoyaron la reelección del presidente Santos…
Por lo general no tengo que darles respuesta a las hipótesis de otros. A la gente le gusta hablar mal y luego pensar. No sé qué le estará agradeciendo el presidente Santos a Marta Lucía Ramírez o al expresidente Andrés Pastrana o al Centro Democrático, que también está invitado a participar, pero no ha aceptado.
¿Y cree que el uribismo hace falta o más bien sería un obstáculo?
Los planteamientos del Centro Democrático son ampliamente conocidos y sería llevar a alguien a regañadientes, aunque es cierto que desde el ámbito de la crítica sería un aporte muy importante. Me parece, eso sí, que ya era hora de que hubiera un espacio de reflexión con puntos de vista distintos a los del Gobierno, y por eso es importante que participe todo el mundo. Claro, no está todo el mundo, lo que hay son expresiones de sectores, no representaciones. Eso da mayor libertad al pensamiento crítico y al aporte independiente, que es como concibo mi participación allí.
Porque las Farc también han dicho que la comisión es un espejo de las exclusiones del país…
Muchos ya hemos cuestionado que no hay una participación efectiva del conjunto de sectores que hacen parte de la sociedad civil en el proceso de negociaciones. Pero pienso que la intención del presidente, más que dar representación, es escuchar las voces disidentes.
De entrada, ¿cuál será su planteamiento en la comisión?
Creo que frente al cese del fuego unilateral decretado por las Farc, la reciprocidad debe estar a la orden del día. Un primer paso fue la orden de cesar los bombardeos, pero con unos disparando y los otros defendiéndose, se deteriora el ambiente de la paz. Soy partidaria del cese bilateral ya.
¿No cree que es inconveniente ser candidata a la Alcaldía de Bogotá y participar en la comisión?
No es ni incompatible ni inconveniente. Tal vez más exigente para mí por cuestiones de tiempo. He sido una abanderada de la solución política negociada y que uno participe en algo que es estratégico para Colombia desde la óptica de un trabajo de toda una vida, no solo me parece compatible, sino complementario en mi calidad de dirigente política y en esta etapa de precandidatura a la Alcaldía, que seguramente se formalizará después de abril o mayo.
¿Pero no resulta ventajoso estar más expuesta mediáticamente?
No, quizás es más de equilibrio.
¿No cree que la campaña empezó de manera prematura y muy polarizada entre izquierda y derecha?
Una campaña tan larga, aunque muchos piensen que es conveniente, tiende a desgastar las propuestas, a la opinión pública y a los participantes. Pero además, la campaña que se está dando está en una situación informal. No hay regulación ni para los gastos, ni para el equilibrio en los medios, ni para nada. Es una anticipación en la que uno se ve obligada a participar pero que no es conveniente.
Algunos proponen un bloque contra la izquierda que ha gobernado Bogotá, ¿será necesario contrarrestarlo con una alianza entre las distintas expresiones de izquierda?
Sospecho que la anticipación de la campaña, que se debe al interés de alguien, tiene mucho que ver con tratar de estructurar un bloque “en contra de”, en vez de plantear propuestas. En el contexto de un proceso de paz, hablar de un bloque elitista en contra de quienes han defendido la inversión social, no es el mejor mensaje.
¿Se refiere al bloque Galán, Luna, Peñalosa?
Se les ha venido desgranando el bloque. Nosotros creemos que la inclusión social es una propuesta para reunir a una gran convergencia democrática en función de buscar en esta coyuntura la solución a los problemas de infraestructura y movilidad de la ciudad, con el reto de no disminuir sino de profundizar la política de inclusión social. Ahí está el meollo, porque cualquiera puede hacer una lista de mercado. El tema es cómo vamos a garantizar los derechos de los ciudadanos y a mantener las inversiones tan grandes en educación, salud y alimentación, y subsanar el déficit de una ciudad que no supo hacer a tiempo su metro y que ahora está abocado a resolverlo. Esos son los temas que se tienen que debatir y no con la estigmatización del adversario.
¿No piensa que esa estigmatización de la que habla se da por los escándalos de corrupción del Polo?
La sola pregunta es estigmatizante. ¿Por qué no les preguntan a los otros candidatos sobre los integrantes de sus partidos? ¿Alguien sabe del partido del magistrado Pretelt? La estigmatización también es un atentado al pluralismo político, porque las responsabilidades penales son individuales.
Los críticos hablan de improvisación en las administraciones de la izquierda...
Educación gratuita, del grado cero al 11; alimentación de esos educandos, y no con palitos con olor a queso, que fue lo que recibimos cuando llegamos a la administración con Lucho Garzón, sino con dietas balanceadas. Los resultados de las pruebas Saber dan cuenta de la calidad educativa, que la recibimos en el 17% y ya va en niveles superiores al 62%. O qué decir de la salud pública: tenemos una cobertura a todos los sectores vulnerables en atención primaria, y un programa de vacunación que llegó al nivel nacional. Lo que hemos hecho ha sido invisibilizado y eso es parte del debate que se tiene que dar.
Cuándo habla en plural, ¿a quién se refiere: al Polo, a la izquierda o a Clara López?
El programa es del campo democrático bogotano, en el cual la izquierda ha jugado un papel muy importante. Y sin lugar a dudas en términos de capacidad gerencial y de administración hay variantes. A mí me conoce muy bien la ciudad, la manejé en su peor crisis y demostré que tenía la capacidad para sacarla adelante. Y esas son las cosas que están tratando de demeritar asociándome a los defectos de los demás.
¿Se refiere a que cada vez que aparece Clara López surge la sombra de Samuel Moreno? ¿Cómo enfrentar eso?
Pues, por ejemplo, estoy a punto de pararme de esta entrevista. La sola pregunta tiene la intencionalidad de hacer la asociación y por eso digo: contesto cuantas veces me pregunten, pero es parte de la discriminación y la matriz de opinión que están creando para contribuirles a los otros candidatos. Yo no he visto que le hayan preguntado a Pacho Santos por nada del gobierno Uribe, y él era su vicepresidente. Respeto a todos los candidatos, pero la incapacidad de afrontar huelgas o los bombardeos a Casa Verde, nadie pregunta. El tema es Clara López y ver cómo la demeritan.
Desde las elecciones presidenciales quedaron planteadas fricciones internas en el Polo, ¿cómo está el ambiente hoy en el partido?
Hubo diferencias de criterio sobre nuestra participación en la segunda vuelta. Esas diferencias subsisten porque hay visiones diferentes sobre el carácter del partido, sobre el grado de apoyo al proceso de paz y sobre la política de alianzas. Nosotros vemos que en un proceso de paz es una responsabilidad de toda la izquierda confluir y generar un espacio de aterrizaje de diversos sectores. Esta no es una confrontación de uno contra otro, sino de visiones estratégicas.
El senador Jorge Robledo ha sido su principal crítico y la acusa de tomarse el Polo...
Yo aspiro a que el llamado que estamos haciendo a la unidad tenga respaldo en diversos sectores del partido, porque tenemos diferencias hasta en cómo se tramitan las diferencias. Siempre he sostenido que debe ser con respeto y cuidando la palabra. Eso no quiere decir que tenga que plegarse al otro; debemos debatir, buscar consensos y, cuando no los haya, votar. Pero en algunas ocasiones me he sentido vulnerada hasta en mi buen nombre por parte del método de deliberación que han adoptado algunos. Lo que estamos planteando es que del Cuarto Congreso debe salir un nuevo proceso de reagrupación de las distintas expresiones que alguna vez participaron del Polo.
¿Pero las diferencias con Jorge Robledo están saldadas?
Como no he peleado, no tengo que saldar nada con nadie. He tenido una tregua unilateral permanente, que no he podido convertir en bilateral.