Congreso, a media máquina en año electoral
“Ad portas” de 2022, el ritmo de trabajo en el Legislativo se ha venido abajo. Algunos responsabilizan a las discusiones de la reforma tributaria y el presupuesto. Otros dicen que la campaña ya empezó con fuerza.
Ya es costumbre en el Congreso que la última legislatura es en la que menos se trabaja. Son muchas las razones y todas tienen que ver con las elecciones. Normalmente, los congresistas que quieren aspirar nuevamente a ocupar una curul o los que buscan llegar la Presidencia de la República están en correrías de campaña, por lo que las directivas normalmente cuadran las sesiones para darles espacios en los que puedan desarrollar su actividad proselitista. Además, la agenda que presenta el Gobierno y los proyectos que radican los legisladores no son de gran calado, debido a las pocas sesiones y al riesgo de que se hundan por falta de trámite. Esto normalmente ocurre en el segundo semestre de la legislatura. Sin embargo, en esta ocasión las alarmas se han prendido desde antes.
El representante Inti Asprilla (Alianza Verde) fue uno de los que denunciaron una supuesta reducción en el número de sesiones y horas trabajadas. Así como este, otros congresistas también expresaron su molestia ante la falta de labores. Este fenómeno se hizo más notorio cuando ninguna de las dos corporaciones, Cámara y Senado, convocaron a plenaria en la semana de receso escolar de octubre. Además, recientemente la mesa directiva del Senado tuvo que levantar en dos ocasiones su sesión ante la falta de quórum para votar. Todos estos hechos siembran dudas sobre la labor que está llevando a cabo el Congreso a menos de ocho meses de las elecciones legislativas y presidenciales. ¿Se están descuidando las labores y se está dejando de sesionar por favorecer los intereses electorales de algunos?
Para tratar de darle una respuesta a esta pregunta, El Espectador analizó dos períodos similares de este cuatrienio del Congreso: 2020 II y 2021 II. Ambas muestras se tomaron desde el 20 de julio y el corte se hizo al 3 de noviembre. La razón de esta decisión es querer brindar el trato más equitativo y las condiciones más similares, pues estos dos momentos son los únicos en los que coinciden la pandemia y la realización de sesiones mixtas ante la contingencia. En este mismo sentido, solo se tuvo en cuenta los videos en YouTube del canal de cada corporación y célula legislativa en los que se tuviera registro de debate o control político. Se omitieron los foros y las audiencias públicas, pues como comentó uno de los representantes a este diario, son pocos los congresistas que van a estos espacios, que están diseñados para escuchar a la ciudadanía.
Es claro que en ambos períodos se tuvieron diferentes dignatarios. Durante el primero los presidentes fueron Arturo Char (Senado) y Germán Blanco (Cámara). Y en la muestra más reciente, los que han liderado el Congreso son Juan Diego Gómez (Senado) y Jénnifer Arias (Cámara). Más allá de estos detalles, lo cierto es que, a simple vista, los números arrojan disminución en sesiones y tiempos en las plenarias de ambas corporaciones. En el caso del Senado, en el segundo semestre de 2020 se tuvieron 28 sesiones, en las que se trabajó un total de 169 horas y 42 minutos. Mientras que en el período más reciente, las sesiones fueron 24. Aunque no es un cambio muy brusco, la reducción en tiempo sí fue notoria: apenas 89 horas.
Sobre este hecho, el senador Antonio Sanguino, de los verdes, dijo estar de acuerdo con que “se ha bajado mucho el ritmo”. A su consideración, antes se estaba llamando a varias plenarias a la semana y ahora solo se hace una. Además, “la sesión plenaria se extendía hasta altas horas de la noche; ahora, antes de las 7:00 u 8:00 p.m. ya están levantando la sesión”. Por otro lado, el senador John Hárold Suárez (Centro Democrático) dijo que sería hipócrita no reconocer que “ha bajado el ritmo de las sesiones”, pues están centrados en la reelección. Sin embargo, hizo la aclaración de que ese trabajo de campaña implica un mayor desgaste, pues deben concentrarse en “recoger inquietudes, escuchar a la gente y saber sus necesidades en salud o seguridad”.
Por la Cámara hay una situación similar en cuanto a la variación de cifras. Allí, el año pasado hubo 42 sesiones, mientras que hasta el momento en se han celebrado 32. Además, mientras que en la primera muestra hubo un trabajo total de 313 horas, en la actualidad este bajó a 177 horas. Al consultar a diferentes miembros de la corporación en cuestión, varios apuntan a su presidenta Jénnifer Arias. Por ejemplo, el representante José Daniel López (Cambio Radical) llegó a decir que se pasó de un presidente muy garantista y con un volumen de trabajo muy importante, como Blanco, a una de “pocas plenarias y pocas garantías”. Además, afirmó que en la agenda no hay proyectos de gran complejidad, frente a los de 2020, para escudarse en ellos.
La representante Katherine Miranda (Alianza Verde) también criticó las pocas sesiones y aseguró que “se abre sesión a las 3:00 p.m. y las están terminando a las 6:00”. Además, recordó el episodio de no convocar plenarias durante la semana de receso. Por otro lado, la presidenta Arias salió en su defensa y aseguró que la disminución en las labores se debió en gran medida a que tuvieron que cancelar sesiones para que las comisiones económicas y sus subcomisiones pudieran discutir reforma tributaria y presupuesto. Y agregó que los números en sí no tenían en cuenta los tipos de proyectos abordados. Una postura compartida por el representante César Lorduy (Cambio Radical), quien defendió la gestión de Arias y dijo que parte de la falta de sesiones ha sido por los temas tan complejos que se han tramitado y que muchas veces se tuvo que suspender la plenaria para garantizar las discusiones en las comisiones económicas.
El panorama en comisiones
Así como ocurrió en plenarias, en la mayoría de las comisiones hubo disminución en tiempos y en debates, aunque hay otros casos en que las sesiones aumentaron en este último período. Muchos congresistas concuerdan en que ya comenzó a sentirse el rigor de la víspera electoral. Sin embargo, también dicen que sesionar en la presencialidad ha hecho que no se pueda tener jornadas tan extensas o que se deban terminar antes.
Pero, al entrar a comparar los datos, en la mayoría de casos se evidencia una disminución de hasta la mitad en los tiempos de trabajo, o incluso más. Solo revierte esta tendencia la Comisión Segunda de la Cámara, que tiene igual número de sesiones en 2020 que en 2021 y aumentó en una hora su tiempo trabajado.
Por otro lado, hay casos en los que ha aumentado el número de sesiones o es muy similar al del período anterior. Sin embargo, al ver los tiempos y el desarrollo, se evidencia que buena parte de estas son simplemente convocadas para anunciar proyectos. Apenas se hace dicha tarea, se terminan.
El extraño caso de las comisiones económica
En las comisiones económicas también se ve una disminución en los tiempos de sesiones de 2020 II a 2021 II. Sin embargo, si se entra a comparar los tiempos, también llama la atención que son las células que menos tiempo reportan en comparación con las otras comisiones. Según comentaron algunos miembros de dichas células legislativas, el poco registro de sesiones se debe a que buena parte de la discusión de los proyectos se hace en subcomisiones y no hay registro de la actividad de estas.
Además, al comparar los dos períodos analizados, sus miembros señalan que es poco más que obvio que en 2021 II hubo menos comisiones registradas. Esto debido a los proyectos que les tocó estudiar. Mientras que en el primer período solo discutieron el presupuesto, en este semestre les tocaron el presupuesto y la reforma tributaria. De esta forma, el trabajo por subcomisiones y por sesiones conjuntas se habría multiplicado por dos, lo que implicaría que haya un menor registro de sesiones oficialmente.
Así trabaja el Congreso en cifras:
Ya es costumbre en el Congreso que la última legislatura es en la que menos se trabaja. Son muchas las razones y todas tienen que ver con las elecciones. Normalmente, los congresistas que quieren aspirar nuevamente a ocupar una curul o los que buscan llegar la Presidencia de la República están en correrías de campaña, por lo que las directivas normalmente cuadran las sesiones para darles espacios en los que puedan desarrollar su actividad proselitista. Además, la agenda que presenta el Gobierno y los proyectos que radican los legisladores no son de gran calado, debido a las pocas sesiones y al riesgo de que se hundan por falta de trámite. Esto normalmente ocurre en el segundo semestre de la legislatura. Sin embargo, en esta ocasión las alarmas se han prendido desde antes.
El representante Inti Asprilla (Alianza Verde) fue uno de los que denunciaron una supuesta reducción en el número de sesiones y horas trabajadas. Así como este, otros congresistas también expresaron su molestia ante la falta de labores. Este fenómeno se hizo más notorio cuando ninguna de las dos corporaciones, Cámara y Senado, convocaron a plenaria en la semana de receso escolar de octubre. Además, recientemente la mesa directiva del Senado tuvo que levantar en dos ocasiones su sesión ante la falta de quórum para votar. Todos estos hechos siembran dudas sobre la labor que está llevando a cabo el Congreso a menos de ocho meses de las elecciones legislativas y presidenciales. ¿Se están descuidando las labores y se está dejando de sesionar por favorecer los intereses electorales de algunos?
Para tratar de darle una respuesta a esta pregunta, El Espectador analizó dos períodos similares de este cuatrienio del Congreso: 2020 II y 2021 II. Ambas muestras se tomaron desde el 20 de julio y el corte se hizo al 3 de noviembre. La razón de esta decisión es querer brindar el trato más equitativo y las condiciones más similares, pues estos dos momentos son los únicos en los que coinciden la pandemia y la realización de sesiones mixtas ante la contingencia. En este mismo sentido, solo se tuvo en cuenta los videos en YouTube del canal de cada corporación y célula legislativa en los que se tuviera registro de debate o control político. Se omitieron los foros y las audiencias públicas, pues como comentó uno de los representantes a este diario, son pocos los congresistas que van a estos espacios, que están diseñados para escuchar a la ciudadanía.
Es claro que en ambos períodos se tuvieron diferentes dignatarios. Durante el primero los presidentes fueron Arturo Char (Senado) y Germán Blanco (Cámara). Y en la muestra más reciente, los que han liderado el Congreso son Juan Diego Gómez (Senado) y Jénnifer Arias (Cámara). Más allá de estos detalles, lo cierto es que, a simple vista, los números arrojan disminución en sesiones y tiempos en las plenarias de ambas corporaciones. En el caso del Senado, en el segundo semestre de 2020 se tuvieron 28 sesiones, en las que se trabajó un total de 169 horas y 42 minutos. Mientras que en el período más reciente, las sesiones fueron 24. Aunque no es un cambio muy brusco, la reducción en tiempo sí fue notoria: apenas 89 horas.
Sobre este hecho, el senador Antonio Sanguino, de los verdes, dijo estar de acuerdo con que “se ha bajado mucho el ritmo”. A su consideración, antes se estaba llamando a varias plenarias a la semana y ahora solo se hace una. Además, “la sesión plenaria se extendía hasta altas horas de la noche; ahora, antes de las 7:00 u 8:00 p.m. ya están levantando la sesión”. Por otro lado, el senador John Hárold Suárez (Centro Democrático) dijo que sería hipócrita no reconocer que “ha bajado el ritmo de las sesiones”, pues están centrados en la reelección. Sin embargo, hizo la aclaración de que ese trabajo de campaña implica un mayor desgaste, pues deben concentrarse en “recoger inquietudes, escuchar a la gente y saber sus necesidades en salud o seguridad”.
Por la Cámara hay una situación similar en cuanto a la variación de cifras. Allí, el año pasado hubo 42 sesiones, mientras que hasta el momento en se han celebrado 32. Además, mientras que en la primera muestra hubo un trabajo total de 313 horas, en la actualidad este bajó a 177 horas. Al consultar a diferentes miembros de la corporación en cuestión, varios apuntan a su presidenta Jénnifer Arias. Por ejemplo, el representante José Daniel López (Cambio Radical) llegó a decir que se pasó de un presidente muy garantista y con un volumen de trabajo muy importante, como Blanco, a una de “pocas plenarias y pocas garantías”. Además, afirmó que en la agenda no hay proyectos de gran complejidad, frente a los de 2020, para escudarse en ellos.
La representante Katherine Miranda (Alianza Verde) también criticó las pocas sesiones y aseguró que “se abre sesión a las 3:00 p.m. y las están terminando a las 6:00”. Además, recordó el episodio de no convocar plenarias durante la semana de receso. Por otro lado, la presidenta Arias salió en su defensa y aseguró que la disminución en las labores se debió en gran medida a que tuvieron que cancelar sesiones para que las comisiones económicas y sus subcomisiones pudieran discutir reforma tributaria y presupuesto. Y agregó que los números en sí no tenían en cuenta los tipos de proyectos abordados. Una postura compartida por el representante César Lorduy (Cambio Radical), quien defendió la gestión de Arias y dijo que parte de la falta de sesiones ha sido por los temas tan complejos que se han tramitado y que muchas veces se tuvo que suspender la plenaria para garantizar las discusiones en las comisiones económicas.
El panorama en comisiones
Así como ocurrió en plenarias, en la mayoría de las comisiones hubo disminución en tiempos y en debates, aunque hay otros casos en que las sesiones aumentaron en este último período. Muchos congresistas concuerdan en que ya comenzó a sentirse el rigor de la víspera electoral. Sin embargo, también dicen que sesionar en la presencialidad ha hecho que no se pueda tener jornadas tan extensas o que se deban terminar antes.
Pero, al entrar a comparar los datos, en la mayoría de casos se evidencia una disminución de hasta la mitad en los tiempos de trabajo, o incluso más. Solo revierte esta tendencia la Comisión Segunda de la Cámara, que tiene igual número de sesiones en 2020 que en 2021 y aumentó en una hora su tiempo trabajado.
Por otro lado, hay casos en los que ha aumentado el número de sesiones o es muy similar al del período anterior. Sin embargo, al ver los tiempos y el desarrollo, se evidencia que buena parte de estas son simplemente convocadas para anunciar proyectos. Apenas se hace dicha tarea, se terminan.
El extraño caso de las comisiones económica
En las comisiones económicas también se ve una disminución en los tiempos de sesiones de 2020 II a 2021 II. Sin embargo, si se entra a comparar los tiempos, también llama la atención que son las células que menos tiempo reportan en comparación con las otras comisiones. Según comentaron algunos miembros de dichas células legislativas, el poco registro de sesiones se debe a que buena parte de la discusión de los proyectos se hace en subcomisiones y no hay registro de la actividad de estas.
Además, al comparar los dos períodos analizados, sus miembros señalan que es poco más que obvio que en 2021 II hubo menos comisiones registradas. Esto debido a los proyectos que les tocó estudiar. Mientras que en el primer período solo discutieron el presupuesto, en este semestre les tocaron el presupuesto y la reforma tributaria. De esta forma, el trabajo por subcomisiones y por sesiones conjuntas se habría multiplicado por dos, lo que implicaría que haya un menor registro de sesiones oficialmente.