Congreso gobiernista: así los tradicionales y alternativos tramitarán las reformas de Petro
El mandatario ganó el pulso en el Congreso. Incluso, figuras representativas de algunos partidos tradicionales, que son también detractores suyos, no convencieron a sus congresistas para hacerle oposición. No obstante, una mayoría parlamentaria no significa un matrimonio feliz entre Ejecutivo y Legislativo. Repercutirá en las reformas a tramitar.
El presidente Gustavo Petro ganó otro pulso en el Congreso: ayer, cuando los partidos políticos cumplieron con el plazo para expresar públicamente su posición frente al Gobierno, la mayoría lo respaldó. Ocurrió lo que se esperaba: tener, al menos en el arranque de mandato, un Congreso gobiernista, conformado por partidos alternativos, de izquierda, y tradicionales. No obstante, el Ejecutivo pedaleó y sufrió hasta el último minuto la tarea de consolidar esa gran alianza multicolor cuyo más claro objetivo es lograr gobernabilidad para asegurar el trámite de las reformas oficialistas más importantes en este primer año, como lo son la Tributaria o la Política.
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El presidente Gustavo Petro ganó otro pulso en el Congreso: ayer, cuando los partidos políticos cumplieron con el plazo para expresar públicamente su posición frente al Gobierno, la mayoría lo respaldó. Ocurrió lo que se esperaba: tener, al menos en el arranque de mandato, un Congreso gobiernista, conformado por partidos alternativos, de izquierda, y tradicionales. No obstante, el Ejecutivo pedaleó y sufrió hasta el último minuto la tarea de consolidar esa gran alianza multicolor cuyo más claro objetivo es lograr gobernabilidad para asegurar el trámite de las reformas oficialistas más importantes en este primer año, como lo son la Tributaria o la Política.
Desde el 20 de julio se supo que la balanza se estaba inclinando a favor de Petro, algo que se vio reflejado en el apretón de manos entre el presidente y los jefes de las colectividades, como el que se dio en ese entonces con Dilian Francisca Toro, de la U; y César Gaviria, del Partido Liberal. Sin embargo, con la Reforma Tributaria radicada en el Legislativo y algunas discutidas declaraciones de ministros, varias de las colectividades tradicionales empezaron a llenarse de dudas sobre si quedarse en el barco gobiernista o no. Por eso, las últimas 24 horas estuvieron llenas de varias movidas del poder para atajar la posibilidad de que el presidente conservara las mayorías en el Congreso.
Por ejemplo, aunque gran parte del conservatismo estaba convencido de ser partido de gobierno, el exprecandidato presidencial David Barguil envió una carta a la bancada pidiendo que se declarara como independiente. “Nuestra doctrina está en las antípodas de las doctrinas de izquierda”, manifestó en su momento, argumentando que los del trapo azul no pueden sacrificar sus creencias en virtud de la coyuntura del momento. No obstante, la carta de Barguil fue casi que un saludo a la bandera, pues, como contó La Silla Vacía, incluso sus dos cuotas en el Congreso (Liliana Bitar y Nicolás Barguil) respaldaron la idea pro-gobierno. Por otro lado, una reunión entre el Partido Liberal y el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, calmó el oleaje tan variante que se movía al interior de dichas toldas. “Seremos partido de gobierno”, vaticinó un representante a este diario desde la noche del martes. A esa tendencia se unió el Partido de la U, que después de un largo y tortuoso intento por tener cuota en el Gobierno, por fin logró que la hoja de vida de Sandra Urrutia fuera la seleccionada para ser la ministra de las TIC.
Así las cosas, de 108 senadores, solo 14 -que hacen parte del Centro Democrático y la Liga de Gobernantes Anticorrupción- harán oposición. Mientras, en la Cámara de Representantes, 18 de 187 congresistas encarnarán la fuerza opositora. Según la analista política Claudia Ospina, este resultado -que obedece por supuesto a la decisión de los partidos tradicionales- se da por dos factores: “Primero, porque son partidos acostumbrados a estar en el Gobierno, lo cual implica tener ministerios e influencia en lo que se decide. Segundo, porque hay que tener en cuenta que en octubre de 2023 son las elecciones territoriales y, teniendo en cuenta lo que pasó este año en las elecciones, se podría asumir que el país se está yendo más hacia una línea progresista”. En ese sentido, explicó Ospina, para los tradicionales puede ser más estratégico en estos momentos estar cercanos al Gobierno para que su electorado y el pueblo en general sienta que son partidos que están buscando ese cambio. Si bien recalcó que este tipo de alianzas pueden resultar difíciles de asimilar para la Alianza Verde (también partido de gobierno) y algunos del Pacto Histórico, la política progresista de Petro requiere moverse, inevitablemente, en el terreno de la conveniencia, a pesar de la incoherencia que se pueda percibir.
Petro cumplió su primer mes y los partidos ya tantearon lo que pueden sacar a favor del Gobierno, decidiendo mantener la postura que expresaron desde el inicio de darle el espaldarazo al mandatario. Aún así, los intereses pueden cambiar debido a la pluralidad ideológica que tienen y ese oficialismo expresado ante el CNE, según Eugenie Richard, investigadora de la facultad de Gobierno de la Universidad Externado, “seguramente va a estar puesta a prueba cuando el gobierno empiece a tratar temas que dividen agenda entre progresistas y conservadores”. Pero, por ahora, en el futuro cercano, la investigadora considera que no se harán evidentes las grietas que pueda haber porque con las reformas iniciales que plantea Petro (tributaria y política) “ahí no necesariamente los intereses serán opuestos”.
El cuatrienio recién inicia y hablar ahora del futuro de la relación, por ahora casi idílica, entre el gobierno y la mayoría del Congreso es apresurado, pues a la hora de avanzar en otras discusiones, Petro, sus ministros y el Pacto tendrán el reto de hacer que las ayudas que les permiten ser mayoría se mantengan. Para la investigadora Richard, lo que hoy es alianza y mañana puede ser división es algo que puede preverse, pues es “una coalición que refleja lo que pasa usualmente en la política colombiana: medir intereses y luego dar debates. Son partidos que no están preocupados por su coherencia ideológica y demuestran que lo que más los mueve son los intereses políticos”.
Estos futuros debates y divisiones que pronostica la investigadora no son de extrañar, pues las últimas semanas cargaron el panorama de dudas sobre si Petro continuaría con el apoyo mayoritario en el Legislativo, pero, para José Penso, experto en marketing político, lo que se vio en estos días fue más una negociación de intereses. Según dice Penso, “lo que vimos en estos días es más un tire y afloje para lograr una mayor representación en el gobierno nacional. Seguro hubo unos acuerdos, unos compromisos y algunas líneas rojas”. Para el experto, aunque varios partidos se declararon oficialistas, “van también a fijar sus posiciones, va a haber debate alrededor de las principales iniciativas del gobierno, porque es bien sabido que algunos de ellos no comparten todas las ideas del Gobierno”.
Aunado a esto, Penso concluye que el matrimonio entre el Ejecutivo y el Legislativo tendrá problemas en algunas reformas que lleguen a futuro y eso ha quedado claro desde el primer momento. “Esas reformas van a verse peluqueadas en razón a esos límites que ya expresó, por ejemplo, el Partido Liberal en el caso de las Empresas Prestadoras de Salud (EPS), el Partido de la U ya dijo que no van a permitir impactar a la clase media con la reforma tributaria, y el Partido Conservador le va a quedar muy difícil ceder con sus principios fundamentales”.