“No es que el fentanilo esté barriendo con la cocaína”: Estefanía Ciro
La investigadora colombiana explica las razones detrás de la crisis de la coca en Colombia. Niega que esté relacionada a menos consumo de cocaína en el mundo y afirma que tiene que ver con un pico de sobreproducción en el país en los últimos años y con cambios en las reglas de juego a nivel local.
Sebastián Forero Rueda
La población campesina que vive del cultivo de coca en Colombia está al borde del hambre. Desde hace casi un año, el mercado de la hoja de coca y de la pasta base para cocaína se fue a pique. Los cultivadores venden las arrobas de hoja casi a mitad de precio, si es que logran venderlas, y los que la procesan a pasta la tienen represada en sus fincas. Como contamos en este reportaje especial, Argelia (Cauca), uno de los epicentros de esa economía, está sumido en una profunda crisis.
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La población campesina que vive del cultivo de coca en Colombia está al borde del hambre. Desde hace casi un año, el mercado de la hoja de coca y de la pasta base para cocaína se fue a pique. Los cultivadores venden las arrobas de hoja casi a mitad de precio, si es que logran venderlas, y los que la procesan a pasta la tienen represada en sus fincas. Como contamos en este reportaje especial, Argelia (Cauca), uno de los epicentros de esa economía, está sumido en una profunda crisis.
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Estefanía Ciro (Florencia, Caquetá) ha dedicado buena parte de su vida a estudiar la economía de la coca en Colombia y las lógicas del narcotráfico. Es doctora en sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), autora del libro Levantados de la Selva: Vidas y Legitimidades de la Actividad Cocalera en el Caquetá, y fue coordinadora del área de Narcotráfico, Economía de Drogas Ilegalizadas y Conflicto Armado en la Comisión de la Verdad. Es investigadora del Centro de Pensamiento desde la Amazonia AlaOrilladelRío.
¿Desde cuándo podemos decir que empezó la crisis de la coca en el país?
Nosotros tuvimos información sobre cambios en el mercado por lo menos entre septiembre y octubre; ya la gente hablaba y comentaba que estaba lento, que no estaban entrando compradores. En noviembre ya abiertamente, en un ejercicio que hicimos, la gente tanto en Nariño como en Caquetá, Putumayo, en Catatumbo, ya hablaba de que no había quien estuviera comprando pasta a los campesinos y campesinas.
¿Qué puede explicarla?
Creo que cualquier persona que diga que es X o Y está mintiendo, es importante tener un grado de incertidumbre. Podríamos empezar por decir qué no es. Primero, en un nivel internacional, por ejemplo, hay muchas voces que claman sobre el fin de la cocaína y del mercado de la cocaína. No, el mercado de cocaína se ha mantenido estable. El reporte global de drogas que acaba de salir hace poco – que de todas maneras tiene información hasta 2021 – habla de un mercado que no tiene grandes cambios en términos de consumo, se mantiene entre 2020 y 2021 y hay unas proyecciones sobre crecimiento enorme que puede haber si aumenta el consumo en Asia, si aumenta en África, o en ciertas partes de Europa. Pero en general hay una tendencia creciente y estable del consumo, entonces no es un mercado que se esté acabando.
Y por supuesto tampoco se ve en crisis por el fentanilo, que es un mercado que viene creando la crisis de opioides desde 2014-2015, con una tasa de muertes más grande que la de Vietnam; pero no es un cambio que esté compitiendo con la cocaína.
En video: Crisis de la coca en el cañón del Micay: campesinos al borde del hambre
Entonces el consumo no es que esté migrando a otro tipo de drogas, como también se ha venido diciendo…
No, la cocaína compite con la metanfetamina, esa es su droga de competencia; ahí sí podría uno pensar que si crece la metanfetamina podría disminuir el consumo de cocaína. Pero no hay información de que la cocaína compita con el fentanilo, se podrían hasta complementar. No podría decirse que es que el fentanilo está barriendo con el consumo de cocaína.
Ahora, hay un elemento geopolítico que sí quisiera señalar y dejarlo claro y es que el tema del fentanilo, que viene desde 2014, después de estos años se convierte en crisis en un escenario geopolítico muy particular, que es la tensión entre Estados Unidos y China. Sabemos que los principales insumos para producir el fentanilo vienen de China y el fentanilo se convierte en una banderita muy fuerte para los Estados Unidos; ustedes ven al presidente de México enviándole una carta a China diciéndole ‘por favor, no nos manden más insumos para el fentanilo’ en una triangulación geología política muy torpe, pero que se está presentando y por eso se vuelve un tema a nivel internacional también tan importante.
Si la explicación a la crisis de la coca en Colombia no va por ahí, ¿por dónde sí es?
A nivel nacional hay unos cambios muy importantes que se vienen dando desde 2014, cuando hay una tendencia creciente a la producción, creciente al aumento de cultivos y creciente a la incautación que nos tienen en este momento en niveles récord de producción y de incautación, ambas están muy cerca. Ese es un primer cambio. Otro cambio muy importante ocurre en 2019, cuando ya hablamos del boom cocalero en el país. Es decir, nosotros venimos de un pico de producción enorme justo, digamos 2018-2019, cuando teníamos en todo el país unos precios altísimos de la pasta base. Había unos lugares donde pagaban el kilo a $3.400.000, pero en otros estaban pagando a $4.000.000 o $4.400.000, y eso aumentó el interés por cultivar y cambió las dinámicas de la producción en el país.
Cuando empezaron esos picos pues hay una sobreproducción y una compra muy alta. Hay que tener en cuenta que antes esos picos podían matizarse con la presencia de las FARC, porque ellos eran unos igualadores de precios, no permitían que hubiera estos brincos, los precios no cambiaban tanto como sí empieza a ocurrir sin ese intermediario y ahora sí tenemos unos picos muy altos y creo que estamos viviendo en términos de mercado esa libre oferta – demanda que hubo sin una intermediación en precios.
Entonces, venimos de un pico de sobreproducción muy alta y creo que estamos viviendo justo eso; en pandemia debieron llenar bodegas y deben tener sobreproducción, que de un momento a otro eso va a cambiar; de hecho, ya hay pistas en el Caquetá, en el sur del país, sobre ya entrada de compradores y que ya la cosa se está empezando a mover.
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Algunas versiones también han apuntado a que el remezón que hizo el Gobierno de Gustavo Petro en la línea de mando de las Fuerzas Militares y de Policía, que terminó en una barrida generales y altos mandos pudo haber incidido en que cambiaron las lógicas con las que el mercado funcionaba en las regiones…
Sí, creo que también tiene que ver con una transformación muy fuerte en las reglas de juego, con el cambio de jugadores: de comandantes, de generales, de coroneles, que hay en el escenario nacional. Creo que eso sí puede mover en unos lugares, no en todos, porque no es todo el Ejército o las fuerzas las que están involucradas, pero en unos lugares donde funcionaban de X o Y forma sí podría haber habido un cambio en esos pactos sobre los cuales funcionaba el mercado.
¿También entran allí las confrontaciones entre grupos armados en las regiones?
Ese también es un tema. Ahí quiero señalar una cosa y es que en el momento en que estaban las FARC y la manera en que se relacionan con las economías de la cocaína, ellos sí son muy estrictos en identificar ciertas personas en sus jerarquías que se van a encargar de esto, no todo el mundo está negociando, sino que hay unas personas encargadas de finanzas, que se especializan en el tema. Cuando pensamos en FARC, pues pensamos en unos cuadros políticos y financieros que tienen ciertas trayectorias, que hacen parte de una estructura mucho más estricta, jerárquica. Pero cuando pensamos en estos nuevos actores armados, en la Segunda Marquetalia, en las de Iván mordisco, estamos hablando de que este financiero no podría tal vez saber mucho de finanzas, es decir también hay una desestructuración política y sobre los objetivos y demás. Sí hay algo que ha ocurrido y tiene que ver precisamente con que cualquiera ahora que aparezca puede ser financiero porque necesitan gente. El conocimiento y el trato que hay sobre estos actores y el mercado no es el mismo que tenía uno hace 15 o 20 años.
Entonces, de lo que sí hay señales es sobre esa incertidumbre que genera negociar con estos nuevos, que no cumplen tanto las reglas como las cumplían antes las FARC; hay más incertidumbre en términos de los que entran a comprar; el escenario está mucho más desorganizado y eso para una persona que compra vende y que vive del negocio es mucho más complicado porque usted no entra a comprar y vender cualquier cosa, sino que usted está entrando con mucho dinero y entonces a algunos los habían robado, por ejemplo, o simplemente los encargados de finanzas se habían volado con la plata; eso requiere un disciplinamiento y una regulación de los comportamientos en torno a esto que se perdieron.
¿Qué otro condimento le hace falta a esta crisis?
Quisiera llamar la atención sobre algo de lo que no se ha hablado y creo que sí es importante que es la marihuana, en Cauca en particular. En nuestro país estamos en un momento muy extraño, en el que se regula la marihuana medicinal y se abre un mercado que se volvió muy excluyente, que no abrió las oportunidades como se creería que debía haberlas abierto; y ahora se está discutiendo qué se va a hacer con la marihuana recreativa. Es un punto muy extraño en el que se acepta, pero no se acepta, pero se acepta; se incauta, pero de todas maneras es un cultivo que se está expandiendo y en unos lugares de Cauca es muy fuerte. Eso tiene unas rupturas y tensiones muy puntuales sobre el territorio y sobre los actores armados también.
Entonces en este lapsus se está creciendo este nuevo mercado que está generando unas nuevas opciones y hay también nuevas participaciones de actores armados, unas nuevas agremiaciones muy interesantes pero también que está generando otras formas de sustento para todas las dinámicas regionales tanto de paz como de guerra. Creo que ahí hay que ver también de manera interesante regionalmente cómo se está transitando hacia estas otras economías.
¿A quién le va peor en esta crisis?
Lo primero que hay que decir es que hay un actor que está invisibilizado y es el dueño del cristalizadero. Hay incautaciones de cocaína, pero todavía no es muy claro si hay destrucciones de laboratorios de los grandes. Se ha invisibilizado su rol y lo digo porque creo que en este momento ese es el que no está afectado, está quieto, el que tiene el colchón, el que puede vivir, nadie habla de él. Pero de ahí para abajo toda la cadena, el procesador de pasta base, el cultivador de hoja de coca, creo que están sufriendo una crisis muy profunda.
No todos los campesinos procesan, una gran población simplemente produce hoja y esa hoja no tiene mercado. Están quiénes sí tienen el procesamiento en sus finca, ellos pueden tener el insumo y la hoja, pero no pueden procesar más y están quietos y tienen todo eso guardado. De ahí en adelante toda la economía que se mueve alrededor está detenida. Asumimos que sólo son los cultivadores los afectados, pero es el de la tienda, el de los insumos, toda la dimensión económica que mueve este negocio está detenida. Por eso hablamos de que no hay que sustituir una planta, sino que hay que sustituir una economía y eso hace que el reto sea mucho mayor.
¿Cuál es toda esa dimensión económica?
Doy un dato: la misma Unodc en su informe dice que anualmente este negocio mueve $9 billones en el país, pero el Gobierno lo que ha dicho es que al programa de sustitución de cultivos (PNIS) le da $1.5 billones al año. Entonces usted está comparando un plan que nos lo están vendiendo como de transformación, de industrialización, que apenas tiene $1.5 billones, y una economía que mueve $9. Eso, ni siquiera para el campesino, sino para toda la economía, es imposible que sea sustituible. Por eso la gente dice “para nosotros la sustitución es hambre”. Y es que efectivamente es eso, la sustitución generó desplazamiento, porque no llena esa dinámica económica.
Entonces, lo que vemos en la crisis cocalera no es una crisis del campesino ni del mercado de la coca, sino que es una crisis de profundo efecto sobre el desarrollo regional. La comisión de la Verdad hizo un ejercicio muy interesante en el que calculó el impacto de la destrucción de laboratorios y de las aspersiones sobre la economía regional de Nariño, en Llorente. La variable que utilizaron fue los movimientos bancarios. Y el estudio mostró que disminuían los movimientos bancarios, pero no todos, los que más disminuían eran los que iban entre $100.000 y $500.000, es decir los movimientos bancarios de la gente que movía menos dinero.
¿Entonces estamos ante una ventana de oportunidad perfecta?
Absolutamente. Si hay una población que le votó a Petro y a Francia Márquez con convicción de cambio fue precisamente la población habitante de los territorios cocaleros y de cultivos de marihuana. Lo puedo decir porque los anduve y ellos tenían una conciencia muy fuerte de cambio, la idea de que se puede generar un cambio en la política de drogas, de hecho hablaban hasta de regulación, de legalización. La disposición desde los campesinos siempre ha estado
Ahora, estamos en medio desafortunadamente de una sustitución forzada; es decir, esto se está dando en medio del hambre. Esta sustitución forzada se da en un contexto en que la gente está sufriendo, hay un desplazamiento silencioso, hay hambre. Hay un escenario dolorosísimo, pero que es una ventana de oportunidad para que el Estado entre a actuar. El problema es que no hay movimiento, uno no ve claridad. Están diseñando y diseñando la política, están intentando pagar lo que se debe en el PNIS, pero todavía no es claro hacia dónde van. Un Gobierno que plantea tener a las personas más idóneas ahí, que nos demoremos seis, ocho meses, un año, en plantear qué hay que hacer, me parece muy complicado. Creo que la ventana de oportunidad se está cerrando, así como se cerró la del Acuerdo de Paz. Esperemos que haya una reacción pronta.