Daniel Quintero y una revocatoria a sus espaldas
El alcalde de Medellín cumple su primer año con una campaña de revocatoria oficializada. Las comunicaciones y el manejo de la pandemia tras “Medellín me cuida” son los elementos que más se le reprochan; el metro de la 80, el que más se le aplaude.
Exactamente al año y tres días de haber llegado al poder, se radicó ante la Registraduría la campaña de revocatoria contra el alcalde Daniel Quintero, “Medellín cuenta conmigo”, que oficializó sus intenciones de impulsar su salida por un descontento del que no está claro de qué punto incumplido del plan de desarrollo se desprende. Esta no es la única pretensión, sino que se cuentan, por lo menos, otras dos. Aunque, a la luz de la democracia, el alcalde acepte los intentos de revocatoria y otros movimientos que no avalan su gestión, él dice que se centra en seguir trabajando por la ciudad, responsabilidad que es avalada en más del 70 % de favorabilidad, según las encuestas. No obstante, es inevitable no observar el primer año desde la molestia ciudadana, aunque no sea masiva.
Y aunque dichas campañas de revocatoria han sido mediáticas y han generado conversación en redes sociales, para muchos analistas el hecho de que resuene tanto en la opinión pública recae en que hay personajes políticos con intenciones políticas detrás de estas. Por ejemplo, para Pedro Piedrahíta, director de la maestría de Asuntos Políticos y Constitucionales de la Universidad de Medellín, detrás de esto están los excandidatos a la alcaldía Santiago Gómez y Juan David Valderrama, el exmandatario Federico Gutiérrez y la senadora uribista Paola Holguín, quien en Twitter ha manifestado simpatía con ciudadanos que promueven las intenciones de revocatoria.
“Esto, sin duda, es una antesala de las próximas elecciones a Congreso y Presidencia”, afirma Piedrahíta, quien asegura que un sector del uribismo en Medellín no aceptó la derrota. Y precisamente esto nos lleva a otro elemento importante en el perfil de Quintero: se vendió como candidato independiente, lejano de esas estructuras políticas que han manejado el poder por años en la ciudad, pero su cercanía con el senador Iván Agudelo (Partido Liberal) y César Gaviria, Germán Vargas Lleras y Luis Pérez, como lo dicen a voces conocedoras de la movida política en Medellín, ha desdibujado esa característica que el alcalde sigue promocionando como su gran virtud.
“Quintero se mostró como un candidato independiente, llega como un alcalde independiente y parece que no es tan independiente, pues hay apoyos políticos que lo atraviesan, como el senador Agudelo, grupos políticos de Itagüí, dicen que Luis Pérez y otros personajes que desvirtúan ese perfil”, comenta Juan Carlos Escobar, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. Igualmente, Miguel Jaramillo, magíster en Gobierno de la Universidad EAFIT, asegura que el alcalde “ha cedido a la clase política y no plantea una independencia hacia los sectores políticos, incluso ligados con Bogotá y movimientos tradicionales como el liberal”.
Desde la óptica de Piedrahíta, acudir a esa tesis es hilar muy delgado. “Se cree que independencia es gobernar sin políticos, pero eso es un error. La política se hace con políticos”, insiste. Más allá de esta premisa y de con quién haya escogido transitar durante estos cuatro años, la ciudadanía promotora de la revocatoria no le perdonó su cercanía con ciertos personajes, así como otros aspectos que han hecho que Quintero en su primer año ha gastado, por lo menos, un 27 % de su aprobación, según Jaramillo. “Por lo general, los alcaldes no comprometen tanto capital político en este período”, explica.
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En ese desgaste en términos de favorabilidad e imagen, el concejal Alfredo Ramos (Centro Democrático) se va de frente contra el manejo de la pandemia y las altas expectativas que levantó la administración al principio a través de la plataforma “Medellín me cuida”. “La desbordó la realidad y hoy no se menciona para nada”, dice Ramos, aunque hay otras figuras que cuestionaron el manejo y la protección de datos de los paisas al obligar el uso de esta aplicación. El cabildante también puso como ejemplo la reactivación de la antigua Clínica de Saludcoop de la 80 para ampliar la capacidad de atención médica. “Prometió que iba a tener 170 camas, con una inversión de más de $27.000 millones y no hay ni una sola UCI”. “Esto generó una fisura en la credibilidad que puede ser recuperada en la forma en que diseñe el plan de vacunación”, complementa Miguel Jaramillo.
En el ámbito económico, el concejal también reprochó lo que, a su juicio, fue una acción tardía con unos fondos para las mipymes que llegaron apenas hace unos meses. En este tema Dora Saldarriaga, concejala del movimiento Estamos Listas, también tiene sus reparos. “La reactivación debe tener acciones afirmativas diferenciales y más cuando se habla de posibles nuevas cuarentenas, enfocadas a las personas que se encuentran en pobreza extrema y comerciantes”. Esto, por supuesto, sin contar la disputa que emprendió el alcalde con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) alrededor del tema de EPM e Hidroituango, una controversia que, en opinión de Jaramillo, “ha sido una batalla que llegó a un punto de no retorno”.
El tema del GEA-EPM-Hidroituango ha sido medular en la gestión de Quintero, pues sus decisiones han dividido la ciudad entre los que aplaudieron la determinación de desentramar la presunta corrupción alrededor del proyecto Hidroituango, en la que empresas del GEA habrían tenido incidencia. Según Piedrahíta, los choques por Hidroituango eran “una oportunidad de mejorar la democracia”, pero que inevitablemente, como cree el investigador Escobar, “iba a levantar ampollas”. Mientras que otros criticaron la forma en que lo hizo, sin consultar a la junta, motivo que resquebrajó, a su juicio, el buen gobierno corporativo de EPM. “Para nadie es un secreto que Empresas Públicas ha tenido una correlación fuerte con el sector productivo y que muchas operaciones han sido asignadas a ciertos grupos empresariales de Antioquia; sin embargo, el manejo que se le dio no era el apropiado y la imparcialidad es necesaria para que funcionen los pesos y contrapesos. El alcalde falló en el nombramiento de la nueva junta y eso hasta hoy sigue siendo una herida para su propio gobierno”, apuntó Jaramillo.
Para Dora Saldarriaga, todo este entramado demuestra que EPM está elitizada y bajo unas dinámicas empresariales que le quitan el sentido de lo público. “Esto cuando tenemos catorce sectores de la ciudad desconectados”, comentó. El concejal Ramos también recuerda que en medio de este escollo hubo intenciones de Quintero de cambiarle la razón social a EPM, lo que detonó en una reestructuración de la composición política del Concejo de Medellín. Por ejemplo, la cabildante Saldarriaga lamenta que desde que se declaró en independencia ha recibido negativas cuando llama a algunos secretarios.
La comunicación, entonces, es otro de los temas en los que redundan los reparos. “Parece que las comunicaciones han estado más a la defensiva”, apunta Escobar. Así mismo, Juan Sebastián Delgado, consultor en comunicación política, señala este asunto como el más problemático y en el que hay más oportunidades de mejora. “Hay un principio básico y es evitar las múltiples interpretaciones. En esto ha fallado la administración por el afán de salir a contar las decisiones tomadas. Sale un anuncio en redes sin el decreto publicado y sin una pedagogía para que la ciudadanía entienda las medidas en torno a la pandemia”, comentó Delgado, añadiéndole que también las comunicaciones tienen un componente emocional y más, por ejemplo, con la contracampaña que se hizo en respuesta a la inscripción de la revocatoria. Organizaciones de veeduría han calificado estas formas de dañinas para la ciudad.
Aún así, entre errores y aciertos, Quintero ha avanzado en el proyecto del metro de la 80, que para muchos será el gran proyecto que le dejará a la ciudad, más que “Medellín Valle del Software”. “Los gobernantes tienen que concentrarse en una obra por la cual van a ser recordados. Ya se dio el primer desembolso, ya se firmó el documento Conpes, hay voluntad política y el tema ya está andando. Mientras que el tema del Valle del Software lo veo más complejo de ejecutar”, explicó Jaramillo. No obstante, es ahí en el desarrollo tecnológico y digital, campo de Quintero, donde el consultor Delgado ve la ocasión de potenciarlo para convertirlo en una gran herramienta de transformación económica en la ciudad, que es la palanca a la que se tiene que pegar para que Medellín, una ciudad que anda sola, lo siga haciendo.
Exactamente al año y tres días de haber llegado al poder, se radicó ante la Registraduría la campaña de revocatoria contra el alcalde Daniel Quintero, “Medellín cuenta conmigo”, que oficializó sus intenciones de impulsar su salida por un descontento del que no está claro de qué punto incumplido del plan de desarrollo se desprende. Esta no es la única pretensión, sino que se cuentan, por lo menos, otras dos. Aunque, a la luz de la democracia, el alcalde acepte los intentos de revocatoria y otros movimientos que no avalan su gestión, él dice que se centra en seguir trabajando por la ciudad, responsabilidad que es avalada en más del 70 % de favorabilidad, según las encuestas. No obstante, es inevitable no observar el primer año desde la molestia ciudadana, aunque no sea masiva.
Y aunque dichas campañas de revocatoria han sido mediáticas y han generado conversación en redes sociales, para muchos analistas el hecho de que resuene tanto en la opinión pública recae en que hay personajes políticos con intenciones políticas detrás de estas. Por ejemplo, para Pedro Piedrahíta, director de la maestría de Asuntos Políticos y Constitucionales de la Universidad de Medellín, detrás de esto están los excandidatos a la alcaldía Santiago Gómez y Juan David Valderrama, el exmandatario Federico Gutiérrez y la senadora uribista Paola Holguín, quien en Twitter ha manifestado simpatía con ciudadanos que promueven las intenciones de revocatoria.
“Esto, sin duda, es una antesala de las próximas elecciones a Congreso y Presidencia”, afirma Piedrahíta, quien asegura que un sector del uribismo en Medellín no aceptó la derrota. Y precisamente esto nos lleva a otro elemento importante en el perfil de Quintero: se vendió como candidato independiente, lejano de esas estructuras políticas que han manejado el poder por años en la ciudad, pero su cercanía con el senador Iván Agudelo (Partido Liberal) y César Gaviria, Germán Vargas Lleras y Luis Pérez, como lo dicen a voces conocedoras de la movida política en Medellín, ha desdibujado esa característica que el alcalde sigue promocionando como su gran virtud.
“Quintero se mostró como un candidato independiente, llega como un alcalde independiente y parece que no es tan independiente, pues hay apoyos políticos que lo atraviesan, como el senador Agudelo, grupos políticos de Itagüí, dicen que Luis Pérez y otros personajes que desvirtúan ese perfil”, comenta Juan Carlos Escobar, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. Igualmente, Miguel Jaramillo, magíster en Gobierno de la Universidad EAFIT, asegura que el alcalde “ha cedido a la clase política y no plantea una independencia hacia los sectores políticos, incluso ligados con Bogotá y movimientos tradicionales como el liberal”.
Desde la óptica de Piedrahíta, acudir a esa tesis es hilar muy delgado. “Se cree que independencia es gobernar sin políticos, pero eso es un error. La política se hace con políticos”, insiste. Más allá de esta premisa y de con quién haya escogido transitar durante estos cuatro años, la ciudadanía promotora de la revocatoria no le perdonó su cercanía con ciertos personajes, así como otros aspectos que han hecho que Quintero en su primer año ha gastado, por lo menos, un 27 % de su aprobación, según Jaramillo. “Por lo general, los alcaldes no comprometen tanto capital político en este período”, explica.
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En ese desgaste en términos de favorabilidad e imagen, el concejal Alfredo Ramos (Centro Democrático) se va de frente contra el manejo de la pandemia y las altas expectativas que levantó la administración al principio a través de la plataforma “Medellín me cuida”. “La desbordó la realidad y hoy no se menciona para nada”, dice Ramos, aunque hay otras figuras que cuestionaron el manejo y la protección de datos de los paisas al obligar el uso de esta aplicación. El cabildante también puso como ejemplo la reactivación de la antigua Clínica de Saludcoop de la 80 para ampliar la capacidad de atención médica. “Prometió que iba a tener 170 camas, con una inversión de más de $27.000 millones y no hay ni una sola UCI”. “Esto generó una fisura en la credibilidad que puede ser recuperada en la forma en que diseñe el plan de vacunación”, complementa Miguel Jaramillo.
En el ámbito económico, el concejal también reprochó lo que, a su juicio, fue una acción tardía con unos fondos para las mipymes que llegaron apenas hace unos meses. En este tema Dora Saldarriaga, concejala del movimiento Estamos Listas, también tiene sus reparos. “La reactivación debe tener acciones afirmativas diferenciales y más cuando se habla de posibles nuevas cuarentenas, enfocadas a las personas que se encuentran en pobreza extrema y comerciantes”. Esto, por supuesto, sin contar la disputa que emprendió el alcalde con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) alrededor del tema de EPM e Hidroituango, una controversia que, en opinión de Jaramillo, “ha sido una batalla que llegó a un punto de no retorno”.
El tema del GEA-EPM-Hidroituango ha sido medular en la gestión de Quintero, pues sus decisiones han dividido la ciudad entre los que aplaudieron la determinación de desentramar la presunta corrupción alrededor del proyecto Hidroituango, en la que empresas del GEA habrían tenido incidencia. Según Piedrahíta, los choques por Hidroituango eran “una oportunidad de mejorar la democracia”, pero que inevitablemente, como cree el investigador Escobar, “iba a levantar ampollas”. Mientras que otros criticaron la forma en que lo hizo, sin consultar a la junta, motivo que resquebrajó, a su juicio, el buen gobierno corporativo de EPM. “Para nadie es un secreto que Empresas Públicas ha tenido una correlación fuerte con el sector productivo y que muchas operaciones han sido asignadas a ciertos grupos empresariales de Antioquia; sin embargo, el manejo que se le dio no era el apropiado y la imparcialidad es necesaria para que funcionen los pesos y contrapesos. El alcalde falló en el nombramiento de la nueva junta y eso hasta hoy sigue siendo una herida para su propio gobierno”, apuntó Jaramillo.
Para Dora Saldarriaga, todo este entramado demuestra que EPM está elitizada y bajo unas dinámicas empresariales que le quitan el sentido de lo público. “Esto cuando tenemos catorce sectores de la ciudad desconectados”, comentó. El concejal Ramos también recuerda que en medio de este escollo hubo intenciones de Quintero de cambiarle la razón social a EPM, lo que detonó en una reestructuración de la composición política del Concejo de Medellín. Por ejemplo, la cabildante Saldarriaga lamenta que desde que se declaró en independencia ha recibido negativas cuando llama a algunos secretarios.
La comunicación, entonces, es otro de los temas en los que redundan los reparos. “Parece que las comunicaciones han estado más a la defensiva”, apunta Escobar. Así mismo, Juan Sebastián Delgado, consultor en comunicación política, señala este asunto como el más problemático y en el que hay más oportunidades de mejora. “Hay un principio básico y es evitar las múltiples interpretaciones. En esto ha fallado la administración por el afán de salir a contar las decisiones tomadas. Sale un anuncio en redes sin el decreto publicado y sin una pedagogía para que la ciudadanía entienda las medidas en torno a la pandemia”, comentó Delgado, añadiéndole que también las comunicaciones tienen un componente emocional y más, por ejemplo, con la contracampaña que se hizo en respuesta a la inscripción de la revocatoria. Organizaciones de veeduría han calificado estas formas de dañinas para la ciudad.
Aún así, entre errores y aciertos, Quintero ha avanzado en el proyecto del metro de la 80, que para muchos será el gran proyecto que le dejará a la ciudad, más que “Medellín Valle del Software”. “Los gobernantes tienen que concentrarse en una obra por la cual van a ser recordados. Ya se dio el primer desembolso, ya se firmó el documento Conpes, hay voluntad política y el tema ya está andando. Mientras que el tema del Valle del Software lo veo más complejo de ejecutar”, explicó Jaramillo. No obstante, es ahí en el desarrollo tecnológico y digital, campo de Quintero, donde el consultor Delgado ve la ocasión de potenciarlo para convertirlo en una gran herramienta de transformación económica en la ciudad, que es la palanca a la que se tiene que pegar para que Medellín, una ciudad que anda sola, lo siga haciendo.