Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El reciente viaje del presidente Iván Duque dejó varias postales, como su presencia en el Muro de los Lamentos o la visita a varios de los lugares que han sido considerados como santos por una parte considerable de la cristiandad. También fue una muestra del deseo de posicionar a Colombia como el principal aliado de Israel en Suramérica. Pero, más allá de estos hechos, la visita presidencial a esta convulsa región dejó para el registro dos nuevas entradas al libro de lo que han sido considerados los desatinos de esta administración en política exterior. Encabezando este listado está la salida en falso del ministro Diego Molano en contra de Irán. En reunión con el ministro de Defensa israelí, el funcionario dijo que el país e Israel tenían dos “enemigos comunes”, que eran Hezbolá e Irán, desconociendo que Colombia tiene relaciones con la nación persa.
Entérese de la actualidad política nacional en https://www.elespectador.com/politica/
Por otro lado, y sin tantas repercusiones mediáticas, el primer mandatario inauguró en Jerusalén una sede de Innpulsa, la oficina de emprendimiento del Gobierno colombiano. Aunque no tan claras las repercusiones como el primer hecho, el gesto tampoco cayó bien en algunos sectores, debido a la histórica diferencia de Israel y Palestina por Jerusalén. Ambos hechos causaron la reclamación de las representaciones diplomáticas de los países afectados. Por el lado de la embajada iraní, este miércoles se conoció una comunicación en la que recalca que “Irán y Colombia son dos países amigos y tienen una histórica relación. La destrucción de esta relación no beneficia a los pueblos de los dos países”. De forma parecida, la embajada palestina expresó su preocupación y comentó que “abrir oficinas de representación en Jerusalén, independientemente de su naturaleza, es una violación del derecho internacional y una desviación de los estándares básicos y las posiciones internacionales que apoyan la solución de dos estados”.
Si bien es cierto que las relaciones con los estados iraní y palestino no han tomado un papel preponderante en los 200 años de historia republicana de Colombia, lo ocurrido en la visita de Duque a Israel desnuda lo que serían varias de las debilidades y puntos controvertidos de esta administración frente a su política exterior. A los ojos de Arlene Tickner, lo sucedido en esa visita da cuenta de “un gobierno que reiteradamente ha dado pasos en falso en su estrategia internacional”. A esto, añadió que el único afectado con esas posiciones es Colombia, pues “ha redundado en costos en la imagen para el país”, teniendo en cuenta que no serían solo Irán o Palestina, sino que también ha pasado con Cuba, Estados Unidos y otras naciones.
No obstante, los dos hechos tienen una lectura distinta. Frente a Irán, Tickner considera que lo más probable es que sea producto de la “ignorancia” de Molano, pero que el problema radica en que “no hay coordinación en los pronunciamientos en el extranjero. Se supone que esa coordinación debe venir del Ministerio del Exterior”. Una posición muy similar tiene el experto en Oriente Medio Felipe Medina, quien comentó que “debemos interpretar esto como un acto de ignorancia y de desorden del Gobierno, donde funcionarios de alto nivel realizan afirmaciones, tal vez por convicciones internas”. A consideración de Medina, lo ocurrido con los pronunciamientos del ministro de Defensa es una muestra de que no existe política exterior en Colombia: “No hay una política clara, coherente, con objetivos, rigurosa, cimentada en principios. Más bien vemos que señores como Molano opinan de Irán sin saber nada de su historia”.
Lea también: Iván Duque: “Nosotros no usamos la palabra enemigo para referirnos a un país”
Para el profesor Mauricio Jaramillo Jassir, no se estaría frente a un error o a una falta de coordinación de la política exterior, sino que siendo algo “reiterado y sistemático”, lo que implica una “extremada ideologización de nuestras relaciones”. Para el académico, todo esto es una muestra del dogmatismo del Centro Democrático en la diplomacia, algo que ni siquiera ocurrió en los ocho años del gobierno de Álvaro Uribe. Es decir, en su concepto, se “está condicionando la política exterior a la compatibilidad ideológica” y ejemplificó su tesis con los traspiés que también ha tenido Colombia con Cuba, Rusia –a la que acusó de lanzar ataques informáticos–, Estados Unidos y el apoyo a Trump, y el viaje del fiscal Francisco Barbosa a Ecuador para entregar unas supuestas pruebas en contra del candidato presidencial Andrés Arauz, en pleno proceso electoral. Esto, según Jaramillo, podría estar hipotecando las relaciones diplomáticas de Colombia para los próximos gobiernos.
María Teresa Aya, docente e investigadora del Externado, concuerda en algunos puntos, pero también resalta que buena parte de los problemas se deben a que la canciller está ausente de los viajes de Duque. En este sentido, comentó que por seguridad se supone que presidente y vicepresidente no deberían viajar juntos, pero este es un caso especial en el que Marta Lucía Ramírez debería hacer presencia, pues “los únicos que deberían hablar de esos temas son el primer mandatario y la canciller”. La académica también le dio otra lectura a la salida en falso de Molano, pues podría ser analizada en el contexto de la cercanía con Venezuela. “Todo lo que se pueda relacionar con Venezuela es la punta de lanza de este gobierno”, dijo Aya, quien describió la declaración como “decirle a Juan para que escuche Pedro”, es decir, hacer una declaración contra Irán para que la oiga Maduro. Pero, según la docente, “no puede decir por la relación con Venezuela que es enemigo. La relación Irán-Venezuela no es nueva, no se la inventaron Chávez o Maduro. Estamos descontextualizando”.
Por otro lado, Aya consideró que el asunto con la oficina de Innpulsa y Palestina es una falta de fundamentos. Esto debido a que Israel es líder en innovación agraria y es un ejemplo de la diplomacia científica, por lo que las explicaciones de esta oficina estarían allí. Sin embargo, para la académica, se cayó en el juego político de Israel de querer tener más presencia en Jerusalén. Arlene Tickner comentó una visión bastante parecida, pues el lío habría sido, en la intención de mostrarse como el mayor aliado de Israel en la región, caer en las intenciones de que se abran este tipo de representaciones en Jerusalén y las declaraciones presidenciales sobre el reconocimiento o no de este territorio no permitieron aclarar el panorama. “La ambigüedad se prestan para las interpretaciones que se han dado”, agregó la analista.
Una visión política
La lectura a estos hechos ha sido diferente en la Comisión Segunda del Senado, la encargada en el legislativo de las relaciones internacionales. Dependiendo del bando, se tiene una lectura diferente. Por ejemplo, para el senador John Hárold Suárez, del Centro Democrático, lo del ministro Molano solo fue un malentendido, pues “tenemos una amenaza con Hezbolá”, pero “Irán no ha sido enemigo”. En esta línea continuó diciendo “la idea es mantener una buena relación con Irán y con Hezbolá desarrollar una mayor inteligencia para poder hacerle frente al riesgo que tiene el país con Venezuela”. Para Suárez, ya se aclaró el hecho, pero reconoció que “se deben articular mejor las palabras” y esto le correspondería a la Cancillería.
Le puede interesar: Venezuela, un tema recurrente con implicaciones en 2022
En cambio, el senador Iván Cepeda, del Polo Democrático, consideró que no se trata de una torpeza del ministro, sino que “hay una línea sostenida y que se intenta fundamentar en informes de inteligencia militar, que son realmente montajes que buscan generar un ambiente de gran hostilidad con países con los que Colombia tiene relaciones diplomáticas, como Rusia e Irán”. Para el senador de la oposición, todo se trataría de una intención de que Colombia se convierta “un país agresor e intervencionista” y el ministro Molano vendría cumpliendo esa agenda. Solo que cuando hay un rechazo, según Cepeda, se estaría recurriendo al argumento de que “fue una simple indiscreción”.