¿Dónde está monseñor Monsalve?: 13 años de controversia y polémica
Desde que entregó el arzobispado de Cali, donde se dedicó a la búsqueda de la paz y la convivencia no sin muchas incomprensiones, se ha extrañado la presencia de monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía. En esta entrevista cuenta qué ha sido de él y recuerda esos años.
Beatriz López, especial para El Espectador
Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ejerció el Arzobispado de Cali durante 13 años de gran confrontación política en el país: el proceso de Paz con las Farc, el estallido social en vísperas del ascenso al poder de Gustavo Petro y otros sucesos no exentos de “controversia y polémica que sectores políticos y mediáticos extremaron en intransigencia e intolerancia”.
Su carácter amplio y divergente fue definitivo por su relación interclesial con los sectores populares de Cali y de la región Pacífico y Occidental, “pero también viví momentos fuertes y críticos”, afirma.
Monseñor Darío llegó a Cali, procedente de Antioquia, nacido en Valparaíso, diócesis de Jericó, en cuyo Seminario se formó como sacerdote. En Medellín, en la época de Pablo Escobar, fue testigo presencial del terror en las comunas, durante las incursiones paramilitares.
A finales del año 2022, el 12 de diciembre, hizo entrega del cargo de arzobispo de Cali, anticipando casi tres meses a la presentación de la renuncia, por llegar a la edad de 75 años en marzo de 2023, que recibió el actual arzobispo, entonces su obispo auxiliar, monseñor Luis Fernando Rodríguez.
Desde entonces, Cali extrañó la presencia de este apóstol de la paz y la convivencia.
¿Dónde está monseñor?
(Le puede interesar: La iniciativa de las víctimas para fortalecer sus espacios de diálogo y resiliencia)
Pasó la Navidad, el Año Nuevo y los Reyes, y a principios de febrero del 2024 decidí enviarle un mensaje: “monseñor Darío: ¿dónde se encuentra? ¿Por qué el silencio? ¿Qué sucede con la desaparición del escenario obispal y de su gran valor al enfrentar los errores de una élite política y social?”.
De inmediato respondió: “fueron años muy intensos. Tuve momentos muy críticos por situaciones y por mis opciones ante ellas. Te hago un recuento de algunos:
* Los diputados del Valle secuestrados y asesinados y la ´muerte´ de Alfonso Cano, cuando se buscaba una salida pacífica con las FARC;
* La problemática por pederastia de algunos sacerdotes y la confrontación jurídica y mediática con Élmer Montaña y sus demandas multimillonarias, por encima de 9 mil millones de pesos;
* El plebiscito y mi opción por el Sí a los Acuerdos de la Habana;
* Mi denuncia de la ‘venganza genocida’ contra firmantes de paz y líderes sociales, señalando explícitamente, en una conferencia virtual étnica, la responsabilidad en los crímenes del sistema y el gobierno;
* La consecuente “desautorización” publica por parte de Nunciatura Apostólica y Conferencia Episcopal por mi posición y ante los reclamos del gobierno Duque; “desautorizaciones” por el Vaticano, a través de monseñor Bruno Duffé, miembro del gabinete del papa Francisco;
* La pandemia y su desafío para la sociedad e iglesia, sobre todo en la cobertura alimentaria para los más pobres en Cali, con distribución de comida cruda por el Banco de Alimentos y la Alcaldía, y con los comedores comunitarios en convenio con los entes municipal y departamental;
* El “estallido social” y el espacio abierto por la iglesia de Cali para el reencuentro y diálogo con primeras líneas, indígenas y población “barrio adentro”, suscitando el fin de los bloqueos y la transformación de los 32 puntos de resistencia hacia el fin de la destrucción y apertura de procesos de acuerdo e inclusión social;
* El aliento de la Iglesia a empresarios y organizaciones sociales para reintegrar a los NI NI (ni estudio ni trabajo) y el proceso a varios años, aun en curso, con apoyo internacional a través de Open City Foundation;
* El impulso a una iglesia caleña basada en SEIS rostros: servidora, discipular, esponsal, samaritana, territorial y sinodal; ellos son los principios rectores de la planeación pastoral en la Arquidiócesis.
* Las inversiones y pérdidas en libranzas de la ‘pirámide’ Élite, por parte de algunas instituciones de la arquidiócesis y el escándalo armado en mi contra”.
- Y, ¿cómo logró salir ileso?
En total, tres instituciones de la Arquidiócesis, inducidas por el financiero de la curia, sin consulta ni aprobación mía ni de las Juntas respectivas en ejercicio de su autonomía delegada como personas jurídicas, aceptaron poner cada una suma hasta completar, entre todas, 3 millones de inversión.
(También puede leer: Así fueron las más de 10 horas de protestas que terminaron con Petro en consejo de seguridad)
Cuando estalló la crisis con la Superintendencia, faltaban mil 500 millones por recuperar, habiéndose reingresado el resto con intereses. Esa fue la pérdida neta. Además de separar de sus cargos a todo el equipo financiero y tomar medidas estrictas sobre el tema, desplegamos una gestión rápida y, en el semestre siguiente, tuvimos un ingreso por compensación de un bien que habíamos cedido para su asilo de ancianos a las hermanas de Teresa de Calcuta, en el barrio Cañaveralejo, y del que ellas requerían de escritura, exigida por sus donantes extranjeros, para hacer adecuaciones y remodelaciones.
La congregación nos hizo un aporte muy significativo, que nos permitió recuperar la liquidez de la curia. El asilo pasó a su propiedad y es una hermosa obra que los caleños conocen y aprecian.
- ¿Qué consecuencias tuvo este escándalo?
El daño y el trauma de este escándalo nos dejó consecuencias muy dolorosas, sobre todo en las personas que, con intención de mejorar ingresos, cayeron en la trampa de la pirámide Élite, error que los adversarios explotaron a más no poder. Por ejemplo, con el célebre ‘Séptimo Día’ de Manuel Teodoro.
Y, ¿qué obras dejó para la Arquidiócesis?
En Cali no solo viví momentos fuertes y críticos. También algunas obras fundacionales, un buen número de parroquias creadas, una arquidiócesis muy viva, numerosos sacerdotes ordenados por mis manos, así como algunas obras de construcción, pero sobre todo de solidaridad y acompañamiento social, de paz y de apoyo a exarmados y a su reintegración socioeconómica quedaron como testigos de este período eclesial;
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- A pesar de las confrontaciones y divergencias ¿qué buenos recuerdos le deja su paso como líder pastoral por Cali?
Llevo tatuados en mi alma el amor por Cali, el Valle y la región. Amistades y memorias de una relación no exenta de controversia y polémica de sectores políticos y mediáticos extremaron en intransigencia e intolerancia en no pocos momentos, conforman mi recuerdo de estos años.
- ¿Qué trato le dio la prensa local y nacional?
Ente las amistades muy gratas y leales al principio de recta intención y mi ánimo de cerrar brechas y promover una mayor justicia social, se cuentan la tuya y de Aura Lucia Mera, amén de otros periodistas y personalidades de la ciudad.
Pero El País luego me aplicó también su sesgo y la mordacidad de sus editorialistas, en vez del diálogo constructivo sobre el pensamiento divergente y las posiciones de apoyo a la reivindicación no violenta. No entendieron, y creo que no entienden aún, la importancia de hacer paces y consolidar alianzas hacia propósitos y propuestas más comunes y colectivas.
- ¿Y dónde está monseñor?
A raíz de mi renuncia el 12 de diciembre de 2022, vivo en Medellín, en un apartamento adquirido con mis padres hace 23 años.
Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ejerció el Arzobispado de Cali durante 13 años de gran confrontación política en el país: el proceso de Paz con las Farc, el estallido social en vísperas del ascenso al poder de Gustavo Petro y otros sucesos no exentos de “controversia y polémica que sectores políticos y mediáticos extremaron en intransigencia e intolerancia”.
Su carácter amplio y divergente fue definitivo por su relación interclesial con los sectores populares de Cali y de la región Pacífico y Occidental, “pero también viví momentos fuertes y críticos”, afirma.
Monseñor Darío llegó a Cali, procedente de Antioquia, nacido en Valparaíso, diócesis de Jericó, en cuyo Seminario se formó como sacerdote. En Medellín, en la época de Pablo Escobar, fue testigo presencial del terror en las comunas, durante las incursiones paramilitares.
A finales del año 2022, el 12 de diciembre, hizo entrega del cargo de arzobispo de Cali, anticipando casi tres meses a la presentación de la renuncia, por llegar a la edad de 75 años en marzo de 2023, que recibió el actual arzobispo, entonces su obispo auxiliar, monseñor Luis Fernando Rodríguez.
Desde entonces, Cali extrañó la presencia de este apóstol de la paz y la convivencia.
¿Dónde está monseñor?
(Le puede interesar: La iniciativa de las víctimas para fortalecer sus espacios de diálogo y resiliencia)
Pasó la Navidad, el Año Nuevo y los Reyes, y a principios de febrero del 2024 decidí enviarle un mensaje: “monseñor Darío: ¿dónde se encuentra? ¿Por qué el silencio? ¿Qué sucede con la desaparición del escenario obispal y de su gran valor al enfrentar los errores de una élite política y social?”.
De inmediato respondió: “fueron años muy intensos. Tuve momentos muy críticos por situaciones y por mis opciones ante ellas. Te hago un recuento de algunos:
* Los diputados del Valle secuestrados y asesinados y la ´muerte´ de Alfonso Cano, cuando se buscaba una salida pacífica con las FARC;
* La problemática por pederastia de algunos sacerdotes y la confrontación jurídica y mediática con Élmer Montaña y sus demandas multimillonarias, por encima de 9 mil millones de pesos;
* El plebiscito y mi opción por el Sí a los Acuerdos de la Habana;
* Mi denuncia de la ‘venganza genocida’ contra firmantes de paz y líderes sociales, señalando explícitamente, en una conferencia virtual étnica, la responsabilidad en los crímenes del sistema y el gobierno;
* La consecuente “desautorización” publica por parte de Nunciatura Apostólica y Conferencia Episcopal por mi posición y ante los reclamos del gobierno Duque; “desautorizaciones” por el Vaticano, a través de monseñor Bruno Duffé, miembro del gabinete del papa Francisco;
* La pandemia y su desafío para la sociedad e iglesia, sobre todo en la cobertura alimentaria para los más pobres en Cali, con distribución de comida cruda por el Banco de Alimentos y la Alcaldía, y con los comedores comunitarios en convenio con los entes municipal y departamental;
* El “estallido social” y el espacio abierto por la iglesia de Cali para el reencuentro y diálogo con primeras líneas, indígenas y población “barrio adentro”, suscitando el fin de los bloqueos y la transformación de los 32 puntos de resistencia hacia el fin de la destrucción y apertura de procesos de acuerdo e inclusión social;
* El aliento de la Iglesia a empresarios y organizaciones sociales para reintegrar a los NI NI (ni estudio ni trabajo) y el proceso a varios años, aun en curso, con apoyo internacional a través de Open City Foundation;
* El impulso a una iglesia caleña basada en SEIS rostros: servidora, discipular, esponsal, samaritana, territorial y sinodal; ellos son los principios rectores de la planeación pastoral en la Arquidiócesis.
* Las inversiones y pérdidas en libranzas de la ‘pirámide’ Élite, por parte de algunas instituciones de la arquidiócesis y el escándalo armado en mi contra”.
- Y, ¿cómo logró salir ileso?
En total, tres instituciones de la Arquidiócesis, inducidas por el financiero de la curia, sin consulta ni aprobación mía ni de las Juntas respectivas en ejercicio de su autonomía delegada como personas jurídicas, aceptaron poner cada una suma hasta completar, entre todas, 3 millones de inversión.
(También puede leer: Así fueron las más de 10 horas de protestas que terminaron con Petro en consejo de seguridad)
Cuando estalló la crisis con la Superintendencia, faltaban mil 500 millones por recuperar, habiéndose reingresado el resto con intereses. Esa fue la pérdida neta. Además de separar de sus cargos a todo el equipo financiero y tomar medidas estrictas sobre el tema, desplegamos una gestión rápida y, en el semestre siguiente, tuvimos un ingreso por compensación de un bien que habíamos cedido para su asilo de ancianos a las hermanas de Teresa de Calcuta, en el barrio Cañaveralejo, y del que ellas requerían de escritura, exigida por sus donantes extranjeros, para hacer adecuaciones y remodelaciones.
La congregación nos hizo un aporte muy significativo, que nos permitió recuperar la liquidez de la curia. El asilo pasó a su propiedad y es una hermosa obra que los caleños conocen y aprecian.
- ¿Qué consecuencias tuvo este escándalo?
El daño y el trauma de este escándalo nos dejó consecuencias muy dolorosas, sobre todo en las personas que, con intención de mejorar ingresos, cayeron en la trampa de la pirámide Élite, error que los adversarios explotaron a más no poder. Por ejemplo, con el célebre ‘Séptimo Día’ de Manuel Teodoro.
Y, ¿qué obras dejó para la Arquidiócesis?
En Cali no solo viví momentos fuertes y críticos. También algunas obras fundacionales, un buen número de parroquias creadas, una arquidiócesis muy viva, numerosos sacerdotes ordenados por mis manos, así como algunas obras de construcción, pero sobre todo de solidaridad y acompañamiento social, de paz y de apoyo a exarmados y a su reintegración socioeconómica quedaron como testigos de este período eclesial;
(Quizás le interese: Piden explicaciones al Ejército por polémica visita de Andrés Escobar a cantón)
- A pesar de las confrontaciones y divergencias ¿qué buenos recuerdos le deja su paso como líder pastoral por Cali?
Llevo tatuados en mi alma el amor por Cali, el Valle y la región. Amistades y memorias de una relación no exenta de controversia y polémica de sectores políticos y mediáticos extremaron en intransigencia e intolerancia en no pocos momentos, conforman mi recuerdo de estos años.
- ¿Qué trato le dio la prensa local y nacional?
Ente las amistades muy gratas y leales al principio de recta intención y mi ánimo de cerrar brechas y promover una mayor justicia social, se cuentan la tuya y de Aura Lucia Mera, amén de otros periodistas y personalidades de la ciudad.
Pero El País luego me aplicó también su sesgo y la mordacidad de sus editorialistas, en vez del diálogo constructivo sobre el pensamiento divergente y las posiciones de apoyo a la reivindicación no violenta. No entendieron, y creo que no entienden aún, la importancia de hacer paces y consolidar alianzas hacia propósitos y propuestas más comunes y colectivas.
- ¿Y dónde está monseñor?
A raíz de mi renuncia el 12 de diciembre de 2022, vivo en Medellín, en un apartamento adquirido con mis padres hace 23 años.