El 2022: ¿año para impulsar la participación política de las mujeres?
Sin pronunciamiento sobre el nuevo Código Electoral y la paridad que está incluida, los partidos se comprometieron a llevar listas paritarias al Congreso, pero no cumplieron.
Las mujeres no son el 50% de las candidatas al Congreso para las elecciones de 2022. Son el 39.85%. Cuatro puntos porcentuales más que las que se avalaron y presentaron para los comicios de 2018. Hace cuatro años, la paridad no era un tema instalado en el debate público y político, y los partidos se limitaban a cumplir la Ley 1475 de 2011, que determina una cuota de, mínimo, el 30% de mujeres aspirantes. El problema, desde que se diseñó dicha normativa, es que las organizaciones políticas entienden ese mínimo como el límite, como la obligación para evitar que sus listas sean revocadas o devueltas por el órgano electoral.
Lea más: Los partidos se comprometieron a la paridad y no cumplieron.
El país político, en más de tres años, cambió, introduciendo, después de contados intentos frustrados, la paridad, que es la exigencia sobre las listas a corporaciones públicas para que estén conformadas 50% hombres y 50% mujeres. Esta fue una estrategia para promover la participación política femenina que fue aprobada en el nuevo Código Electoral en 2020 y que se tenían todas las expectativas que fuera una realidad material para las elecciones de 2022. Sin embargo, sin un pronunciamiento de la Corte Constitucional, no hubo posibilidad para que la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral (CNE) tomara determinaciones sobre el asunto.
En el marco de la espera por una decisión de la Corte y entendiendo el momento político para las mujeres, organizaciones de la sociedad civil y de organismos multilaterales trabajaron en campañas para no permitir que el tema se convirtiera en mero adorno y para mantenerlo vigente en un tiempo clave para los partidos durante su tarea de conformar listas al Congreso. Así nacieron, por ejemplo, Sin Mujeres No, Nosotras Ahora, de Artemisas, y Más Mujeres, Más Democracia, Rumbo a la Paridad, de la Mesa de Género de la Cooperación Internacional y algunas entidades del Estado.
“Las mujeres debemos celebrar que la paridad se tomó la agenda. Así sea que esté instrumentalizada y pese a que la Corte no se pronunció a tiempo. Eventualmente, el alto tribunal debe decidir sobre el Código Electoral que, sí o sí, entrará en vigencia en las elecciones de 2023, por lo que 2022 y la jornada que habrá se convertirá en la puerta giratoria para ver cómo los partidos se prepararon para buscar nuevos liderazgos en los territorios”, vaticinó Juliana Hernández, directora de Artemisas y coordinadora de la campaña ¡Paridad, YA!, que hizo incidencia en el Congreso durante la aprobación del Código Electoral en 2020.
Le puede interesar: “Participación de mujeres implicará mayor compromiso por parte de los partidos”: Doris Ruth Méndez.
A lo que se refiere de instrumentalizar son a las promesas vanas de los partidos y coaliciones de llevar listas paritarias con o sin decisión de la Corte antes del cierre de inscripciones, que fue el 13 de diciembre. No fue así. Este resultado, para la profesora Angélica Bernal, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, es la materialización de las promesas vacías y estéticas de las organizaciones políticas, que hablan con cálculos para evitar posibles linchamientos. “Los partidos no han hecho gran cosa, si no es por mandato constitucional o legal, por la inclusión como un tema de democracia. Es decir, al no sentirse obligados por la norma de la paridad, que aún no ha entrado a regir, no la cumplieron. Se basaron en la Ley 1475, que es la anterior a la paridad y que determina una cuota del 30%”, apuntó Bernal.
La experta en comunicación política y opinión pública, María Alejandra Arboleda, agrega a la afirmación de Bernal: “La importancia de que las mujeres lleguen a la política está demostrada con las cifras y está cada vez más instalada en diferentes agendas, entre ellas, la electoral. Es decir, candidatos y partidos asumen el tema para conseguir votos, pero a la hora de formar listas y darles un papel relevante a las mujeres se quedan cortos. No pasan a una acción real”.
Y pese a este panorama, en el que las colectividades incumplieron y en el que las mujeres no son el 50% de las candidatas y, probablemente, no serán el 50% de las electas, se entiende el 2022 como un año clave para la participación política de la población femenina del país. “Colombia tiene la generación de mujeres más preparada de su historia, con mayor empuje colectivo representan el 57% de quienes egresan con estudio universitario”, pintó como panorama, hace unos meses, Bibiana Aído Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia, organización que lidera la campaña Más Mujeres, Más Democracia.
El problema que plantea Juliana Hernández, con relación a lo que dice Aído Almagro, es sobre qué vara se medirá y evaluará a las mujeres. “Lo que vemos en los debates es que el concepto de preparación está atravesado por haber ejercido un cargo de elección popular, haber ocupado los ministerios más importantes, hacer parte de juntas directivas de grandes empresas. Si esa es la línea de medición, nosotras perdemos porque nunca hemos estado en espacios de toma de decisión en lo público y privado. Tenemos que transformar la narrativa y romper la burbuja con la que muchas veces ejercen violencia política contra mujeres que se disputan el poder”, complementó la directora de Artemisas.
Escuche ¿Cómo los partidos y movimientos se están preparando para cumplir la paridad?
Además de cuestionar sus experiencias y procedencias, Angélica Bernal y Bibiana Aído agregan escenarios de violencia política que probablemente se exacerbarán en 2022 como la negación del uso de la palabra, la negación de recursos a sus campañas políticas, su invisibilización en debates y medios de comunicación, la discriminación, el cuestionamiento por su forma de vestir, las preguntas que van dirigidas a su vida privada y las otras violencias que lideresas territoriales viven por hacer activismo político y social.
“La violencia que han sufrido Sara Tufano y Juana Afanador dentro del Pacto Histórico ha ayudado a visibilizar el tema y a sacarlo de ese lugar poco conversado dentro de los partidos y coaliciones. Eso, de entrada, es una ganancia porque se está enviando un mensaje de que las mujeres no queremos tolerar más estas prácticas y de que buscamos que esto no quede impune”, da como ejemplo Hernández sobre lo que ha pasado previo a 2022 y lo que podríamos esperar en pleno año electoral: “las mujeres en territorio están observando cómo ellas hablan y esto las impulsará a denunciar y señalar”, insistió.
Y claro que la violencia política es una barrera para el acceso y la permanencia de la participación política de las mujeres, como señaló el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidista (NIMD) en su informe El fenómeno de la violencia contra las mujeres en política. “Estas acciones tienen el efecto y la motivación de desestimular la participación política de las mujeres y reprimir cualquier deseo de ingresar a la política”, se lee en un fragmento.
Pese a estos escenarios adversos, las mujeres siguen buscando la forma para permanecer o irrumpir en la política de forma disruptiva. Como es el caso de la campaña de Estamos Listas, movimiento político autorreconocido como feminista, y la precandidatura presidencial de Francia Márquez, una mujer afro, de periferia, lideresa ambiental, madre joven que tuvo que ser empleada doméstica para sostener su hogar.
“Estos son liderazgos individuales que pueden renovar la política. Es más, ya lo están haciendo con sus campañas, porque están diciendo que le han perdido el miedo a hacer política, a atreverse a disputarle el poder a un hombre. Ellas están cambiando la agenda y la conversación, porque están mostrando que otra política es posible”, agregó Juliana Hernández.
Y como estrategias complementarias a la paridad, como darles puestos relevantes a las mujeres, María Alejandra Arboleda destaca el caso del Nuevo Liberalismo y la U. “Es interesante resaltar el caso de la U, que es un partido liderado por una mujer que le dio su cabeza de lista a Senado a Catherine Ibargüen, y el Nuevo Liberalismo, con Mábel Lara, Sandra Borda y Yolanda Perea. Ellos pasaron del discurso de bandera electoral a unas acciones puntuales para que las mujeres lleguen al poder, porque no es suficiente hablar de paridad. La medida por sí sola no garantiza la elección”, recordó la analista.
Estas nuevas caras que integrarán los tarjetones también hablan de una renovación simbólica de las candidaturas femeninas y del liderazgo que pueden representar dentro de sus partidos. “Es muy inspirador y esperanzador. De verdad que estamos listas. Hace mucho tiempo que lo estamos, y ya no hay más excusas. Tenemos que estar en los espacios de toma de decisiones”, recalcó la representante de ONU Mujeres en Colombia en una entrevista con El Espectador a finales de septiembre.
Eso sí, la profesora Angélica Bernal recordó una premisa que hay que repetir: “ser mujer no es garantía ni de democracia, ni de defensa de una agenda feminista. Partidos como el MIRA, que abogan por la paridad en sus listas y tienen una estructura partidaria con equidad, va en contravía de muchas de las libertades y derechos de las mujeres, como el aborto. Es interesante analizar esto con pinzas, porque no necesariamente la inclusión de más mujeres es garantía”.
Las organizaciones, el Congreso y la misma ciudadanía han puesto su parte. El rasero estaba en manos de los partidos que perdieron una oportunidad histórica de demostrar la consonancia que tienen con la verdadera democracia, sin embargo, los anhelos no están perdidos y la falta de respuesta de las mismas organizaciones es una oportunidad para que las mujeres y feministas no desfallezcan en su propósito de la paridad. “Por eso también el 2022 es clave, porque buscamos traducir esa paridad en apuestas reales, más allá de las listas. Y eso los buscaremos a través de incidencia para sacar adelante proyectos de ley y políticas públicas que aboguen por mejores estrategias para hacerle control y e imponer verdaderas sanciones a quienes incumplan”, prometió Hernández.
Las mujeres no son el 50% de las candidatas al Congreso para las elecciones de 2022. Son el 39.85%. Cuatro puntos porcentuales más que las que se avalaron y presentaron para los comicios de 2018. Hace cuatro años, la paridad no era un tema instalado en el debate público y político, y los partidos se limitaban a cumplir la Ley 1475 de 2011, que determina una cuota de, mínimo, el 30% de mujeres aspirantes. El problema, desde que se diseñó dicha normativa, es que las organizaciones políticas entienden ese mínimo como el límite, como la obligación para evitar que sus listas sean revocadas o devueltas por el órgano electoral.
Lea más: Los partidos se comprometieron a la paridad y no cumplieron.
El país político, en más de tres años, cambió, introduciendo, después de contados intentos frustrados, la paridad, que es la exigencia sobre las listas a corporaciones públicas para que estén conformadas 50% hombres y 50% mujeres. Esta fue una estrategia para promover la participación política femenina que fue aprobada en el nuevo Código Electoral en 2020 y que se tenían todas las expectativas que fuera una realidad material para las elecciones de 2022. Sin embargo, sin un pronunciamiento de la Corte Constitucional, no hubo posibilidad para que la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral (CNE) tomara determinaciones sobre el asunto.
En el marco de la espera por una decisión de la Corte y entendiendo el momento político para las mujeres, organizaciones de la sociedad civil y de organismos multilaterales trabajaron en campañas para no permitir que el tema se convirtiera en mero adorno y para mantenerlo vigente en un tiempo clave para los partidos durante su tarea de conformar listas al Congreso. Así nacieron, por ejemplo, Sin Mujeres No, Nosotras Ahora, de Artemisas, y Más Mujeres, Más Democracia, Rumbo a la Paridad, de la Mesa de Género de la Cooperación Internacional y algunas entidades del Estado.
“Las mujeres debemos celebrar que la paridad se tomó la agenda. Así sea que esté instrumentalizada y pese a que la Corte no se pronunció a tiempo. Eventualmente, el alto tribunal debe decidir sobre el Código Electoral que, sí o sí, entrará en vigencia en las elecciones de 2023, por lo que 2022 y la jornada que habrá se convertirá en la puerta giratoria para ver cómo los partidos se prepararon para buscar nuevos liderazgos en los territorios”, vaticinó Juliana Hernández, directora de Artemisas y coordinadora de la campaña ¡Paridad, YA!, que hizo incidencia en el Congreso durante la aprobación del Código Electoral en 2020.
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A lo que se refiere de instrumentalizar son a las promesas vanas de los partidos y coaliciones de llevar listas paritarias con o sin decisión de la Corte antes del cierre de inscripciones, que fue el 13 de diciembre. No fue así. Este resultado, para la profesora Angélica Bernal, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, es la materialización de las promesas vacías y estéticas de las organizaciones políticas, que hablan con cálculos para evitar posibles linchamientos. “Los partidos no han hecho gran cosa, si no es por mandato constitucional o legal, por la inclusión como un tema de democracia. Es decir, al no sentirse obligados por la norma de la paridad, que aún no ha entrado a regir, no la cumplieron. Se basaron en la Ley 1475, que es la anterior a la paridad y que determina una cuota del 30%”, apuntó Bernal.
La experta en comunicación política y opinión pública, María Alejandra Arboleda, agrega a la afirmación de Bernal: “La importancia de que las mujeres lleguen a la política está demostrada con las cifras y está cada vez más instalada en diferentes agendas, entre ellas, la electoral. Es decir, candidatos y partidos asumen el tema para conseguir votos, pero a la hora de formar listas y darles un papel relevante a las mujeres se quedan cortos. No pasan a una acción real”.
Y pese a este panorama, en el que las colectividades incumplieron y en el que las mujeres no son el 50% de las candidatas y, probablemente, no serán el 50% de las electas, se entiende el 2022 como un año clave para la participación política de la población femenina del país. “Colombia tiene la generación de mujeres más preparada de su historia, con mayor empuje colectivo representan el 57% de quienes egresan con estudio universitario”, pintó como panorama, hace unos meses, Bibiana Aído Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia, organización que lidera la campaña Más Mujeres, Más Democracia.
El problema que plantea Juliana Hernández, con relación a lo que dice Aído Almagro, es sobre qué vara se medirá y evaluará a las mujeres. “Lo que vemos en los debates es que el concepto de preparación está atravesado por haber ejercido un cargo de elección popular, haber ocupado los ministerios más importantes, hacer parte de juntas directivas de grandes empresas. Si esa es la línea de medición, nosotras perdemos porque nunca hemos estado en espacios de toma de decisión en lo público y privado. Tenemos que transformar la narrativa y romper la burbuja con la que muchas veces ejercen violencia política contra mujeres que se disputan el poder”, complementó la directora de Artemisas.
Escuche ¿Cómo los partidos y movimientos se están preparando para cumplir la paridad?
Además de cuestionar sus experiencias y procedencias, Angélica Bernal y Bibiana Aído agregan escenarios de violencia política que probablemente se exacerbarán en 2022 como la negación del uso de la palabra, la negación de recursos a sus campañas políticas, su invisibilización en debates y medios de comunicación, la discriminación, el cuestionamiento por su forma de vestir, las preguntas que van dirigidas a su vida privada y las otras violencias que lideresas territoriales viven por hacer activismo político y social.
“La violencia que han sufrido Sara Tufano y Juana Afanador dentro del Pacto Histórico ha ayudado a visibilizar el tema y a sacarlo de ese lugar poco conversado dentro de los partidos y coaliciones. Eso, de entrada, es una ganancia porque se está enviando un mensaje de que las mujeres no queremos tolerar más estas prácticas y de que buscamos que esto no quede impune”, da como ejemplo Hernández sobre lo que ha pasado previo a 2022 y lo que podríamos esperar en pleno año electoral: “las mujeres en territorio están observando cómo ellas hablan y esto las impulsará a denunciar y señalar”, insistió.
Y claro que la violencia política es una barrera para el acceso y la permanencia de la participación política de las mujeres, como señaló el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidista (NIMD) en su informe El fenómeno de la violencia contra las mujeres en política. “Estas acciones tienen el efecto y la motivación de desestimular la participación política de las mujeres y reprimir cualquier deseo de ingresar a la política”, se lee en un fragmento.
Pese a estos escenarios adversos, las mujeres siguen buscando la forma para permanecer o irrumpir en la política de forma disruptiva. Como es el caso de la campaña de Estamos Listas, movimiento político autorreconocido como feminista, y la precandidatura presidencial de Francia Márquez, una mujer afro, de periferia, lideresa ambiental, madre joven que tuvo que ser empleada doméstica para sostener su hogar.
“Estos son liderazgos individuales que pueden renovar la política. Es más, ya lo están haciendo con sus campañas, porque están diciendo que le han perdido el miedo a hacer política, a atreverse a disputarle el poder a un hombre. Ellas están cambiando la agenda y la conversación, porque están mostrando que otra política es posible”, agregó Juliana Hernández.
Y como estrategias complementarias a la paridad, como darles puestos relevantes a las mujeres, María Alejandra Arboleda destaca el caso del Nuevo Liberalismo y la U. “Es interesante resaltar el caso de la U, que es un partido liderado por una mujer que le dio su cabeza de lista a Senado a Catherine Ibargüen, y el Nuevo Liberalismo, con Mábel Lara, Sandra Borda y Yolanda Perea. Ellos pasaron del discurso de bandera electoral a unas acciones puntuales para que las mujeres lleguen al poder, porque no es suficiente hablar de paridad. La medida por sí sola no garantiza la elección”, recordó la analista.
Estas nuevas caras que integrarán los tarjetones también hablan de una renovación simbólica de las candidaturas femeninas y del liderazgo que pueden representar dentro de sus partidos. “Es muy inspirador y esperanzador. De verdad que estamos listas. Hace mucho tiempo que lo estamos, y ya no hay más excusas. Tenemos que estar en los espacios de toma de decisiones”, recalcó la representante de ONU Mujeres en Colombia en una entrevista con El Espectador a finales de septiembre.
Eso sí, la profesora Angélica Bernal recordó una premisa que hay que repetir: “ser mujer no es garantía ni de democracia, ni de defensa de una agenda feminista. Partidos como el MIRA, que abogan por la paridad en sus listas y tienen una estructura partidaria con equidad, va en contravía de muchas de las libertades y derechos de las mujeres, como el aborto. Es interesante analizar esto con pinzas, porque no necesariamente la inclusión de más mujeres es garantía”.
Las organizaciones, el Congreso y la misma ciudadanía han puesto su parte. El rasero estaba en manos de los partidos que perdieron una oportunidad histórica de demostrar la consonancia que tienen con la verdadera democracia, sin embargo, los anhelos no están perdidos y la falta de respuesta de las mismas organizaciones es una oportunidad para que las mujeres y feministas no desfallezcan en su propósito de la paridad. “Por eso también el 2022 es clave, porque buscamos traducir esa paridad en apuestas reales, más allá de las listas. Y eso los buscaremos a través de incidencia para sacar adelante proyectos de ley y políticas públicas que aboguen por mejores estrategias para hacerle control y e imponer verdaderas sanciones a quienes incumplan”, prometió Hernández.