El conflicto armado convirtió el grito de los niños en un arma de guerra
Mediante el foro “Infancia Reclutada”, expertos y víctimas del conflicto armado detallaron las prácticas sistemáticas del reclutamiento infantil en las que incurrieron no solo las Farc, sino todos los grupos armados ilegales. Los testimonios se pondrán a disposición de la Comisión de la Verdad y la JEP, para que pueda servir como material probatorio y avanzar hacia la no repetición.
El conflicto armado que desangró a Colombia fue especialmente cruel con los niños y adolescentes. Contra ellos, la extinta guerrilla de las Farc tuvo prácticas que por años se consideraron como una forma de proteger a los menores ante la ausencia de la familia o el Estado, pero que en realidad fueron métodos que causaron un enorme impacto físico y psicológico en ellos. El reclutamiento infantil fue una de las maneras que encontró la guerrilla para ampliar su presencia en el territorio nacional, pero fue a su vez uno de los episodios más lamentables durante los años de guerra.
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Esa fue una de las conclusiones del foro “Infancia Reclutada – Un encuentro para conocer la realidad de las víctimas invisibles”, que organizó Caracol Televisión. En el evento, que se llevó a cabo durante la mañana de este lunes, varios expertos en conflicto armado hablaron sobre los modos y secuelas que dejó esta práctica. En el encuentro también participaron algunos jóvenes que fueron reclutados por las Farc durante su infancia, quienes dieron su testimonio sobre cómo llegaron a conformar las filas de la guerrilla, a veces sin saber muy bien lo que estaban haciendo.
Y es que de acuerdo con Alejandro Éder, director del estudio ‘Infancia reclutada’, en el que se soportó la conversación, la principal razón para reclutar menores de edad era la necesidad de combatir y ampliar las filas de la guerrilla. En ese sentido, para las Farc era más fácil reclutar niños y adolescentes que convencer a un adulto de unirse a la organización. Pero, sobre todo, se valían de que los menores son mas maleables, fáciles de entrenar y en general tienden a obedecer más las órdenes que les dan, lo que a todas luces es una violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.
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Ese informe, y en general las consideraciones que se hicieron durante el foro, se pondrán a disposición de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y la JEP, con el fin de que pueda servir como material probatorio para los procesos en contra de los señalados por estos crímenes. Según se comentó en el foro, esta parece ser la única instancia para castigar esta práctica y que haya justicia ejemplarizante, teniendo en cuenta que la justicia ordinaria solo ha emitido 10 sentencias en los últimos 30 años, pero se calcula que hay 18.000 víctimas, solo en el caso de las FARC, pues es claro que en este tema han tenido participación todos los grupos armados ilegales.
María Clara Escobar, del Instituto de Ciencia Política, aseguró que este es un paso clave para “cumplir y visibilizar a las víctimas, e invitar a los responsables para que en la JEP reconozcan el delito. Sería un mensaje muy importante para resarcir a esas víctimas”. Esto, teniendo en cuenta que históricamente la guerrilla ha negado esta práctica e incluso en repetidas ocasiones han dicho que los sacaban de sus casas “para ayudarlos y protegerlos”, manteniendo la narrativa de que era parte de su lucha contra el abandono estatal.
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La investigación reveló que una vez al interior de la guerrilla, cada menor era analizado para después ubicarlo en alguna facción, bien fuera la parte logística o los temas de combate. Una de las prácticas más oscuras era el uso de los menores para disuadir a los militares: en el informe se menciona que una de las primeras cosas que les enseñaban era a gritar cuando había enfrentamientos con la fuerza pública. Esto tenía como fin que los soldados se detuvieran, se abstuvieran de disparar y eso lo único que lograba era darle a los guerrilleros algunos minutos para huir.
En otras palabras, como dijo Éder durante el foro, “el grito se volvió un arma de guerra”, que era una de las razones principales para reclutar menores de edad. Pero también lo eran la economía de escala, pues se partía de la idea de que un niño come menos, su uniforme usa menos tela y en general tenerlo en las filas causaría menos problemas que tener un adulto.
No obstante, los niños no eran tratados como tal. Para las Farc era lo mismo un niño que un adulto y, por tanto, las tareas y los castigos eran los mismos sin importar la edad. Así lo explicó el investigador Carlos Chacón, del Instituto de Ciencia Política, quien concluyó que ese proceso de reclutamiento evidencia que las Farc tenían una política de reclutamiento, que si bien no estaba escrita porque se configuraría como una violación al derecho internacional humanitario, sí había patrones y prácticas sistemáticas.
Se calcula que esta práctica dejó unas 1.050 víctimas, que fueron reclutadas por las Farc antes de 15 años. El reclutamiento tuvo su mayo auge durante los años en que la guerrilla estuvo más fortalecida, entre 1998 y 2002, cuando llegó a tener unos 22.000 combatientes y 60.000 personas de apoyo para diferentes labores. En ese entonces, dice el informe, la guerrilla empezó a darle tal importancia al tema del personal, que tenían un grupo exclusivo para esa labor. Esa división, que se asemeja a lo que hace un departamento de Recursos Humanos en cualquier empresa, se encargaba de revisar las “hojas de vida” de los menores, para organizar sus tareas.
“Para las Farc era muy importante crecer en número y consolidar su presencia en el territorio nacional. Para eso los niños eran estratégicos y más en momentos como la zona de distensión. Había una estructura orgánica y funcional que llevaba a cabo el reclutamiento y era responsable de la gestión del personal”, añadió Chacón.
Uno de los jóvenes que participó del foro describió la manera en que operan los encargados de reclutar a los menores y cómo les inculcan la normalización de esta práctica. Pedro, quien hizo trabajos menores para las Farc durante siete años y luego ingresó al ala armada, fue reclutado a sus 14 años en Bogotá. Como particularidad contó que ocurrió en un lugar ubicado a 15 minutos del Palacio de Nariño y que fue alguien de su entorno quien le empezó a hacer ciertos cuestionamientos sobre temas políticos.
Finalmente lo convencieron de participar en actividades como pintar paredes, marchas y temas de organización política, mientras lo iban acercando cada vez más a los campamentos. “Lo primero fue estudiar marxismo, leninismo y principios bolivarianos. En los campamentos aprendía cosas y compartía con la guerrillarada. Se normaliza esa vida pues en muchos casos los niños buscaban campamentos que se instalaban cerca de caseríos, porque para algunos es una novedad”, contó Pedro, quien estuvo en las Farc hasta que se desencantó cuando, a pesar de los discursos, empezó a notar que varios cabecillas gozaban de lujos y hacían gastos inconcebibles.
El conflicto armado que desangró a Colombia fue especialmente cruel con los niños y adolescentes. Contra ellos, la extinta guerrilla de las Farc tuvo prácticas que por años se consideraron como una forma de proteger a los menores ante la ausencia de la familia o el Estado, pero que en realidad fueron métodos que causaron un enorme impacto físico y psicológico en ellos. El reclutamiento infantil fue una de las maneras que encontró la guerrilla para ampliar su presencia en el territorio nacional, pero fue a su vez uno de los episodios más lamentables durante los años de guerra.
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Esa fue una de las conclusiones del foro “Infancia Reclutada – Un encuentro para conocer la realidad de las víctimas invisibles”, que organizó Caracol Televisión. En el evento, que se llevó a cabo durante la mañana de este lunes, varios expertos en conflicto armado hablaron sobre los modos y secuelas que dejó esta práctica. En el encuentro también participaron algunos jóvenes que fueron reclutados por las Farc durante su infancia, quienes dieron su testimonio sobre cómo llegaron a conformar las filas de la guerrilla, a veces sin saber muy bien lo que estaban haciendo.
Y es que de acuerdo con Alejandro Éder, director del estudio ‘Infancia reclutada’, en el que se soportó la conversación, la principal razón para reclutar menores de edad era la necesidad de combatir y ampliar las filas de la guerrilla. En ese sentido, para las Farc era más fácil reclutar niños y adolescentes que convencer a un adulto de unirse a la organización. Pero, sobre todo, se valían de que los menores son mas maleables, fáciles de entrenar y en general tienden a obedecer más las órdenes que les dan, lo que a todas luces es una violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.
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Ese informe, y en general las consideraciones que se hicieron durante el foro, se pondrán a disposición de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y la JEP, con el fin de que pueda servir como material probatorio para los procesos en contra de los señalados por estos crímenes. Según se comentó en el foro, esta parece ser la única instancia para castigar esta práctica y que haya justicia ejemplarizante, teniendo en cuenta que la justicia ordinaria solo ha emitido 10 sentencias en los últimos 30 años, pero se calcula que hay 18.000 víctimas, solo en el caso de las FARC, pues es claro que en este tema han tenido participación todos los grupos armados ilegales.
María Clara Escobar, del Instituto de Ciencia Política, aseguró que este es un paso clave para “cumplir y visibilizar a las víctimas, e invitar a los responsables para que en la JEP reconozcan el delito. Sería un mensaje muy importante para resarcir a esas víctimas”. Esto, teniendo en cuenta que históricamente la guerrilla ha negado esta práctica e incluso en repetidas ocasiones han dicho que los sacaban de sus casas “para ayudarlos y protegerlos”, manteniendo la narrativa de que era parte de su lucha contra el abandono estatal.
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La investigación reveló que una vez al interior de la guerrilla, cada menor era analizado para después ubicarlo en alguna facción, bien fuera la parte logística o los temas de combate. Una de las prácticas más oscuras era el uso de los menores para disuadir a los militares: en el informe se menciona que una de las primeras cosas que les enseñaban era a gritar cuando había enfrentamientos con la fuerza pública. Esto tenía como fin que los soldados se detuvieran, se abstuvieran de disparar y eso lo único que lograba era darle a los guerrilleros algunos minutos para huir.
En otras palabras, como dijo Éder durante el foro, “el grito se volvió un arma de guerra”, que era una de las razones principales para reclutar menores de edad. Pero también lo eran la economía de escala, pues se partía de la idea de que un niño come menos, su uniforme usa menos tela y en general tenerlo en las filas causaría menos problemas que tener un adulto.
No obstante, los niños no eran tratados como tal. Para las Farc era lo mismo un niño que un adulto y, por tanto, las tareas y los castigos eran los mismos sin importar la edad. Así lo explicó el investigador Carlos Chacón, del Instituto de Ciencia Política, quien concluyó que ese proceso de reclutamiento evidencia que las Farc tenían una política de reclutamiento, que si bien no estaba escrita porque se configuraría como una violación al derecho internacional humanitario, sí había patrones y prácticas sistemáticas.
Se calcula que esta práctica dejó unas 1.050 víctimas, que fueron reclutadas por las Farc antes de 15 años. El reclutamiento tuvo su mayo auge durante los años en que la guerrilla estuvo más fortalecida, entre 1998 y 2002, cuando llegó a tener unos 22.000 combatientes y 60.000 personas de apoyo para diferentes labores. En ese entonces, dice el informe, la guerrilla empezó a darle tal importancia al tema del personal, que tenían un grupo exclusivo para esa labor. Esa división, que se asemeja a lo que hace un departamento de Recursos Humanos en cualquier empresa, se encargaba de revisar las “hojas de vida” de los menores, para organizar sus tareas.
“Para las Farc era muy importante crecer en número y consolidar su presencia en el territorio nacional. Para eso los niños eran estratégicos y más en momentos como la zona de distensión. Había una estructura orgánica y funcional que llevaba a cabo el reclutamiento y era responsable de la gestión del personal”, añadió Chacón.
Uno de los jóvenes que participó del foro describió la manera en que operan los encargados de reclutar a los menores y cómo les inculcan la normalización de esta práctica. Pedro, quien hizo trabajos menores para las Farc durante siete años y luego ingresó al ala armada, fue reclutado a sus 14 años en Bogotá. Como particularidad contó que ocurrió en un lugar ubicado a 15 minutos del Palacio de Nariño y que fue alguien de su entorno quien le empezó a hacer ciertos cuestionamientos sobre temas políticos.
Finalmente lo convencieron de participar en actividades como pintar paredes, marchas y temas de organización política, mientras lo iban acercando cada vez más a los campamentos. “Lo primero fue estudiar marxismo, leninismo y principios bolivarianos. En los campamentos aprendía cosas y compartía con la guerrillarada. Se normaliza esa vida pues en muchos casos los niños buscaban campamentos que se instalaban cerca de caseríos, porque para algunos es una novedad”, contó Pedro, quien estuvo en las Farc hasta que se desencantó cuando, a pesar de los discursos, empezó a notar que varios cabecillas gozaban de lujos y hacían gastos inconcebibles.