EE le explica en qué van los diálogos con el Eln y los retos de la “paz total”
Hay disposición de las dos partes, en Cuba recibieron a la primera delegación del gobierno y Chile está dispuesto a seguir como garante. ¿Qué se viene?
Edwin Bohórquez Aya
Es miércoles, día de El Espectador le explica. Pensar en el Ejército de Liberación Nacional, Eln, entre quienes hemos pasado toda la vida en Colombia y escuchamos lo que nos contaban nuestros padres, es pensar en décadas de secuestros, asesinatos, desplazamiento forzado, violencia de género, violaciones de derechos humanos, minado, paros armados, crímenes de guerra, rebelión, extorsión, atentados en contra de los bienes públicos y privados; en crímenes ambientales que nos afectan a todos. Es pensar en uno de los tantos actores armados y violentos, al margen de la ley, que han vivido históricamente en este país y que han derramado mucha sangre entre todos los colombianos. El mismo que con uno solo de sus grafitis ya produce miedo en un pueblo entero o que en el reclutamiento forzado ha tenido una de sus fuentes de poder más fuertes en el campo. Por eso que sea el gobierno, ahora liderado por Gustavo Petro, quien hable de reanudar diálogos con este grupo armado ilegal en búsqueda de la llamada “Paz total”, vuelve a despertar la ilusión de un país sin violencia que ha vivido, por los menos en los últimos 60 años, en medio de la zozobra que significa la intimidación y el terror que produce el conflicto armado interno. Así que le pedimos a nuestros colegas de la redacción de Política, Judicial y de Colombia+20 los textos que nos permitieran entender en qué punto están dichos diálogos y, sobre todo, qué posibilidades reales hay en este momento de conseguir un acuerdo. Como todos los miércoles, recomendamos entrar a todos los enlaces que dejaremos a continuación para poder ahondar en cada una de las aristas que nos han presentado nuestros colegas. Comencemos.
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Es miércoles, día de El Espectador le explica. Pensar en el Ejército de Liberación Nacional, Eln, entre quienes hemos pasado toda la vida en Colombia y escuchamos lo que nos contaban nuestros padres, es pensar en décadas de secuestros, asesinatos, desplazamiento forzado, violencia de género, violaciones de derechos humanos, minado, paros armados, crímenes de guerra, rebelión, extorsión, atentados en contra de los bienes públicos y privados; en crímenes ambientales que nos afectan a todos. Es pensar en uno de los tantos actores armados y violentos, al margen de la ley, que han vivido históricamente en este país y que han derramado mucha sangre entre todos los colombianos. El mismo que con uno solo de sus grafitis ya produce miedo en un pueblo entero o que en el reclutamiento forzado ha tenido una de sus fuentes de poder más fuertes en el campo. Por eso que sea el gobierno, ahora liderado por Gustavo Petro, quien hable de reanudar diálogos con este grupo armado ilegal en búsqueda de la llamada “Paz total”, vuelve a despertar la ilusión de un país sin violencia que ha vivido, por los menos en los últimos 60 años, en medio de la zozobra que significa la intimidación y el terror que produce el conflicto armado interno. Así que le pedimos a nuestros colegas de la redacción de Política, Judicial y de Colombia+20 los textos que nos permitieran entender en qué punto están dichos diálogos y, sobre todo, qué posibilidades reales hay en este momento de conseguir un acuerdo. Como todos los miércoles, recomendamos entrar a todos los enlaces que dejaremos a continuación para poder ahondar en cada una de las aristas que nos han presentado nuestros colegas. Comencemos.
Vayamos un poco atrás para poder entender el hoy. El pasado 24 de noviembre de 2021 Camilo Alzate González, de la redacción de Colombia+20, entrevistó a Pablo Beltrán, el hombre que llevaba más de 40 años en el Eln y cabeza de ese grupo guerrillero. “Ingresó cuando era líder estudiantil en la Universidad Industrial de Santander durante la década del setenta. Ahora es miembro de la dirección nacional y el Comando Central de ese grupo armado”. Desde La Habana, Beltrán recordó que las conversaciones de paz no son nuevas para ellos y dijo que “desde el año 1989 un congreso nacional del Eln mandató buscar la solución política. Se han hecho intentos con Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos, menos con Duque. El que se retiró no fue el Eln”. Afirmó en dicha conversación (después de que el primer mandatario de ese momento, Iván Duque, decidiera abandonar los diálogos tras el atentado del Eln a la Escuela General Santander en donde murieron 22 personas), previendo las elecciones de 2022, que negociarían “con cualquiera” que fuera el entrante gobierno y que se comprometía desde ese instante a que si se firmaba un acuerdo, sería él “el primero en impulsarlo”.
Ya, en junio pasado, el 20 para ser preciso, un día después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y con Gustavo Petro como ganador, el Comando Central del Eln anunciaba su “plena disposición” para retomar los diálogos de paz por medio de un comunicado de prensa y hablaron de “avanzar en un Proceso de Paz que dé continuidad a la Mesa de Conversaciones iniciada en Quito en febrero de 2017″. Pero, más allá de los anuncios, ¿qué tan viable es para lado y lado? Silvia Corredor, también del equipo de Colombia+20, escribió este análisis en donde advirtió, de entrada, qué se necesita para pensar en unos diálogos efectivos: “Perfeccionar el acuerdo de cese al fuego, tener en cuenta las lecciones aprendidas de procesos pasados y restaurar las relaciones con los países garantes, como Cuba y Venezuela, son algunos puntos claves para iniciar un pronto diálogo”.
¿Era esta, en línea con las promesas de campaña, la primera decisión que tomaría la nueva administración para cumplir con el actual acuerdo de paz y trabajar en línea con los cierres de ciclos de violencia? En medio de tantas noticias de guerra, ¿sería posible sentarse a dialogar con los armados en Colombia, empezando por el Eln? ¿Qué tenía por decir el Canciller, un hombre curtido en este tipo de conversaciones? ¿Qué hacer con las armas, cómo lograr el desescalamiento de la violencia y adelantar una consulta interna en el grupo?, se preguntaba Julián Ríos:
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Para el 2 de agosto registramos la que sería la reunión entre Carlos Ruíz Massieu, representante de la Misión de Verificación de la ONU; Danilo Rueda, designado como Alto Comisionado de Paz; Álvaro Leyva, nuevo canciller; Juan Fernando Cristo e Iván Cepeda en el marco del ‘Encuentro plural por la paz’. ¿Qué se buscaba allí? Dialogar sobre la búsqueda de “salidas negociadas al conflicto con los distintos actores armados que aún afectan a la población colombiana, como las Agc o Clan del Golfo y el Eln”, nos contaron los colegas de Colombia+20.
Ese mismo día se supo también que Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el exlíder del Clan del Golfo y hoy preso en Estados Unidos, pidió a los integrantes de este grupo armado que frenaran todas sus actividades violentas en contra de la fuerza pública. Era importante recordar que dicho grupo armado ilegal venía ejecutando el llamado plan pistola y por eso Otoniel, además, les solicitó a través del mismo documento que participaran de un acuerdo de paz con el gobierno nacional.
Danilo Rueda, en su primera aparición pública tras ser designado como Comisionado de Paz, habló de cómo será esa política en el gobierno Petro: “La paz es con todas y con todos”, fue la premisa. “En el tejido comunitario hay una fuerza emocional de respaldo ético a la construcción de paz, hemos sido testigos de cómo las mujeres han parado con su valor la violencia sexual, hemos observado cómo una comunidad negra logró que el Eln levantara las minas que había instalado”, contó Rueda, “allí hay acuerdos humanitarios legítimos para defender la vida, aunque puedan ser calificados de ilegales, ellos lo han hecho y lo siguen haciendo. La paz total es tomar esas iniciativas y ponerlas en una política pública para que dialogue con ustedes”, recalcó.
El proceso con el Eln inició en 2014. Las negociaciones se dieron primero en Quito (Ecuador) y luego se trasladaron a Cuba, país que también fue sede del Acuerdo de Paz que condujo al desarme de la antigua guerrilla de las Farc en 2016. Pero la negociación con el Eln se frenó en enero de 2019, después del atentado es la escuela de policía general Santander.
Se habló, además, de las diferencias entre sometimiento y acogimiento, dos figuras entre las que se moverían estos procesos de paz, porque son varios, no uno solo. Por ejemplo, “el canciller designado, Álvaro Leyva, indicó que ante un eventual diálogo con el Clan del Golfo, este grupo armado no tendría que hacer un sometimiento a la justicia, sino acogerse a ella”, nos contaba la sección Judicial. Por eso, consultamos a varios analistas para entender las diferencias. De acuerdo con el abogado penalista, Francisco Bernate, un sometimiento sucede cuando “el grupo criminal se entrega a la autoridad y recibe el tratamiento que tienen todos los delincuentes, sin rebajas excepcionales o adicionales a sus penas”. En el caso de un acogimiento, señala el jurista, “el grupo se acoge a una de las formas de justicia transicional existentes como son la ley de justicia y paz o el marco jurídico de la JEP”. Todos los detalles están aquí.
¿Qué decía el jefe de la Misión de Verificación de la ONU, Carlos Ruiz Massieu, al respecto de todos estos vientos de diálogos? ¿Qué opinaba el representante del gobierno de Noruega que es, tal vez, el mayor aportante de recursos para implementar el Acuerdo de Paz en Colombia? ¿Cómo se planea integrar los diálogos regionales al Plan de Desarrollo? Para el 8 de agosto, justo después de la posesión presidencial, el mismo Petro anunciaba que se reanudaban las conversaciones con el Eln “en el punto en el que se interrumpió”, después de que Iván Duque los frenara tras el atentado de este grupo ilegal en la Escuela de Cadetes de la Policía general Santander, en Bogotá.
“El Eln es una organización federal, es decir, está compuesta por distintas unidades, que les genera dinámicas distintas y aunque existe un Comando Central (Coce), que dice estar unificado y coordinar toda la estructura, no es así, pues cada vez se ven más diferencias entre ellos y en particular sobre si negociar o no”: Socorro Ramírez, integrante de la delegación de paz del gobierno de Juan Manuel Santos para los diálogos con el Eln.
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“Nosotros hemos planteado oficialmente al Gobierno colombiano nuestra disposición a colaborar en la manera que estimen que podamos ser de mayor utilidad y eso por ahora se limita a continuar con lo que se había iniciado en el Gobierno de Michelle Bachelet, que es ser uno de los países garantes del proceso en la medida que se retome lo suspendido”: Gabriel Boric, presidente de Chile.
Así que, con el anuncio formal del ya posesionado presidente Petro, las opiniones no se hicieron esperar. Por ejemplo, Yesid Reyes Alvarado, exministro de Estado, dejó la suya en las páginas de El Espectador: “Yo entiendo la paz como la armónica convivencia al interior de una comunidad social y, desde ese punto de vista, es lo menos que un Estado debe ofrecerles a sus ciudadanos; esa es la principal de sus obligaciones y su prolongado incumplimiento puede llevar a que un país sea calificado como un Estado fallido. Su importancia es tan evidente que el preámbulo de nuestra Constitución menciona la convivencia y la paz como propósitos que impulsaron al pueblo soberano a expedirla, y su artículo 2 señala entre los fines del Estado garantizar la coexistencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
Se supo que ya estaba autorizado “el viaje de delegados gubernamentales a Cuba para reestablecer los contactos con la delegación de paz de ese grupo guerrillero”, nos contaba Cindy Morales, de Colombia+20, quien nos recordaba que María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), le había dicho a este medio que “no hay ninguna posibilidad de avanzar en una negociación si no hay cooperación con el gobierno de Nicolás Maduro”. Esto porque hay temas binacionales que involucran a esa guerrilla y porque hay intereses en la zona de frontera.
Para el 11 de agosto la noticia era que “en La Habana, Cuba, aterrizaron el canciller Álvaro Leyva, el senador Iván Cepeda y el comisionado Danilo Rueda para concretar lo que será la agenda que marcará el gobierno en el diálogo con el Ejército de Liberación Nacional”. El presidente Gustavo Petro dijo que el comisionado Rueda está facultado para hacer contactos con el Eln, sea “dentro o fuera del país”, y en la misma línea escribió vía redes sociales el canciller Leyva: “La paz total no solo es nacional, sino que va más allá de las fronteras”. Ese mismo día la cabeza de las relaciones internacionales también dijo: “Aspiramos a reanudar los diálogos con el Eln en esta tierra de paz, a fin de iniciar el camino propuesto por el presidente Petro de alcanzar la paz total”. A su turno, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, dijo: “El hecho de que esta visita se realice a tan solo cuatro días de la toma de posesión del presidente Gustavo Petro tiene una alta significación para relanzar y profundizar las relaciones entre los gobiernos y los pueblos de Colombia y Cuba, que nos unen profundos lazos culturales e históricos”.
Así que en un primer balance del encuentro entre la delegación del gobierno Petro y del Eln, el comisionado de Paz, Danilo Rueda, en una declaración dada tras reunirse con los jefes guerrilleros en Cuba expresó que “constatamos que el Eln comparte la voluntad de paz del Gobierno colombiano, que escuchan las voces de múltiples sectores de la sociedad, que desde los territorios y diversas instancias están clamando por una solución dialogada al conflicto armado. En las reuniones sostenidas, la delegación ha anunciado que el Eln dará los pasos necesarios para reanudar la mesa de conversaciones. Las partes coincidimos en la necesidad de reiniciar un proceso de diálogo, con hechos que demuestren a la sociedad colombiana y al mundo que esta voluntad es real”.
Pero, más allá de los anuncios, ¿era posible que estas nuevas reuniones se dieran con hechos más que con promesas? Pues parecía que sí y el grupo guerrillero liberó a un grupo de personas que mantenía secuestradas. El senador Iván Cepeda también habló de las reuniones en Cuba y dijo que en un periodo de 24 horas lograron recomponer las negociaciones. Era hora de reconstruir este camino de conversaciones que ahora lidera Álvaro Leyva y que es otro intento por alcanzar un acuerdo que ponga fin al conflicto con esa guerrilla. También de advertir que el que se viene no será un proceso fácil, pues varios analistas coinciden en que “la dinámica del Eln es muy distinta a la que manejaban las Farc”.
“Lo primero que tiene que hacer el Eln es tomar la decisión de asumir la paz, porque la negociación de un acuerdo parte en el 80 % de la guerrilla y el 20 % de voluntad del gobierno, y el primer eje del presidente Petro es la paz junto con la justicia social y ambiental”: León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares).
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En la premisa básica de una negociación, se nos ha enseñado que las dos partes tienen que ceder, que hay que poner las cartas sobre la mesa (aunque muchos juegan con cartas escondidas), que hay unos mínimos y unos máximos permitidos por cada parte y que el resultado de una buena negociación no es aquella que deja a una de las partes con la mayor cantidad del pastel sino aquella en la que las dos partes se sienten a gusto con lo que obtuvieron para poder pensar en un futuro sostenible. Pero esta no es una negociación cualquiera. Aquí estamos hablando, sobre todo, de vidas humanas, de tratar de parar una violencia que ha dejado mucho dolor en el pueblo colombiano. De ahí la necesidad no solo de dialogar con un solo grupo armado ilegal sino de hacerlo con todos los que operan en Colombia, entendiendo que son muy distintos, porque ya lo hemos visto: cuando unos se van, otros llegan a ocupar su espacios y cargan con ellos la estela de violencia al hombro.
Muchos de estos boletines han sido escritos para contar las olas de violencia que hemos vivido, los asesinatos de líderes sociales, la persecución en contra de líderes ambientales, el secuestro como una vía para conseguir dinero y poder, en general la violación de los derechos humanos, las voladuras de oleoductos, las afectaciones a los canales de agua que dejan sin con qué alimentarse a comunidades enteras en la región. De ahí la importancia de, sí, sentarse a dialogar y, ojalá, negociar para detener la violencia que a diario se registra en este país. Este, aunque es un reinicio, se puede entender como el comienzo de un proceso más grande porque para lograr la paz total también hay que sentarse con, por ejemplo, el Clan del Golfo, un grupo ilegal que basa sus ingresos en el narcotráfico, el otro problema estructural que tenemos que solucionar entre todos.
Se espera, como una básica, que se de un cese al fuego bilateral (muy a pesar de que sea precisamente el uso de las armas la vía para debilitar al enemigo antes de sentarse a negociar con él, como rezan muchas teorías de negociación en conflictos), que exista una participación activa de la sociedad civil, la más afectada por estas décadas de violencia, y que se escuche y se tenga en cuenta a las víctimas. Desde la sección Política, desde Colombia+20 y desde la sección Judicial les seguiremos contando todos los detalles de estos diálogos para saber qué rumbo va tomando el país en un nuevo intento por lograr la paz.
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