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Víctor Manuel Mejía Múnera murió esperando que dos prostitutas llegaran a la finca donde se encontraba. Él, así como su hermano mellizo, Miguel Ángel, era aficionado a estas mujeres, a las parrandas y al licor. Tenían excentricidades como traer un avión desde Río de Janeiro lleno de garotas. Los Mellizos, como fueron rotulados en el mundo de la droga, podían estar de juerga durante 48 horas seguidas, eran igual de agresivos y, por información para capturarlos, se ofrecía una jugosa recompensa de U$ 5 millones.
Hasta el miércoles pasado, Víctor Manuel y Miguel Ángel lo compartieron casi todo. Fueron dos de los ‘narcos’ más temidos en el país por sus contactos —que comenzaron a establecer hace más de dos décadas, cuando trabajaron en barcos que viajaban hacia Estados Unidos y Europa—, y por su ilícita riqueza, la cual acumularon durante su siniestro paso por el bajo mundo. Pero entre el 29 de abril y el 2 de mayo últimos, después de más de un año de pacientes seguimientos, un cuerpo élite de la Policía acabó el reinado criminal de Los Mellizos.
Cae el primero, Víctor
El pasado martes a las 5:30 de la tarde, un grupo de operaciones especiales (Goes) de la Policía allanó la finca La Moneda, en donde se encontraban Víctor Manuel Mejía Múnera (alias Pablo Arauca) y ocho de sus guardaespaldas. La propiedad, según afirman las autoridades, pertenece a un testaferro del ex comandante paramilitar del Bloque Mineros Ramiro Cuco Vanoy, y sus hombres conformaban los anillos de seguridad del narcotraficante.
Aunque intentó escabullirse en medio del tiroteo, Víctor Manuel murió con una pistola 9 milímetros al cinto de su pantalón camuflado grisáceo. De su cuello colgaban un collar artesanal y una cadena de oro con un dije de una cruz y una medalla de la Virgen. Los primeros en caer al comenzar el enfrentamiento fueron dos de los hombres que velaban por su seguridad. Otros dos escaparon y cuatro más fueron capturados.
Uno de ellos, alias Juanes, era sobrino de Orlando Villa Zapata, alias La Mona, el segundo al mando de la banda emergente Los Nevados —que lideraban Los Mellizos—. La Mona fue detenido en Doradal (Antioquia) el 4 de abril. Aunque la Policía calcula que unos 150 hombres estaban al servicio de esta banda narcotraficante, el Ejército ha mencionado en ocasiones anteriores que el número de integrantes podría llegar a los 2.000. Los Mellizos armaron el Bloque Nevados (así lo llamaban ellos mismos) con ex ‘paras’ que alguna vez trabajaron bajo el mando de Hernán Giraldo.
Los 15 hombres del Goes que dieron con el paradero de Víctor Manuel Mejía Múnera se encontraban en el monte desde hacía dos semanas. Con sus vestidos camuflados, sus raciones de comida medidas para máximo diez días y sin ropa distinta de la
que tenían, una pareja de francotiradores, dos expertos en comunicaciones, y el resto del grupo élite, se internaron en la maleza para llegar hasta la hacienda en la que, según fuentes de inteligencia, estaría Víctor Manuel.
Los oficiales esquivaron los dos primeros anillos de seguridad del Mellizo. Hubo un día en el que no pudieron avanzar más de medio kilómetro. El día ocho hallaron la finca, pero Mejía Múnera no se encontraba en ella. Al llegar al día once, éste todavía no daba señas. La comida y los líquidos se acabaron, y durante cuatro días los policías no tuvieron más que las raíces de los árboles y el agua de la lluvia para sobrevivir. Ni siquiera la ropa se pudieron cambiar. Hasta que llegó Mejía Múnera, comenzó el enfrentamiento y terminó la vida del ‘narco’ que había tomado el trono que dejaron Jabón, Don Diego y Chupeta.
Capturan al hermano
Una cosa que distinguía a los hermanos Mejía Múnera era que raras veces andaban juntos. Mientras Víctor Manuel anduvo por la Sierra Nevada y luego por Antioquia en los últimos dos años, las autoridades seguían el rastro de su hermano Miguel Ángel (alias El loco) en el Magdalena Medio, protegido por dos ‘paras’ bastante reconocidos en la región: McGuiver (ya capturado) y Terror (prófugo). Pero El loco dejó la zona y se desplazó hacia Tolima, de donde pretendía escaparse en una tractomula con placas de Zipaquirá.
Tres personas en contacto con la organización de Los Mellizos fueron quienes dieron la información necesaria para hallar a Víctor Manuel en Tarazá, y uno de ellos fue el que le indicó a la Policía acerca del vehículo que había sido adaptado para que Miguel Ángel evadiera el cerco de las autoridades, que salió de Puerto Berrío con destino al municipio de Honda. El Loco fue detenido allí. Según la Policía, la sospechosa compra de refrescos que hizo el conductor durante todo el viaje confirmó que en esa tractomula se escondía el segundo de Los Mellizos.
Miguel Ángel tenía un tercer nombre: Melchor. Su hermano Víctor también lo tenía: Gaspar. Su padre, que se llamaba Baltazar, así los bautizó en homenaje a los reyes magos de la historia bíblica. Cuando salió de su escondite, Miguel Ángel apareció con una sofisticada arma que no se consigue en el país, y con la copia de una llave de esposas: “Pretendía volarme, pero no lo voy a hacer”, dijo. El 15 de diciembre de 2000 fue solicitado en extradición por los Estados Unidos. El 11 de febrero de 2002 su hermano corrió la misma suerte.
Pese a tener un considerable prontuario delictivo, entre los que se cuentan homicidios, desplazamientos, desapariciones
forzadas y concierto para delinquir, entre otros, los mellizos Mejía Múnera adquirieron notoriedad cuando, en 2001, en un operativo coordinado por un fiscal de la Unidad de Lavado de Activos y la Policía, se hallaron dos caletas que sumaban U$ 35 millones en dos apartamentos ubicados al norte de Bogotá. El dinero estaba oculto detrás de paredes enchapadas, en billetes de cien y empacados en cajas de cartón.
Luego del golpe de las autoridades, la entonces embajadora de Estados Unidos, Anne Patterson, calificó como un rotundo éxito la incautación del dinero y señaló que el resultado comprobó la eficaz colaboración del gobierno norteamericano en la lucha contra el narcotráfico. Después del golpe, los hermanos Víctor Manuel y Miguel Ángel Mejía Múnera huyeron del país por un tiempo. De acuerdo con el rastreo de organismos de inteligencia, se refugiaron en Argentina y posteriormente en Australia.
Regresaron al país poco tiempo después, siempre manejando un bajo perfil. A principios de 2003 se hicieron a una franquicia de las Autodefensas denominada el Bloque Vencedores de Arauca. Por ésta pagaron a los jefes paramilitares cerca de dos mil millones de pesos. Así lograron colarse en los diálogos de Santa Fe de Ralito (Córdoba). Sin embargo, cuando el presidente Álvaro Uribe decidió recluir a los desmovilizados jefes paramilitares en una colonia agrícola en la Ceja (Antioquia) los hermanos Mejía Múnera volvieron a la clandestinidad.
Según se conoció entonces, Vicente Castaño Gil, El Profe, fue el hombre que los instó para que evadieran la orden del Ejecutivo. Mucho antes de esto, la inclusión de los nombres de los hermanos Mejía Múnera en la lista de postulados por el Gobierno para acceder a los beneficios procesales de la Ley de Justicia y Paz ya había suscitado una agria polémica nacional. Hace tan sólo un par de meses, justo cuando el cerco de las autoridades se intensificó, Víctor Manuel y Miguel Ángel movieron algunos contactos para ser aceptados nuevamente en Justicia y Paz. La condición de su entrega era que les garantizaran su no extradición.
Esta semana, sin embargo, el clan siniestro de Los Mellizos llegó a su fin: Víctor Manuel, muerto en combate y Miguel Ángel, detenido y a las puertas de su temida extradición. Es el ocaso de un verdadero cartel de las drogas, encabezado por dos vallecaucanos que heredaron la égida criminal de los hermanos Rodríguez Orejuela. La pregunta, no obstante, sigue siendo la misma: caen los capos, pero el negocio sigue intacto. ¿Hasta cuándo?