El “lobby” de Duque en EE. UU. por emplearse luego del 7 de agosto
A escasos cuatro meses de dejar la Casa de Nariño, y con tan solo 46 años recién cumplidos, el saliente presidente mueve afanosamente sus fichas en Washington y otros centros de poder. En la mira están la Acnur y la presidencia del BID.
César Sabogal Rojas - Washington
A escasos cuatro meses de alcanzar su millonaria pensión vitalicia, y con tan solo 46 años recién cumplidos, el saliente presidente colombiano, Iván Duque Márquez, mueve afanosamente sus poderosas fichas en Washington y otros centros de poder para hacerse a un cargo que lo proyecte a escala internacional.
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A escasos cuatro meses de alcanzar su millonaria pensión vitalicia, y con tan solo 46 años recién cumplidos, el saliente presidente colombiano, Iván Duque Márquez, mueve afanosamente sus poderosas fichas en Washington y otros centros de poder para hacerse a un cargo que lo proyecte a escala internacional.
Duque, a quien el azar le permitió ser el mandatario más joven en la historia reciente del país, viene tejiendo la filigrana de su posmandato y apuntó su mira telescópica -según allegados suyos y diplomáticos en Washington consultados por El Espectador- a la cabeza de dos de los más llamativos cargos en organismos multilaterales: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o la Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.
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Las fuentes consultadas por este diario descartaron que el destino laboral del hoy saliente presidente tenga sede en territorio colombiano y, por el contrario, aseguraron que este “ha sido juicioso, meticuloso y estratégico” en dirigir esfuerzos, discursos y, en especial, poner a funcionar su red de influyentes contactos en los centros de poder de Washington, Nueva York y Europa, para ser un jugador internacional en su vertiginosa carrera política.
Así las cosas, Iván Duque quiere ser el próximo alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), un cargo altamente visible dentro del sistema de la organización multilateral, que hoy ocupa el italiano Filippo Grandi, pero que quedará disponible a partir del 30 de junio de 2023. Con una nómina de más de 18.000 trabajadores, la Acnur tiene presencia global en 135 países y maneja un presupuesto anual promedio de unos US$9.000 millones.
“Sin lugar a dudas, este es un cargo ideal para todo aquel que pretenda figurar internacionalmente. Hoy, uno de los grandes temas que maneja la agenda mundial es el de los refugiados. No solo en Estados Unidos, con el problema de su frontera sur, sino también América Latina, con la diáspora venezolana y haitiana, y más recientemente la situación de los millones de ucranianos que huyen del ataque ruso. Es un tema que acapara la atención en el mundo”, aseguró a este diario el politólogo Jack Klein, de la Universidad John Hopkins.
De acuerdo con el analista, ante una eventual nominación del mandatario colombiano a dicho alto cargo de dirección, jugaría en su contra el desconocimiento que este tiene de la manera en que funciona “tras bambalinas” el sistema de Naciones Unidas en este asunto.
“Antes de ser elegido en el año 2016, el actual alto comisionado Grandi ya contaba con una trayectoria profesional de más de 30 años en temas de cooperación internacional y trabajo humanitario. Trabajó en terreno en Palestina, Afganistán, África, Asia y Oriente Medio. Por ello, tendría que verse qué tanto estaría dispuesto el sistema de querer nombrar allí a un político por encima de un técnico”, enfatizó.
Incluso, el actual secretario general de la ONU, António Guterres, dirigió este organismo entre 2005 y 2015, un antecedente que debe resultarle muy atractivo a cualquier persona que aspire a ese cargo al que confluyen todas las miradas del planeta.
Pero frente a este tema, Duque tiene unos muy poderosos ases bajo la manga que lo hacen, a ojos de otros analistas como Matthew Carnes, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Georgetown, un candidato muy fuerte a la hora de aspirar a ese cargo. “Su gobierno tiene resultados muy importantes que mostrar. Colombia tomó medidas concretas, reconocidas por la comunidad internacional, para atender la tragedia de los migrantes venezolanos y eso significó un avance indiscutible”, destacó el también sacerdote jesuita.
En ese sentido, hasta los más críticos de la gestión del saliente presidente -uno de los gobernantes más impopulares en la historia del país, según las encuestas- deben reconocer la coherencia del discurso y el éxito diplomático del Estatuto de Protección Temporal para los más de 1,8 millones de migrantes venezolanos en Colombia, que expidió en marzo de 2021.
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Desde entonces, Duque ha mostrado dicho Estatuto como uno de sus mayores logros en escenarios mundiales, como el Parlamento Europeo y las mismas Naciones Unidas, y recibió el aplauso del papa Francisco y del presidente estadounidense, Joe Biden, durante su reciente encuentro de trabajo en Washington, entre otros. Y consciente del efecto positivo para su imagen en torno a este tema, ofreció hace una semana “su experiencia” en el manejo de crisis migratorias al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
El BID, otro puesto apetecible
“El presidente (Duque) quiere regresar a Washington. Aquí se hizo, aquí creció profesionalmente. Aquí es admirado y querido por los miembros del círculo íntimo de personas contemporáneas a él que hoy manejan buena parte del poder político y la toma de decisiones del continente. Iván nada como pez en el agua en esta ciudad y sus amigos estamos trabajando desde hace más de un año para tenerlo de regreso en el cargo de alta visibilidad que se merece”, señaló una diplomática latinoamericana cercana al primer mandatario.
Según la fuente, que requirió el anonimato, el jefe de Estado colombiano y su círculo siguen con detenimiento “y un entusiasmo inocultable” la crisis que vive el actual presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, por cuenta de una supuesta relación sentimental con una empleada del organismo, lo que lo tiene en la cuerda floja.
La llegada al BID de Claver-Carone, en octubre de 2020, un exfuncionario de la administración de Donald Trump reconocido por sus posturas anticastristas, provocó una tormenta en el interior del organismo multilateral, pues llegó por imposición del entonces presidente estadounidense, irrespetando la “regla no escrita en papel”, de que al BID lo dirigían políticos de origen latinoamericano. Para entonces, Iván Duque dio un respaldo irrestricto al candidato de Trump.
A decir de los observadores, la salida de Claver-Carone pareciera inminente debido a que no cuenta con el respaldo de la administración demócrata de Joe Biden. Ese hecho logra entusiasmar al círculo de poder de Duque y poner a este a soñar con una secretaría general por su discurso alrededor de temas banderas del organismo, como la transición energética, la migración y los llamados títulos de deuda verde, entre otros.
Pese a que el círculo de amigos íntimos de Iván Duque en Washington lo vean como un digno sucesor de Claver-Carone y sueñen con verlo en el mediano plazo de regreso en la capital política del planeta dirigiendo el organismo interamericano, una eventual candidatura suya tendría que enfrentar enemigos gigantes, entre otros la nueva tormenta que provocaría en la región la llegada de otro colombiano, después de los 15 años que duró el exministro Luis Alberto Moreno.
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También, e igual de complicado, le resultaría la postulación de Duque al organismo -en caso de que su llegada se diera por la manera tradicional de votación y no por algún mecanismo de emergencia adoptado ante la eventual salida de Claver-Carone-, si su sucesor en la Casa de Nariño resulta ser el candidato que lidera las encuestas de intención de voto, Gustavo Petro.
Con todo, queda claro que Iván Duque no tiene la intención de pasar al retiro. Por el contrario, buscará en el escenario internacional convertirse en un jugador de primer orden, tal como lo hizo en el pasado César Gaviria, quien una vez concluyó su mandato presidencial en 1994, dirigió la poderosa Organización de Estados Americanos (OEA). Los analistas se preguntan si le alcanzará el impulso a Duque para, allí sí, construir su tan anhelado “legado”.