El regreso de Piedad Córdoba
Aunque el año pasado había anunciado su retiro de la política electoral, anuncia ahora su candidatura al senado dentro del Pacto Histórico, que lidera Gustavo Petro. “Yo estoy aquí por él y vine aquí por él y vuelvo a la política por él, porque estoy convencida de que vamos a ganar las elecciones”, dice.
“Muchos temas me costaron porque trabajé sin cálculos y todo mi patrimonio político lo entregué por la paz. No le debo nada a la guerrilla; ni ningún dirigente político puede decir que llegué porque fui la amante, la moza o la amiga. Me erigí como una voz importante en el continente, trabajé a favor de ello. No me arrepiento de nada. Si me equivoqué, lo hice de buena fe. Di todo lo que más podía (…) hice todo lo que pude y lo voy a seguir haciendo, sin pensar en la temática electoral”. Era lo que le decía Piedad Córdoba a El Espectador en julio del año pasado, en plena fragor de la pandemia, anunciando así su retiro de la política electoral, reflexionando sobre lo vivido y los costos por ser una voz disruptora del establecimiento.
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“Muchos temas me costaron porque trabajé sin cálculos y todo mi patrimonio político lo entregué por la paz. No le debo nada a la guerrilla; ni ningún dirigente político puede decir que llegué porque fui la amante, la moza o la amiga. Me erigí como una voz importante en el continente, trabajé a favor de ello. No me arrepiento de nada. Si me equivoqué, lo hice de buena fe. Di todo lo que más podía (…) hice todo lo que pude y lo voy a seguir haciendo, sin pensar en la temática electoral”. Era lo que le decía Piedad Córdoba a El Espectador en julio del año pasado, en plena fragor de la pandemia, anunciando así su retiro de la política electoral, reflexionando sobre lo vivido y los costos por ser una voz disruptora del establecimiento.
Más que cansada, se le notaba en ese entonces decepcionada. Y es que con ella no hay puntos medios y menos en un país como la Colombia de los últimos tiempos, donde la polarización es protagonista de primer orden y la disputa por poder no da tregua. Porque si se quiere hablar de una mujer disonante en la política nacional, hay que hablar de Piedad Córdoba. No solo porque en el pasado irrumpía la uniformidad de un Congreso de tonalidades grises y negras, llevando un mensaje no verbal con su ropa -especialmente con su turbante de muchos colores-, sino también porque ha sido una mujer de contracorriente y de un pensamiento de avanzada en una sociedad que siempre ha sido tímida en hablar, por ejemplo, de derechos reproductivos, relaciones homoparentales, negritudes y paz negociada.
“Mi experiencia fue muy enriquecedora, pero a la vez muy lamentable. Y los últimos años de mi carrera, que fueron muy violentos para mí, como la inhabilitación y la campaña de desprestigio, de odio, de desfiguración de mi carácter como política, me pusieron a reflexionar y entendí que pudo más esa campaña que el país me escuchara las propuestas”, rememoraba en la entrevista con este diario, hace 14 meses. Recalcando que, bajo esa lógica, “no valía la pena estar en una política tradicional, en la que se me hace difícil participar con un sistema electoral que no da garantías, que es nefasto y poroso, y que está secuestrado por un poder en lo local, regional y nacional, con coadyuvancia de los grandes medios de comunicación”. Una renuncia, advertía, que no implicaba abandonar la batalla de las ideas, “de seguir escribiendo y aportando mi experiencia para el país”.
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Pero como la política es dinámica o, como dicen en las esquinas, cuando un político dice “no” quiere decir que está diciendo “sí”, Piedad Córdoba anuncia ahora su regreso a la política electoral, junto con su movimiento Poder Ciudadano, haciendo parte del Pacto Histórico que lidera el senador Gustavo Petro, alguien con quien también tuvo desavenencias en el pasado y del que, incluso, llegó a decir que “nunca” sería presidente de Colombia. “Uno también se puede equivocar, estaba muy molesta con él en esa época. Nos sacamos la lengua los dos, pero el país nos necesita unidos”, responde cuando le preguntan por esas diferencias. Su llegada a la coalición de izquierda se dio con bombos y platillos: un gran evento en el Salón Rojo del Hotel Tequendama realizado en la noche del jueves, con discursos e invitados nacionales e internacionales, entre ellos el expresidente hondureño Manuel Zelaya.
“¿Quieren saber por qué vuelvo a la política? Porque cuando vi las grandes marchas de abril entendí que este es un país que dejó de ver el futuro con ilusión. Colombia necesita recuperar la esperanza y el Pacto Histórico es el camino”, agrega. Y aunque no lo dice, todo indica también que la decisión de su hijo, Juan Luis Castro, de renunciar a su curul en el Senado por problemas de salud, fue un motivo más para cambiar de parecer y decidir el regreso, y así seguir vigente y manteniendo el legado político de la familia. Y refiriéndose a Petro, manifestó: “Yo estoy aquí por él y vine aquí por él y vuelvo a la política por él, porque estoy convencida de que vamos a ganar las elecciones, de que no vamos a perder, de que hoy no nos podemos dar el lujo de perder y esa obligación radica en cada uno de nosotros”.
“He regresado porque me llama la historia (…) hagamos un Pacto Histórico con los afros, las mujeres, los jóvenes, desde las regiones, con los indígenas, un pacto para cambiar el país”, fueron sus palabras en el discurso del Tequendama. Piedad Córdoba hará parte de la lista única al Senado de la coalición de izquierda, en la que no espera ser la cabeza: “No puse condiciones, no pedí ser primera, ni segunda en la lista, pero tampoco me voy a ir de 20″. Una alianza en la que deberá compartir tarima con quienes han estado en otras orillas ideológica o hasta han sido sus contradictores, como los senadores Armando Benedetti y Roy Barreras. “Fui muy amiga de Benedetti en el Congreso. Su papá es un tipo al que le tengo mucho respeto (…) y jamás he tenido ningún trato electoral con Roy, pero lo más seguro es que él estará trabajando por su lado y yo por el mío. Roy es un muy verraco, no sé cómo ha hecho para pasar del uribismo al santismo y ahora al petrismo, pero esas son mis diferencias. Yo he sido toda la vida de un solo lado”.
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Eso sí, hay que decirlo, sus ideas y sus luchas siguen intactas. “Yo era la vieja loca, la vieja esa que no sabía dónde estaba parada, a la que había que tomarle las fotos más fuera de lugar cuando estaba en debates tan duros como el que hice para lograr tumbar a Fernando Londoño, que se robó las acciones de Invercolsa. También recuerdo la portada en Semana con una foto mía y titulada ‘Des-Chavetada’ (…) para una mujer como yo, que controvierto, que soy afrodescendiente, es muy difícil hacer política en este país. Nunca he dejado de creer que la política es el instrumento más importante para transformar la sociedad. Insisto, para mujeres como yo es muy complejo porque nos caricaturizan y ridiculizan nuestras posturas. Y terminan desfigurando nuestras ideas y debates. Mi papel en las liberaciones, en vez de catapultarme, indujeron un odio hacia mí”.
Por supuesto, su regreso a la arena política implica, y ella lo sabe, estar nuevamente en el foco de sus rivales políticos y el que le esculquen sus actuaciones y sus polémicas del pasado. Como, por ejemplo, sus estrechos vínculos con el chavismo, algo que nunca ha negado. Lo que sí niega es ser cercana a Alex Saab, el abogado de ascendencia libanesa, señalado de ser testaferro de Nicolás Maduro y de haber hecho negocios con el régimen venezolano, hoy preso en Sudáfrica y a punto de ser extraditado a Estados Unidos. “Sí a Alex se lo llevan, con toda franqueza te digo que miedo, nada, en absoluto, porque yo no tengo ningún tipo de relación con él, ni comercial, ni laboral”, expresó en declaraciones para Blu Radio, recalcando que “jamás he tenido negocios sucios ni clandestinos”.
Otra pata que le puede salir al cojo tiene que ver con la financiación por parte de la empresa colombo-venezolana Monómeros a sus labores políticas, por allá en 2008. La compañía agroindustrial se acaba de acoger al plan de salvamento en Colombia y se ha convertido en nuevo caballo de batalla entre los gobiernos de Iván Duque y Nicolás Maduro. Hasta se dice que hace parte de la actual negociación que adelantan en México la oposición con el chavismo. Frentera como siempre, Piedad Córdoba reconoció en ese entonces que Monómeros, filial además de Pdvsa en Colombia, había apoyado el proceso de acuerdo humanitario, “en una cuantía cuyo monto no estoy en condiciones de precisar”. Y dijo que el dinero girado “tenía la estricta finalidad de respaldar la realización de eventos culturales y de opinión en solidaridad con el acuerdo humanitario, pues el Gobierno colombiano no ofreció ningún apoyo efectivo para ese costoso y complejo proceso”.
Por cierto, hablando de su “amor” por el chavismo, es algo que nunca ha negado: “Fui amiga de Hugo Chávez y conozco al presidente Nicolás Maduro, y tengo capacidad de discernimiento: ¿un bloqueo tan brutal con el que le quitan los recursos a un país por el hecho de que no se advienen al modelo económico del Grupo de Lima o a la Doctrina Monroe? Vuelvo a Colombia, en donde no les importa brincarse la Constitución y traen tropas extranjeras dizque a adiestrar a los militares colombianos, muchos de ellos implicados en violaciones a los DD. HH. A mí el cuento de la dictadura no me dice nada porque aquí hemos llegado a topes máximos de un exterminio a líderes sociales, de un genocidio a excombatientes de las Farc”.
Otra arista tiene que ver con el que fue su partido eterno, el liberal, con el llegó al Congreso antes y del que ahora se encuentra desligada, asumiendo posiciones duramente críticas. “En el país hay liberalismo, más no Partido Liberal, porque se ha convertido en una especie de agenciamiento de intereses burocráticos y contractuales. Su participación es vergonzosa porque se camuflan y les da pena decir de frente que apoyan ‘x’ cosa. Un director, padre del neoliberalismo e iniciador de la privatización de la salud con la Ley 100, que fue recogida por Uribe, y que tuvo a su hijo en un momento director de Planeación. ¿No les da vergüenza? Mucha gente ha renunciado porque no le dieron puestos, como Rafael Pardo. Muchos de ellos no les importa más que estar en el poder”.
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Y frente al gobierno Duque y el uribismo, sus posiciones siguen siendo las mismas. “Creo que no hay gobierno y hay una ilegitimidad que se refleja específicamente en el caso de la financiación política por parte del narcotráfico. Obviamente, sería muy importante una Fiscalía y un Consejo Nacional Electoral independientes, que den cuenta de lo que fue ese proceso eleccionario de 2018. Veo que el presidente muy arrodillado a la doctrina Monroe de EE. UU. A ello se le suma una campaña agresiva de privatización de derechos, de venta de los bienes del Estado, como por ejemplo Ecopetrol, ISA, que son instrumentos acumulados de trabajo del país, y lo hace fundamentalmente para favorecer la explotación aurífera en el país y de los recursos naturales (...) y el presidente Duque no tiene ninguna voluntad con Acuerdo de Paz, entre otras cosas, porque él no diferencia entre el Estado y su gobierno”.
“Sí, me he considerado una mujer de mucha avanzada y es por un hecho muy significativo que tiene que ver con mi vida personal y familiar. Mi papá era negro, mi mamá blanca, un matrimonio mixto que en la época en la que se casaron era un hecho casi que de telenovela y eso generó una impronta muy fuerte en mi vida y la de mis hermanos, porque nos tocó luchar contra todas las formas de discriminación social y racial y, en lugar de debilitarme, me preparé para resistir todo esto, contra la corriente de quienes querían sustentar los privilegios y eso me dio el fuerza mental y emocional”, se reafirma la ahora candidata al Senado del Pacto Histórico. Una nueva batalla que comienza desde ya a enfrentar, con la vehemencia de siempre y sabiendo que lloverán piedras. Porque con Piedad Córdoba no hay puntos medios. Se le ama o se le odia. Y esas emociones sí que imperan actualmente en la forma de hacer política en el país.