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Los tres hacen parte de la Coalición de la Esperanza, la alianza de centro que aspira a gobernar a Colombia a partir de 2022, y comparten un denominador común: militaron en las filas del Partido Liberal. Se trata de Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y Juan Manuel Galán, quienes en un momento de su trasegar por la vida política nacional e inconformes con el manejo que se le ha dado a la colectividad, tomaron la decisión de salirse de esas filas para andar sus propios caminos y construir sus propias historias. “Ser liberal es genético. Los colombianos, en mi época, nacían liberales porque sus padres y sus abuelos lo eran. Y uno se da cuenta después y lo pone en acción”, dice De la Calle. “A mí me arrullaban con el himno del partido. Es una herencia con la que se nace y se crece”, agrega Cristo. “Llegué al partido en 2005, cuando César Gaviria asumió la dirección, que estaba en la oposición. En él encontraba una fuerza que representaba, en ese entonces, una opción distinta para los colombianos”, complementa Galán.
Y aunque siguen siendo liberales de pensamiento y obra, hubo un punto de inflexión que los llevó a tomar la decisión de hacerse a un lado y abandonar lo que llaman la “disciplina” partidista. Discrepancias, frustraciones, inquietudes y rechazos que se fueron acumulando frente a la conducción que durante los últimos años le ha dado a la colectividad quien funge hoy como su director único, el expresidente César Gaviria. “Después de la campaña de 2018, sin llegar a responsabilizar a nadie, porque yo soy enemigo de decir que Gaviria me abandonó en mi candidatura presidencial, lo que veo es una estructura clientelista arraigada de la mayoría de los parlamentarios del partido, que son la verdadera autoridad. Barones regionales que siguen dinámicas distintas a ese deseo genuino de un liberalismo transformador. Ahí es donde tomo la decisión de llegar al punto en el que estoy ahora, que es el de la independencia”, afirma el exjefe negociador de paz en La Habana.
Cristo, exministro del Interior en el gobierno Santos, expresa así su punto de vista: “En 2004, muchos liberales dijimos que era el momento de una jefatura única en el partido y que la persona indicada para ella era César Gaviria. Juntos trabajamos en una revitalización como colectividad, que se dio en la oposición al gobierno de derecha de Álvaro Uribe. Muchos vimos la posibilidad de impulsar cambios internos, y en el gobierno Santos, el liberalismo tuvo liderazgo en el tema del Acuerdo de Paz. Hoy el problema no es Gaviria, sino la estructura. Esto terminó convertido en un exclusivo club, cada vez más reducido, de parlamentarios. Y mi ruptura se da cuando, sin consultarlo ni discutirlo con nadie, el partido toma la decisión de respaldar, la noche de la primera vuelta presidencial de 2018, la candidatura de Iván Duque. La ciudadanía exige coherencia y transparencia. No puede ser que durante ocho años sea el gran soporte de la principal política pública de un gobierno, la paz, y se pase a apoyar a quienes en esos ocho años se opusieron a ella”.
Para Galán, exsenador liberal, el punto de quiebre fue también la postura asumida para la segunda vuelta de las presidenciales de 2018. “El Partido Liberal se fue con Duque, el candidato del uribismo, quien representaba la antítesis absoluta de los valores y de las ideas que la colectividad había defendido en el Congreso y ante el país, yendo en contravía de lo que habíamos trabajado en el proceso de paz, de lo que habíamos denunciado sobre los falsos positivos, Agro Ingreso Seguro, las prácticas de persecución a través de las interceptaciones ilegales. Ese fue el motivo para retirarme y emprender un camino nuevo que hoy se consolida con la recuperación de la personería jurídica del Nuevo Liberalismo”.
César Gaviria, ¿el problema?
¿Es para ellos César Gaviria el gran problema del Partido Liberal en estos momentos? “Nunca he personalizado la crisis del partido, y no lo haré ahora, en una discusión alrededor de Gaviria. En mi caso, tengo el recuerdo de 1991 y su papel en la construcción de la nueva Constitución, ha sido un estadista portentoso en Colombia y hay que reconocer su compromiso con el proceso de paz. Pero lo que sí es cierto es que la estructura del partido depende en estos momentos mucho más de los congresistas –aunque hay figuras destacadas, pero son una facción minoritaria–, cuyo ejercicio político se hace en la articulación de intereses regionales, algunos de ellos no dignos de aplausos. Se ha dejado por fuera una enorme cantidad de ciudadanos, que están indignados y buscando caminos completamente distintos a los que ofrece la política tradicional”.
En esa línea apuntan también Cristo y Galán. Para el primero, el problema va mucho más allá de César Gaviria y es que la política en general, en Colombia, perdió su rumbo. “Lo que estamos viendo en las calles es una ciudadanía que no encuentra canales de expresión ni de participación dentro de los partidos. Se construyó un sistema que hay que reformar y eso se hace con decisiones de fondo. Pero el Partido Liberal se convirtió en un club reducido de parlamentarios para agenciar unos intereses particulares. No hay vocación de poder, no hay liderazgos para transformar el país y quedó en manos de cinco o seis congresistas. Se olvidaron las bases, los directorios territoriales, las organizaciones sociales, los jóvenes”.
Galán, eso sí, ve parte de responsabilidad en Gaviria, pero no toda. “El proceso de deterioro del partido viene desde el proceso 8.000 y la financiación de la campaña presidencial por parte del cartel de Cali. Desde ahí se empezó a abrir la puerta a la pérdida de la confianza que el liberalismo inspiraba en los colombianos. Y hay que aceptar que la Constitución del 91 falló en relación con la democracia orgánica y en reconocer y fortalecer a los partidos como instituciones fundamentales para la democracia. Estos se convirtieron en máquinas que simplemente se prenden cada vez que hay una elección y luego se apagan. Y lo que financia esas maquinarias son los cupos indicativos y los vínculos con estructuras criminales y con la corrupción. Clanes familiares regionales que se rotan a medida que cada uno va siendo inhabilitado o judicializado. Esa cultura es lo que tiene a los colombianos asqueados e incrédulos de los partidos”.
Las perspectivas en la Coalición
Posturas de una u otra manera similares y que hoy los tienen a los tres caminando juntos en la Coalición de la Esperanza, en compañía de Sergio Fajardo y Jorge Robledo, reafirmando sus ideas liberales. Galán y Cristo son precandidatos presidenciales y De la Calle será la cabeza de la lista única al Senado. “Lo primero es descifrar mejor el mundo que nos está tocando vivir. La actual estructura del Partido Liberal, más allá de las personas, está totalmente aislada y no es capaz de interpretar y recoger las angustias, insatisfacciones y anhelos de un país que ha cambiado y es distinto. Las movilizaciones mostraron a unos jóvenes incluso con un cambio cultural muy profundo. Eso no lo están interpretando los partidos. Por eso, en la Coalición la palabra es ‘esperanza’. Esperanza de que haya una sociedad más justa, con un régimen democrático genuino, con respeto por la división de poderes y afianzamiento de la carta de derechos, pero también una nueva interlocución, una estructura distinta que no se base simplemente en reproducir jerarquías de poder que, como ya lo hemos dicho, están muy alejadas del verdadero sentimiento de la gente. La Coalición es un camino distinto al de Petro y al de los múltiples candidatos de la derecha”, enfatiza De la Calle.
Palabras que complementa Cristo, recalcando que el objetivo de la alianza de centro es lograr las transformaciones políticas, económicas y sociales que ya son imposibles de lograr dentro de los partidos, no solo el Liberal, sino en todos. “Es con una nueva manera de hacer política y yo he dicho que esta Coalición tiene un ADN de valores y principios que son los que van a permitir producir esas transformaciones hacia el futuro. Es una coalición de cambio, de oposición a lo que ha significado el proyecto político del uribismo, alejada de los extremos y de los partidos políticos tradicionales, con un liderazgo colectivo. Aquí no hay caudillos ni mesías. En estos momentos, con los problemas tan grandes que está padeciendo el país, la crisis se soluciona en equipo, que es lo que queremos conformar. Con otro elemento: vocación de permanencia. Estoy convencido de que con los distintos liderazgos y respetando las diferencias, podremos trabajar por una visión de largo plazo, con un modelo mucho más incluyente. No se puede seguir hablando otros 30 años de lucha contra la pobreza, sin que ella se haga efectiva”.
Finalmente, Galán insiste en la coherencia entre lo que dice y lo que hace, al tiempo que lanza pullas, sin dar nombres propios. “La gente quiere un cambio, no quiere el continuismo ni quiere candidatos que montan una farsa y se disfrazan de centro y de moderados, cuando realmente son del proyecto continuista del gobierno actual, del uribismo, de la derecha. Es un cambio que nosotros estamos construyendo desde el liderazgo colectivo, sin mesías, democrático, con propuestas de reformas, sin saltos al vacío, sin poner en peligro la propiedad privada y la iniciativa empresarial, sin amenazar con expropiaciones o con poner a funcionar la máquina de elaboración de billetes en el Banco de la República para resolver los problemas de pobreza del país. Esos son cambios suicidas e irresponsables. Lo que esperamos es que nuestro mensaje les llegue a los colombianos, a los que no quieren los extremos, que son la misma cosa. Nosotros representamos una verdadera opción de transformación porque, entre otras cosas, el próximo gobierno debe tener la capacidad de construir acuerdos para sacar adelante reformas que se han pospuesto desde hace muchas décadas. Y la única fuerza capaz de construir esos acuerdos somos nosotros, los que representamos con sinceridad y genuinamente el centro político”.