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El puente internacional Simón Bolívar se vistió de fiesta este lunes por el restablecimiento de las relaciones comerciales con Venezuela, dándole así paso a la reapertura de fronteras entre los dos países. El paso no veía desde hace siete años que ningún tipo de vehículo transitara los kilómetros que unen a las dos naciones y tampoco que los gobiernos de cada lado se vieran unidos con un mismo fin y en aparente entendimiento. La decisión, celebrada por unos y cuestionada por otros, es el primer eslabón de lo que parece ser una nueva era de relaciones diplomáticas que, como se ha visto hasta el momento, tendrá un papel notorio en las apuestas de cambio que propone el presidente Gustavo Petro.
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Desde las 9:00 de la mañana, el cruce fronterizo empezó a llenarse de personalidades de la vida política colombiana y venezolana, que se preparaban para el inicio de un acto protocolario que, al menos en lo simbólico, marca la historia de esa nueva relación binacional. La gran sorpresa de la jornada fue la aparición del presidente Petro, quien solo horas antes sorprendió con el anuncio de que sí asistiría a la reapertura fronteriza, a pesar de haber dicho lo contrario la semana anterior. Entre aplausos, gritos, música y una latente euforia de la ciudadanía fue recibido el mandatario, aunque Norte de Santander fue uno de los departamentos en donde obtuvo pocos votos en la segunda vuelta presidencial.
El paso peatonal por el puente se suspendió durante el evento de reapertura, pero aun así cientos de ciudadanos de ambos países lograron conseguir un lugar para ver los primeros vehículos de carga que atravesaron el puente después de más de un lustro. Rodeado por algunos ministros, congresistas colombianos y otros diputados venezolanos, el jefe de Estado llegó a la mitad del puente Simón Bolívar y con flores blancas dio inicio al acto. Los himnos de las dos naciones se escucharon y globos tricolores volaron en medio de la expectativa y emoción de los caminantes que tuvieron la oportunidad de quedar en la mitad del cruce, para ver cómo la diplomacia de Colombia y Venezuela materializaba una esperada concertación.
La reapertura comercial binacional trae consigo la posibilidad de que algunos de los múltiples problemas de la zona fronteriza se solucionen. El cierre de las fronteras, en agosto de 2015, y la ruptura de las relaciones diplomáticas, desde 2019, hicieron que la informalidad creciera y que se diera un brote de la ilegalidad y de problemas de seguridad que han sido aprovechados por los grupos armados ilegales. Lo hecho ahora por los dos gobiernos, aunque es solo un primer avance, apunta a que la situación económica mejore y que en un futuro cercano el intercambio comercial permita el mayor ingreso de recursos con los que, se espera, se beneficien los ciudadanos de lado y lado.
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En el acto, los representantes del Congreso y del Gobierno colombiano, así como parlamentarios y funcionarios de Venezuela, cruzaron algunas palabras y estrecharon sus manos. Fue el presidente Petro quien minutos más tarde habló desde el Centro Nacional de Atención en Frontera (Cenaf) y envió un mensaje de unidad para la prosperidad de los dos países con la relación que restablecen. Sus palabras se enfocaron hacia la cooperación binacional y las expectativas que su gobierno tiene sobre cómo Venezuela ayudará a la materialización de los cambios que busca hacer y para los cuales la ayuda del vecino país es necesaria.
“Necesariamente las dos economías tienen que integrarse, estamos hablando de una zona especial entre Táchira y Norte de Santander para que sea plataforma de la industrialización, para que la calidad de vida sea general”, manifestó Petro en su discurso. El mandatario resaltó igualmente que el cierre por siete años de los pasos fronterizos legales afectó en mayor proporción a las personas que los habitan, dando lugar a la alta informalidad y a que las trochas se convirtieran en los caminos casi obligados para el comercio, y dejando la ventana abierta para que el crimen y la corrupción de las entidades migratorias y aduaneras pulularan en cada extremo.
A diario, cientos de personas entran desde Venezuela a Colombia para ser atendidos por el sistema de salud nacional, debido a que en su país no encuentran la atención suficiente para poder sobrellevar sus dolencias; también centenares de niños, niñas y adolescentes cruzan a diario para acceder a la educación, por lo que una apertura peatonal total de las fronteras sería ideal. Aun así, esto todavía no llegará. El proceso de restablecimiento de pasos y relaciones en general será gradual, pero se espera que el libre tránsito llegue pronto, como se les dio desde este lunes a los vehículos de carga. En palabras del presidente Petro, la idea es que la reapertura “sea no solamente un puente de cemento, sino la vía por la cual se construya el progreso de estas dos regiones”.
Todas estas palabras, aunque tocaron lo humano, no dejaron en la sombra lo que se busca en un primer momento: mover la economía y que ingrese más dinero al país. El contrabando, que creció con el cierre de fronteras y tuvo diversas rutas en los pasos ilegales, dijo el presidente Petro, llevó a que Colombia perdiera miles de millones de dólares. La reapertura, aunque lima asperezas con el vecino país, también es una forma en la que, según el jefe de Estado, haya una ventana para que se recupere la totalidad de ese dinero. Con esta decisión, enfatizó, crece la esperanza de que Colombia gane al final de su gobierno “US$4.000 millones, y que en el mediano plazo logremos recuperar los US$8.000 millones que antes pasaban, la mayoría en mercaderías colombianas hacia Venezuela”.
Lo cierto es que los buenos términos de Colombia y Venezuela nuevamente pueden ser el primer paso en un camino en el que Petro busca que la relación con los demás países de la región ayude a la nación a salir a flote. En el discurso presidencial, el mandatario comentó también que “Venezuela ha pedido su ingreso a la Comunidad Andina y lo mismo ha hecho la República de Chile, y un poco más lejana se acerca la República de Argentina”. De materializase esto, agregó, “Colombia estaría construyendo su plataforma de progreso económico más importante, después de su propio mercado interno”.
Los cambios que busca Petro aparentan marchar sólidos, desde las distintas reformas que ha presentado, como la relación con Venezuela, que conserva algunas dudas por las tensiones de los anteriores gobiernos. Sin embargo, el fulgor mostrado por los asistentes a la reapertura del puente parecen indicar que la decisión es acorde con algunas de las necesidades que están presentes en la zona que conecta a los dos países, inicialmente enfatizada en la parte económica, una de las más relevantes para los ciudadanos en esta parte del territorio nacional. “A Norte de Santander le entregamos este hecho en los primeros días de este gobierno: poder normalizar su situación cotidiana y hacer de esos puentes, y del hecho de estar en la frontera, la palanca mayor de la prosperidad económica y del bienestar general”, enfatizó el mandatario.
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Aun así, esta frontera, que recibe este primer acto con los brazos abiertos en pro de minimizar sus problemáticas, todavía debe ser para el Gobierno Nacional una de las zonas del país a las que más atención debe priorizarse. Sin duda, la afinidad entre los gobiernos de Venezuela y Colombia debe estar mediada además por resolver las dificultades en materia de salud, educación, alimentación y seguridad que saltan a la vista en los dos extremos del puente o de los mismos pasos ilegales, donde uno de los mayores retos que afrontan colombianos y venezolanos en Norte de Santander es la disputa de grupos armados que buscan el control de lugares históricamente olvidados por los Estados.
El camino, según sostiene el mismo presidente Gustavo Petro, tiene que estar enfocado hacia la paz, no solo entre los dos países, que parece avanzar de la mejor manera, sino también con los actores armados que tienen presencia en Colombia, incluidos los grupos transnacionales como el Tren de Aragua o el Eln, ambos con presencia en la frontera. Con esto así, la ruta del primer mandatario llevaría un norte claro, pues como lo dijo en su discurso desde la misma frontera, se busca “que la democracia, que la paz, que el respeto absoluto a la dignidad del ser humano, allá y acá, sea nuestra consigna común”.