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Hasta el último día de gobierno de Iván Duque hubo polémica y choque con Gustavo Petro. El ahora expresidente se negó a que la espada de Simón Bolívar estuviera en la posesión del entrante mandatario. A pesar de que este último hizo las gestiones para que se le prestara el arma histórica.
Incluso, encargados de la ceremonia de este domingo expresaron su molestia ante la determinación de Duque. “Estamos sorprendidos con la actitud caprichosa y la falta de voluntad del presidente Duque ante la negativa de prestar la espada de Bolívar para que acompañe el acto protocolario de la transición de mando del presidente electo Gustavo Petro”, expresó a la agencia EFE Marisol Rojas, coordinadora de comunicaciones de la posesión.
No obstante, la negativa de Iván Duque, que habría tenido motivo políticos -de no convertir la espada en un símbolo de la posesión de Petro-, fue la oportunidad para que el presidente Petro diera su primera orden presidencial: mandar a traer la espada de Simón Bolívar a la tarima en la que se estaba haciendo su investidura.
Con la banda presidencial en el pecho, Gustavo Petro hizo un paréntesis en la juramentación de Francia Márquez para ordenar traer la espada bolivariana. La orden no se cumplió de inmediato, sino que tomó un tiempo. Tanto así que se realizó un breve intermedio musical esperando a que llegara el arma custodiada a la tarima.
Solo cuando llegó, Gustavo Petro comenzó su primer discurso presidencial. Es más, sus primeras palabras como primer mandatario fueron dedicadas a expresar la importancia de esta, a la que calificó como “la espada del pueblo”. Vale recordar que esta histórica arma no solo fue una de las espadas del libertador, sino que cobró otra connotación cuando su robo fue la primera acción oficial de la guerrilla del M-19.
Precisamente, más allá de destacar el legado bolivariano, la presencia de la espada sirvió como reivindicación al grupo guerrillero del que Gustavo Petro hizo parte. Luego del discurso, la espada fue retirada de la tarima y fue la que lideró el camino desde la Plaza de Bolívar hasta la Casa de Nariño, otra acción cargada de simbolismo.