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La primera vuelta de la elección presidencial en Colombia se celebrará, formalmente, el 29 de mayo de 2022. Es decir, en poco menos de nueve meses. Sin embargo, las dinámicas que comienzan a intensificarse en la arena política criolla bien podrían interpretarse como una suerte de “primarias”: un primer mano a mano -biche, eso sí, pero que madura a pasos agigantados- en el que empiezan a decantarse candidaturas, a definirse los bandos y, de a pocos, a despejarse el panorama. Por prematuro que parezca, este proceso es decisivo para el reacomodo de fuerzas y la consolidación de quienes verdaderamente llegarán a la recta final en carrera por ser la nueva o nuevo inquilino de la Casa de Nariño.
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Los sube y baja en las encuestas, los coqueteos de lado y lado, la agudización de las confrontaciones, el arribo de nuevos actores y la conformación de las listas al Congreso -el primer cara a cara de los bandos en disputa en marzo de 2022- son muestras del grado en el que está el debate electoral actual. Justamente, lo que suceda de aquí a fin de año, cuando concluiría esta primera fase informal de los comicios, será determinante en las pretensiones de cada sector.
“En este momento estamos en un escenario de recomposición de los distintos sectores, a lo largo de todo los bandos ideológico-políticos, es decir, tanto desde la izquierda como de la derecha. En esta primera fase, seguramente, las consultas ayudarán a decantar el espectro. Todos están buscando una recomposición y un mecanismo -confiable y poderoso- para elegir a su candidato”, explica Jorge Iván Cuervo, profesor de teoría de políticas públicas e instituciones políticas colombianas en la Universidad Externado.
En ello coincide Juan Federico Pino, docente de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, quien señala que el sistema colombiano de elecciones “está evolucionando a uno que se asimila a las primarias en Estados Unidos, pero con la diferencia de que la competencia no es entre grandes colectividades, sino en el interior de marcadas tendencias políticas”. En nuestro caso, la izquierda, el centro y la derecha, “que están en pleno proceso de reconfiguración”, asegura.
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Si bien hasta ahora se cuentan al menos 30 precandidatos en disputa por llegar a la Casa de Nariño, cada día se reduce el espectro y un vistazo a lo que deja ver la fotografía de hoy en las diferentes orillas políticas da pistas de lo que se viene. ¿Cómo están las cargas y qué se espera para cada uno de los espectros?
Derecha: el uribismo domina, pero persiste la indecisión
En el país, un 77 % de los colombianos consideran que las cosas van por mal camino, frente a un modesto 15 % que creen que están mejorando, según evidenció esta semana la encuesta de Invamer-Poll. La corrupción se erige como el principal problema, pues para el 31 % de los consultados es la mayor preocupación, seguida del desempleo y la economía (25 %), así como el orden público y la inseguridad (15 %). Esta radiografía permite entender por qué la desaprobación del presidente Iván Duque alcanza el 75 %, apenas un punto porcentual por debajo de la medición de julio pasado, cuando alcanzó el 76 %.
A esta impopularidad y descontento tendrá que hacer frente la derecha y centroderecha con miras a 2022, pues todas las críticas recaen en sus hombros por ser los sectores que respaldan al mandatario. Los ojos están puestos particularmente en su partido, el Centro Democrático, que aún adelanta su proceso interno para elegir candidato único, pero que surge como la colectividad más sólida para congregar a los diferentes del espectro. Aunque el recién llegado Óscar Iván Zuluaga parece llevar la delantera y ha ido sumando aliados dentro su propio partido, que se han bajado de sus precandidaturas, el camino no está despejado del todo y aún tendrá que medirse a figuras como María Fernanda Cabal, Rafael Nieto o Édward Rodríguez.
Por los lados del Partido Conservador, que ha dicho que apostará por un candidato único, persiste la incertidumbre, pues figuras como Mauricio Cárdenas, David Barguil, Efraín Cepeda o Juan Carlos Echeverry (que ya definió que va por firmas) no despegan. Incluso, esta semana un grupo de militantes anunció su apoyo público por Zuluaga, destacando que es el que “mejor encarna” las ideas de la centroderecha. En Cambio Radical el panorama tampoco es alentador y las fuerzas están divididas, aún sin un aspirante claro, entre el exvicepresidente Germán Vargas Lleras -quien dijo “busquen a otro marrano” cuando le hablaron de una posible aspiración-, y el clan familiar de los Char, que tiene en Alejandro a su ficha propia.
En paralelo, los partidos cristianos (Mira y Colombia Justa Libres) anunciaron que, ante las elecciones legislativas, conformarán listas conjuntas. De esta unión saldrá fortalecido el actual senador Jhon Milton Rodríguez, que sigue firme en su candidaturay sumando aliados. Otro frente que merece atención es la alianza de exmandatarios, liderada por Enrique Peñalosa, el mismo Alejandro Char y Federico Gutiérrez. De hecho, este último formalizó esta semana su aspiración y, tal como está haciendo el exalcalde de Bogotá, se la jugará por firmas para avalar su aspiración. A este grupo podría aterrizar, por los lados del Partido de la U, la exsenadora Dilian Francisca Toro, que también busca abrirse un espacio.
“En la centroderecha tenemos dos espacios: el del uribismo, con la llegada de Zuluaga, y el otro donde cabría Cambio Radical o el Partido Conservador. En todo caso, a la derecha uribista le va a quedar muy difícil sumar votos, porque este gobierno no ha tenido un buen desempeño. Incluso sectores del Centro Democrático han dicho que hay que desmarcarse un poco de Duque. Mire no más el tema de la ministra Tic, Karen Abudinen”, advierte el profesor Cuervo, quien reconoce en Zuluaga el competidor más fuerte dada su experiencia, sin menospreciar la labor que han hecho los exalcaldes, quienes también pelearían un lugar en una eventual consulta de la centroderecha.
A propósito de exmandatarios -y con la dificultad aún de ubicarlo en alguno de los espectros- se cuenta el caso del exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, que, aunque sorprendió por figurar en el tercer lugar en una de las encuestas de intención de voto, se ha visto salpicado por controversias que van desde una supuesta admiración a Adolfo Hitler, la amenaza a un cliente con “pegarle un tiro” y, más recientemente, la divulgación de un audio en el que, al parecer, pide una cuota inicial a eventuales aspirantes al Congreso avalados por su movimiento, la Liga Anticorrupción. El ingeniero ha insistido en tener “el alma limpia”.
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La pelea por el centro
En búsqueda del anhelado centro político, como es natural, se ubican la mayoría de precandidatos. Aquí podría situarse la denominada Coalición de la Esperanza, que pretende hacerse a un lugar en la contienda de la mano de personajes como Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Jorge Robledo, Juan Manuel Galán -que saca ventaja por la personería jurídica que recién recobró el Nuevo Liberalismo- y una porción de la Alianza Verde. Precisamente, las dificultades emergen por los lados de este partido, pues sus diferencias internas, alrededor de si permanecen en la coalición o se abren a una consulta con el Pacto Histórico de Gustavo Petro, tienen a sus aspirantes divididos.
De tal calado es el asunto, que hoy está sobre la mesa una eventual escisión, mientras que tres de los verdes -los senadores Antonio Sanguino y Sandra Ortiz, y el exgobernador Carlos Amaya- permanecen fieles al proyecto de la Esperanza y se están midiendo en encuestas de cara a rivalizar con el también exgobernador Camilo Romero, que no cierra la puerta a una consulta con el Pacto Histórico. Entretanto, los otros aspirantes, Jorge Londoño e Iván Marulanda, parecen tomar diferentes caminos, pues mientras el primero estaría concentrado en repetir curul en el Congreso, el segundo podría migrar al Nuevo Liberalismo. Frente al partido del inmolado Luis Carlos Galán hubo noticias recientes, pues el primero en lanzarse al agua como precandidato fue el senador Rodrigo Lara, que ha enarbolado el “sacrificio de los progenitores políticos por defender las banderas de un mejor país”.
Y en medio de semejantes movidas aparece un actor considerado decisivo: el exrector de la Universidad de los Andes Alejandro Gaviria. Si bien el exministro de Salud, que también se le medirá a la recolección de firmas, llega al partidor con una buena imagen y un talante liberal y progresista, fue blanco de críticas por sus elogios a la trayectoria del exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, luego de que este fuera anunciado como codirector del Banco de la República. Aunque Gaviria admitió lo que calificó como un “error”, sin duda será una salida en falso que le cobrarán sus contendores.
No es para menos: pese a que también tiene el desafío de revertir su falta de experiencia electoral y poco reconocimiento regional, el exrector hoy figura con un 41 % de imagen favorable, según los resultados de la encuesta Pulso País Colombia. El atractivo de Gaviria es tal, que la Coalición de la Esperanza lo invitó a dialogar en búsqueda de una alianza, aun cuando el senador Robledo ha expresado sus diferencias, al punto que meses atrás declaraba que no podía verse en un mismo proyecto con él luego de su paso por el Ministerio de Salud, que no vaciló en calificar como “de lo peor”.
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En este contexto sobresale el Partido Liberal que, a través del expresidente César Gaviria, le ha coqueteado al exministro para izar el trapo rojo. No obstante, ya hay choques entre las juventudes liberales, pues mientras unos dicen que ya se decidieron por Gaviria, otros denuncian que es un candidato impuesto. Disputas de este calibre llevaron al hoy senador Luis Fernando Velasco a montar una precandidatura aparte que hoy se ve más cercana al Pacto Histórico.
Para la profesora Angélica Bernal, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y quien ha sido estudiosa de los sistemas políticos y electorales, en medio de la polarización que impera en la arena política colombiana salta a la vista que lo más rentable para las elecciones de 2022 será copar el centro para poder mostrarse como alternativa. “Tenemos una gran variedad de candidatos que se ubican en este espectro ideológico. Se trata de una competencia entre figuras que se parecen mucho, son muy cercanas y convocan prácticamente al mismo electorado. Sin embargo, ese electorado del centro no es del todo confiable”.
De acuerdo con Bernal, a diferencia de los seguidores de un partido tradicional o de movimientos estructurados alrededor de un líder carismático, los votantes de centro se caracterizan por ser un electorado que fácilmente, e incluso a última hora, pueden cambiar de preferencia. “El centro le ha apostado a un elector que es mucho más voluble, que puede cambiar varias veces de posición y en ese sentido está centrándose la competencia en este sector, con consecuencias bastante negativas para ellos (…) esta dispersión les sirve a los propósitos, precisamente, de los extremos”.
Petro, con el camino despejado
Por los lados de la izquierda y centroizquierda emerge, nada menos, que el precandidato que desde hace semanas viene punteando en las encuestas y que, así como el Nuevo Liberalismo, podría estrenar personería jurídica: el senador de la Colombia Humana Gustavo Petro. Aunque recientemente el congresista registró una imagen desfavorable del 57 %, según la encuesta Datexco, sigue liderando los sondeos y es la cabeza más visible del denominado Pacto Histórico.
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De esa coalición hoy son parte figuras como la líder social Francia Márquez (otra que también irá por firmas), el senador Alexánder López (por parte del Polo Democrático), la líder wayuu Arelis Uriana (del Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS), la Unión Patriótica (UP) y congresistas de la talla de Armando Benedetti y Roy Barreras. La alianza se erige como una unión de sectores alternativos y sociales que también podría medírsele a una consulta para decantar nombres y tener a su ungido. Sin embargo, desde ya se da por hecho que Petro sería investido como el candidato único, dado su caudal electoral y su trayectoria política, que lo ponen hoy por hoy por encima de sus demás contendores.
Previo a ese paso, el Pacto tiene concentrados sus esfuerzos en las elecciones legislativas de 2022 y, a principios de mes, anunció que presentará una lista cerrada y en cremallera, garantizando que la mitad de la eventual bancada sea conformada por mujeres. Las cuentas que se hacen son claras: la meta es tener 55 senadores y 86 representantes a la Cámara por todos los denominados sectores alternativos, quienes serían los llamados a “garantizar renglones efectivos (para) los pueblos ancestrales”, así como la representación de diversos sectores sociales, jóvenes, intelectuales, liderazgos de opinión, gente trabajadora, campesinado, la comunidad LGTBI, entre otros.
“Las regiones reclaman cambios sociales profundos y equidad, el genuino respeto por la vida y la paz, una seguridad humana en los territorios. El Pacto Histórico pondrá en marcha la implementación del Acuerdo de Paz”, declaró recientemente la alianza.
Ante ello, el profesor Pino resalta que esa coalición arranca desde ya con ventaja, dado el capital político del que goza Petro, al punto que figura como el más opcionado para llegar a la segunda vuelta. No obstante, no todo es color de rosa: “El problema de Petro y este sector es que tienen un techo de cristal. No hay encuesta en la que Petro haya pasado del 38 o 36 %. La izquierda tiene una figura muy fuerte, alrededor de la cual se va a hacer una consulta, pero más que una competencia con otros sectores, va a ser un ejercicio para proyectar y fortalecer la lista al Congreso y reforzar a Petro de cara a la primera vuelta”.
En todo caso, el docente destaca que el Pacto Histórico ha logrado unificar a la izquierda, incorporando también a nuevas figuras y rivalizando, incluso, con sectores de los verdes que insisten en realizar alianzas. En este punto nuevamente emerge el centro político, pues será un sector clave al que tendrá que convencer Petro y su gente para afianzar sus chances de llegar a la Casa de Nariño. “A Petro le va a quedar difícil expandirse al centro. Sin embargo, hay que decir que el momento de disputa del centro va a ser la segunda vuelta”.
Son muchos los movimientos, reacomodos y enfrentamientos los que se avecinan por capitalizar electores y sumar aliados. La contienda por quién será el sucesor de Iván Duque, coinciden analistas, se intensificará con el pasar de los meses y la campaña, como es usual en Colombia, será feroz e intensa. Esta radiografía evidencia justamente cómo, aun con un panorama que apenas se comienza a decantar, desde ya se libran sendas disputas. Pero, más allá de las viejas peleas de antaño, Colombia reclama a alguien que logre apaciguar los ánimos, reconciliar a un país dividido y proponer alternativas que permitan superar la crisis social y económica. El camino apenas comienza.