Así se movieron la oposición y el Gobierno para buscar poder en las regionales
Las senadoras María José Pizarro y Paloma Valencia consideran que sus movimientos políticos salieron victoriosos en los resultados de los comicios regionales. Tanto el Pacto Histórico como el Centro Democrático quedaron con dos gobernadores propios, cada uno, en todo el país. Desde los partidos opuestos buscarán conquistar a los que se declararon en independencia.
Los resultados de las elecciones del pasado domingo, 29 de octubre, dejaron un sabor agridulce en varios sectores políticos que apostaron sus fuerzas para tener mayorías en distintos territorios. Sin duda, para algunos, era una especie de plebiscito que permitía medir los apoyos que tenía el presidente Gustavo Petro y con los que tendrá que gobernar por los próximos tres años de su mandato.
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Los resultados de las elecciones del pasado domingo, 29 de octubre, dejaron un sabor agridulce en varios sectores políticos que apostaron sus fuerzas para tener mayorías en distintos territorios. Sin duda, para algunos, era una especie de plebiscito que permitía medir los apoyos que tenía el presidente Gustavo Petro y con los que tendrá que gobernar por los próximos tres años de su mandato.
Las dos fuerzas políticas opuestas del país, como el Pacto Histórico y el Centro Democrático, no fueron las grandes ganadoras de la contienda. Ambos, por ejemplo, quedaron con dos gobernaciones propias, es decir, avaladas únicamente por su partido. El petrismo conquistó la gobernación de Nariño, que quedó a la cabeza de Luis Alfonso Escobar (51,6 %), y la del Amazonas, que ganó Óscar Enrique Sánchez (con 45,3 %).
Mientras que el uribismo se quedó con la gobernación de Antioquia, con el triunfo de Andrés Julián Rendón (36,7 % de los votos), y la de Arauca, con Manuel Alexander Pérez (37,7 %). Y en Bogotá, la plaza más importante del país, ganó en primera vuelta el candidato del Nuevo Liberalismo, Carlos Fernando Galán, (que sacó 1.497.596 votos) y quien ha dicho que se declarará independiente ante el Gobierno.
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El Espectador habló con dos senadoras de fuerzas políticas opuestas y quienes, desde sus orillas, han asegurado que ni la izquierda ni la derecha fueron las perdedoras en esta contienda. Por su parte, María José Pizarro, del partido de Gobierno, aseguró que no es cierto que los resultados hayan sido “un voto castigo para el petrismo”, como lo han dicho desde la oposición y como lo sostuvo, por ejemplo, Paloma Valencia.
Mencionó, por su parte, que las elecciones regionales son referendos a los gobiernos territoriales salientes, pero no al Gobierno central. “Las campañas regionales tienen características diferenciadas y depende del contexto. Han pretendido decir que fue una gran derrota para el presidente Petro, pero es un asunto de contrastes. En Bogotá, por ejemplo, la gran derrota es para la alcaldesa Claudia López”, afirmó.
Y aunque desde el Congreso la bancada insiste en que no están divididos al interior del partido, el candidato Gustavo Bolívar afirmó, en medio de su derrota en las urnas el pasado domingo (porque apenas alcanzó un 18,7 %), que: “Me dedicaré a recorrer el país para recoger los pedazos que quedan del Pacto Histórico”.
En defensa de la bancada, Pizarro afirmó que “el Pacto Histórico no está roto. Es una fuerza que lleva apenas un año y medio unificada, que está emergiendo, que no es marginal y avanzó mucho más de lo que teníamos antes”. Sin embargo, hizo una autocrítica a la forma en la que el Gobierno capitalizó sus apoyos para las regionales: “Sí tenemos que hacer e iniciar un proceso rápido de aprendizaje de las lecciones que tenemos de estas elecciones. (…) El proceso de avales y candidatos sí pudo haber sido mejor, tanto en listas de concejos, diputados, alcaldías y gobernaciones. Nos faltó trabajar en la estrategia de fortalecer candidaturas de frente amplio”.
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De hecho, explicó que su derrota en las urnas se debió, en parte, a que la mayoría de liderazgos fuertes y visibles que tiene la bancada están en el Congreso o en el Gobierno, pero no en los territorios. “Para que Bolívar fuera alcalde tuvo que renunciar a su curul y perdimos a un gran senador; pero si hacíamos eso mismo con tres o cuatro personas más para lanzarlas en las ciudades, pues la bancada iba a quedar debilitada”, afirmó.
Por su parte, la senadora Paloma Valencia sí fue más crítica con el Gobierno y afirmó que los resultados fueron un panorama que muestra, según ella, la inconformidad de los ciudadanos con la gestión del presidente en este primer año y medio de mandato. Incluso, reconoció parte de la estrategia del uribismo para no perder en algunas ciudades. “Nosotros no teníamos candidato en Bogotá, por ejemplo, pero lo que no queríamos era que ganara Bolívar, entonces muchos de nuestros votos, que incluso algunos iban para el general Vargas, Molano u Oviedo, se fueron con Galán”, dijo. “La idea era derrotar a Bolívar en primera vuelta”, precisó.
Y aunque apenas ganaron dos gobernaciones propias —y siete más en territorios donde otorgaron coavales—, explicó que la estrategia era no tener candidatos propios, “sino apoyar buenos candidatos, así fuera sin necesidad del respaldo del partido, pero jugar bien donde estuviéramos”.
En lo que coincide Valencia con Pizarro es en que el gran error del Gobierno fue no fortalecer los liderazgos regionales. “Ellos tenían sus candidatos, pero no les cuajaron”. Y aseguró que, aunque en algunas ciudades el voto fue de castigo para los mandatarios salientes, como en el caso de Cali con Jorge Iván Ospina, afirmó que las decisiones del Gobierno central sí incidieron.
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“Yo sí sentí un voto castigo para el Gobierno, de decirle no al populismo, no al empoderamiento de la violencia y la impunidad, de darle plata a los criminales y de llevarlos de la mano. Uno siente mucha preocupación con el tema de la salud, en materia de seguridad, hay una preocupación grande en el tema económico. En todas las regiones que recorrimos había un deseo de la ciudadanía de decirle al Gobierno que recapacite y que construya en vez de destruir”.
Lo cierto es que la mayoría de ciudades principales del país no fueron capitalizadas por los esos dos partidos políticos. En Bogotá y Cali, por ejemplo, ganaron candidatos que se lanzaron por movimientos que se autodenominan como independientes, aunque algunos de ellos hayan recibido apoyos dispersos de la derecha. En Medellín, el gran ganador fue Federico Gutiérrez, que sí tuvo la bendición del Centro Democrático para su candidatura.
Al igual que en Barranquilla con Alex Char, que ha sido cercano al uribismo. Pero en Cartagena (Bolívar), Tunja (Boyacá), Manizales (Caldas), Florencia (Caquetá), Yopal (Casanare), Popayán (Cauca), Valledupar (Cesar), Montería (Córdoba), Inírida (Guainía) y Riohacha (La Guajira), los triunfadores fueron los partidos tradicionales, como el Partido de la U, el conservador, los liberales y Cambio Radical. En esos departamentos, la estrategia del Gobierno y de la oposición, de ahora en adelante, es la misma: intentar conquistar a los nuevos mandatarios para sumar fuerzas políticas a alguna de las bancadas.
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