Análisis: Las consultas de marzo, una muy mala idea
Las consultas confunden al electorado, encarecen las campañas, benefician a unos candidatos, perjudican a otros, aumentan la incertidumbre y les restan visibilidad a las elecciones legislativas. Análisis de Razón Pública.
Fernando Cepeda Ulloa*/Razón Pública
Dos tipos de consultas
Las consultas fueron adoptadas en Colombia como un método para escoger al candidato de un partido. Pero este año algunas consultas serán interpartidistas, o sea que van a ser utilizadas para escoger un candidato entre aspirantes de distintos partidos.
Lea también: No más rodeos: así serán finalmente las consultas presidenciales
Así pues, en marzo habrá consultas intra e interpartidistas. A continuación, presento algunas reflexiones sobre esta figura que ponen en evidencia los riesgos de la misma.
Costos elevados y condiciones desiguales
Para comenzar, se trata de una figura que aumenta los costos de las campañas electorales, lo cual es preocupante porque actualmente el gobierno financia las consultas, las elecciones de Senado y Cámara y las presidenciales. Aún no es claro si ocurrirá algo similar con las elecciones de gobernadores y alcaldes.
Sin entrar en detalles, para el Congreso que será escogido el próximo 13 de marzo, se reconocen $6.140 por voto válido, para el Senado se ha asignado una cifra de $96.215.827.231 y para las consultas se autorizó un reembolso de $1.861 por cada voto válido a nivel nacional y $1.059 a nivel local y distrital. Para 2022, se asignó un total de $148.596.990.704 para el Congreso y las consultas presidenciales.
Además de que las consultas interpartidistas proporcionan dineros públicos adicionales a los partidos y movimientos políticos, un candidato podría beneficiarse más que sus competidores si cuenta con más apoyo electoral como ocurre en el Pacto Histórico. En ese caso, la consulta no pretende escoger al candidato –todos sabemos que el ungido será Gustavo Petro– sino obtener recursos públicos adicionales que representarían una ventaja para el propio Petro.
Este mecanismo permite anticipar la campaña presidencial de algunos candidatos. Nadie cree que las campañas hayan comenzado en la fecha oficial, pues algunos candidatos llevan más de un año en campaña.
Dado que no todos tienen las mismas condiciones, hay unas candidaturas muy sólidas y visibles, y otras muy frágiles que han pasado desapercibidas. Además, los criterios utilizados para distribuir los recursos públicos entre los candidatos no son claros. Tampoco lo son los topes de financiación no estatal. Todo esto atenta contra los principios de la integridad electoral.
Coaliciones que no son coaliciones
Hasta ahora, las consultas se han presentado como coaliciones pese a que no lo son, pues en los libros sobre la materia nunca me topé con coaliciones sin jefes, consensos, presupuestos, procedimientos para ventilar los desacuerdos y llegar a consensos y reglas para que los espacios en radio, televisión y prensa sean distribuidos equitativamente.
En el debate de El Tiempo y Semana que tuvo lugar este martes 25 de enero los candidatos compartieron opiniones que dejaron perplejos a muchos ciudadanos. Lo que vimos fue una competencia brutal entre miembros de las mismas “coaliciones”. Tras el debate, vimos un fuerte enfrentamiento entre los miembros de la “coalición” Centro Esperanza protagonizado por Ingrid Betancourt y Alejandro Gaviria que culminó con la salida de Betancourt, quien anunció que seguirá sola su campaña por la presidencia.
¿Realmente tiene sentido llamar coalición a una asociación de personas, partidos y fuerzas políticas que se atacan entre sí y no tienen una estrategia clara ni un mínimo de acuerdos programáticos? Es natural que la ciudadanía se sienta desconcertada frente a esta figura, pues no saben si están votando por un aspirante o una coalición. Es como si compraran un Long Play: adquieren algunas canciones que les gustan y muchas otras que detestan.
Puede leer: ¿Cuál es el límite ético de las coaliciones?
Efectos inesperados e interrogantes abiertos
Hay consultas que, simultáneamente, son intra e interpartidistas porque tienen varios candidatos del mismo partido. Aún no existen límites claros sobre el número de aspirantes y las fechas de incorporación.
Dado que los ciudadanos no tienen que ser simpatizantes ni miembros de la coalición por la que voten, es probable que el resultado de la primera vuelta no coincida con el de la consulta. Seguramente, habrá casos en los que el candidato que logró pasar a primera vuelta obtenga menos votos que los que recibió la coalición e incluso menos de los que él o ella obtuvo en la competencia con sus pares.
Por otra parte, es importante preguntarse qué efectos tendrá esta figura en el quehacer de los partidos y fuerzas políticas. Probablemente, César Gaviria, el jefe del Partido Liberal, y Germán Vargas Lleras, el de Cambio Radical, están esperando los resultados del 13 de marzo para decidir qué candidato van a apoyar en primera vuelta.
Si bien la Constitución obliga a los miembros de la coalición a apoyar al candidato que pase a la primera vuelta, es muy probable que veamos un comportamiento diferente de los partidos políticos el 13 de marzo, el 29 de mayo y en la segunda vuelta.
Algunos afirman que estamos en un sistema de tres vueltas conformada por la consulta y las dos vueltas tradicionales. Aún falta un interrogante clave por despejar: ¿Las consultas interpartidistas cambiarán la naturaleza de la primera vuelta, cuyo objetivo original consiste en propiciar que solo los candidatos más populares compitan en segunda vuelta? No está claro si ahora tendremos dos “eliminatorias”, pues en 2018 la consulta dejó sin posibilidades de juego a Humberto de La Calle y a Germán Vargas Lleras. ¿Ocurrirá lo mismo este año?
Cuando en Francia se introdujo el sistema de dos vueltas para las elecciones parlamentarias, se decía que en la primera vuelta los electores votaban con el corazón y en la segunda con el bolsillo. En realidad, esta figura fue instaurada para limitar las posibilidades electorales del Partido Comunista, es decir, de la izquierda radical.
Este mecanismo propicia que los miembros de cada “coalición” esperen algún tipo de compensación si uno de sus colegas llega al poder. Así pues, es probable que el ganador se vea obligado a otorgar la vicepresidencia y algunas embajadas y ministerios a sus compañeros de coalición.
Le recomendamos: Coaliciones electorales: una nueva forma de hacer política
Reflexiones finales
Según el inciso 4 del artículo 107 de la Constitución, “En el caso de las consultas populares se aplicarán las normas sobre financiación y publicidad de campañas y acceso a los medios de comunicación del Estado que rigen para las elecciones ordinarias. Quien participe en las consultas de un partido o movimiento político o en consultas interpartidistas, no podrá inscribirse por otro en el mismo proceso electoral. El resultado de las consultas será obligatorio”.
No creo que quienes introdujeron el concepto interpartidista hayan vislumbrado el efecto de esta modificación. Tampoco recuerdo un debate público al respecto. Sin embargo, es evidente que esta figura ha tenido, tiene y tendrá efectos importantes en la vida política.
La campaña electoral de 2022 quedó presidencializada desde el primer día. La fecha oficial del 29 de enero es más o menos inocua. Los candidatos al Senado y a la Cámara, que serán elegidos el 13 de marzo al mismo tiempo que la consulta interpartidista han vivido una experiencia muy distinta de la que vivieron sus colegas en años anteriores. Muchos se sienten opacados por la carrera presidencial y no han podido encontrar un espacio para ser vistos ni escuchados por los ciudadanos.
Finalmente, vale la pena señalar que las encuestadoras y los medios han construido un escenario electoral ficticio que, en términos sociológicos, podría o no convertirse en una profecía autocumplida. La incertidumbre que nos acompaña es inmensa.
*Estudios de posgrado en Ciencias Políticas de New School for Social Research (Nueva York) y Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia. Exembajador de Colombia ante la OEA, Canadá, Francia y Reino Unido. Exministro de Gobierno, Comunicaciones y exviceministro de Desarrollo Económico y Consejero Presidencial.
Dos tipos de consultas
Las consultas fueron adoptadas en Colombia como un método para escoger al candidato de un partido. Pero este año algunas consultas serán interpartidistas, o sea que van a ser utilizadas para escoger un candidato entre aspirantes de distintos partidos.
Lea también: No más rodeos: así serán finalmente las consultas presidenciales
Así pues, en marzo habrá consultas intra e interpartidistas. A continuación, presento algunas reflexiones sobre esta figura que ponen en evidencia los riesgos de la misma.
Costos elevados y condiciones desiguales
Para comenzar, se trata de una figura que aumenta los costos de las campañas electorales, lo cual es preocupante porque actualmente el gobierno financia las consultas, las elecciones de Senado y Cámara y las presidenciales. Aún no es claro si ocurrirá algo similar con las elecciones de gobernadores y alcaldes.
Sin entrar en detalles, para el Congreso que será escogido el próximo 13 de marzo, se reconocen $6.140 por voto válido, para el Senado se ha asignado una cifra de $96.215.827.231 y para las consultas se autorizó un reembolso de $1.861 por cada voto válido a nivel nacional y $1.059 a nivel local y distrital. Para 2022, se asignó un total de $148.596.990.704 para el Congreso y las consultas presidenciales.
Además de que las consultas interpartidistas proporcionan dineros públicos adicionales a los partidos y movimientos políticos, un candidato podría beneficiarse más que sus competidores si cuenta con más apoyo electoral como ocurre en el Pacto Histórico. En ese caso, la consulta no pretende escoger al candidato –todos sabemos que el ungido será Gustavo Petro– sino obtener recursos públicos adicionales que representarían una ventaja para el propio Petro.
Este mecanismo permite anticipar la campaña presidencial de algunos candidatos. Nadie cree que las campañas hayan comenzado en la fecha oficial, pues algunos candidatos llevan más de un año en campaña.
Dado que no todos tienen las mismas condiciones, hay unas candidaturas muy sólidas y visibles, y otras muy frágiles que han pasado desapercibidas. Además, los criterios utilizados para distribuir los recursos públicos entre los candidatos no son claros. Tampoco lo son los topes de financiación no estatal. Todo esto atenta contra los principios de la integridad electoral.
Coaliciones que no son coaliciones
Hasta ahora, las consultas se han presentado como coaliciones pese a que no lo son, pues en los libros sobre la materia nunca me topé con coaliciones sin jefes, consensos, presupuestos, procedimientos para ventilar los desacuerdos y llegar a consensos y reglas para que los espacios en radio, televisión y prensa sean distribuidos equitativamente.
En el debate de El Tiempo y Semana que tuvo lugar este martes 25 de enero los candidatos compartieron opiniones que dejaron perplejos a muchos ciudadanos. Lo que vimos fue una competencia brutal entre miembros de las mismas “coaliciones”. Tras el debate, vimos un fuerte enfrentamiento entre los miembros de la “coalición” Centro Esperanza protagonizado por Ingrid Betancourt y Alejandro Gaviria que culminó con la salida de Betancourt, quien anunció que seguirá sola su campaña por la presidencia.
¿Realmente tiene sentido llamar coalición a una asociación de personas, partidos y fuerzas políticas que se atacan entre sí y no tienen una estrategia clara ni un mínimo de acuerdos programáticos? Es natural que la ciudadanía se sienta desconcertada frente a esta figura, pues no saben si están votando por un aspirante o una coalición. Es como si compraran un Long Play: adquieren algunas canciones que les gustan y muchas otras que detestan.
Puede leer: ¿Cuál es el límite ético de las coaliciones?
Efectos inesperados e interrogantes abiertos
Hay consultas que, simultáneamente, son intra e interpartidistas porque tienen varios candidatos del mismo partido. Aún no existen límites claros sobre el número de aspirantes y las fechas de incorporación.
Dado que los ciudadanos no tienen que ser simpatizantes ni miembros de la coalición por la que voten, es probable que el resultado de la primera vuelta no coincida con el de la consulta. Seguramente, habrá casos en los que el candidato que logró pasar a primera vuelta obtenga menos votos que los que recibió la coalición e incluso menos de los que él o ella obtuvo en la competencia con sus pares.
Por otra parte, es importante preguntarse qué efectos tendrá esta figura en el quehacer de los partidos y fuerzas políticas. Probablemente, César Gaviria, el jefe del Partido Liberal, y Germán Vargas Lleras, el de Cambio Radical, están esperando los resultados del 13 de marzo para decidir qué candidato van a apoyar en primera vuelta.
Si bien la Constitución obliga a los miembros de la coalición a apoyar al candidato que pase a la primera vuelta, es muy probable que veamos un comportamiento diferente de los partidos políticos el 13 de marzo, el 29 de mayo y en la segunda vuelta.
Algunos afirman que estamos en un sistema de tres vueltas conformada por la consulta y las dos vueltas tradicionales. Aún falta un interrogante clave por despejar: ¿Las consultas interpartidistas cambiarán la naturaleza de la primera vuelta, cuyo objetivo original consiste en propiciar que solo los candidatos más populares compitan en segunda vuelta? No está claro si ahora tendremos dos “eliminatorias”, pues en 2018 la consulta dejó sin posibilidades de juego a Humberto de La Calle y a Germán Vargas Lleras. ¿Ocurrirá lo mismo este año?
Cuando en Francia se introdujo el sistema de dos vueltas para las elecciones parlamentarias, se decía que en la primera vuelta los electores votaban con el corazón y en la segunda con el bolsillo. En realidad, esta figura fue instaurada para limitar las posibilidades electorales del Partido Comunista, es decir, de la izquierda radical.
Este mecanismo propicia que los miembros de cada “coalición” esperen algún tipo de compensación si uno de sus colegas llega al poder. Así pues, es probable que el ganador se vea obligado a otorgar la vicepresidencia y algunas embajadas y ministerios a sus compañeros de coalición.
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Reflexiones finales
Según el inciso 4 del artículo 107 de la Constitución, “En el caso de las consultas populares se aplicarán las normas sobre financiación y publicidad de campañas y acceso a los medios de comunicación del Estado que rigen para las elecciones ordinarias. Quien participe en las consultas de un partido o movimiento político o en consultas interpartidistas, no podrá inscribirse por otro en el mismo proceso electoral. El resultado de las consultas será obligatorio”.
No creo que quienes introdujeron el concepto interpartidista hayan vislumbrado el efecto de esta modificación. Tampoco recuerdo un debate público al respecto. Sin embargo, es evidente que esta figura ha tenido, tiene y tendrá efectos importantes en la vida política.
La campaña electoral de 2022 quedó presidencializada desde el primer día. La fecha oficial del 29 de enero es más o menos inocua. Los candidatos al Senado y a la Cámara, que serán elegidos el 13 de marzo al mismo tiempo que la consulta interpartidista han vivido una experiencia muy distinta de la que vivieron sus colegas en años anteriores. Muchos se sienten opacados por la carrera presidencial y no han podido encontrar un espacio para ser vistos ni escuchados por los ciudadanos.
Finalmente, vale la pena señalar que las encuestadoras y los medios han construido un escenario electoral ficticio que, en términos sociológicos, podría o no convertirse en una profecía autocumplida. La incertidumbre que nos acompaña es inmensa.
*Estudios de posgrado en Ciencias Políticas de New School for Social Research (Nueva York) y Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia. Exembajador de Colombia ante la OEA, Canadá, Francia y Reino Unido. Exministro de Gobierno, Comunicaciones y exviceministro de Desarrollo Económico y Consejero Presidencial.